Humanistas Cristianos
- Helio J. González
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Humanistas Cristianos
04 Mar 2013 21:15
Al escribir Humanismo ¿Cristiano? ¿Secular?, traté (en el limitado marco de un artículo) de resumir ambos, llamémosle movimientos, tratando de crear un puente entre ellos, señalando sus coincidencias y divergencias, siempre en un espíritu de diálogo.
Cuando hablamos del Humanismo Cristiano, cuya fuente es el mismo Cristo, su humildad, su humanidad que encierra al mismo Dios, y su enseñanza de amor, siempre tenemos que partir de la dignidad de la persona humana, lo que nos lleva al personalismo, por encima del individualismo, nos lleva a Maritain, a Mounier, al mismo Juan Pablo II, y a otros destacados humanistas cristianos.
Para ser honestos, tendríamos que referirnos a cientos de personalidades, que por sus valores éticos y cristianos, nos dejaron un legado, que los inscribiría como humanistas cristianos en todo el sentido de la palabra, sin embargo, muchos de ellos, normalmente no son clasificados como tales. Hoy quiero referirme específicamente a dos de ellos, que desde condiciones totalmente diferentes, profesiones distintas, y situaciones históricas muy particulares, nos han dejado su huella y un ejemplo digno de ser practicado. Ambos son franceses, el P. Pierre Teilhard de Chardin, paleontólo, antropólogo, filósofo y teólogo, y el Dr. Paul Chauchard, neurofisiólogo. Sin embargo, quiero terminar con un filósofo del humanismo cristiano, del que ya hablé en mi primer artículo, me refiero a Emmanuel Mounier, miembro del destacado grupo de humanistas franceses de la primera mitad del siglo XX.
- P. Pierre Teilhard de Chardin S.J. : ¨… y el hombre entró sin ruido¨
¨Hace cien años nacía en Francia Pierre Teilhard de Chardin, llamado a convertirse en una de las figuras más eminentes del mundo científico y filosófico de nuestro siglo¨ (1). Teilhard fue un científico eminente y sacerdote jesuita francés, geólogo, antropólogo, paleontólogo, filósofo y teólogo.
Nació el 1ro de mayo de 1881 en la región francesa de Auvernia. En 1899 entra en la Compañía de Jesús. En 1912 es acogido en el Museo de Historia Natural de París por Marcellin Boule, célebre por sus trabajos acerca del hombre fósil de la Chapelle-aux-Saints. Después de la 1ª Guerra Mundial reanuda en Paris sus trabajos en el Museo de Historia Natural, asistido por el joven estudiante Jean Piveteau, (con posterioridad, destacadísimo miembro de la Academia de Ciencias de Francia). Trabaja también en el Instituto de Paleontología Humana. Allí conoce al abate Henri Breuil, cuyos descubrimientos sobre el arte prehistórico alcanzaran considerable resonancia.
Su primer viaje a China, emprendido en 1923, constituye un acontecimiento que va a tener consecuencias decisivas en toda su actividad científica. Es de destacar el trabajo en el que realizó aportes valiosísimos al estudio del Sinántropo, el “hombre de Pekín” descubierto en las excavaciones de Chukutien.
Cuando regresa a Francia en 1946 es invitado al año siguiente a ingresar en el Colegio de Francia. Pero sus superiores religiosos, inquietos por sus audaces opiniones, no le autorizan a aceptar tal dignidad y, en 1951 le piden que se aleje de Paris. Teilhard se instala entonces en Nueva York. Allí le acoge la Fundacion Werner Green, con cuyo patrocinio lleva a cabo dos importantes misiones en África austral, en 1951 y 1953. El 1ro de abril de 1955, día de Pascua de Resurrección, Teilhard muere en Nueva York (siempre había manifestado que deseaba morir un día de Pascua de Resurrección).
La obra científica del Padre Teilhard ha sido editada en once tomos, con un total de 4000 páginas. Esa obra científica contribuyó a enriquecer el pensamiento filosófico y religioso de Teilhard y no se vio en modo alguno alterada por sus creencias. Dentro del conjunto de sus escritos ocupa un lugar autónomo. Su obra se centró en el Hombre. De El Fenómeno Humano, uno de sus libros más famosos, podemos extraer el sentido profundo de su pensamiento científico y filosófico: El hombre es obra de la naturaleza entera. La tierra entera, forcejeando hacia delante, ha trabajado en ella y con miras a ella. Es el resultado de un esfuerzo total de la vida. Por eso el hombre no es sólo una nueva rama en el árbol de la vida. No es un añadido casual, que como cualquier otra especie animal hubiera podido faltar. El hombre es la cima a la que tiende desde el principio todo el tantear de esta Tierra. El hombre es por consiguiente la flor de la evolución, a la que se tendía desde un principio y que se preparó lenta y consecuentemente durante miles de millones de años.
Es por eso que en su obra científica cargada de poesía, cuando nos habla del origen del hombre nos dice: “Cuando por primera vez, en un ser viviente, el instinto se descubrió en su propio espejo, fue el mundo entero el que dio un paso. Y el hombre entro sin ruido.”
En septiembre de 1981, para celebrar el centenario de Teilhard de Chardin, cuarenta especialistas de diversas ramas de las ciencias exactas y las ciencias humanas se reunieron en un coloquio organizado en la sede de la Unesco en Paris. Los participantes vinieron desde todos los continentes a exponer y debatir sus reflexiones sobre la obra de Teilhard. Precisamente de una ponencia de ese coloquio titulada: “Audacias de un inconformista” del Padre Francois Russo, filósofo y especialista en historia de la ciencia, tomo lo siguiente:
Más personal … es esta última gran formulación de Teilhard de que el surgimiento de la vida no puede ser considerado en modo alguno como un accidente o una anomalía, sino como un proceso ineluctable que, en esencia, constituye un ascenso del Espíritu coronado por la aparición del hombre. Según este enunciado, prolongación directa de la ley de complejidad-conciencia, la Evolución que hasta entonces era tenida por un proceso de divergencia adquiere carácter convergente para culminar en un brote final: el hombre. En “El fenómeno humano”, Teilhard sintetiza este concepto diciendo: “El hombre es centro de perspectiva y, a la vez, centro de construcción del universo”.
