Pablo González, la viga que Europa tiene clavada en sus ojos
- Miguel Saludes
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Pablo González, la viga que Europa tiene clavada en sus ojos
04 Jun 2023 18:37 - 04 Jun 2023 18:43
“¿Y por qué te fijas en la pelusa que tiene tu hermano en un ojo, si no eres consciente de la viga que tienes en el tuyo? Lc 6:41
El pasado 3 de mayo el mundo celebró el día de la libertad de Prensa, En ese marco el Consejo de Europa reclamó a los gobiernos la protección del periodismo como una prioridad política por ser “el bien más valioso cuando existe la democracia”. Una consideración que me trae a la memoria aquel refrán que solía citar el expresidente español Mariano Rajoy cuando respondía a las críticas de sus opositores en el Congreso: - “Consejos doy que para mi no tengo”. Y es que la situación que enfrenta este “bien” en casi todo el planeta, incluyendo aquellos países que se proclaman paladines de la democracia, resulta más que preocupante. Occidente cuenta en estos momentos con dos casos ilustrativos, siendo el más emblemático el de Julian Assange, detenido en Reino Unido desde el 2019. El otro, menos mediatizado y casi desconocido, es el del periodista independiente español Pablo González Yagüe, quien permanece detenido en Polonia desde hace más de un año acusado de espionaje. Su arresto se produjo el 28 de febrero de 2022 cuando se disponía a cubrir la llegada de los primeros refugiados ucranianos a territorio polaco. Las autoridades del país europeo le acusaron de trabajar para la inteligencia militar rusa mediate informaciones que recogía aprovechando sus funciones periodísticas. Dos días antes, el periodista había reportado la manera en que personas de raza negra eran impedidas de cruzar la frontera común entre Ucrania y Polonia tratando de huir del conflicto que recién comenzaba. Según denuncian sus abogados y familiares, hasta el día de hoy no se ha presentado una sola prueba sobre las acusaciones que pesan sobre él. La pregunta entonces ronda sobre las evidencias que provocaron la detención.
Pablo González nació en Moscú en 1982. Sus padres, también nacidos en Rusia, eran hijos de los llamados “niños de la guerra”, un episodio que marcó a miles de menores españoles enviados a la URSS durante la Guerra Civil de 1936. En consecuencias González cuenta con la doble ciudadanía que le otorga el derecho de portar los pasaportes de su país natal y el de nacionalización española, donde radica y en el que nacieron sus abuelos. Resulta que la ocupación de esos documentos es la evidencia material presentada en su contra. De nada ha servido el comunicado que emitiera el Comité para la Protección de los Periodistas, manifestando preocupación por este acto y pidiendo un procedimiento justo y transparente para el acusado. Tampoco hay respuestas para las denuncias presentadas que ese mismo Comité ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo ni las expuestas ante el Grupo de Trabajo de Detenciones Arbitrarias y Desapariciones Forzosas de la ONU. Respuestas que pueden tardar años en producirse, según manifiestan sus familiares y amigos. El procedimiento más bien ha consistido en mantener las condiciones del detenido y prorrogar su estado.
En unas declaraciones sobre la detención de Pablo González, su colega Ricardo Marquina calificó de absurda la situación del corresponsal. “Si Pablo es un espía, yo soy un espía, porque hemos estado en los mismos sitios a las mismas horas, hemos estado trabajando juntos y nunca hemos accedido a información sensible”, dice. “Me parece un absurdo acusar a Pablo de espionaje, pero, además, el trato que le están dando es indigno”, lamenta Marquina. El documentalista lo achaca a “la histeria de momentos de guerra”. Pero eso no justifica el acto, afirma. Desde la misma Polonia el ex director de los servicios secretos de inteligencia, Piotr Niemczyk, publicó un escrito en el conocido medio Gazeta Wyborcza, apuntando al sinsentido de la detención de González, que no fue impedido de viajar a Ucrania tras haber sido interrogado varias veces por la contrainteligencia de ese país.
En julio del pasado año un artículo publicado en El Debate bajo la firma de Iñigo Artola recoge las declaraciones del jefe de Inteligencia británica, Richard Moore apoyando las acusaciones de espionaje contra Pablo González. Durante un foro de seguridad celebrado en Asen en julio del 2022, cinco meses después de los hechos, el alto oficial del MI16 se refirió al detenido como “un tipo llamado González Yagüe que se hace pasar por periodista español y que fue detenido tratando de entrar a Ucrania para ser parte de esfuerzos desestabilizadores”. Unas declaraciones que muestran el punto de fragilidad en el que se encuentran los que trabajan en labores periodísticas y en el compromiso investigativo para ofrecer una información verídica desde los terrenos movedizos de la geopolítica.
