La "guerra limitada" como estrategia "de contención" no conduce nunca a la victoria

Hemos regalado en bandeja de plata la victoria hace pocos días a los terroristas agresores procedentes de un país que era gobernado en 2001 por los Talibanes y que servía entonces de base a los grupos extremistas que han jurado destruir la cultura democrática y la civilización cristiana para imponer su sistema de dominación fundamemtalista. 

En estos momentos, algunos de los organizadores de esos ataques y otros realizados en otras partes del mundo, son los que vuelven a integrar los cuadros de gobierno en un país que muy pronto se convertirá en foco del terrorismo mundial, como parte de su estrategia de "guerra asimétrica" contra la cultura democrática y su influencia civilizadora. 
 Entre ellos, nada menos que el Primer Ministro del nuevo gobierno Talibán, Mullah Mohammad Hassan Akhund, uno de los cuatro fundadores del Talibán en 1994 y uno de los responsables de los ataques del 9/11, el cual ha sido reconocido y sancionado por Naciones Unidas pero sus crímenes hasta ahora han quedado impunes.

En sólo aquella agresión del 11 de septiembre de 2001 hubo casi 2,700 víctimas en el derrumbe de las Torres Gemelas de Nueva York y murieron también cientos más entre rescatistas, bomberos y policías, además de las 125 víctimas del ataque realizado simultáneamente al Pentágono y otros cientos más en los 4 aviones de pasajeros utilizados en esos actos de barbarie. ¡Y eso fue sólo durante el ataque! En agosto de 2013, las autoridades médicas concluyeron que a 1,140 personas que trabajaban, vivían o estudiaban en el Bajo Manhattan en el momento del ataque se les había diagnosticado cáncer como resultado de la "exposición a toxinas en la Zona Cero". Un número de bajas civiles mucho mayor que el total de 2,448 heroes de las fuerzas armadas de Estados Unidos que dieron sus vidas en esta guerra interminable.

Fue un acto de guerra al que se respondió con una estrategia vacilante de "guerra limitada" en la que se prohibió durante 20 años a las tropas de Estados Unidos cruzar fronteras en persecución de los que tenían santuario en otros países en los que se reagrupaban, se fortalecían y se lanzaban nuevamente al ataque. Una estrategia de 20 años diseñada para nunca ganar y acabar agotando la voluntad política del pueblo de Estados Unidos, finalmente convencido en su mayoría de que el país más poderoso del mundo no era capaz de vencer a esos grupos de facinerosos.

Faltó la voluntad política de guerra total, que es la única que logra victorias definitivas. Se repitieron las derrotas de China, Corea, Vietnam y Libia porque en Afganistán tampoco se hizo la guerra para ganarla.