Víktor Orbán reta al muro globalista en Estrasburgo
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Víktor Orbán reta al muro globalista en Estrasburgo
29 Oct 2024 21:51
El pasado 9 de octubre la sede parlamentaria de Estrasburgo fue escenario de un debate que puso en evidencia los problemas que aquejan al sistema político de Occidente. El hecho se produjo en el marco de presentación de las prioridades que la presidencia rotatoria húngara llevó ante la Unión Europea. Tras la lectura de su discurso, Víktor Obán, uno de los pocos líderes que se oponen de manera frontal a las prácticas globalistas del bloque europeo, principalmente en materia de emigración, igualdad de género y la guerra en Ucrania, enfrentó una batería de
ataques
caracterizados por la falta de ética y el irrespeto de algunas intervenciones, como la que hiciera la presidenta del bloque de los Verdes, Terry Reintke, para espetarle a Orbán que no era bienvenido en el Parlamento. La diatriba estuvo encabezada por Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, seguida por otros políticos de diferentes agrupaciones parlamentarias, afines en colocar la etiqueta ultraderechista a cualquiera que contradiga los preceptos defendidos por gran parte de partidos, movimientos sociales, economistas y medios al servicio de la agenda global.
Contrario a lo que aparentemente esperaban algunos, la presentación del presidente Orbán fue en extremo moderada. El contenido de su discurso estuvo enfocado fundamentalmente en cuestiones económicas y al cambio que debe dar Europa en esa materia, acorde a la visión húngara. Expuso la problemática migratoria que padecen los países que conforman la unidad europea, con entradas masivas de emigrantes por diferentes puntos de sus fronteras, particularmente España e Italia, desde los cuales muchos terminan asentándose en otros territorios de la eurozona. Así Alemania, Suecia o Francia, entre otros, reciben las consecuencias de un flujo descontrolado que permite el acceso de personas carentes de documentos de identidad y que en su mayoría no reúnen los requisitos para ser calificadas como refugiadas, de acuerdo con los estándares establecidos. Sobre este particular Obán expuso la estrecha relación que los datos arrojan entre esa avalancha irregular y el aumento de la criminalidad, momento en que fue interrumpido por aplausos de partidarios y abucheos de detractores . Entre estos últimos hubo un grupo que se animó a corear la letra de Bella Ciao, una salida lírica para calificar de fascista al orador. Pero más allá del tema migratorio, resultó patente que la reacción belicosa generada al concluir la exposición, no se justificaba en el contenido del texto leído, y más bien apuntaba a una estrategia para desacreditar al ponente de una alocución recibida previamente por manifestantes, presentes en el hemiciclo, que portaban carteles alusivos a corrupción y a los derechos LGTBQ.
La ofensiva critica en contra de Orbán fue liderada por la presidenta Úrsula Von der Leyen, seguida por otros parlamentarios de diferentes colores políticos, identificados todos con la bandera cuasi totalitaria que enarbola esta liga en la que se confunden “progresistas” desteñidos de diversas ideologías, algunas contrapuestas entre ellas, pero que a la hora de cerrar filas contra sus oponentes dejan a un lado el tono de sus logos identitarios, haciendo que rosados, verdes, azules o amarillos conformen una barricada multicolor para acallar voces discordantes. De la intervención de la señora Von der Leyen se hizo titular una frase que llevaba la carga confrontativa hacia uno de los aspectos que distinguen la disidencia de Orbán, que sin embargo no estaba incluido en el documento que se discutía, haciendo que la referencia estuviera injustificada. Se trata de las posiciones mantenidas por el presidente húngaro sobre el conflicto en Ucrania y su apuesta por lograr el fin de esa guerra mediante un acuerdo pacifico. Al respecto la presidenta comunitaria manifestó que “. . no hay ninguna lengua europea en la que la paz sea sinónimo de rendición o en la que soberanía sea sinónimo de ocupación ”. Un criterio muy discutible que la realidad desmiente en el escenario europeo al menos tres veces, y todas en lengua alemana. Otro tanto ocurre en el paralelismo sobre soberanía y ocupación con Gibraltar a la vista, una colonia que supervive en territorio europeo reclamada infructuosamente por España a Reino Unido. Aspecto este de soberanías sobre el que pesan muchas actuaciones dudosas, que pasan desde operaciones injerencistas camufladas bajo misiones humanitarias, guerras fratricidas incitadas desde Occidente, hasta acciones militares con sabor a crímenes de guerra en clave intervencionista al estilo del que comandó la OTAN durante los bombardeos a Belgrado. Una hazaña que le ganó al socialista Javier Solana, por aquel entonces secretario general de la alianza atlántica, el alias de carnicero. Son algunos ejemplos que le quitan el sustento a la rimbombante frase pronunciada por la señora presidenta de la Comisión Europea.