La concepción de Teilhard sobre la Evolución se halla próxima a la ciencia, pero va más allá. El proceso evolutivo, en avance constante, encuentra sin embargo limites y momentos críticos: tránsito de la materia a la vida, momento de reflexión al producirse la hominización. Teilhard coincide, en esto último, con el eminente biólogo ingles Julian Huxley, el cual afirmaba: “La aparición del hombre es la Evolución que ha cobrado conciencia de sí misma”.
En la segunda categoría de las concepciones de Teilhard, aquellas cuya relación con la ciencia es menos directa, o incluso inexistente, encontramos su formulación sobre la planetización de la humanidad. A partir de este hecho irrefutable, Teilhard proyecta sus deducciones en cuanto al porvenir humano, desarrollando sus ideas sobre la “toma de conjunto” de su futuro por parte de esa humanidad.
Esta concepción considera necesario … emprender un esfuerzo común para la instauración del amor universal: amor por la Tierra, por las grandes empresas humanas. Es la “fe en el hombre”, de que habla Teilhard. Ese amor debe unir a todos los humanos y orientarlos hacia un “Alguien Supremo”.
- Dr. Paul Chauchard: ¨Necesitamos amar¨
El Dr.Paul Chauchard, científico, médico y neurofisiólogo francés de prestigio internacional, nació en 1912 y murió el 27 de abril de 2003. Como neurofisiólogo fue un destacadísimo investigador de la naturaleza y los mecanismos del cerebro humano. Fue director de la Escuela de Estudios Superiores de París y profesor de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica). Durante 20 años fue presidente del movimiento en favor de la vida, Laissez Vivre, (Dejadlos Vivir). Su esposa Jacqueline colaboró permanentemente con él en la formación de grupos de educación para el matrimonio. Padre de 6 hijos, incluyendo una religiosa cisterciense, fue un verdadero ejemplo de vida familiar y profesional, y como cristiano dedicó su vida al servicio de la sociedad.
Autor de más de 80 libros entre los que destacan: Alma o Cerebro, Qué es el Hombre, El cerebro y la Conciencia, El Cerebro y la Mano Creadora, Necesitamos Amar, El Ser Humano según Teilhard, El Equilibrio Sexual, El Progreso Sexual, Por un Cristianismo sin Mitos, y muchos más.
En “Necesitamos Amar”, nos convence de la importancia de la educación para el amor humano, y de la función del cerebro prefrontal como “punta fina de nuestra alma”. Desde un punto de vista fisiológico, hay que tomar en cuenta la función del cerebro como sistema de control de cualquier hecho psíquico. El cerebro humano se dis¬tingue del animal por el desarrollo de la zona prefrontal que hace que la relación humana sea profunda. La zona prefrontal está conectada con el auto¬control de sí mismo, el equilibrio del humor, el sentido de libertad y elec¬ción y la reflexión del comportamiento, el sentido del deber y la previsión del porvenir. El Dr. Paul Chauchard va más lejos: "La neurofisiología confirma la necesidad de reflexionar acerca del valor humano de nuestros actos, demos¬trándonos que el amor al prójimo es la receta de un buen equilibrio cerebral, y la mejor utilización del lóbulo frontal, ese supercerebro humano". "Las preo¬cupaciones morales no son ajenas a la neurofisiología, porque ésta confirma la norma moral sobre la base del equilibrio cerebral".
Cuando Pablo VI en 1968 publicó la Encíclica Humanae Vitae que muchos simplificaron en un “no a la píldora contraceptiva” ignorando que de lo que se trataba era de la humanización del amor conyugal y de la sexualidad y por lo tanto de una sana educación para el diálogo conyugal, el Dr. Chauchard dedicó a Pablo VI, el papa impugnado, dolorido y animoso, testigo de la humanidad y de la fe, un precioso libro titulado “Voluntad y sexualidad”.
Siguiendo la teología de Teilhard, el Dr. Chauchard expresaba que lo esencial era reconciliar el progreso científico, deshumanizado por el materialismo, y el cristianismo, desnaturalizado por un idealismo sobrenatural perdido en las nubes. "El hombre necesita trabajar en este mundo por un porvenir de eternidad" -decía-. Y se esforzaba por llevar a cabo este principio en todos los terrenos del comportamiento humano.
Este célebre neurofisiólogo, que nos describió la sexualidad en función de la condición humana centrada en el cerebro prefrontal, que fue un destacado luchador Pro-Vida, que dedicó muchísimos años junto a su esposa a la formación cristiana para el matrimonio, que fue un prolífico escritor, con una reconocida vocación de universalidad, a través de su visión Teilhardiana, nos dejó un mensaje, de una belleza exquisita, en Necesitamos Amar: “En este universo inmenso, sobrecogedor y hostil, hemos descubierto un sorprendente secreto: lo esencial reside en las atracciones organizadoras que permiten una complicación y una centración cada vez mayores que no se pueden explicar más que por una energía de amor. Lo que cuenta no es el absurdo, lo incoherente, lo horrible, que salta a los ojos, es, al contrario, la existencia de un significado. El mundo está en evolución, es decir está en construcción en el curso de los siglos, progresa. La naturaleza es como una obra o también, sean cuales sean las causas y los mecanismos, como una ascensión de amor desde lo inanimado a lo unicelular y de esto al hombre. Desde entonces, un universo así, que ha pasado por todo a través de mil contingencias y quizás por innumerables tentativas, hasta llegar a nosotros, que no somos quizás los únicos seres amantes del cosmos, no podría ser contemplado fríamente. Hechos para el amor, hemos sido hechos por una obra de amor. Podemos complacernos en este universo, pese a todo, de donde hemos salido. No somos ya en él un accidente extraño y extranjero; pese a nuestra pequeñez, nuestro papel es esencial, pues se trata de un logro consciente, de un ascenso en el amor donde este mismo amor se vuelve persona reflexiva y comunidad de personas…. Este universo amorizante para quien, como Teilhard de Chardin, se debe contemplar lúcidamente, nos da un mensaje. La tarea de la naturaleza no ha llegado a una obra completa, ha producido un ser capaz de acabarla. Al universo de los órganos útiles modelados por la evolución biológica de la vida creadora de formas, sucede el universo de los útiles y de la técnica humana…. Toca ahora a los hombres emplear su inteligencia para emplazar todo su corazón en la construcción del mundo”.
