¿Quién le teme a la China globalista?
- Gloria Chávez
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¿Quién le teme a la China globalista?
31 Aug 2025 20:45 - 31 Aug 2025 20:52
Desde su surgimiento como un estado capitalista, el gobierno de la República Popular China —más conocida como la China comunista— ha utilizado su influencia económica en el extranjero para silenciar a sus críticos. El Partido Comunista Chino (PCC), cree que permitir la libertad y acatar los derechos humanos pone en riesgo su poder. De ahí el estado de vigilancia orwelliano de alta tecnología, y el sofisticado sistema de censura de Internet, dirigido a monitorear y eliminar la crítica, tanto dentro como fuera del país.
El mismo Partido Comunista que hoy proclama el milagro chino hace poco imponía la Revolución Cultural y el Gran Salto Adelante, que resultaron devastadores y causaron la muerte de decenas de millones de personas.
La Gran Muralla Electrónica instalada por el PCC desde Pekín impide entrar o sacar información que no sea su propaganda ideológica y ataca a los críticos de gobiernos extranjeros, empresas o universidades del exterior, que participen en canales reales o virtuales de protesta contra la crueldad de su régimen.
Una cárcel tecnológica
Según las organizaciones defensoras de los derechos humanos en el mundo, como Amnistía Internacional, el gobierno chino ha creado una “tormenta perfecta” internacional: Un Estado poderoso y centralizado, un coro de gobernantes con un pensamiento casi idéntico, un vacío de liderazgo entre los países que podrían haber asumido la defensa de los derechos humanos y un decepcionante conjunto de democracias dispuestas a vender la cuerda que está estrangulando al sistema de derechos que se supone que ellos mismos defienden.
Con el gobierno de Xi Jinping (2013-presente), China sufre la opresión más generalizada y brutal desde Mao Zedong. El Partido Comunista ha subyugado al pueblo chino de tal modo que le quede bien claro al público que la única opción es aceptar su ley.
En Xinjiang, una región en el noroeste de China, donde viven alrededor de 13 millones de musulmanes, el PCC ha instalado cámaras de video en toda la región, tecnología de reconocimiento facial, aplicaciones instaladas en los celulares y puntos de control electrónicos para monitorear a las personas. Con los datos recabados se decide quiénes serán detenidos para ser “reeducados”. Esas detenciones han dejado innumerables “huérfanos” —niños cuyos padres están bajo custodia—, en escuelas y orfanatos estatales donde ellos también son sometidos al adoctrinamiento. Con el “sistema de crédito social”, la “buena conducta” de las personas (según la evalúe el gobierno) determina su acceso a bienes sociales y económicos, como el derecho a vivir en una ciudad más atractiva, enviar sus hijos a un colegio privado o viajar en avión o tren de alta velocidad.
El modelo chino
El mundo elogia el progreso económico de China, pero ignora la información sobre el aumento de la inequidad en los ingresos, el acceso discriminativo a los beneficios públicos, los juicios selectivos por corrupción y la realidad de que uno de cada cinco niños debe quedarse en zonas rurales mientras sus padres se van a buscar trabajo en otras partes del país. Se ocultan las demoliciones forzadas, los desplazamientos, las lesiones y las muertes asociadas con los proyectos de infraestructura masivos, así como las discapacidades permanentes, consecuencia de alimentos y fármacos inseguros y no regulados.
China utiliza su influencia y su capacidad de veto en el Consejo de Seguridad, para bloquear medidas de las Naciones Unidas que protejan a los pueblos perseguidos. Asimismo, adopta tratados internacionales de derechos humanos, para reinterpretarlos o menoscabar su aplicación. El gobierno chino es muy hábil para simular que coopera con la supervisión de la ONU acerca de la situación de los derechos en el país, Según los informes de Human Rights Watch el PCC prohíbe que críticos chinos viajen al exterior y se niega a permitir que inspectores internacionales ingresen al país. Los funcionarios organizan a sus aliados internacionales—muchos de ellos claramente represores— para que alaben sus virtudes o presenten reportes positivos falsos.