Justo al cumplirse el aniversario de este hecho, un material publicado en YouTube bajo el título “Un año en prisión”, realizado por el periodista Rubén Gisbert, actualiza la situación del prisionero mediante el testimonio de su esposa Ohiana Goiriena y el fotorreportero Juan Texeira, amigo de Pablo quien le acompañó en varios periplos que incluyen Kosovo, Georgia o la misma Ucrania. Tras producirse los hechos del Maidan, los viajes a territorio ucraniano sirvieron para documentar desde una óptica propia la problemática provocada por aquel hecho y el conflicto desatado como consecuencia en la zona del Dombass. La esposa del periodista narra en la entrevista detalles de la única visita que pudo hacer a su compañero el 21 de noviembre del 2022 en una prisión situada en Radom. Relata que el detenido se encuentra en estado de aislamiento total con derecho a una hora diaria para salir al sol. Solo puede hablar con sus abogados y el cónsul español. Cuando sale de la celda lo hace esposado. Está incomunicado con el exterior, sin conexión telefónica con su familia, con la que solo puede intercambiar cartas que demoran hasta dos meses en llegar. Aquel encuentro, autorizado para un término de dos horas, contó con la escolta de una oficial de la inteligencia polaca que se mantuvo a su lado todo el tiempo. Lo único que pudo transmitir el prisionero a su pareja fue las impresiones sobre los interrogatorios que calificó de surrealistas. Comentó también que la comida era muy escasa, una queja que la visitante pudo evidenciar por la apreciable delgadez del preso. Al cumplirse el aniversario de la detención se mantiene la ausencia de evidencias que prueben los alegatos bajo los que se produjo el arresto. Las autoridades polacas insisten en el argumento de los pasaportes que portaba el periodista en el momento de su apresamiento. En ese punto a tantos meses han dirigido a la fiscalía española una comisión rogatoria para confirmar la autenticidad del documento español.
Varias son las críticas y cuestionamientos que la esposa de Pablo expresa a través del video. Expone la situación precaria en que ha quedado la familia del prisionero, que asumen los gastos de defensa, además de los pocos avituallamientos que puede enviar. Cuestiona el abandono de las instituciones estatales de su país y la falta de apoyo en estos gastos legales que en definitiva van destinados a un ciudadano español detenido en otro país, con la particularidad que este pertenece a la Unión Europea. En este punto interpela sobre la razón de que no se exija la liberación de González. Las mismas interrogantes se dirigen contra esas ONGs tan solidarias y activas cuando se trata de informadores o activistas defensores de derechos humanos detenidos en otros países. Se pregunta sobre el silencio de esas voces europeas que claman sobre libertades, democracia, y violaciones al denunciar hechos similares que ocurren en otras regiones. Los entrevistados acusan por igual a los medios de comunicación, en particular los españoles, por su mutismo. Aseveran que apenas han dado cobertura sobre este caso, ni han recibido a los familiares para conocer la situación. La señora Goiriena reconoce que al principio fue entrevistada ocasionalmente y con puntualidad para hablar del incidente, pero dejando más espacios para las dudas que a los esclarecimientos. Con el transcurso de los meses se ha producido un silenciamiento casi total. Señala que solo en Euskadi reciben mayor atención y seguimiento, tanto por parte de las autoridades como por los medios locales. Comenta que a nivel estatal el respaldo solo se ha concretado a través de la vía diplomática y consular. Manuel Albares, ministro de Exteriores, se reunió al menos dos veces con su contraparte polaca y según el cónsul el tema fue tratado durante los encuentros, aunque no ha habido trascendencia sobre lo conversado.
Y mientras la detención arbitraria del periodista independiente apenas es tema en los medios principales españoles e internacionales, se puede constatar la atención que esos mismos espacios dedican a otras situaciones cuando ellas ocurren en ámbitos propicios para el desarrollo de campañas mediáticas. Ocurrió con la detención en Irán de dos compatriotas de González, en plenas jornadas de protestas por la muerte de una joven que incumplió las rígidas normas establecidas para el uso del velo. Santiago Sánchez, un aficionado al futbol que decidió ir caminando desde España hasta la sede del mundial en Qatar, pasando a antes por Irán - una vuelta un poco difícil de entender si se mira un mapa- fue apresado mientras se fotografiaba junto a la tumba de la víctima de los guardianes de la moral islámica. En un episodio no vinculado con el primero, la activista Ana Baneira fue aprehendida en medio de las manifestaciones que se desarrollaban a raíz del suceso que provocara la irritación popular en el país teocrático. Tras cuatro meses en prisión Baneira fue liberada. Las notas de prensa destacan la esmerada atención del ministro Albares y su equipo de trabajo en los contactos que mantuvieron con las autoridades de Teherán, a las que solicitaron garantías y buen trato para ambos detenidos. Al final el gobierno de los ayatolás resultó más sensible que algunos que critican la ausencia de democracia y libertades en la nación islámica.