- Emmanuel Mounier: ¨Queremos personas morales¨
Emmanuel Mounier nace en la localidad francesa de Grenoble el 1 de abril de 1905. Entre 1924 y 1927 estudia filosofía. Llega a París en octubre de 1927 donde estudia teología con el P. Pouget, hasta la muerte de éste en 1933. Comienza a frecuentar los encuentros que se realizaban en el hogar de Jacques Maritain, donde traba amistad con destacados intelectuales. Por varios años se desempeña como profesor de filosofía en la Universidad. Entre sus amigos entrañables se encuentran Georges Barthélemey, Jean Guitton y el mismo Maritain. Péguy ejerce una influencia decisiva sobre él, al punto que su tesis doctoral, que iba a ser dedicada a los místicos españoles, termina finalmente en el Pensamiento de Charles Péguy.
En 1932, junto a otros destacados intelectuales, funda la revista Esprit, siendo él su director. La invasión nazi de Francia, no impide mantener la revista, aunque la somete a la censura, hasta agosto de 1941 en que finalmente el régimen de Vichy la prohíbe. En 1943 y 1944, la revista celebra dos congresos clandestinos. En diciembre de 1944, después de la liberación, vuelve a publicarse. La actividad de Mounier es incansable, y la revista crece extraordinariamente en influencia social.
Esprit expresaba una pluralidad digna de los más excelsos valores democráticos, lo muestran sus colaboradores, entre los que se encontraron, Karl Barth, Camilo José Cela, Edgar Morin, Yves Congar, Jean Danielou, Jean Guitton, Henri de Lubac, Gabriel Marcel, Jacques Maritain, Francois Mauriac, y Pierre Teilhard de Chardin, entre otros.
Filosofía, fe cristiana y mística troquelaron a fuego a este francés que supo conciliar como pocos el rigor filosófico y espiritual con las necesidades y desafíos arraigados en el personalismo, los valores eternos cristianos con las soluciones históricas, el amor divino con el amor humano (2).
En su corta vida, ya que falleció a los 45 años, el 22 de marzo de 1950 de un ataque cardiaco, tuvo que vivir el triunfo de los totalitarismos, el comunismo, en la Unión Soviética, el fascismo y el nazismo, en Italia y Alemania, además de las dos guerras mundiales, y como reacción genuinamente democrática intentó llevar adelante su pensamiento cristiano arraigado en lo social. Su Manifiesto Personalista, se contraponía al Manifiesto Comunista, con valores que elevaban el valor de la persona humana, a través de un profundo compromiso social.
En total sintonía con la Doctrina Social de la Iglesia, el personalismo comunitario de Emmanuel Mounier defiende un orden que asegure la primacía de la persona humana. Principios como, la primacía del trabajo sobre el capital y fórmulas de autogestión y copropiedad en las empresas, ofrecen una alternativa económica y democrática al marxismo colectivista y dictatorial tan vigente en la época que le tocó vivir, y al mismo tiempo distante también del capitalismo liberal y de su visión individualista.
Relatar de manera tan sintética el humanismo personalista y comunitario de Emmanuel Mounier es casi imposible, por lo quiero terminar con algunas citas que nos reflejan ese pensamiento impetuoso y lleno de amor por el ser humano, tomadas de Nuestro Humanismo-Revista Esprit-Octubre de 1935.
Desde lo más profundo del ser, el humanismo personalista “no debía ignorar la diversidad de creencias, parciales o totales, sobre el universo y el hombre y…que estas creencias encontrarán hombres que más adelante sean capaces de comprometerse en libertad”
“La vocación del hombre es la de ser una persona en situación de comprometerse libre y responsablemente y capaz de vivir una vida espiritual”
“Nosotros queremos personas suficientemente conscientes de su vocación para que resistan cualquier tentación de amaestramiento. Queremos personas morales”.
(1) El Correo de la UNESCO (Noviembre de 1981)
(2) Emmanuel Mounier y el Personalismo – Inés Riego de Moine
Cuando hablamos del Humanismo Cristiano, cuya fuente es el mismo Cristo, su humildad, su humanidad que encierra al mismo Dios, y su enseñanza de amor, siempre tenemos que partir de la dignidad de la persona humana, lo que nos lleva al personalismo, por encima del individualismo, nos lleva a Maritain, a Mounier, al mismo Juan Pablo II, y a otros destacados humanistas cristianos.
Para ser honestos, tendríamos que referirnos a cientos de personalidades, que por sus valores éticos y cristianos, nos dejaron un legado, que los inscribiría como humanistas cristianos en todo el sentido de la palabra, sin embargo, muchos de ellos, normalmente no son clasificados como tales. Hoy quiero referirme específicamente a dos de ellos, que desde condiciones totalmente diferentes, profesiones distintas, y situaciones históricas muy particulares, nos han dejado su huella y un ejemplo digno de ser practicado. Ambos son franceses, el P. Pierre Teilhard de Chardin, paleontólo, antropólogo, filósofo y teólogo, y el Dr. Paul Chauchard, neurofisiólogo. Sin embargo, quiero terminar con un filósofo del humanismo cristiano, del que ya hablé en mi primer artículo, me refiero a Emmanuel Mounier, miembro del destacado grupo de humanistas franceses de la primera mitad del siglo XX.