La desidia internacional
En julio de 2022, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, logró que 25 gobiernos se unieran por primera vez para manifestar su preocupación por la extraordinaria represión en Xinjiang. Intimidados, ninguno de esos Estados leyó en voz alta la declaración ante el consejo.
Entre los colaboradores de China comunista, se cuenta un conjunto de dictadores, autócratas y monarcas interesados en debilitar el sistema de derechos humanos que exige que ellos también rindan cuentas. La prioridad de muchos gobiernos, empresas e incluso instituciones académicas que se supone defiendan los derechos humanos, es el acceso a la riqueza de China. En años recientes, los estados que no desean oponerse a Pekín participaron en los recorridos propagandísticos que —debido a la crítica internacional— el gobierno chino organizó en Xinjiang. Las autoridades montaron la “Gran Muralla de la Desinformación”, alegando que esa privación en masa de la libertad era en realidad un ejercicio de “formación vocacional”.
El poder de China
China ha ejercido gran influencia mediante la “Iniciativa de la Franja y la Ruta” (Belt and Road Initiative, BRI) de Xi, un programa de inversión e infraestructura por billones de dólares que le facilita a China el acceso a mercados y recursos naturales en 70 países. Gracias a la frecuente ausencia de inversionistas alternativos, el gobierno chino ha conseguido con la BRI, el apoyo considerable de países en desarrollo, a pesar de que Pekín adjudica muchos de los costos a las naciones que pretende ayudar. Algunos proyectos se negocian en acuerdos secretos, favoreciendo así la corrupción que beneficia a las elites gobernantes, mientras que hunden en la deuda al resto de la población del país.
Subversión de las Naciones Unidas
La ONU ha sido un blanco clave. El secretario general de la ONU Antonio Guterres elogia profusamente la capacidad económica de Pekín y la BRI pero se niega a exigirle a China en público que ponga fin a las inhumanas violaciones. En los últimos años, China se ha opuesto a resoluciones que condenaban violaciones de derechos humanos en Myanmar, Siria, Irán, Tibet, Filipinas, Burundi, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Yemen, Eritrea y Bielorrusia.
Cuando en 2018 y 2019 el Consejo de Derechos Humanos llevó a cabo una revisión de rutina de la situación en China, los funcionarios chinos amenazaron a las delegaciones más importantes e incentivaron a sus aliados a que los colmaran de elogios. Pekín también llenó la lista de oradores reservada para las organizaciones de la sociedad civil con grupos patrocinados por el gobierno, cuya tarea era felicitar a China. Sus diplomáticos proporcionaron al órgano revisor información falsa; amenazaron a las delegaciones que asistían al debate de un panel sobre los abusos en Xinjiang, e intentaron evitar que una organización independiente especializada hablara ante el Consejo.
Es fundamental que la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas y los expertos del Consejo de Derechos Humanos presenten informes frecuentes y actualizados. Si China consigue convertir a la ONU en una institución carente de poder con respecto a los derechos humanos, todos se verán afectados
Nadie escapa de los censores chinos y el sistema internacional de derechos humanos se encuentra tan debilitado que ya no funciona para contener su represión. El director ejecutivo de Volkswagen, Herbert Diess, le dijo a la BBC que “no estaba enterado” de los campamentos de detención de miles de musulmanes en Xinjiang, aunque Volkswagen tiene allí una planta desde 2012. Hollywood censura cada vez más sus películas para evitar las susceptibilidades de Pekín. También están los problemas relacionados con la libertad de expresión en universidades de todo el mundo. El objetivo de mantener el flujo de estudiantes de China, que suelen pagar la matrícula completa, puede fácilmente convertirse en una excusa de las universidades para evadir temas incómodos. Es precisamente la forma en que China ha podido infiltrar su ideología comunista en occidente.