Las diferencias no se concretan a Irán. Se pueden apreciar en recientes situaciones ocurridas con periodistas en ámbitos muy disimiles, pero en los que coinciden enfoques confrontativos con Occidente. Desde julio del 2022 el gobierno de Estados Unidos pide el respeto para los derechos del periodista guatemalteco José Rubén Zamora, detenido en su país por sus críticas y denuncias contra el presidente Alejandro Giammattei. Al periodista le acusan de delitos de lavado de dinero y tráficos de influencia. También el reciente arresto en Rusia del periodista Evan Gerhkovich, corresponsal de Wall Street Journal, acusado de espionaje, ha provocado un aluvión de denuncias y reclamos de liberación. Como es de suponer la prensa internacional se enfoca con toda intensidad en este ataque a los derechos de expresión e información. Paradójicamente, mientras los gobiernos de España y Polonia firmaban una declaración conjunta pidiendo la libertad del reportero americano hijo de emigrantes rusos, mantienen un silencio absoluto sobre Pablo González Yagüe.
Un informe de la ONU publicado en el 2022 hacia énfasis en las amenazas y peligros que enfrentaban los periodistas. Irene Khan, experta del organismo internacional, describía la realidad de reporteros asesinados mientras buscaban una historia, mujeres que ejercen el peligroso oficio atacadas y violadas, vigilancia electrónica y de otros tipos utilizada para intimidar y silenciar investigaciones incomodas. Una pincelada de los riesgos que deben enfrentar los periodistas, mientras que la libertad y la seguridad de los medios de comunicación se reducen en todo el mundo. Me pregunto si mientras la señora Khan redactaba aquellas notas habrá tenido en su pensamiento a Pablo González y el instrumento reductivo utilizado para anularle mediante la figura del espionaje. Una herramienta implementada por un país que dice defender los derechos y la democracia mientras que sus vecinos y aliados, identificados en esos mismos valores, guardaban silencio cómplice ante el caso que ya cumple más de un año en deplorable situación.
El pasado 3 de mayo el mundo celebró el día de la libertad de Prensa, En ese marco el Consejo de Europa reclamó a los gobiernos la protección del periodismo como una prioridad política por ser “el bien más valioso cuando existe la democracia”. Una consideración que me trae a la memoria aquel refrán que solía citar el expresidente español Mariano Rajoy cuando respondía a las críticas de sus opositores en el Congreso: - “Consejos doy que para mi no tengo”. Y es que la situación que enfrenta este “bien” en casi todo el planeta, incluyendo aquellos países que se proclaman paladines de la democracia, resulta más que preocupante. Occidente cuenta en estos momentos con dos casos ilustrativos, siendo el más emblemático el de Julian Assange, detenido en Reino Unido desde el 2019. El otro, menos mediatizado y casi desconocido, es el del periodista independiente español Pablo González Yagüe, quien permanece detenido en Polonia desde hace más de un año acusado de espionaje. Su arresto se produjo el 28 de febrero de 2022 cuando se disponía a cubrir la llegada de los primeros refugiados ucranianos a territorio polaco. Las autoridades del país europeo le acusaron de trabajar para la inteligencia militar rusa mediate informaciones que recogía aprovechando sus funciones periodísticas. Dos días antes, el periodista había reportado la manera en que personas de raza negra eran impedidas de cruzar la frontera común entre Ucrania y Polonia tratando de huir del conflicto que recién comenzaba. Según denuncian sus abogados y familiares, hasta el día de hoy no se ha presentado una sola prueba sobre las acusaciones que pesan sobre él. La pregunta entonces ronda sobre las evidencias que provocaron la detención.
