Cine, videojuegos y juguetes para los niños de hoy
- Maria Victoria Olavarrieta
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Cine, videojuegos y juguetes para los niños de hoy
13 Nov 2019 14:56
Hace unos días compré la película “La lámpara de Aladino” para un niño que cumplía 9 años. Las expresiones amenazantes de la serpiente genio y el regodeo en la agresividad del reptil en escenas excesivamente largas, me hicieron descartarla como regalo. Estamos hablando de un clásico; en las películas más modernas, la violencia y el horror son mucho más sofisticados.
Me fui a una de las grandes tiendas de juguetes de Miami y llevé al primo del cumpleañero para que me ayudara. Íbamos conversando, para poder oírlo tenía que inclinarme hasta él; entre el reguetón (con una letra muy de adultos) y las voces de los clientes, había que gritar para escucharnos.
– Es aquí – me dijo Alan, deteniéndose frente a un enorme estante. Alzo la mirada y juro que me asusté, todos eran monstricos con un solo ojo, pezuñas, tarros, crestas.
– Quiero comprarle un juguete que sea normal, algo como Diego o Dora la exploradora –dije, molesta.
–Ya él está grande para eso, mejor cómprele una escopeta.
Tenía que elegir entre un monstruo o un arma.
–Llévame donde estén las pistolas de agua –le pedí, aturdida.
–¿De agua? –dijo Alan en tono burlón–. Mira ésta es la que le va a gustar a Jordan.
El rifle parecía de verdad y costaba bastante caro. Tomé una pistola mediana en mis manos y para tantearlo le pregunté:
– ¿Y ésta?
– Le va a gustar más la grande, te da más poder.
Me fui de aquella tienda decidida a hacer algo por los niños.
Reunida con 84 estudiantes entre 9 y 14 años de edad, les pedí que escribieran sobre las películas y videojuegos que ven regularmente. Así respondieron:
Videojuegos:
Hunger Games: Eligen personas al azar, en un bosque tienen que matar a la gente hasta que sobreviva uno.
Charlie Charlie: No es violento, un demonio está detrás de ti y da mala suerte. No te puedes ir del juego sin pedirle permiso al espíritu, como la guija.
Fran bow: Es un juego muy sangriento, a una niña le mataron sus padres y se volvió loca. La metieron en un psiquiátrico, toma pastillas y ve las cosas diferentes a la realidad.
Call Of Duty: Tú puedes crear tu arma con el color que quieras, hay bombas de humo, matan a personas.
Mortal Kombat: Hay que matar. Son monstruos y muñecos feos que se matan.
Battlefield 1: Vas para Europa peleando en la primera guerra mundial como si fueras un personaje real. Es muy educativo.
Overwatch: No me gusta porque hay que disparar muchas veces la pistolita para poder matar a la gente. La pistola es de niños pequeños.
GTA: Hacen misiones para matar personas, hay pistolas, sangre. Puedes robar aviones, carros, botes… dan golpes, dicen malas palabras. Puedes atropellar a la gente. Vas al aeropuerto, te robas un avión, la policía te persigue, te atrapan, te matan y vuelves a empezar. Hay un bar de strippers y pasan cosas que no se pueden decir, tú puedes montar a una prostituta en tu carro, le pagas y ella te hace cosas.
Películas:
El conjuro: Una familia compra una casa que huele a muerto, aparecen espíritus y demonios, se burlan del Espíritu Santo. Una bruja que ama al demonio maldijo la casa. La mamá es poseída y quiere matar a una de sus hijas, le hacen un exorcismo.
The boy: Un niño que mata al que se le acerca.
Deadpool: Un hombre que fue mercenario tiene cáncer, se enamora de una prostituta, se vuelve inmortal, pero su cuerpo queda horrible, busca al que le hizo el mal para matarlo. Hay malas palabras, sangre.
Chucky: Un señor murió y se encarnó en Chucky, que tortura y mata. En la última película electrocutó a una persona. La vi, fue horrible.