- P. Pierre Teilhard de Chardin S.J. : ¨… y el hombre entró sin ruido¨
¨Hace cien años nacía en Francia Pierre Teilhard de Chardin, llamado a convertirse en una de las figuras más eminentes del mundo científico y filosófico de nuestro siglo¨ (1). Teilhard fue un científico eminente y sacerdote jesuita francés, geólogo, antropólogo, paleontólogo, filósofo y teólogo.
Nació el 1ro de mayo de 1881 en la región francesa de Auvernia. En 1899 entra en la Compañía de Jesús. En 1912 es acogido en el Museo de Historia Natural de París por Marcellin Boule, célebre por sus trabajos acerca del hombre fósil de la Chapelle-aux-Saints. Después de la 1ª Guerra Mundial reanuda en Paris sus trabajos en el Museo de Historia Natural, asistido por el joven estudiante Jean Piveteau, (con posterioridad, destacadísimo miembro de la Academia de Ciencias de Francia). Trabaja también en el Instituto de Paleontología Humana. Allí conoce al abate Henri Breuil, cuyos descubrimientos sobre el arte prehistórico alcanzaran considerable resonancia.
Su primer viaje a China, emprendido en 1923, constituye un acontecimiento que va a tener consecuencias decisivas en toda su actividad científica. Es de destacar el trabajo en el que realizó aportes valiosísimos al estudio del Sinántropo, el “hombre de Pekín” descubierto en las excavaciones de Chukutien.
Cuando regresa a Francia en 1946 es invitado al año siguiente a ingresar en el Colegio de Francia. Pero sus superiores religiosos, inquietos por sus audaces opiniones, no le autorizan a aceptar tal dignidad y, en 1951 le piden que se aleje de Paris. Teilhard se instala entonces en Nueva York. Allí le acoge la Fundacion Werner Green, con cuyo patrocinio lleva a cabo dos importantes misiones en África austral, en 1951 y 1953. El 1ro de abril de 1955, día de Pascua de Resurrección, Teilhard muere en Nueva York (siempre había manifestado que deseaba morir un día de Pascua de Resurrección).
La obra científica del Padre Teilhard ha sido editada en once tomos, con un total de 4000 páginas. Esa obra científica contribuyó a enriquecer el pensamiento filosófico y religioso de Teilhard y no se vio en modo alguno alterada por sus creencias. Dentro del conjunto de sus escritos ocupa un lugar autónomo. Su obra se centró en el Hombre. De El Fenómeno Humano, uno de sus libros más famosos, podemos extraer el sentido profundo de su pensamiento científico y filosófico: El hombre es obra de la naturaleza entera. La tierra entera, forcejeando hacia delante, ha trabajado en ella y con miras a ella. Es el resultado de un esfuerzo total de la vida. Por eso el hombre no es sólo una nueva rama en el árbol de la vida. No es un añadido casual, que como cualquier otra especie animal hubiera podido faltar. El hombre es la cima a la que tiende desde el principio todo el tantear de esta Tierra. El hombre es por consiguiente la flor de la evolución, a la que se tendía desde un principio y que se preparó lenta y consecuentemente durante miles de millones de años.
Es por eso que en su obra científica cargada de poesía, cuando nos habla del origen del hombre nos dice: “Cuando por primera vez, en un ser viviente, el instinto se descubrió en su propio espejo, fue el mundo entero el que dio un paso. Y el hombre entro sin ruido.”
En septiembre de 1981, para celebrar el centenario de Teilhard de Chardin, cuarenta especialistas de diversas ramas de las ciencias exactas y las ciencias humanas se reunieron en un coloquio organizado en la sede de la Unesco en Paris. Los participantes vinieron desde todos los continentes a exponer y debatir sus reflexiones sobre la obra de Teilhard. Precisamente de una ponencia de ese coloquio titulada: “Audacias de un inconformista” del Padre Francois Russo, filósofo y especialista en historia de la ciencia, tomo lo siguiente:
Más personal … es esta última gran formulación de Teilhard de que el surgimiento de la vida no puede ser considerado en modo alguno como un accidente o una anomalía, sino como un proceso ineluctable que, en esencia, constituye un ascenso del Espíritu coronado por la aparición del hombre. Según este enunciado, prolongación directa de la ley de complejidad-conciencia, la Evolución que hasta entonces era tenida por un proceso de divergencia adquiere carácter convergente para culminar en un brote final: el hombre. En “El fenómeno humano”, Teilhard sintetiza este concepto diciendo: “El hombre es centro de perspectiva y, a la vez, centro de construcción del universo”.
La concepción de Teilhard sobre la Evolución se halla próxima a la ciencia, pero va más allá. El proceso evolutivo, en avance constante, encuentra sin embargo limites y momentos críticos: tránsito de la materia a la vida, momento de reflexión al producirse la hominización. Teilhard coincide, en esto último, con el eminente biólogo ingles Julian Huxley, el cual afirmaba: “La aparición del hombre es la Evolución que ha cobrado conciencia de sí misma”.
En la segunda categoría de las concepciones de Teilhard, aquellas cuya relación con la ciencia es menos directa, o incluso inexistente, encontramos su formulación sobre la planetización de la humanidad. A partir de este hecho irrefutable, Teilhard proyecta sus deducciones en cuanto al porvenir humano, desarrollando sus ideas sobre la “toma de conjunto” de su futuro por parte de esa humanidad.