Salvo que deseemos regresar a una época feudal en que las personas estaban a merced de los antojos de sus amos, el mundo entero debe oponer resistencia al ataque del gobierno chino al sistema internacional de derechos humanos, ya que décadas de avances están ahora en juego.
El mismo Partido Comunista que hoy proclama el milagro chino hace poco imponía la Revolución Cultural y el Gran Salto Adelante, que resultaron devastadores y causaron la muerte de decenas de millones de personas.
La Gran Muralla Electrónica instalada por el PCC desde Pekín impide entrar o sacar información que no sea su propaganda ideológica y ataca a los críticos de gobiernos extranjeros, empresas o universidades del exterior, que participen en canales reales o virtuales de protesta contra la crueldad de su régimen.
Una cárcel tecnológica
Según las organizaciones defensoras de los derechos humanos en el mundo, como Amnistía Internacional, el gobierno chino ha creado una “tormenta perfecta” internacional: Un Estado poderoso y centralizado, un coro de gobernantes con un pensamiento casi idéntico, un vacío de liderazgo entre los países que podrían haber asumido la defensa de los derechos humanos y un decepcionante conjunto de democracias dispuestas a vender la cuerda que está estrangulando al sistema de derechos que se supone que ellos mismos defienden.
Con el gobierno de Xi Jinping (2013-presente), China sufre la opresión más generalizada y brutal desde Mao Zedong. El Partido Comunista ha subyugado al pueblo chino de tal modo que le quede bien claro al público que la única opción es aceptar su ley.
En Xinjiang, una región en el noroeste de China, donde viven alrededor de 13 millones de musulmanes, el PCC ha instalado cámaras de video en toda la región, tecnología de reconocimiento facial, aplicaciones instaladas en los celulares y puntos de control electrónicos para monitorear a las personas. Con los datos recabados se decide quiénes serán detenidos para ser “reeducados”. Esas detenciones han dejado innumerables “huérfanos” —niños cuyos padres están bajo custodia—, en escuelas y orfanatos estatales donde ellos también son sometidos al adoctrinamiento. Con el “sistema de crédito social”, la “buena conducta” de las personas (según la evalúe el gobierno) determina su acceso a bienes sociales y económicos, como el derecho a vivir en una ciudad más atractiva, enviar sus hijos a un colegio privado o viajar en avión o tren de alta velocidad.
El modelo chino
El mundo elogia el progreso económico de China, pero ignora la información sobre el aumento de la inequidad en los ingresos, el acceso discriminativo a los beneficios públicos, los juicios selectivos por corrupción y la realidad de que uno de cada cinco niños debe quedarse en zonas rurales mientras sus padres se van a buscar trabajo en otras partes del país. Se ocultan las demoliciones forzadas, los desplazamientos, las lesiones y las muertes asociadas con los proyectos de infraestructura masivos, así como las discapacidades permanentes, consecuencia de alimentos y fármacos inseguros y no regulados.
China utiliza su influencia y su capacidad de veto en el Consejo de Seguridad, para bloquear medidas de las Naciones Unidas que protejan a los pueblos perseguidos. Asimismo, adopta tratados internacionales de derechos humanos, para reinterpretarlos o menoscabar su aplicación. El gobierno chino es muy hábil para simular que coopera con la supervisión de la ONU acerca de la situación de los derechos en el país, Según los informes de Human Rights Watch el PCC prohíbe que críticos chinos viajen al exterior y se niega a permitir que inspectores internacionales ingresen al país. Los funcionarios organizan a sus aliados internacionales—muchos de ellos claramente represores— para que alaben sus virtudes o presenten reportes positivos falsos.
La desidia internacional
En julio de 2022, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, logró que 25 gobiernos se unieran por primera vez para manifestar su preocupación por la extraordinaria represión en Xinjiang. Intimidados, ninguno de esos Estados leyó en voz alta la declaración ante el consejo.