Otras críticas hechas a Orbán estuvieron dirigidas a la falta de competitividad de su gobierno, acusándole de cometer arbitrariedades en licitaciones públicas y liberar a traficantes humanos condenados antes de que cumplieran su pena de prisión. "Esto simplemente es lanzar los problemas hacia el jardín de tu vecino. Todos queremos proteger las fronteras externas, pero sólo lo lograremos si luchamos juntos contra el crimen organizado y somos solidarios entre nosotros", dijo Von der Leyen sobre un aspecto que se ha convertido en pesadilla para los europeos, quienes observan al crimen organizado campear a lo largo y ancho del paradisiaco “Jardín”, donde no pocas veces suceden hechos inexplicables. Uno de los más recientes consistió en la fuga del jefe de la llamada Mocro Mafia que domina en los Países Bajos. El capo, una réplica de Pablo Escobar con acento marroquí, había sido detenido en España tras un arduo operativo policial, pero logró escapar gracias a la libertad bajo fianza otorgada por un juez mediante el pago de 60 mil euros como garantía. Una cifra poco significativa para un individuo que controla el tráfico de la droga que corre por gran parte de Europa y que genera un poder capaz de llevar el temor a la misma casa real holandesa.
La arremetida de los exponentes del globalismo no logró su objetivo con Orbán. Este se creció ante sus censores, pasando a protagonizar un demoledor contra ataque que la mayoría de los medios trataron de ignorar. Tras agradecer de manera irónica las intervenciones cricas, señalando que hubiera preferido debatir el contenido de la propuesta que acaba de leer, pasó a acusar las mentiras lanzadas contra Hungría, catalogando de poco acertada la actitud de la presidenta mezclando asuntos diferentes en sus palabras. Reprochó que la unidad de naciones, cuyo deber es proteger los tratados y acuerdos entre sus miembros apartándose de la politización, se esté convirtiendo en un organismo político dedicado a arremeter contra los que se resisten a sus imposiciones, Tras calificar la intervención de Von der Leyen de errónea y humillante, rechazó las analogías que esta hiciera entre Ucrania y la revolución húngara del 56. “Veo gente que apoya la guerra, políticos y prensa. Estamos perdiendo en el frente ucranio y Ustedes no asumen esa realidad”, dijo Orbán lamentando que cada vez haya más muertes en ese conflicto donde se hace imperativo defender la paz y buscar un alto al fuego, afirmó. Igual se mostró contrario a los señalamientos de que su gobierno no combata el tráfico de personas o sea contrario a la defensa de la diversidad, Sobre este último cuestionamiento dijo que “en la Constitución húngara todos tiene derecho a la autodeterminación, pero lo que si existe en ella es algo que al parecer a Ustedes no les gusta, que es la protección a la familia”, enfatizando que “…el matrimonio es entre un hombre y una mujer, el padre es un hombre y la madre es una mujer”. Recordó que, en Hungría donde su partido ganó las elecciones con mayoría de dos tercios, todos los grupos que conforman la oposición han recibido lo que les corresponde de acuerdo con la cuota de gobierno, estableciendo un paralelo con lo que está pasando en la Unión Europea, donde priman los cordones sanitarios contra partidos que ganan elecciones y son impedidos de gobernar, porque estos no acatan directrices de Bruselas que deben ser cumplirlas ciegamente. Igual señaló la manera en que los dirigentes parlamentarios se reciclan en los puestos de poder y se reparten cargos que no provienen del voto de los electores. Tildó de hipócritas los achaques sobre corrupción, un problema del que dijo “se sabe mucho en los más altos sitiales de la Unión”, a donde se revierte el 80 por ciento de los fondos de inversión destinados a su país, y que en definitiva van a parar a proyectos de empresas foráneas. Declaró que Hungría, contrario a lo que afirmaban sus contrarios, crece el doble que el resto de sus vecinos. Destacó como los que utilizan la alegoría nazi contra otros, terminan adoptando posturas dignas de esa doctrina, en alusión al caso de una joven italiana que durante una estancia en Budapest el pasado junio, agredió a varios ciudadanos húngaros bajo la excusa del activismo antifascista, motivo por el que fuera encarcelada. También rechazó por falsas las reseñas sobre contratos a trabajadores rusos otorgados por Hungría, destacando la diferencia entre el número de estos (apenas 3 mil en el territorio magyar) en contraste con los que presentan Alemania (300 mil), España (100 mil) o Francia (70 mil). Sobre las alegaciones de su cercanía a Putin y la poca transparencia de sus relaciones comerciales con Rusia, Orbán volvió a destacar la doblez característica de sus acusadores, a los que afeó la compra por miles de millones de combustible ruso a través de terceras empresas asentadas en Turquía y otros países centro asiáticos. “Ustedes que han comprado mucho más crudo ruso que el año anterior de comenzada la guerra nos atacan por una amistad”, reprochó Orbán, quien aseveró que protegerá a su Patria de aquellos que la ataquen. “También de Ustedes” concluyó de manera rotunda.
