El miedo a los colores
- Alvaro Alba
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El miedo a los colores
28 Jan 2012 04:37
En el Kremlin temen que las protestas por el fraude electoral en las elecciones parlamentarias de diciembre del 2011 se contagien con la primavera árabe y terminen en una revuelta de color en Rusia. En la vecina Georgia, el color rosa fue símbolo del cambio que sacó del poder a Eduard Shevarnadze. El color naranja fue la más emblemática de las revoluciones, la de Ucrania. También naranja fue el color de los movimientos y partidos prodemocráticos en las elecciones parlamentarias en Moldavia. Los opositores bielorrusos escogieron el azul. Amarillo fue el color de las revueltas en Kirguistán, pues dicen los opositores, es el color del semáforo que indica el cambio.
Pues el nuevo embajador de Estados Unidos en la Federación Rusa. Michael McFaul, quien llegó a Moscú el 14 de enero ya es acusado por la Duma rusa y varios políticos rusos de querer ponerle un color a los cambios en el país. Una reunión con representantes de la sociedad civil rusa en la embajada de Washington en Moscú el 17 de enero ha motivado acalorados debates parlamentarios y acusaciones de traición a los que acudieron. Visitaron la sede diplomáticos parlamentarios, organizadores de las protestas por el fraude electoral, lideres de la sociedad civil.
El enviado de Washington no es un diplomático de carrera, sino un especialista en la URSS y Rusia, que ha impartido la docencia en el área de ciencias políticas en la Universidad de Stanford. McFaul ha participado en proyectos sobre democracia en Irán e impartió docencia como profesor de ciencias políticas en la Universidad de Stanford. Sus obras fundamentales han sido dedicadas a las transformaciones democráticas en aquella zona que una vez formó la URSS. Ha publicado La revolución naranja: los orígenes del avance democrático en Ucrania (2006), Entre dictadura y democracia: las reformas políticas en la Rusia poscomunista (2004); Después de la caída del comunismo: lecciones comparativas de transiciones (2004); La elección popular y la democracia administrada: elecciones rusas de 1999 y 2000 (2003); Rusia revolución inconclusa: cambio político de Gorbachov a Putin (2001); y La privatización, conversión y la reformas empresariales en Rusia (1995).
Rusia sin dudas no le es ajena a McFaul. Además que vivió allí dos años, entre 1990-1991, al final de la perestroika, y fue en 1983, siendo estudiante de lenguas eslava, que visita Leningrado (hoy San Petersburgo). Pero no fue Rusia, reconoce el especialista, su esfera de interés académico en un inicio, sino los movimientos democráticos. Su tesis en Oxford versó sobre los movimientos de liberación en el sur de África (incluida Angola, Mozambique, Zimbabue).
El embajador no llega a Moscú para hacer amistades, pues tiene ya amigos. En la década de los noventa, todavía en la Unión Soviética conoció al ingeniero Arkadi N. Murashev, un joven que dirigió (por breve tiempo) la policía de Moscú al desaparecer la URSS; Evgueni V. Sevastianov, un físico que dirigió la campaña electoral de Andrei D. Sajarov en 1989 y después dirigió el KGB de Moscú; o Gabril J. Popov, ex alcalde de Moscú. Eran ellos parte del núcleo fundamental de los demócratas rusos, muchos de ellos sin vínculos con el PCUS y enfrascados en una lucha democrática por crear un nuevo país. Durante la primera campaña presidencial de Yeltsin en 1996 fue contratado como asesor.
Durante la campaña presidencial de Barak Obama el especialista en Rusia fue su principal consejero en esa esfera y al ganar las elecciones el demócrata pasó McFaul al Consejo de Seguridad Nacional como asesor presidencial. Ya en mayo pasado se conoció de la designación del especialista como embajador en Rusia, que pasó sin contratiempos por el Senado. Solamente que los rusos prefieren a una diplomático de carrera, quizás mas interesado en su porvenir dentro del Departamento de Estado que este profesor universitario dado a pensar “fuera de la caja”. La prensa rusa ya le llama “El teorético de la revolución inconclusa”, cuya misión fundamental es promover cambios en el país, finalizar la revolución democrática. Ya tiene McFaul su cuenta de Twitter y una página en Facebook, donde pide a los rusos de a pie, que le escriban. Y eso no es del agrado del Kremlin.