Esta concepción considera necesario … emprender un esfuerzo común para la instauración del amor universal: amor por la Tierra, por las grandes empresas humanas. Es la “fe en el hombre”, de que habla Teilhard. Ese amor debe unir a todos los humanos y orientarlos hacia un “Alguien Supremo”.
- Dr. Paul Chauchard: ¨Necesitamos amar¨
El Dr.Paul Chauchard, científico, médico y neurofisiólogo francés de prestigio internacional, nació en 1912 y murió el 27 de abril de 2003. Como neurofisiólogo fue un destacadísimo investigador de la naturaleza y los mecanismos del cerebro humano. Fue director de la Escuela de Estudios Superiores de París y profesor de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica). Durante 20 años fue presidente del movimiento en favor de la vida, Laissez Vivre, (Dejadlos Vivir). Su esposa Jacqueline colaboró permanentemente con él en la formación de grupos de educación para el matrimonio. Padre de 6 hijos, incluyendo una religiosa cisterciense, fue un verdadero ejemplo de vida familiar y profesional, y como cristiano dedicó su vida al servicio de la sociedad.
Autor de más de 80 libros entre los que destacan: Alma o Cerebro, Qué es el Hombre, El cerebro y la Conciencia, El Cerebro y la Mano Creadora, Necesitamos Amar, El Ser Humano según Teilhard, El Equilibrio Sexual, El Progreso Sexual, Por un Cristianismo sin Mitos, y muchos más.
En “Necesitamos Amar”, nos convence de la importancia de la educación para el amor humano, y de la función del cerebro prefrontal como “punta fina de nuestra alma”. Desde un punto de vista fisiológico, hay que tomar en cuenta la función del cerebro como sistema de control de cualquier hecho psíquico. El cerebro humano se dis¬tingue del animal por el desarrollo de la zona prefrontal que hace que la relación humana sea profunda. La zona prefrontal está conectada con el auto¬control de sí mismo, el equilibrio del humor, el sentido de libertad y elec¬ción y la reflexión del comportamiento, el sentido del deber y la previsión del porvenir. El Dr. Paul Chauchard va más lejos: "La neurofisiología confirma la necesidad de reflexionar acerca del valor humano de nuestros actos, demos¬trándonos que el amor al prójimo es la receta de un buen equilibrio cerebral, y la mejor utilización del lóbulo frontal, ese supercerebro humano". "Las preo¬cupaciones morales no son ajenas a la neurofisiología, porque ésta confirma la norma moral sobre la base del equilibrio cerebral".
Cuando Pablo VI en 1968 publicó la Encíclica Humanae Vitae que muchos simplificaron en un “no a la píldora contraceptiva” ignorando que de lo que se trataba era de la humanización del amor conyugal y de la sexualidad y por lo tanto de una sana educación para el diálogo conyugal, el Dr. Chauchard dedicó a Pablo VI, el papa impugnado, dolorido y animoso, testigo de la humanidad y de la fe, un precioso libro titulado “Voluntad y sexualidad”.
Siguiendo la teología de Teilhard, el Dr. Chauchard expresaba que lo esencial era reconciliar el progreso científico, deshumanizado por el materialismo, y el cristianismo, desnaturalizado por un idealismo sobrenatural perdido en las nubes. "El hombre necesita trabajar en este mundo por un porvenir de eternidad" -decía-. Y se esforzaba por llevar a cabo este principio en todos los terrenos del comportamiento humano.
Este célebre neurofisiólogo, que nos describió la sexualidad en función de la condición humana centrada en el cerebro prefrontal, que fue un destacado luchador Pro-Vida, que dedicó muchísimos años junto a su esposa a la formación cristiana para el matrimonio, que fue un prolífico escritor, con una reconocida vocación de universalidad, a través de su visión Teilhardiana, nos dejó un mensaje, de una belleza exquisita, en Necesitamos Amar: “En este universo inmenso, sobrecogedor y hostil, hemos descubierto un sorprendente secreto: lo esencial reside en las atracciones organizadoras que permiten una complicación y una centración cada vez mayores que no se pueden explicar más que por una energía de amor. Lo que cuenta no es el absurdo, lo incoherente, lo horrible, que salta a los ojos, es, al contrario, la existencia de un significado. El mundo está en evolución, es decir está en construcción en el curso de los siglos, progresa. La naturaleza es como una obra o también, sean cuales sean las causas y los mecanismos, como una ascensión de amor desde lo inanimado a lo unicelular y de esto al hombre. Desde entonces, un universo así, que ha pasado por todo a través de mil contingencias y quizás por innumerables tentativas, hasta llegar a nosotros, que no somos quizás los únicos seres amantes del cosmos, no podría ser contemplado fríamente. Hechos para el amor, hemos sido hechos por una obra de amor. Podemos complacernos en este universo, pese a todo, de donde hemos salido. No somos ya en él un accidente extraño y extranjero; pese a nuestra pequeñez, nuestro papel es esencial, pues se trata de un logro consciente, de un ascenso en el amor donde este mismo amor se vuelve persona reflexiva y comunidad de personas…. Este universo amorizante para quien, como Teilhard de Chardin, se debe contemplar lúcidamente, nos da un mensaje. La tarea de la naturaleza no ha llegado a una obra completa, ha producido un ser capaz de acabarla. Al universo de los órganos útiles modelados por la evolución biológica de la vida creadora de formas, sucede el universo de los útiles y de la técnica humana…. Toca ahora a los hombres emplear su inteligencia para emplazar todo su corazón en la construcción del mundo”.