Cabe destacar el papel de la mayor parte de los medios de comunicación a la hora de cubrir lo ocurrido en Estrasburgo y la parcialidad informativa de sus reportajes. Por poner un ejemplo, que se repitió de manera modélica en la mayoría de los medios de referencia, cabe destacar la cobertura ofrecida por el noticiero de Radio Televisión Española enfatizando la amenaza que significó para la Unión Europea el discurso de Orbán y el rechazo que por ello recibiera de manera mayoritaria. El reportaje televisivo destacó las imágenes de eurodiputados posando con pancartas anticorrupción y camisetas en pro de los derechos LGTBQ y subrayó de manera negativa la propuesta de sacar los centros de emigración fuera de territorio europeo, tal como posteriormente ha hecho Italia en Albania con el beneplácito de Von der Leyen y Compañía. El informativo expuso un resumen en el que no escapó ninguna de las intervenciones críticas contra el mandatario húngaro, desde carteles, intervenciones o el corro entonando el viejo himno guerilleo sacado de los archivos por una exitosa serie de Netflix. No hubo un solo espacio para contraponer alguna de las respuestas dadas por Orbán, que permitiera al menos sacar conclusiones desprejuiciadas de lo ocurrido y sobre quien podría llevar el mayor peso de razón en la polémica.
Lo visto durante la tensa jornada vivida en la sesión parlamentaria del pasado 9 de octubre, puso en evidencia las perspectivas de la verdadera amenaza que se cierne sobre Europa, y el resto del mundo, ante el desafío de un poder globalista que pretende imponer el dominio de un proyecto al que deben plegarse gobiernos y naciones sin refutar. El desacato o el simple cuestionamiento de esas imposiciones, conlleva al aislamiento más absoluto y a presiones de todo tipo, que van desde el chantaje económico, la exclusión, el descrédito, actos de injerencia y el linchamiento público, contando siempre con el silenciamiento cómplice de los medios. Una realidad que se hizo manifiesta ese día en la actitud arrogante y prepotente de la dirigencia europea hacia la Hungría presidida por Orban y el partido Fidez.
Contrario a lo que aparentemente esperaban algunos, la presentación del presidente Orbán fue en extremo moderada. El contenido de su discurso estuvo enfocado fundamentalmente en cuestiones económicas y al cambio que debe dar Europa en esa materia, acorde a la visión húngara. Expuso la problemática migratoria que padecen los países que conforman la unidad europea, con entradas masivas de emigrantes por diferentes puntos de sus fronteras, particularmente España e Italia, desde los cuales muchos terminan asentándose en otros territorios de la eurozona. Así Alemania, Suecia o Francia, entre otros, reciben las consecuencias de un flujo descontrolado que permite el acceso de personas carentes de documentos de identidad y que en su mayoría no reúnen los requisitos para ser calificadas como refugiadas, de acuerdo con los estándares establecidos. Sobre este particular Obán expuso la estrecha relación que los datos arrojan entre esa avalancha irregular y el aumento de la criminalidad, momento en que fue interrumpido por aplausos de partidarios y abucheos de detractores . Entre estos últimos hubo un grupo que se animó a corear la letra de Bella Ciao, una salida lírica para calificar de fascista al orador. Pero más allá del tema migratorio, resultó patente que la reacción belicosa generada al concluir la exposición, no se justificaba en el contenido del texto leído, y más bien apuntaba a una estrategia para desacreditar al ponente de una alocución recibida previamente por manifestantes, presentes en el hemiciclo, que portaban carteles alusivos a corrupción y a los derechos LGTBQ.
