La verdad y las mentiras sobre el consumo de la marihuana
- Gerardo E. Martínez-Solanas
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La verdad y las mentiras sobre el consumo de la marihuana
20 May 2017 19:08 - 20 May 2017 19:32
Estoy a favor de la legalización de las drogas adictivas, incluyendo la marihuana, bajo control de la profesión médica y distribuidas en farmacia bajo receta. Esta legalización controlada destruiría el multibillonario imperio mafioso del tráfico de drogas, organizado alevosamente para inducir al consumo desde edades tempranas.
Sin embargo, la forma en que la venta y el consumo de la marihuana está siendo legalizada en muchas partes, estimula el consumo libre porque se convierte en una mercancía cuyo comercio produce sustanciosas utilidades, sobre todo en lugares donde se permite su venta para consumo "recreativo" y los enormes capitales acumulados hasta ahora con el tráfico ilegítimo encuentran muy conveniente el camino abierto del enriquecimiento "legal".
Esta situación ha sido sancionada por el voto popular en referendo en muchas partes, donde se ha logrado su aprobación mediante una campaña engañosa de desinformación y tergiversación de las verdades científicas.
Aparte de la nociva adicción de drogas como la cocaína, la heroína, las anfetaminas y otras, que resulta en efectos devastadores para los consumidores, la marihuana ha sido promovida por sus defensores alegando que no tiene una dosis letal (como las otras drogas y estupefacientes) y puede emplearse con propósitos terapéuticos. Estas dos afirmaciones tienen algo de verdad, pero ocultan la complejidad de muchos problemas que el uso indiscriminado puede provocar si no se maneja esta droga como sustancia controlada.
Es un hecho comprobado que la ación de la marihuana se basa en dos compuestos clave: delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) y cannabidiol (CBD). El THC es el componente psicoactivo y es por eso que los especialistas exigen que se apliquen responsabilidades y limitaciones que no pueden dejarse sólo en manos de los pacientes.
El problema del consumo de la marihuana es que estos compuestos se presentan en dosis muy diversas según la variedad de la planta que se use. Para evitar ese problema, estos compuestos podrían venderse en farmacia bajo receta, elaborados por laboratorios responsables en dosis específicas para cada necesidad terapéutica. En otras palabras, el uso de cannabis medicinal, como cualquier otra sustancia medicinal, debería exigir un control del proceso, calidad y dosis en manos de las profesiones médica y farmacéutica.
No sólo el consumo directo de la planta es nocivo y adictivo, sino que el consumidor se expone a los contaminantes biológicos que suelen perjudicar un cultivo (como microorganismos y residuos biológicos), y también a los contaminantes y adulterantes químicos, como solventes, pesticidas, fungicidas, metales pesados, metaloides (como el arsénico) y otras sustancias que son perjudiciales para la salud.
Las campañas orientadas a aprobar la legalización de la producción y venta comercial de la marihuana no sólo ocultan estos problemas sino que se realizan con la inversión de millones de dólares en propaganda falsa o tergiversada difundida por los intereses comerciales de productores y distribuidores, que anticipan, con toda razón, negocios multibillonarios.
Aunque en Europa, en Estados Unidos, en algunos países sudamericanos y en otras partes del mundo está siendo permitido con muy poco control o ninguno, las Naciones Unidas han reconocido el enorme peligro que enfrenta la sociedad con el extendido y creciente consumo de la marihuana. La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), que es el organismo encargado de estos asuntos en las Naciones Undias, emitió su Informe 2016 , publicado a principios de marzo pasado, señalando que cualquier intento de permitir el uso recreativo del cannabis vulnera las convenciones sobre drogas.
El Informe de la JIFE se concentró en alertar sobre los incumplimientos de pactos internacionales por parte de los Estados que están permitiendo legalizar el uso de la marihuana. "Esas legislaciones son contrarias a los tratados internacionales", consignó este organismo que monitorea la situación mundial del narcotráfico y del consumo de drogas. Y alertó: "Las tasas de uso indebido [de drogas] pueden aumentar, especialmente entre los jóvenes, porque las medidas de legalización pueden influir en la manera de percibir los daños, en el sentido de que menos personas considerarán que el cannabis es perjudicial, lo que pone en relieve la necesidad de adoptar medidas de prevención más eficaces". En el informe se indicó también que el uso medicinal de la marihuana puede estar dentro de lo aceptado por las convenciones de la ONU sobre drogas, pero que cada Estado debe regularlo muy bien como sustancia controlada para evitar desvíos hacia otros fines.