The Walking Dead: El mundo se termina. Se mata con un bate de béisbol. Tienes que darle en la cabeza a los zombies, es la única manera que se mueren. Alguna vez tienes que matar a tus familiares porque se volvieron zombies y tú no lo sabes. Se matan porque todos quieren el poder.
Aterrada con estas respuestas les pregunté si no les abrumaba tanta violencia.
– Son muy divertidos, maestra, finos – dijo un niño de sexto grado, coreado por sus compañeritos. Así se deforma el gusto de los niños.
El niño imita al héroe de la película, hay que presentarle buenos modelos. No son casuales la cantidad de asesinatos perpetrados por niños y jóvenes al estilo de los protagonistas de moda.
En una sociedad donde la demanda determina la oferta, si no compráramos esta “basura”, no habría que estar hablando ya de comisiones de censura para las películas infantiles y compañías de juguetes. El poder lo tiene el consumidor, pero no lo ejerce.
Los padres son los responsables de velar por lo que sus hijos ven, lo que leen, lo que juegan... tienen el poder de frenar esta avalancha de películas, videojuegos y juguetes que nunca debieron hacerse: no los compren. La familia necesita padres con vocación, con autoridad moral.
Tenemos que elegir películas, libros, juegos, juguetes... que presenten valores a nuestros hijos, no antihéroes con malas maneras, groseros, mal vestidos. Mostrémosles al menos la contrapartida al mal gusto, a la violencia, al horror, a lo grotesco, así tendrán la opción de elegir. Nadie puede elegir lo que no conoce.
La última muñeca de Mattel se llama Monsters High. Disney también se ha sumado: “Hay que tener mucho talento para crear escenas de peligro que no hayamos visto antes”, ha dicho Angelina Jolie, refiriéndose a su película Maléfica.
Y hay que tener sentido común, conocimiento de la psiquis infantil y mucho valor para decir no a esta cultura de muerte. Cuando el talento no está al servicio del bien y lo que importa es vender, sacrificamos hasta lo que más queremos, nuestros hijos.
Productores de cine, diseñadores de videojuegos, fabricantes de juguetes, hagan algo edificante, exalten lo mejor del ser humano, apunten al cielo, a ver si logramos que los niños puedan tocar las estrellas.
Profesora de Español y Literatura.
Me fui a una de las grandes tiendas de juguetes de Miami y llevé al primo del cumpleañero para que me ayudara. Íbamos conversando, para poder oírlo tenía que inclinarme hasta él; entre el reguetón (con una letra muy de adultos) y las voces de los clientes, había que gritar para escucharnos.
– Es aquí – me dijo Alan, deteniéndose frente a un enorme estante. Alzo la mirada y juro que me asusté, todos eran monstricos con un solo ojo, pezuñas, tarros, crestas.
– Quiero comprarle un juguete que sea normal, algo como Diego o Dora la exploradora –dije, molesta.
–Ya él está grande para eso, mejor cómprele una escopeta.
Tenía que elegir entre un monstruo o un arma.
–Llévame donde estén las pistolas de agua –le pedí, aturdida.
–¿De agua? –dijo Alan en tono burlón–. Mira ésta es la que le va a gustar a Jordan.
El rifle parecía de verdad y costaba bastante caro. Tomé una pistola mediana en mis manos y para tantearlo le pregunté:
– ¿Y ésta?
– Le va a gustar más la grande, te da más poder.
Me fui de aquella tienda decidida a hacer algo por los niños.
Reunida con 84 estudiantes entre 9 y 14 años de edad, les pedí que escribieran sobre las películas y videojuegos que ven regularmente. Así respondieron:
Videojuegos:
Hunger Games: Eligen personas al azar, en un bosque tienen que matar a la gente hasta que sobreviva uno.
Charlie Charlie: No es violento, un demonio está detrás de ti y da mala suerte. No te puedes ir del juego sin pedirle permiso al espíritu, como la guija.