La ofensiva critica en contra de Orbán fue liderada por la presidenta Úrsula Von der Leyen, seguida por otros parlamentarios de diferentes colores políticos, identificados todos con la bandera cuasi totalitaria que enarbola esta liga en la que se confunden “progresistas” desteñidos de diversas ideologías, algunas contrapuestas entre ellas, pero que a la hora de cerrar filas contra sus oponentes dejan a un lado el tono de sus logos identitarios, haciendo que rosados, verdes, azules o amarillos conformen una barricada multicolor para acallar voces discordantes. De la intervención de la señora Von der Leyen se hizo titular una frase que llevaba la carga confrontativa hacia uno de los aspectos que distinguen la disidencia de Orbán, que sin embargo no estaba incluido en el documento que se discutía, haciendo que la referencia estuviera injustificada. Se trata de las posiciones mantenidas por el presidente húngaro sobre el conflicto en Ucrania y su apuesta por lograr el fin de esa guerra mediante un acuerdo pacifico. Al respecto la presidenta comunitaria manifestó que “. . no hay ninguna lengua europea en la que la paz sea sinónimo de rendición o en la que soberanía sea sinónimo de ocupación ”. Un criterio muy discutible que la realidad desmiente en el escenario europeo al menos tres veces, y todas en lengua alemana. Otro tanto ocurre en el paralelismo sobre soberanía y ocupación con Gibraltar a la vista, una colonia que supervive en territorio europeo reclamada infructuosamente por España a Reino Unido. Aspecto este de soberanías sobre el que pesan muchas actuaciones dudosas, que pasan desde operaciones injerencistas camufladas bajo misiones humanitarias, guerras fratricidas incitadas desde Occidente, hasta acciones militares con sabor a crímenes de guerra en clave intervencionista al estilo del que comandó la OTAN durante los bombardeos a Belgrado. Una hazaña que le ganó al socialista Javier Solana, por aquel entonces secretario general de la alianza atlántica, el alias de carnicero. Son algunos ejemplos que le quitan el sustento a la rimbombante frase pronunciada por la señora presidenta de la Comisión Europea.
Otras críticas hechas a Orbán estuvieron dirigidas a la falta de competitividad de su gobierno, acusándole de cometer arbitrariedades en licitaciones públicas y liberar a traficantes humanos condenados antes de que cumplieran su pena de prisión. "Esto simplemente es lanzar los problemas hacia el jardín de tu vecino. Todos queremos proteger las fronteras externas, pero sólo lo lograremos si luchamos juntos contra el crimen organizado y somos solidarios entre nosotros", dijo Von der Leyen sobre un aspecto que se ha convertido en pesadilla para los europeos, quienes observan al crimen organizado campear a lo largo y ancho del paradisiaco “Jardín”, donde no pocas veces suceden hechos inexplicables. Uno de los más recientes consistió en la fuga del jefe de la llamada Mocro Mafia que domina en los Países Bajos. El capo, una réplica de Pablo Escobar con acento marroquí, había sido detenido en España tras un arduo operativo policial, pero logró escapar gracias a la libertad bajo fianza otorgada por un juez mediante el pago de 60 mil euros como garantía. Una cifra poco significativa para un individuo que controla el tráfico de la droga que corre por gran parte de Europa y que genera un poder capaz de llevar el temor a la misma casa real holandesa.
La arremetida de los exponentes del globalismo no logró su objetivo con Orbán. Este se creció ante sus censores, pasando a protagonizar un demoledor contra ataque que la mayoría de los medios trataron de ignorar. Tras agradecer de manera irónica las intervenciones cricas, señalando que hubiera preferido debatir el contenido de la propuesta que acaba de leer, pasó a acusar las mentiras lanzadas contra Hungría, catalogando de poco acertada la actitud de la presidenta mezclando asuntos diferentes en sus palabras. Reprochó que la unidad de naciones, cuyo deber es proteger los tratados y acuerdos entre sus miembros apartándose de la politización, se esté convirtiendo en un organismo político dedicado a arremeter contra los que se resisten a sus imposiciones, Tras calificar la intervención de Von der Leyen de errónea y humillante, rechazó las analogías que esta hiciera entre Ucrania y la revolución húngara del 56. “Veo gente que apoya la guerra, políticos y prensa. Estamos perdiendo en el frente ucranio y Ustedes no asumen esa realidad”, dijo Orbán lamentando que cada vez haya más muertes en ese conflicto donde se hace imperativo defender la paz y buscar un alto al fuego, afirmó. Igual se mostró contrario a los señalamientos de que su gobierno no combata el tráfico de personas o sea contrario a la defensa de la