Hay un elemento ético fundamental indispensable para el funcionamiento de la democracia, sin el cual ésta se corrompe y se derrumba el edificio del respeto mutuo y del respeto al medio ambiente. Este elemento ético de respeto a la sociedad en que vivimos y al medio en que se desarrolla permite la estabilidad y la armonía necesarias para preservar un estilo de vida decoroso y agradable.
En particular, la falta de respeto al medio ambiente constituye un grosero atentado contra el derecho de todos los seres humanos a disfrutarlo a plenitud. La naturaleza, sus animales, sus plantas, sus ríos, sus mares, su atmósfera, son patrimonio de la humanidad que no pertenecen a ningún individuo, ni grupo, ni país, ni región alguna, sino una riqueza compartida para el disfrute de todos, y una herencia que todos tenemos la obligación de preservar.
Esa obligación no la hemos cumplido a cabalidad y la especie humana es responsable de la aniquilación de numerosas especies de plantas y animales, además de la contaminación creciente de la atmósfera, los ríos, los mares, etc. Los esfuerzos para preservar algunas especies de animales y plantas son escasos y de poca monta y sufren de la indiferencia y de la negligencia de la mayoría de nosotros.
Nos toca alzar la voz y emplear los medios democráticos para detener la tala indiscriminada de bosques. Es nuestra responsabilidad también poner término a deportes tan absurdos como son la caza de animales que no nos hacen daño alguno ni nos estorban y que estamos gradualmente exterminando de la faz de la Tierra.
Ese es el caso de la caza de las jirafas, sobre todo en Sudáfrica, Namibia y Zimbabwe, pero también en otros países de Africa. Un animal que no amenaza a ningún nucleo humano, que es manso y hermoso. Un falso "deporte" que destaca la falta de ética de quienes lo practican y de quienes lo permiten. Es verdaderamente lamentable ver las caras sonrientes de esos hombres y mujeres que consideran una hazaña matar jirafas y que llevan a sus niños a participar en la cruel, improductiva e injustificable matanza. Es también repulsiva la política de esos gobiernos que atentan contra la supervivencia de una especie que comparte la Tierra con nosotros para recibir a cambio unos cuantos miles de libras esterlinas, euros o dólares.
Aunque sólo fuera por el egoísmo de conservar animales hermosos en libertad para fomentar un turismo más civilizado de personas que los aman y admiran, esos gobiernos mejor harían si fomentaran mayores reservas naturales donde nadie esté autorizado a gozar con la muerte indiscriminada de otros seres vivientes.
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(en inglés)