Pablo González nació en Moscú en 1982. Sus padres, también nacidos en Rusia, eran hijos de los llamados “niños de la guerra”, un episodio que marcó a miles de menores españoles enviados a la URSS durante la Guerra Civil de 1936. En consecuencias González cuenta con la doble ciudadanía que le otorga el derecho de portar los pasaportes de su país natal y el de nacionalización española, donde radica y en el que nacieron sus abuelos. Resulta que la ocupación de esos documentos es la evidencia material presentada en su contra. De nada ha servido el comunicado que emitiera el Comité para la Protección de los Periodistas, manifestando preocupación por este acto y pidiendo un procedimiento justo y transparente para el acusado. Tampoco hay respuestas para las denuncias presentadas que ese mismo Comité ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo ni las expuestas ante el Grupo de Trabajo de Detenciones Arbitrarias y Desapariciones Forzosas de la ONU. Respuestas que pueden tardar años en producirse, según manifiestan sus familiares y amigos. El procedimiento más bien ha consistido en mantener las condiciones del detenido y prorrogar su estado.
En unas declaraciones sobre la detención de Pablo González, su colega Ricardo Marquina calificó de absurda la situación del corresponsal. “Si Pablo es un espía, yo soy un espía, porque hemos estado en los mismos sitios a las mismas horas, hemos estado trabajando juntos y nunca hemos accedido a información sensible”, dice. “Me parece un absurdo acusar a Pablo de espionaje, pero, además, el trato que le están dando es indigno”, lamenta Marquina. El documentalista lo achaca a “la histeria de momentos de guerra”. Pero eso no justifica el acto, afirma. Desde la misma Polonia el ex director de los servicios secretos de inteligencia, Piotr Niemczyk, publicó un escrito en el conocido medio Gazeta Wyborcza, apuntando al sinsentido de la detención de González, que no fue impedido de viajar a Ucrania tras haber sido interrogado varias veces por la contrainteligencia de ese país.
En julio del pasado año un artículo publicado en El Debate bajo la firma de Iñigo Artola recoge las declaraciones del jefe de Inteligencia británica, Richard Moore apoyando las acusaciones de espionaje contra Pablo González. Durante un foro de seguridad celebrado en Asen en julio del 2022, cinco meses después de los hechos, el alto oficial del MI16 se refirió al detenido como “un tipo llamado González Yagüe que se hace pasar por periodista español y que fue detenido tratando de entrar a Ucrania para ser parte de esfuerzos desestabilizadores”. Unas declaraciones que muestran el punto de fragilidad en el que se encuentran los que trabajan en labores periodísticas y en el compromiso investigativo para ofrecer una información verídica desde los terrenos movedizos de la geopolítica.
Justo al cumplirse el aniversario de este hecho, un material publicado en YouTube bajo el título “Un año en prisión”, realizado por el periodista Rubén Gisbert, actualiza la situación del prisionero mediante el testimonio de su esposa Ohiana Goiriena y el fotorreportero Juan Texeira, amigo de Pablo quien le acompañó en varios periplos que incluyen Kosovo, Georgia o la misma Ucrania. Tras producirse los hechos del Maidan, los viajes a territorio ucraniano sirvieron para documentar desde una óptica propia la problemática provocada por aquel hecho y el conflicto desatado como consecuencia en la zona del Dombass. La esposa del periodista narra en la entrevista detalles de la única visita que pudo hacer a su compañero el 21 de noviembre del 2022 en una prisión situada en Radom. Relata que el detenido se encuentra en estado de aislamiento total con derecho a una hora diaria para salir al sol. Solo puede hablar con sus abogados y el cónsul español. Cuando sale de la celda lo hace esposado. Está incomunicado con el exterior, sin conexión telefónica con su familia, con la que solo puede intercambiar cartas que demoran hasta dos meses en llegar. Aquel encuentro, autorizado para un término de dos horas, contó con la escolta de una oficial de la inteligencia polaca que se mantuvo a su lado todo el tiempo. Lo único que pudo transmitir el prisionero a su pareja fue las impresiones sobre los interrogatorios que calificó de surrealistas. Comentó también que la comida era muy escasa, una queja que la visitante pudo evidenciar por la apreciable delgadez del preso. Al cumplirse el aniversario de la detención se mantiene la ausencia de evidencias que prueben los alegatos bajo los que se produjo el arresto. Las autoridades polacas insisten en el argumento de los pasaportes que portaba el periodista en el momento de su apresamiento. En ese punto a tantos meses han dirigido a la fiscalía española una comisión rogatoria para confirmar la autenticidad del documento español.
