El descrédito de la OEA. ¡Qué vergüenza!

Andrés Oppenheimer, un destacado periodista argentino, inicia un ponderado artículo en su columna de hoy jueves 2 de junio sobre Venezuela con esta misma exclamación: "¡Qué vergüenza!" Y verdaderamente es algo vergonzoso para todo el Continente Americano lo sucedido el miércoles en el Consejo Permanente de la OEA.
La Organización de Estados Americanos (OEA) tiene un propósito y una función, no sólo de servir de foro de debates para todas las naciones del continente sino también de velar por la democracia en todos los Estados miembros dentro del contexto de la armonía continental. Así lo ha entendido su Secretario General, Luis Almagro, cuando alertó a la comunidad de este hemisferio para convocar a una reunión del Consejo Permanente de la OEA a mediados de este mes, invocando la Carta Democrática Interamericana. No cabe duda que demostró una notable valentía en su iniciativa, porque los secretarios generales de estas organizaciones internacionales tienen limitada su autoridad de administradores, supeditada a los intereses y decisiones de los Estados miembros, por lo que cualquier conflicto de intereses con ellos pone en peligro su cargo.

Así ha sucedido que la vergonzosa iniciativa de Argentina de anticiparse a la convocatoria de Almagro, convocando a su vez a una reunión de emergencia que se celebró este miércoles 1º de junio, ha facilitado una componenda que le da soga al dictador Maduro para afianzar su dominio del país y perpetuarse en el poder. Cabe preguntarse por qué el Presidente Macri ha sido instrumental para perpetrar esta farsa, precisamente tratándose de alguien que alcanzó el poder con la promesa de poner fin al creciente autoritarismo pre dictatorial del kirchnerismo.

Y aquí resalta la opacidad vergonzosa de lo ocurrido el miércoles. El gobierno argentino se presta a la turbia jugada política, aprovechando que preside el Consejo Permanente de la OEA, por la sencilla razón de que su Canciller, Susana Malcorra, es uno de los candidatos a suceder a Bank-ki Moon como Secretaria General de las Naciones Unidas y resulta que, coincidentalmente, Venezuela es uno de los miembros electos del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Argentina apuesta de este modo a ganarse el voto del representante de la dictadura para colmar la ambición de su Canciller y obtener un puesto preponderante en la política mundial. En otras palabras, se ha negociado la tragedia de todo un pueblo a cambio de un cargo destacado en el escenario internacional.

Para mayor vergüenza, la jugada turbia se ha podrido en el debate del miércoles porque muchos países que aspiran a seguir el curso dictatorial de Venezuela y otros que no quieren perder los obsequiosos regalos petroleros que Maduro les otorga a costa de su pueblo, se han sumado para diluir aún más la propuesta argentina.

La convocatoria a esta reunión ya estaba acaramelada por una breve declaración publicada por la OEA que decía: «El Consejo Permanente declara su fraternal ofrecimiento a la hermana República Bolivariana de Venezuela a fin de identificar, de común acuerdo, algún curso de acción que coadyuve, mediante un dialogo abierto e incluyente con todos los actores políticos y sociales, a la búsqueda de soluciones frente a la difícil situación que atraviesa dicho país». Estas mismas palabras forman parte del inciso 1 de la Declaración aprobada el miércoles [CP/DEC. 63 (2076/16)]. Los demás incisos se limitan a reiterar una y otra vez la exhortación a un diálogo que conduzca «de manera oportuna, pronta y efectiva a la solución de las diferencias», en una Declaración en la que la delegación de Venezuela logró hacer destacar que todo esto se realice con «pleno respeto a la soberanía» de Venezuela, como si la soberanía de su pueblo no estuviera siendo violada y la acción de Almagro no intentara rescatarla.

Toda esa manipulación "diplomática" sería lógica si el gobernante venezolano en algún momento hubiera demostrado algún interés, por mínimo que fuera, en llegar a una solución negociada mediante un diálogo con la oposición. Sus insultos a Almagro, que llegaron al extremo soez de decirle: «Métase su Carta Democrática por donde le quepa», debieran haber sido más que suficientes para que los países hermanos siguieran el curso honorable de respaldar al pueblo oprimido y enfrentar la dictadura. El colofón ha sido la cínica declaración de la Canciller venezolana Rodríguez, quien proclamó triunfalmente al terminar la sesión que «agradecemos a los países de la Región que respaldan el Estado de Derecho en Venezuela». Pero antes de la sesión no había tenido empacho alguno para denunciar a la OEA, afirmar que no respetaría sus decisiones "injerencistas" y referirse con desprecio a Almagro en estos términos: «el secretario de esta organización, que ni vale la pena nombrarlo porque da igual cómo se llame». Evidentemente una actitud muy poco diplomática, tanto del Mandatario venezolano como de su Canciller.