En resumen, la verdad científica es que el uso indiscriminado de la marihuana es altamente adictivo y muy nocivo para la salud, por lo cual no tiene justificación terapéutica debido a sus efectos colaterales, los cuales no están presentes en productos que ya están disponibles bajo receta en el mercado, tanto en Estados Unidos como en otros países.
La marihuana, como el cigarrillo, afecta a largo plazo las vías respiratorias y los pulmones, pero además afecta inmediatamente al fumador produciendo taquicardia, desorientación, pérdida de la coordinación física, somnolencia y, en muchos casos, depresión. El fumador bajo los efectos de la droga no se da cuenta de estas reacciones sino que siente un estado de bienestar que lo induce a repetir su consumo cada vez con mayor frecuencia. Los estudios científicos han demostrado además que la marihuana fumada contiene 60% más de sustancias cancerígenas que el tabaco. Otros estudios han demostrado que el fumador habitual experimenta anormalidades en el cerebro que suelen derivar en psicosis, y cambios en la estructura de los espermatozoides, deformándolos. Los interesados en estos hechos científicos pueden ilustrarse con una extensa bibliografía (en inglés) → AQUÍ .
La legalización del consumo de la planta en muchos estados de Estados Unidos no está justificada, porque existen alternativas cuyo uso terapéutico es más eficaz y menos peligroso, como el caso de un laboratorio de San Diego, que ya produce el fármaco HempMedPX, o como el de la Dra. Andrea Hohmann, quien ha desarrollado otro producto llamado CB2 antagonist AM1710. Estos dos productos y otros que se están desarrollando, contienen sustancias extraídas del cannabis con sus mismos efectos beneficiosos y pueden dosificarse cuidadosamente sin los efectos secundarios ni la dependencia adictiva de la marihuana. Por lo tanto, la profesión médica cuenta con fármacos adecuados para atender y aliviar a los pacientes que una propaganda engañosa pretende convencer que sólo serían beneficiados con el uso de la marihuana. Por el contrario, la marihuana sigue clasificada en el Controlled Substances Act (21 USC §801-971 [2012]) como una droga adictiva y nociva con un alto potencial de abuso, sobre todo entre adolescentes.
Es muy preocupante que los intereses multibillonarios del tráfico de drogas estén penetrando en la sociedad por la puerta de la "legalidad". A los ciudadanos conscientes toca contrarrestar estas campañas con una activa oposición a toda medida que no ponga a la profesión médica y a la farmacéutica en estricto control de la producción, distribución y uso terapéutico de productos adictivos, clasificándolos y prescribiéndolos como sustancias controladas.
Más información (en ingles) AQUÍ
Sin embargo, la forma en que la venta y el consumo de la marihuana está siendo legalizada en muchas partes, estimula el consumo libre porque se convierte en una mercancía cuyo comercio produce sustanciosas utilidades, sobre todo en lugares donde se permite su venta para consumo "recreativo" y los enormes capitales acumulados hasta ahora con el tráfico ilegítimo encuentran muy conveniente el camino abierto del enriquecimiento "legal".
Esta situación ha sido sancionada por el voto popular en referendo en muchas partes, donde se ha logrado su aprobación mediante una campaña engañosa de desinformación y tergiversación de las verdades científicas.
Aparte de la nociva adicción de drogas como la cocaína, la heroína, las anfetaminas y otras, que resulta en efectos devastadores para los consumidores, la marihuana ha sido promovida por sus defensores alegando que no tiene una dosis letal (como las otras drogas y estupefacientes) y puede emplearse con propósitos terapéuticos. Estas dos afirmaciones tienen algo de verdad, pero ocultan la complejidad de muchos problemas que el uso indiscriminado puede provocar si no se maneja esta droga como sustancia controlada.
Es un hecho comprobado que la ación de la marihuana se basa en dos compuestos clave: delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) y cannabidiol (CBD). El THC es el componente psicoactivo y es por eso que los especialistas exigen que se apliquen responsabilidades y limitaciones que no pueden dejarse sólo en manos de los pacientes.
El problema del consumo de la marihuana es que estos compuestos se presentan en dosis muy diversas según la variedad de la planta que se use. Para evitar ese problema, estos compuestos podrían venderse en farmacia bajo receta, elaborados por laboratorios responsables en dosis específicas para cada necesidad terapéutica. En otras palabras, el uso de cannabis medicinal, como cualquier otra sustancia medicinal, debería exigir un control del proceso, calidad y dosis en manos de las profesiones médica y farmacéutica.
No sólo el consumo directo de la planta es nocivo y adictivo, sino que el consumidor se expone a los contaminantes biológicos que suelen perjudicar un cultivo (como microorganismos y residuos biológicos), y también a los contaminantes y adulterantes químicos, como solventes, pesticidas, fungicidas, metales pesados, metaloides (como el arsénico) y otras sustancias que son perjudiciales para la salud.