- Emmanuel Mounier: ¨Queremos personas morales¨
Emmanuel Mounier nace en la localidad francesa de Grenoble el 1 de abril de 1905. Entre 1924 y 1927 estudia filosofía. Llega a París en octubre de 1927 donde estudia teología con el P. Pouget, hasta la muerte de éste en 1933. Comienza a frecuentar los encuentros que se realizaban en el hogar de Jacques Maritain, donde traba amistad con destacados intelectuales. Por varios años se desempeña como profesor de filosofía en la Universidad. Entre sus amigos entrañables se encuentran Georges Barthélemey, Jean Guitton y el mismo Maritain. Péguy ejerce una influencia decisiva sobre él, al punto que su tesis doctoral, que iba a ser dedicada a los místicos españoles, termina finalmente en el Pensamiento de Charles Péguy.
En 1932, junto a otros destacados intelectuales, funda la revista Esprit, siendo él su director. La invasión nazi de Francia, no impide mantener la revista, aunque la somete a la censura, hasta agosto de 1941 en que finalmente el régimen de Vichy la prohíbe. En 1943 y 1944, la revista celebra dos congresos clandestinos. En diciembre de 1944, después de la liberación, vuelve a publicarse. La actividad de Mounier es incansable, y la revista crece extraordinariamente en influencia social.
Esprit expresaba una pluralidad digna de los más excelsos valores democráticos, lo muestran sus colaboradores, entre los que se encontraron, Karl Barth, Camilo José Cela, Edgar Morin, Yves Congar, Jean Danielou, Jean Guitton, Henri de Lubac, Gabriel Marcel, Jacques Maritain, Francois Mauriac, y Pierre Teilhard de Chardin, entre otros.
Filosofía, fe cristiana y mística troquelaron a fuego a este francés que supo conciliar como pocos el rigor filosófico y espiritual con las necesidades y desafíos arraigados en el personalismo, los valores eternos cristianos con las soluciones históricas, el amor divino con el amor humano (2).
En su corta vida, ya que falleció a los 45 años, el 22 de marzo de 1950 de un ataque cardiaco, tuvo que vivir el triunfo de los totalitarismos, el comunismo, en la Unión Soviética, el fascismo y el nazismo, en Italia y Alemania, además de las dos guerras mundiales, y como reacción genuinamente democrática intentó llevar adelante su pensamiento cristiano arraigado en lo social. Su Manifiesto Personalista, se contraponía al Manifiesto Comunista, con valores que elevaban el valor de la persona humana, a través de un profundo compromiso social.
En total sintonía con la Doctrina Social de la Iglesia, el personalismo comunitario de Emmanuel Mounier defiende un orden que asegure la primacía de la persona humana. Principios como, la primacía del trabajo sobre el capital y fórmulas de autogestión y copropiedad en las empresas, ofrecen una alternativa económica y democrática al marxismo colectivista y dictatorial tan vigente en la época que le tocó vivir, y al mismo tiempo distante también del capitalismo liberal y de su visión individualista.
Relatar de manera tan sintética el humanismo personalista y comunitario de Emmanuel Mounier es casi imposible, por lo quiero terminar con algunas citas que nos reflejan ese pensamiento impetuoso y lleno de amor por el ser humano, tomadas de Nuestro Humanismo-Revista Esprit-Octubre de 1935.
Desde lo más profundo del ser, el humanismo personalista “no debía ignorar la diversidad de creencias, parciales o totales, sobre el universo y el hombre y…que estas creencias encontrarán hombres que más adelante sean capaces de comprometerse en libertad”
“La vocación del hombre es la de ser una persona en situación de comprometerse libre y responsablemente y capaz de vivir una vida espiritual”
“Nosotros queremos personas suficientemente conscientes de su vocación para que resistan cualquier tentación de amaestramiento. Queremos personas morales”.
(1) El Correo de la UNESCO (Noviembre de 1981)
(2) Emmanuel Mounier y el Personalismo – Inés Riego de Moine
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- Gerardo E. Martínez-Solanas
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Re: Re:Humanistas Cristianos
18 Mar 2013 18:26
El Humanismo Cristiano tiene una extraordinaria vigencia en el acontecer del mundo de hoy, sobre todo como medio de contrarrestar al populismo y el caudillismo mesiánico con un rostro humano y con unos principios firmes que sustenten la justicia social.
Es evidente que Helio conoce a profundidad el tema y por eso invito a los lectores que vivan en el Sur de la Florida (o que estén de visita la noche del jueves 21 de marzo) a que asistan a la Conferencia que Helio nos brindará sobre este tema a las 8 pm en el salón de actos de S. Juan el Apóstol, entrando a la derecha, en el 475 East 4th Street, Hialeah, FL.
Es evidente que Helio conoce a profundidad el tema y por eso invito a los lectores que vivan en el Sur de la Florida (o que estén de visita la noche del jueves 21 de marzo) a que asistan a la Conferencia que Helio nos brindará sobre este tema a las 8 pm en el salón de actos de S. Juan el Apóstol, entrando a la derecha, en el 475 East 4th Street, Hialeah, FL.
Reply to Gerardo E. Martínez-Solanas
- Abelardo Pérez García
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Re: Re:Humanistas Cristianos
19 Mar 2013 20:22
En este excelente artículo, Helio González nos habla de Teilhard de Chardin.
Es con mucho respeto que hay que hablar de este jesuita, eminente científico y pensador francés, pero no creo que sea faltarle el respeto decir que no es prudente ni sensato aceptar sin chistar todas sus opiniones salvo las que forman parte estrictamente de su pensamiento científico.
En 1964, cuando me encontraba estudiando matemáticas en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Burdeos, un amigo, estudiante de ciencias físicoquímicas, me dijo que uno de sus profesores había organizado una serie de conferencias sobre el pensamiento de Teilhard de Chardin y me pidió que lo acompañara. Fue tan ditirámbico acerca del personaje que me dejé tentar y lo acompañé. Las conferencias, muy interesantes todas, eran dictadas por eminentes especialistas de paleontología, filosofía y teología de Burdeos y de otras universidades francesas.