Fran bow: Es un juego muy sangriento, a una niña le mataron sus padres y se volvió loca. La metieron en un psiquiátrico, toma pastillas y ve las cosas diferentes a la realidad.
Call Of Duty: Tú puedes crear tu arma con el color que quieras, hay bombas de humo, matan a personas.
Mortal Kombat: Hay que matar. Son monstruos y muñecos feos que se matan.
Battlefield 1: Vas para Europa peleando en la primera guerra mundial como si fueras un personaje real. Es muy educativo.
Overwatch: No me gusta porque hay que disparar muchas veces la pistolita para poder matar a la gente. La pistola es de niños pequeños.
GTA: Hacen misiones para matar personas, hay pistolas, sangre. Puedes robar aviones, carros, botes… dan golpes, dicen malas palabras. Puedes atropellar a la gente. Vas al aeropuerto, te robas un avión, la policía te persigue, te atrapan, te matan y vuelves a empezar. Hay un bar de strippers y pasan cosas que no se pueden decir, tú puedes montar a una prostituta en tu carro, le pagas y ella te hace cosas.
Películas:
El conjuro: Una familia compra una casa que huele a muerto, aparecen espíritus y demonios, se burlan del Espíritu Santo. Una bruja que ama al demonio maldijo la casa. La mamá es poseída y quiere matar a una de sus hijas, le hacen un exorcismo.
The boy: Un niño que mata al que se le acerca.
Deadpool: Un hombre que fue mercenario tiene cáncer, se enamora de una prostituta, se vuelve inmortal, pero su cuerpo queda horrible, busca al que le hizo el mal para matarlo. Hay malas palabras, sangre.
Chucky: Un señor murió y se encarnó en Chucky, que tortura y mata. En la última película electrocutó a una persona. La vi, fue horrible.
The Walking Dead: El mundo se termina. Se mata con un bate de béisbol. Tienes que darle en la cabeza a los zombies, es la única manera que se mueren. Alguna vez tienes que matar a tus familiares porque se volvieron zombies y tú no lo sabes. Se matan porque todos quieren el poder.
Aterrada con estas respuestas les pregunté si no les abrumaba tanta violencia.
– Son muy divertidos, maestra, finos – dijo un niño de sexto grado, coreado por sus compañeritos. Así se deforma el gusto de los niños.
El niño imita al héroe de la película, hay que presentarle buenos modelos. No son casuales la cantidad de asesinatos perpetrados por niños y jóvenes al estilo de los protagonistas de moda.
En una sociedad donde la demanda determina la oferta, si no compráramos esta “basura”, no habría que estar hablando ya de comisiones de censura para las películas infantiles y compañías de juguetes. El poder lo tiene el consumidor, pero no lo ejerce.
Los padres son los responsables de velar por lo que sus hijos ven, lo que leen, lo que juegan... tienen el poder de frenar esta avalancha de películas, videojuegos y juguetes que nunca debieron hacerse: no los compren. La familia necesita padres con vocación, con autoridad moral.
Tenemos que elegir películas, libros, juegos, juguetes... que presenten valores a nuestros hijos, no antihéroes con malas maneras, groseros, mal vestidos. Mostrémosles al menos la contrapartida al mal gusto, a la violencia, al horror, a lo grotesco, así tendrán la opción de elegir. Nadie puede elegir lo que no conoce.
La última muñeca de Mattel se llama Monsters High. Disney también se ha sumado: “Hay que tener mucho talento para crear escenas de peligro que no hayamos visto antes”, ha dicho Angelina Jolie, refiriéndose a su película Maléfica.
Y hay que tener sentido común, conocimiento de la psiquis infantil y mucho valor para decir no a esta cultura de muerte. Cuando el talento no está al servicio del bien y lo que importa es vender, sacrificamos hasta lo que más queremos, nuestros hijos.
Productores de cine, diseñadores de videojuegos, fabricantes de juguetes, hagan algo edificante, exalten lo mejor del ser humano, apunten al cielo, a ver si logramos que los niños puedan tocar las estrellas.
Profesora de Español y Literatura.
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