Las campañas orientadas a aprobar la legalización de la producción y venta comercial de la marihuana no sólo ocultan estos problemas sino que se realizan con la inversión de millones de dólares en propaganda falsa o tergiversada difundida por los intereses comerciales de productores y distribuidores, que anticipan, con toda razón, negocios multibillonarios.
Aunque en Europa, en Estados Unidos, en algunos países sudamericanos y en otras partes del mundo está siendo permitido con muy poco control o ninguno, las Naciones Unidas han reconocido el enorme peligro que enfrenta la sociedad con el extendido y creciente consumo de la marihuana. La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), que es el organismo encargado de estos asuntos en las Naciones Undias, emitió su Informe 2016 , publicado a principios de marzo pasado, señalando que cualquier intento de permitir el uso recreativo del cannabis vulnera las convenciones sobre drogas.
El Informe de la JIFE se concentró en alertar sobre los incumplimientos de pactos internacionales por parte de los Estados que están permitiendo legalizar el uso de la marihuana. "Esas legislaciones son contrarias a los tratados internacionales", consignó este organismo que monitorea la situación mundial del narcotráfico y del consumo de drogas. Y alertó: "Las tasas de uso indebido [de drogas] pueden aumentar, especialmente entre los jóvenes, porque las medidas de legalización pueden influir en la manera de percibir los daños, en el sentido de que menos personas considerarán que el cannabis es perjudicial, lo que pone en relieve la necesidad de adoptar medidas de prevención más eficaces". En el informe se indicó también que el uso medicinal de la marihuana puede estar dentro de lo aceptado por las convenciones de la ONU sobre drogas, pero que cada Estado debe regularlo muy bien como sustancia controlada para evitar desvíos hacia otros fines.
En resumen, la verdad científica es que el uso indiscriminado de la marihuana es altamente adictivo y muy nocivo para la salud, por lo cual no tiene justificación terapéutica debido a sus efectos colaterales, los cuales no están presentes en productos que ya están disponibles bajo receta en el mercado, tanto en Estados Unidos como en otros países.
La marihuana, como el cigarrillo, afecta a largo plazo las vías respiratorias y los pulmones, pero además afecta inmediatamente al fumador produciendo taquicardia, desorientación, pérdida de la coordinación física, somnolencia y, en muchos casos, depresión. El fumador bajo los efectos de la droga no se da cuenta de estas reacciones sino que siente un estado de bienestar que lo induce a repetir su consumo cada vez con mayor frecuencia. Los estudios científicos han demostrado además que la marihuana fumada contiene 60% más de sustancias cancerígenas que el tabaco. Otros estudios han demostrado que el fumador habitual experimenta anormalidades en el cerebro que suelen derivar en psicosis, y cambios en la estructura de los espermatozoides, deformándolos. Los interesados en estos hechos científicos pueden ilustrarse con una extensa bibliografía (en inglés) → AQUÍ .
La legalización del consumo de la planta en muchos estados de Estados Unidos no está justificada, porque existen alternativas cuyo uso terapéutico es más eficaz y menos peligroso, como el caso de un laboratorio de San Diego, que ya produce el fármaco HempMedPX, o como el de la Dra. Andrea Hohmann, quien ha desarrollado otro producto llamado CB2 antagonist AM1710. Estos dos productos y otros que se están desarrollando, contienen sustancias extraídas del cannabis con sus mismos efectos beneficiosos y pueden dosificarse cuidadosamente sin los efectos secundarios ni la dependencia adictiva de la marihuana. Por lo tanto, la profesión médica cuenta con fármacos adecuados para atender y aliviar a los pacientes que una propaganda engañosa pretende convencer que sólo serían beneficiados con el uso de la marihuana. Por el contrario, la marihuana sigue clasificada en el Controlled Substances Act (21 USC §801-971 [2012]) como una droga adictiva y nociva con un alto potencial de abuso, sobre todo entre adolescentes.
Es muy preocupante que los intereses multibillonarios del tráfico de drogas estén penetrando en la sociedad por la puerta de la "legalidad". A los ciudadanos conscientes toca contrarrestar estas campañas con una activa oposición a toda medida que no ponga a la profesión médica y a la farmacéutica en estricto control de la producción, distribución y uso terapéutico de productos adictivos, clasificándolos y prescribiéndolos como sustancias controladas.
Más información (en ingles) AQUÍ
Last edit: 20 May 2017 19:32 by Gerardo E. Martínez-Solanas.
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