Entre los colaboradores de China comunista, se cuenta un conjunto de dictadores, autócratas y monarcas interesados en debilitar el sistema de derechos humanos que exige que ellos también rindan cuentas. La prioridad de muchos gobiernos, empresas e incluso instituciones académicas que se supone defiendan los derechos humanos, es el acceso a la riqueza de China. En años recientes, los estados que no desean oponerse a Pekín participaron en los recorridos propagandísticos que —debido a la crítica internacional— el gobierno chino organizó en Xinjiang. Las autoridades montaron la “Gran Muralla de la Desinformación”, alegando que esa privación en masa de la libertad era en realidad un ejercicio de “formación vocacional”.
El poder de China
China ha ejercido gran influencia mediante la “Iniciativa de la Franja y la Ruta” (Belt and Road Initiative, BRI) de Xi, un programa de inversión e infraestructura por billones de dólares que le facilita a China el acceso a mercados y recursos naturales en 70 países. Gracias a la frecuente ausencia de inversionistas alternativos, el gobierno chino ha conseguido con la BRI, el apoyo considerable de países en desarrollo, a pesar de que Pekín adjudica muchos de los costos a las naciones que pretende ayudar. Algunos proyectos se negocian en acuerdos secretos, favoreciendo así la corrupción que beneficia a las elites gobernantes, mientras que hunden en la deuda al resto de la población del país.
Subversión de las Naciones Unidas
La ONU ha sido un blanco clave. El secretario general de la ONU Antonio Guterres elogia profusamente la capacidad económica de Pekín y la BRI pero se niega a exigirle a China en público que ponga fin a las inhumanas violaciones. En los últimos años, China se ha opuesto a resoluciones que condenaban violaciones de derechos humanos en Myanmar, Siria, Irán, Tibet, Filipinas, Burundi, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Yemen, Eritrea y Bielorrusia.
Cuando en 2018 y 2019 el Consejo de Derechos Humanos llevó a cabo una revisión de rutina de la situación en China, los funcionarios chinos amenazaron a las delegaciones más importantes e incentivaron a sus aliados a que los colmaran de elogios. Pekín también llenó la lista de oradores reservada para las organizaciones de la sociedad civil con grupos patrocinados por el gobierno, cuya tarea era felicitar a China. Sus diplomáticos proporcionaron al órgano revisor información falsa; amenazaron a las delegaciones que asistían al debate de un panel sobre los abusos en Xinjiang, e intentaron evitar que una organización independiente especializada hablara ante el Consejo.
Es fundamental que la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas y los expertos del Consejo de Derechos Humanos presenten informes frecuentes y actualizados. Si China consigue convertir a la ONU en una institución carente de poder con respecto a los derechos humanos, todos se verán afectados
Nadie escapa de los censores chinos y el sistema internacional de derechos humanos se encuentra tan debilitado que ya no funciona para contener su represión. El director ejecutivo de Volkswagen, Herbert Diess, le dijo a la BBC que “no estaba enterado” de los campamentos de detención de miles de musulmanes en Xinjiang, aunque Volkswagen tiene allí una planta desde 2012. Hollywood censura cada vez más sus películas para evitar las susceptibilidades de Pekín. También están los problemas relacionados con la libertad de expresión en universidades de todo el mundo. El objetivo de mantener el flujo de estudiantes de China, que suelen pagar la matrícula completa, puede fácilmente convertirse en una excusa de las universidades para evadir temas incómodos. Es precisamente la forma en que China ha podido infiltrar su ideología comunista en occidente.
Salvo que deseemos regresar a una época feudal en que las personas estaban a merced de los antojos de sus amos, el mundo entero debe oponer resistencia al ataque del gobierno chino al sistema internacional de derechos humanos, ya que décadas de avances están ahora en juego.
Last edit: 31 Aug 2025 20:52 by Democracia Participativa.
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