Los presos políticos cubanos siguen olvidados en sus celdas, calurosas en verano y frías el resto del tiempo, siempre húmedas y llenas de insectos.
El sufrimiento de los confinados aumenta con los maltratos de los guardias de los penales y la falta de alimentos, medicinas y cuidados médicos.
El número de presos políticos en Cuba se duplicó en el último año y llegó a 140, según un informe de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliacion Nacional publicado este 8 de mayo.
Según este informe, actualmente hay “140 condenados o procesados por motivos politicos o internados bajo condicionamientos políticos”. En 2016, la cifra era de 70.
Durante la histórica visita que hizo el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a La Habana en marzo de 2016, Raúl Castro respondió una pregunta del periodista de CNN Jim Acosta sobre los presos políticos.
La respuesta de Castro fue: “¿Hay presos políticos? Dame la lista ahora mismo de los presos políticos para soltarlos. Dime los nombres o cuando concluya la reunión me das una lista con los presos. Si hay esos presos políticos, antes de que llegue la noche van a estar sueltos”.
La cínica negativa de Raúl Castro de reconocer la existencia de presos políticos en Cuba es una enorme capa negra que intenta ocultar la existencia de hombres y mujeres en las prisiones del archipiélago, que han luchado por la libertad de la isla y sus ciudadanos.
La nueva política del gobierno de los Estados Unidos hacia Cuba no menciona el tema del presidio político, salvo que el capítulo pudiera estar en un recoveco dentro de la parte de los derechos humanos.
Sin embargo, cuando Donald Trump fue candidato presidencial prometió, en un evento en el mismo Miami, que revisaría las negociaciones con Cuba a menos que el gobierno de la isla aceptara cumplir con algunas demandas como “la libertad religiosa y política para la gente cubana” y la “libertad de los presos políticos”.
Mientras tanto, cientos de prisioneros con sus familias viven de la esperanza de que se les mencione y se pueda llegar a algún acuerdo sobre el tema, entre Cuba y EE.UU. en el futuro.
Hay esperanzas, ya que Trump, en su última visita a Miami, en su nuevo encuentro con el exilio cubano, tuvo a su lado a dos figuras representativas del presidio político: Cary Roque y Jorge Luis García Pérez, “Antunez”.
Se sabe que el gobierno de Raúl Castro, pese a sus arrogantes declaraciones frente a la nueva política del Presidente Donald Trump, no le queda otra alternativa que estar dispuesto a hacer concesiones, porque tiene la soga al cuello en lo que respecta al dinero que entra en las arcas del gobierno, menguadas considerablemente con las nuevas disposiciones de la actual política de Washington hacia La Habana y la crisis en Venezuela.
Si los asesores de Trump encuentran los precisos hilos de acero para abrir las puertas de los prisioneros políticos cubanos se lograría una gran hazaña, que restaría la angustia a decenas de confinados muchos recluidos desde hace décadas, como Ernesto Borges y Armando Sosa Fortuny, en las lóbregas celdas cubanas.