El recuerdo que guardo de aquellas conferencias (de hace casi cincuenta años) y de mis lecturas posteriores es el de un pensamiento optimista pero con cierto aspecto de lucubración que tiene más de intuición que de carácter científico. No veo qué base científica permite imaginar una sucesión de conciencias que forman una « noosfera » y que convergen hacia un « punto omega » donde los hombres se unirán con el « Cristo Cósmico ». Veo « mutatis mutandis » cierta relación con el pensamiento del gran sabio hindú Sri Aurobindo acerca de la evolución del hombre hacia la « Vida Divina ».
Helio González nos cita :
« El hombre es la cima a la que tiende desde el principio todo el tantear de esta Tierra. El hombre es por consiguiente la flor de la evolución, a la que se tendía desde un principio y que se preparó lenta y consecuentemente durante miles de millones de años. »
Tengo, como ustedes, estimados lectores, el honor de pertenecer a la « flor de la evolución » pero no me siento orgulloso por ello. Pienso en las palabras que, según Rubén Darío, el lobo de Gubbio dijo a San Francisco de Asís : « en todas las casa estaban la envidia, la saña, la ira ; hermanos a hermanos hacían la guerra, perdían los débiles, ganaban los malos… » ¿Son también flores de la evolución los Hitler, los Stalin, los Jack « el destripador », los violadores de niños y niñas, los verdugos de ancianos y otros personajes innobles que no hay ni que nombrar ? ¿Son tanteos de La Tierra las guerras ? Y ¿Qué vienen a hacer las epidemias y cataclismos en este designio cósmico del que somos la « cima » a pesar de no ser más que partículas efímeras e infinitesimales en un universo del cual ni su forma conocemos ?
Quisiera decir también que hay enormes diferencias entre el « humanismo » eugenista y más bien irreligioso de Huxley (Julián, claro, el hermano de Aldous) y el de Teilhard. La coincidencia acerca de « la evolución consciente de sí misma » es la misma que el sabio inglés tiene con Marx cuando este último habla de « la materia consciente de sí misma »
Para terminar, diré que El fenómeno humano de Teilhard de Chardin, como casi toda su obra, fue inscrita en el Índice de Libros Prohibidos por la Iglesia y que en 1962 se lanzó el « monitum » siguiente:
« Algunas obras del Padre Teilhard de Chardin, aun las póstumas, se publican y gozan de un favor que no hay que despreciar. Independientemente del juicio que se ha hecho en lo tocante a las ciencias positivas, en materia de filosofía y de teología aparece claramente que las obras antes recordadas están llenas de ambigüedades y aun de errores que ofenden la doctrina católica. Por consiguiente los Eminentísimos y Reverendísimos Padres de la Sagrada Congregación del Santo Oficio exhortan a todos los Ordinarios y Superiores de Institutos religiosos , Rectores de Seminarios y Presidentes de Universidad a defender las mentes, en particular la de los jóvenes, de los peligros de las obras del Padre Teilhard de Chardin y de sus discípulos. »
Es con mucho respeto que hay que hablar de este jesuita, eminente científico y pensador francés, pero no creo que sea faltarle el respeto decir que no es prudente ni sensato aceptar sin chistar todas sus opiniones salvo las que forman parte estrictamente de su pensamiento científico.
En 1964, cuando me encontraba estudiando matemáticas en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Burdeos, un amigo, estudiante de ciencias físicoquímicas, me dijo que uno de sus profesores había organizado una serie de conferencias sobre el pensamiento de Teilhard de Chardin y me pidió que lo acompañara. Fue tan ditirámbico acerca del personaje que me dejé tentar y lo acompañé. Las conferencias, muy interesantes todas, eran dictadas por eminentes especialistas de paleontología, filosofía y teología de Burdeos y de otras universidades francesas.
El recuerdo que guardo de aquellas conferencias (de hace casi cincuenta años) y de mis lecturas posteriores es el de un pensamiento optimista pero con cierto aspecto de lucubración que tiene más de intuición que de carácter científico. No veo qué base científica permite imaginar una sucesión de conciencias que forman una « noosfera » y que convergen hacia un « punto omega » donde los hombres se unirán con el « Cristo Cósmico ». Veo « mutatis mutandis » cierta relación con el pensamiento del gran sabio hindú Sri Aurobindo acerca de la evolución del hombre hacia la « Vida Divina ».
Helio González nos cita :
« El hombre es la cima a la que tiende desde el principio todo el tantear de esta Tierra. El hombre es por consiguiente la flor de la evolución, a la que se tendía desde un principio y que se preparó lenta y consecuentemente durante miles de millones de años. »
Tengo, como ustedes, estimados lectores, el honor de pertenecer a la « flor de la evolución » pero no me siento orgulloso por ello. Pienso en las palabras que, según Rubén Darío, el lobo de Gubbio dijo a San Francisco de Asís : « en todas las casa estaban la envidia, la saña, la ira ; hermanos a hermanos hacían la guerra, perdían los débiles, ganaban los malos… » ¿Son también flores de la evolución los Hitler, los Stalin, los Jack « el destripador », los violadores de niños y niñas, los verdugos de ancianos y otros personajes innobles que no hay ni que nombrar ? ¿Son tanteos de La Tierra las guerras ? Y ¿Qué vienen a hacer las epidemias y cataclismos en este designio cósmico del que somos la « cima » a pesar de no ser más que partículas efímeras e infinitesimales en un universo del cual ni su forma conocemos ?