diversidad, Sobre este último cuestionamiento dijo que “en la Constitución húngara todos tiene derecho a la autodeterminación, pero lo que si existe en ella es algo que al parecer a Ustedes no les gusta, que es la protección a la familia”, enfatizando que “…el matrimonio es entre un hombre y una mujer, el padre es un hombre y la madre es una mujer”. Recordó que, en Hungría donde su partido ganó las elecciones con mayoría de dos tercios, todos los grupos que conforman la oposición han recibido lo que les corresponde de acuerdo con la cuota de gobierno, estableciendo un paralelo con lo que está pasando en la Unión Europea, donde priman los cordones sanitarios contra partidos que ganan elecciones y son impedidos de gobernar, porque estos no acatan directrices de Bruselas que deben ser cumplirlas ciegamente. Igual señaló la manera en que los dirigentes parlamentarios se reciclan en los puestos de poder y se reparten cargos que no provienen del voto de los electores. Tildó de hipócritas los achaques sobre corrupción, un problema del que dijo “se sabe mucho en los más altos sitiales de la Unión”, a donde se revierte el 80 por ciento de los fondos de inversión destinados a su país, y que en definitiva van a parar a proyectos de empresas foráneas. Declaró que Hungría, contrario a lo que afirmaban sus contrarios, crece el doble que el resto de sus vecinos. Destacó como los que utilizan la alegoría nazi contra otros, terminan adoptando posturas dignas de esa doctrina, en alusión al caso de una joven italiana que durante una estancia en Budapest el pasado junio, agredió a varios ciudadanos húngaros bajo la excusa del activismo antifascista, motivo por el que fuera encarcelada. También rechazó por falsas las reseñas sobre contratos a trabajadores rusos otorgados por Hungría, destacando la diferencia entre el número de estos (apenas 3 mil en el territorio magyar) en contraste con los que presentan Alemania (300 mil), España (100 mil) o Francia (70 mil). Sobre las alegaciones de su cercanía a Putin y la poca transparencia de sus relaciones comerciales con Rusia, Orbán volvió a destacar la doblez característica de sus acusadores, a los que afeó la compra por miles de millones de combustible ruso a través de terceras empresas asentadas en Turquía y otros países centro asiáticos. “Ustedes que han comprado mucho más crudo ruso que el año anterior de comenzada la guerra nos atacan por una amistad”, reprochó Orbán, quien aseveró que protegerá a su Patria de aquellos que la ataquen. “También de Ustedes” concluyó de manera rotunda.
Cabe destacar el papel de la mayor parte de los medios de comunicación a la hora de cubrir lo ocurrido en Estrasburgo y la parcialidad informativa de sus reportajes. Por poner un ejemplo, que se repitió de manera modélica en la mayoría de los medios de referencia, cabe destacar la cobertura ofrecida por el noticiero de Radio Televisión Española enfatizando la amenaza que significó para la Unión Europea el discurso de Orbán y el rechazo que por ello recibiera de manera mayoritaria. El reportaje televisivo destacó las imágenes de eurodiputados posando con pancartas anticorrupción y camisetas en pro de los derechos LGTBQ y subrayó de manera negativa la propuesta de sacar los centros de emigración fuera de territorio europeo, tal como posteriormente ha hecho Italia en Albania con el beneplácito de Von der Leyen y Compañía. El informativo expuso un resumen en el que no escapó ninguna de las intervenciones críticas contra el mandatario húngaro, desde carteles, intervenciones o el corro entonando el viejo himno guerilleo sacado de los archivos por una exitosa serie de Netflix. No hubo un solo espacio para contraponer alguna de las respuestas dadas por Orbán, que permitiera al menos sacar conclusiones desprejuiciadas de lo ocurrido y sobre quien podría llevar el mayor peso de razón en la polémica.
Lo visto durante la tensa jornada vivida en la sesión parlamentaria del pasado 9 de octubre, puso en evidencia las perspectivas de la verdadera amenaza que se cierne sobre Europa, y el resto del mundo, ante el desafío de un poder globalista que pretende imponer el dominio de un proyecto al que deben plegarse gobiernos y naciones sin refutar. El desacato o el simple cuestionamiento de esas imposiciones, conlleva al aislamiento más absoluto y a presiones de todo tipo, que van desde el chantaje económico, la exclusión, el descrédito, actos de injerencia y el linchamiento público, contando siempre con el silenciamiento cómplice de los medios. Una realidad que se hizo manifiesta ese día en la actitud arrogante y prepotente de la dirigencia europea hacia la Hungría presidida por Orban y el partido Fidez.
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