Pero no sólo hay que lamentar los desplantes e insultos de Venezuela o la lastimosa componenda argentina, sino que México se escudó en el desgastado argumento de la "no intervención en los asuntos internos" para apoyar al gobierno de ese país y no a su pueblo. Para colmo de desafueros, el Presidente argentino del Consejo Permanente, Juan José Arcuri, le negó el derecho de tomar la palabra al Jefe de Gabinete del Secretario General, Gonzalo Koncke, con una muestra de absoluto desprecio y estas lapidarias palabras: «lo que tenga que decir, que lo pase por escrito». Y así se manifestaron la mayoría de los representantes de América hasta llegar a la mezquina y diluida Declaración aprobada por consenso.

Este entreguismo a la dictadura venezolana es todavía más vergonzoso cuando se le analiza en contraste con las acciones continentales tomadas en años recientes ante los sucesos políticos internos que se produjeron en Honduras y Paraguay. Demuestra que hay un doble rasero de conveniencias y una lastimosa carencia de esos valores y esa dignidad tan necesarios para sustentar la democracia.

¡El pueblo venezolano se ha quedado solo! ¡Su soberanía ha sido violada!

NOTA DE SEGUIMIENTO:

Es un hecho que la iniciativa de Rodríguez Zapatero, siguiendo su gestión "mediadora" de conformidad con la declaración aprobada por consenso por el Consejo Permanente de la OEA el miércoles 1º de junio para identificar “algún curso de acción que coadyuve a la búsqueda de soluciones”, le ha facilitado al Presidente Maduro un instrumento que le permite torpedear la aplicación de la Carta Democrática y desestimarla con la justificación de las "negociaciones".

Las conversaciones recientes en República Dominicana, realizadas en secreto entre personalidades de la oposición y del gobierno, resultaron una jugada organizada por el régimen de Maduro a través de Zapatero con el propósito expreso de evitar que el Secretario General Almagro pudiera invocar y activar la Carta Democrática Interamericana.

Esta jugada ha sido desenmascarada por una agrupación de 36 ex jefes de Estado y de gobierno, denominada Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA). “No puede haber diálogo sin el previo rescate de los mínimos democráticos, como la libertad de los presos políticos y el respeto a la manifestación de la soberanía popular, a saber, la realización de un referéndum revocatorio durante el presente año”, manifestaron los ex presidentes en un comunicado.

“No puede haber diálogo sincero y efectivo sin su servicio a la verdad, a saber, el debate sobre los hechos que determinan las alteraciones graves al orden constitucional y democrático denunciadas por la mayoría de los venezolanos representados en la Asamblea Nacional y constantes tanta como verificadas en el informe que preparara al efecto la Secretaría General de la OEA”, agregaron.

El titulo no debe ser que verguenza, sin no que ASCO! Da pena a lo que se ha llegado. Esperemos que Almagro no desista y continue la labor

Como leemos en una nota publicada en la Sección de " Titulares " sobre este tema, el Secretario General Almagro no se ha arredrado por la jugada de desviar la atención hacia un diálogo imposible con un Presidente Maduro que lo rechaza públicamente de plano. Por el contrario, está insistiendo desde la OEA en convocar a una Reunión Extraordinaria este mismo mes. Es también alentador que en una carta de respuesta a la exhortación enviada por la Participatory Democracy Cultural Initiative al Consejo Permanente de la OEA, su Presidente, el Embajador Juan José Arcuri, afirma, entre otras cosas, que: "Los Estados miembros de la OEA están analizando el Informe presentado por el Secretario General Almagro y en tiempo útil se convocará a una sesión del Consejo Permanente."

Aunque esto no garantiza que la OEA llegue a tomar una decisión de conformidad con la Carta Democrática Interamericana, el solo hecho de que se ventile en público la situación en Venezuela con la participación de toda la comunidad continental es un paso alentador. Una reunión continental de este tipo puede tener mucha trascendencia y rendir frutos si los amantes de la democracia a todo lo ancho y lo largo de nuestro Continente Américano y allende los mares, siguen desarrollando campañas de apoyo al referendo revocatorio, a la liberación de los prisioneros políticos y al examen de la gestión del actual gobierno venezolano a la luz de la Carta Democrática Interamericana.