Varias son las críticas y cuestionamientos que la esposa de Pablo expresa a través del video. Expone la situación precaria en que ha quedado la familia del prisionero, que asumen los gastos de defensa, además de los pocos avituallamientos que puede enviar. Cuestiona el abandono de las instituciones estatales de su país y la falta de apoyo en estos gastos legales que en definitiva van destinados a un ciudadano español detenido en otro país, con la particularidad que este pertenece a la Unión Europea. En este punto interpela sobre la razón de que no se exija la liberación de González. Las mismas interrogantes se dirigen contra esas ONGs tan solidarias y activas cuando se trata de informadores o activistas defensores de derechos humanos detenidos en otros países. Se pregunta sobre el silencio de esas voces europeas que claman sobre libertades, democracia, y violaciones al denunciar hechos similares que ocurren en otras regiones. Los entrevistados acusan por igual a los medios de comunicación, en particular los españoles, por su mutismo. Aseveran que apenas han dado cobertura sobre este caso, ni han recibido a los familiares para conocer la situación. La señora Goiriena reconoce que al principio fue entrevistada ocasionalmente y con puntualidad para hablar del incidente, pero dejando más espacios para las dudas que a los esclarecimientos. Con el transcurso de los meses se ha producido un silenciamiento casi total. Señala que solo en Euskadi reciben mayor atención y seguimiento, tanto por parte de las autoridades como por los medios locales. Comenta que a nivel estatal el respaldo solo se ha concretado a través de la vía diplomática y consular. Manuel Albares, ministro de Exteriores, se reunió al menos dos veces con su contraparte polaca y según el cónsul el tema fue tratado durante los encuentros, aunque no ha habido trascendencia sobre lo conversado.
Y mientras la detención arbitraria del periodista independiente apenas es tema en los medios principales españoles e internacionales, se puede constatar la atención que esos mismos espacios dedican a otras situaciones cuando ellas ocurren en ámbitos propicios para el desarrollo de campañas mediáticas. Ocurrió con la detención en Irán de dos compatriotas de González, en plenas jornadas de protestas por la muerte de una joven que incumplió las rígidas normas establecidas para el uso del velo. Santiago Sánchez, un aficionado al futbol que decidió ir caminando desde España hasta la sede del mundial en Qatar, pasando a antes por Irán - una vuelta un poco difícil de entender si se mira un mapa- fue apresado mientras se fotografiaba junto a la tumba de la víctima de los guardianes de la moral islámica. En un episodio no vinculado con el primero, la activista Ana Baneira fue aprehendida en medio de las manifestaciones que se desarrollaban a raíz del suceso que provocara la irritación popular en el país teocrático. Tras cuatro meses en prisión Baneira fue liberada. Las notas de prensa destacan la esmerada atención del ministro Albares y su equipo de trabajo en los contactos que mantuvieron con las autoridades de Teherán, a las que solicitaron garantías y buen trato para ambos detenidos. Al final el gobierno de los ayatolás resultó más sensible que algunos que critican la ausencia de democracia y libertades en la nación islámica.
Las diferencias no se concretan a Irán. Se pueden apreciar en recientes situaciones ocurridas con periodistas en ámbitos muy disimiles, pero en los que coinciden enfoques confrontativos con Occidente. Desde julio del 2022 el gobierno de Estados Unidos pide el respeto para los derechos del periodista guatemalteco José Rubén Zamora, detenido en su país por sus críticas y denuncias contra el presidente Alejandro Giammattei. Al periodista le acusan de delitos de lavado de dinero y tráficos de influencia. También el reciente arresto en Rusia del periodista Evan Gerhkovich, corresponsal de Wall Street Journal, acusado de espionaje, ha provocado un aluvión de denuncias y reclamos de liberación. Como es de suponer la prensa internacional se enfoca con toda intensidad en este ataque a los derechos de expresión e información. Paradójicamente, mientras los gobiernos de España y Polonia firmaban una declaración conjunta pidiendo la libertad del reportero americano hijo de emigrantes rusos, mantienen un silencio absoluto sobre Pablo González Yagüe.
Un informe de la ONU publicado en el 2022 hacia énfasis en las amenazas y peligros que enfrentaban los periodistas. Irene Khan, experta del organismo internacional, describía la realidad de reporteros asesinados mientras buscaban una historia, mujeres que ejercen el peligroso oficio atacadas y violadas, vigilancia electrónica y de otros tipos utilizada para intimidar y silenciar investigaciones incomodas. Una pincelada de los riesgos que deben enfrentar los periodistas, mientras que la libertad y la seguridad de los medios de comunicación se reducen en todo el mundo. Me pregunto si mientras la señora Khan redactaba aquellas notas habrá tenido en su pensamiento a Pablo González y el instrumento reductivo utilizado para anularle mediante la figura del espionaje. Una herramienta implementada por un país que dice defender los derechos y la democracia mientras que sus vecinos y aliados, identificados en esos mismos valores, guardaban silencio cómplice ante el caso que ya cumple más de un año en deplorable situación.
Last edit: 04 Jun 2023 18:43 by Miguel Saludes.
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