Quisiera decir también que hay enormes diferencias entre el « humanismo » eugenista y más bien irreligioso de Huxley (Julián, claro, el hermano de Aldous) y el de Teilhard. La coincidencia acerca de « la evolución consciente de sí misma » es la misma que el sabio inglés tiene con Marx cuando este último habla de « la materia consciente de sí misma »
Para terminar, diré que El fenómeno humano de Teilhard de Chardin, como casi toda su obra, fue inscrita en el Índice de Libros Prohibidos por la Iglesia y que en 1962 se lanzó el « monitum » siguiente:
« Algunas obras del Padre Teilhard de Chardin, aun las póstumas, se publican y gozan de un favor que no hay que despreciar. Independientemente del juicio que se ha hecho en lo tocante a las ciencias positivas, en materia de filosofía y de teología aparece claramente que las obras antes recordadas están llenas de ambigüedades y aun de errores que ofenden la doctrina católica. Por consiguiente los Eminentísimos y Reverendísimos Padres de la Sagrada Congregación del Santo Oficio exhortan a todos los Ordinarios y Superiores de Institutos religiosos , Rectores de Seminarios y Presidentes de Universidad a defender las mentes, en particular la de los jóvenes, de los peligros de las obras del Padre Teilhard de Chardin y de sus discípulos. »
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Re: Re:Humanistas Cristianos
22 Mar 2013 21:43
Fernando Espuelas y el Humanismo Secular
Precisamente anoche 21 de marzo, escuchábamos la interesante disertación de nuestro amigo el Ing.Helio González sobre Humanismo Integral. Tanto el expositor como otros participantes, especialmente el Lic.Gerardo Martínez-Solanas, abundaron en las diferencias entre el Humanismo Secular y el Humanismo Cristiano.
No mencionaría yo aquí al Sr. Espuelas, de la emisora WQBA, si no fuera por sus constantes y por lo general mal argumentados ataques a Iglesia Católica, a los creyentes y por tanto también al concepto de Humanismo Cristiano.
Es este el típico ejemplo de quien declarándose defensor de la democracia, de la economía capitalista y los Derechos Humanos, representa una corriente de relativismo moral en perfecta armonía con el materialismo marxista-leninista que también se proclamaba ( y proclama donde subsiste) como “humanista”. Claro que hablamos de "Humanismo Secular".
Este señor, que dice “no hablo de lo que no conozco”, no para mientes en los hechos al decir que la Biblia ha sido plagiada, falsificada, adaptada por la Iglesia a lo largo de la Historia, confunde el Concilio de Nicea con el de Trento y mete a todos los participantes en el mismo salón aunque sus vidas terrenales estén separadas por solo 1000 años. Casi nada, una bicoca!
El comentarista, que llama en los micrófonos “ estúpidos” a los que no concuerdan con él, se ha escrito en Wikipedia una biografía más extensa que la de Einstein y tan llena de citas como la de Lincoln. Claro ejemplo de sabiduría y modestia.
El peligro es enorme. Personas que poco a poco se van identificando por ejemplo con sus planteamientos sobre la Ley Migratoria, y con los cuales podemos coincidir, o contra el chavismo en Venezuela, ¿quién no estaría de acuerdo?, pudieran terminar aceptando también sus posiciones a favor del aborto, la eutanasia o el matrimonio homosexual. Así es como el relativismo moral pretende adaptar la ética a los deseos de una parte de la población, con criterios siempre cambiantes, siempre acomodaticios.
A veces pensamos que el ateísmo es exclusivo del Comunismo y no es así. Por eso debemos estar siempre alertas ante los que resultan aparentemente no tan dañinos, pero van permeando las mentes de ideas no solo enemigas del cristianismo, sino de la idea de Dios mismo.
Mi abuelita Zoila decía: “Líbreme Dios de las aguas mansas, que de las otras me libro yo…”
Precisamente anoche 21 de marzo, escuchábamos la interesante disertación de nuestro amigo el Ing.Helio González sobre Humanismo Integral. Tanto el expositor como otros participantes, especialmente el Lic.Gerardo Martínez-Solanas, abundaron en las diferencias entre el Humanismo Secular y el Humanismo Cristiano.
No mencionaría yo aquí al Sr. Espuelas, de la emisora WQBA, si no fuera por sus constantes y por lo general mal argumentados ataques a Iglesia Católica, a los creyentes y por tanto también al concepto de Humanismo Cristiano.
Es este el típico ejemplo de quien declarándose defensor de la democracia, de la economía capitalista y los Derechos Humanos, representa una corriente de relativismo moral en perfecta armonía con el materialismo marxista-leninista que también se proclamaba ( y proclama donde subsiste) como “humanista”. Claro que hablamos de "Humanismo Secular".
Este señor, que dice “no hablo de lo que no conozco”, no para mientes en los hechos al decir que la Biblia ha sido plagiada, falsificada, adaptada por la Iglesia a lo largo de la Historia, confunde el Concilio de Nicea con el de Trento y mete a todos los participantes en el mismo salón aunque sus vidas terrenales estén separadas por solo 1000 años. Casi nada, una bicoca!
El comentarista, que llama en los micrófonos “ estúpidos” a los que no concuerdan con él, se ha escrito en Wikipedia una biografía más extensa que la de Einstein y tan llena de citas como la de Lincoln. Claro ejemplo de sabiduría y modestia.
El peligro es enorme. Personas que poco a poco se van identificando por ejemplo con sus planteamientos sobre la Ley Migratoria, y con los cuales podemos coincidir, o contra el chavismo en Venezuela, ¿quién no estaría de acuerdo?, pudieran terminar aceptando también sus posiciones a favor del aborto, la eutanasia o el matrimonio homosexual. Así es como el relativismo moral pretende adaptar la ética a los deseos de una parte de la población, con criterios siempre cambiantes, siempre acomodaticios.
A veces pensamos que el ateísmo es exclusivo del Comunismo y no es así. Por eso debemos estar siempre alertas ante los que resultan aparentemente no tan dañinos, pero van permeando las mentes de ideas no solo enemigas del cristianismo, sino de la idea de Dios mismo.
Mi abuelita Zoila decía: “Líbreme Dios de las aguas mansas, que de las otras me libro yo…”
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