Reminiscencias de los tiempos del Far West

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Reminiscencias de los tiempos del Far West

25 Sep 2019 15:10
#11133
El lema de campaña del Presidente Trump respecto su exhortación de hacer a América grande otra vez, tomó un inesperado giro en su actualización cuando el mandatario propuso la compra de Groenlandia al gobierno de Dinamarca. La propuesta hecha a los daneses parecía en un principio una de las tantas salidas insólitas a las que ya nos tiene acostumbrado el inquilino de la Casa Blanca. Incluso un nuevo episodio de noticias falsas que, a veces con razón y otras no tanto, suele acusarse a los medios de comunicación. El mismo Trump se encargó de poner en claro que no se trataba de una broma, ni cuestiones de fake news, o siquiera un mal entendido.

El tema no es una novedad. En la década de los sesenta del siglo XIX Andrew Johnson había sugerido el plan de comprar el vasto territorio insular incluyendo la cercana Islandia. El informe que justificaba la propuesta se basaba entonces en la posición estratégica de la enorme isla, sus recursos pesqueros, dominio de una zona estratégica cercana a Europa y la abundancia de carbón. El proyecto finalmente no se formalizó, pero fue retomado por la administración Truman en 1946 en una oferta de compra por el equivalente de mil trescientos millones de dólares actuales. Ahora, con los efectos del calentamiento global a la vista, el interés por Groenlandia resurge, en especial cuando se sabe de la existencia de reservas de petróleo, gas y minerales en esas tierras.

La reacción del gobierno danés resultó bastante fuerte tan pronto se divulgó la propuesta de Trump, quien aireado terminó por cancelar la visita que por esos días tenía planificada hacer al reino de Dinamarca. Muchas voces se alzaron indignadas por la ocurrencia del presidente norteamericano en un país aliado de Estados Unidos. Y no era para menos si el mismo Trump argumentaba que la transacción territorial se trataba “básicamente de un negocio inmobiliario grande.” Una expresión suficiente para colmar la conocida flema escandinava a un punto en que la perplejidad y la incredulidad dieron paso a los reclamos de los agraviados por lo que consideran fue un desplante grotesco e irrespetuoso del presidente “amigo.”

No obstante la respuesta de Trump fue a peor cuando trató de allanar la situación, esta vez sí de menara chistosa, insinuando que si las cosas no iban por el camino de la venta al menos se viabilizara mediante el intercambio de Groenlandia por Puerto Rico. Una burla que puso de manifiesto el carácter racista y el sentimiento poco cercano a la hispanidad que no oculta el actual presidente norteamericano.

La idea de esta especie de resurgimiento de los tiempos de América para los americanos parecería una anécdota intrascendente si no fuera porque la misma encuentra calado en ciertos grupos de la sociedad norteamericana, algo que el fondo es lo realmente preocupante. De hecho la cosa contó con el respaldo de algunas voces, como las del republicano Mike Gallagher quien manifestó que dicha idea sería una decisión inteligente ante el interés estratégico que hace que el tema deba seguir expuesto con firmeza y no debe estar fuera de la mesa de negociaciones.

Y así nos llegan por internet campañas como las de un grupo corporativo que anuncia la venta de camisetas que llevan estampadas el mapa de Estados Unidos con el agregado del territorio groenlandés, al que se ha puesto de fondo los signos de la bandera estadounidense y hasta una que incluye la frase “Keep calm and invade Greeland”. Todo en una aparente muestra de apoyo a Donald Trump en su esfuerzo por engrandecer a América.

No todo queda en la anécdota groenlandesa. Un nuevo episodio se agrega a esta saga con la propuesta del candidato Daniel McCarthy al Senado por Arizona. El empresario dijo durante una entrevista que la mejor solución al problema migratorio con México sería la anexión de ese país con su vecino del Norte. El postulante, quien se declara seguidor de Trump, acaba de lanzar la disparatada propuesta en el entorno electoral de su campaña senatorial. Un tenor al que deben estar atentas las tribus nativas norteamericanas, supervivientes de aquellas jornadas genocidas de los mil ochocientos en las que casi al borde de la aniquilación, quedaron condenadas a vivir en reducidas reservas. No sea que la reedición de la historia lleve a que se busque la expulsión de los aborígenes de sus últimas zonas de ubicación, sea por conveniencias estratégicas, económicas, o la combinación de todas. Todo en aras de que América sea grande otra vez.
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