Pues el nuevo embajador de Estados Unidos en la Federación Rusa. Michael McFaul, quien llegó a Moscú el 14 de enero ya es acusado por la Duma rusa y varios políticos rusos de querer ponerle un color a los cambios en el país. Una reunión con representantes de la sociedad civil rusa en la embajada de Washington en Moscú el 17 de enero ha motivado acalorados debates parlamentarios y acusaciones de traición a los que acudieron. Visitaron la sede diplomáticos parlamentarios, organizadores de las protestas por el fraude electoral, lideres de la sociedad civil.
El enviado de Washington no es un diplomático de carrera, sino un especialista en la URSS y Rusia, que ha impartido la docencia en el área de ciencias políticas en la Universidad de Stanford. McFaul ha participado en proyectos sobre democracia en Irán e impartió docencia como profesor de ciencias políticas en la Universidad de Stanford. Sus obras fundamentales han sido dedicadas a las transformaciones democráticas en aquella zona que una vez formó la URSS. Ha publicado La revolución naranja: los orígenes del avance democrático en Ucrania (2006), Entre dictadura y democracia: las reformas políticas en la Rusia poscomunista (2004); Después de la caída del comunismo: lecciones comparativas de transiciones (2004); La elección popular y la democracia administrada: elecciones rusas de 1999 y 2000 (2003); Rusia revolución inconclusa: cambio político de Gorbachov a Putin (2001); y La privatización, conversión y la reformas empresariales en Rusia (1995).
Rusia sin dudas no le es ajena a McFaul. Además que vivió allí dos años, entre 1990-1991, al final de la perestroika, y fue en 1983, siendo estudiante de lenguas eslava, que visita Leningrado (hoy San Petersburgo). Pero no fue Rusia, reconoce el especialista, su esfera de interés académico en un inicio, sino los movimientos democráticos. Su tesis en Oxford versó sobre los movimientos de liberación en el sur de África (incluida Angola, Mozambique, Zimbabue).
El embajador no llega a Moscú para hacer amistades, pues tiene ya amigos. En la década de los noventa, todavía en la Unión Soviética conoció al ingeniero Arkadi N. Murashev, un joven que dirigió (por breve tiempo) la policía de Moscú al desaparecer la URSS; Evgueni V. Sevastianov, un físico que dirigió la campaña electoral de Andrei D. Sajarov en 1989 y después dirigió el KGB de Moscú; o Gabril J. Popov, ex alcalde de Moscú. Eran ellos parte del núcleo fundamental de los demócratas rusos, muchos de ellos sin vínculos con el PCUS y enfrascados en una lucha democrática por crear un nuevo país. Durante la primera campaña presidencial de Yeltsin en 1996 fue contratado como asesor.
Durante la campaña presidencial de Barak Obama el especialista en Rusia fue su principal consejero en esa esfera y al ganar las elecciones el demócrata pasó McFaul al Consejo de Seguridad Nacional como asesor presidencial. Ya en mayo pasado se conoció de la designación del especialista como embajador en Rusia, que pasó sin contratiempos por el Senado. Solamente que los rusos prefieren a una diplomático de carrera, quizás mas interesado en su porvenir dentro del Departamento de Estado que este profesor universitario dado a pensar “fuera de la caja”. La prensa rusa ya le llama “El teorético de la revolución inconclusa”, cuya misión fundamental es promover cambios en el país, finalizar la revolución democrática. Ya tiene McFaul su cuenta de Twitter y una página en Facebook, donde pide a los rusos de a pie, que le escriban. Y eso no es del agrado del Kremlin.
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