La "Suiza del Oriente Medio" convertida en base yihadista
- Gerardo E. Martínez-Solanas
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La "Suiza del Oriente Medio" convertida en base yihadista
14 Oct 2024 19:23 - 14 Oct 2024 23:19
El Líbano ha estado enredado durante todo este comienzo de siglo en un sistema político dominado por el poder sectario y una profunda y dominante influencia externa, sobre todo la presencia determinante de Siria hasta 2005 y el control posterior de Irán, ejercido en la actualidad a través de su patrocinio de Hezbollah.
Estas fuerzas han obstaculizado decisivamente el verdadero potencial democrático que Líbano estaba desarrollando en el siglo pasado, lo que ha desembocado en un control autocrático extremo que se ha agudizado en los últimos años. Sin embargo, desde las protestas masivas de 2019, provocadas por la generalizada frustración desatada por la corrupción, el colapso económico y el estancamiento político, ha surgido un poderoso movimiento para la reforma democrática que las fuerzas represoras tratan de contener con creciente violencia.
No obstante, ciudadanos de todos los orígenes y clases sociales sigue exigiendo el fin del sectarismo y demandan una mayor rendición de cuentas por parte de los líderes que detentan el poder del Estado. Sin embargo, a pesar de la creciente presión para el cambio, la arraigada élite política que detenta el poder en el Líbano sigue resistiéndose a la reforma democrática, lo que deja al país en un momento crucial entre el gobierno autocrático y la esperanza de un futuro más democrático.
En 1956 el censo del Líbano mostraba que el 56% de la población era cristiana, en su mayoría católicos, sobre todo del rito maronita. Líbano era una especie de paraíso donde se vivía en paz y no había contiendas ni odios por motivos religiosos. Todo este ambiente de tolerancia y fraternidad comenzó a derrumbarse en los años 80 y culminó en los 90. Dejó de ser la "Suiza del Oriente Medio", como se la conocía hasta entonces. Ahora no hay un censo, pero el World Factbook estima que en 2020 había 66% de musulmanes, 30% de cristianos y 4% de drusos. La población judía ha desaparecido y estas cifras no incluyen a las milicias de Hezbollah ni a los refugiados palestinos y sirios.
Hezbollah no es ya una simple milicia invasora en el sur del país sino que ha forjado una rama política que llegó al poder en 2016 en una alianza con el presidente cristiano Michel Aoun (2016-2022), lo que facilitó, por ejemplo, la coordinación entre la milicia de Hezbollah y las fuerzas armadas regulares del Líbano. Pero debido a la ayuda iraní, Hezbollah está hoy mucho mejor pertrechado que las fuerzas regulares.
Interviniendo en los asuntos internos del Líbano durante el mandato del Presidente Aoun, Hezbollah aprendió a hacer política y hoy es mucho más que una milicia. Se trata de un movimiento presente en todos los estratos de la sociedad libanesa. Incluso se ha revelado que miembros del personal de Naciones Unidas destacados en Líbano trabajan en contubernio con Hezbollah y algunos ocupan posiciones de mando en esa organización terrorista.
Desde 2022, cuando terminó el mandato de Michel Aoun, Hezbollah bloqueó en el Congreso toda posibilidad de la elección de un presidente presionando para que todo el poder quede en manos musulmanas. Aspiran a un gobierno 100% musulmán, por eso impiden la elección del presidente, que debería ser un cristiano, según las normas constitucionales del país. Por ley, el cargo de Presidente de la República debe ser ocupado siempre por un cristiano maronita, el de Primer Ministro por un musulmán suní y el de presidente de la Asamblea de Representantes por un musulmán chiita, con el fin de que ninguna minoría del país pueda quedar discriminada, pero no es esta la agenda de Hezbollah y el empresario suní Nayib Mikati tomó desde entonces todo el poder del gobierno libanés.
Esa es la triste realidad de una "Suiza del Oriente Medio" convertida en base yihadista y ahora enfrascada en una guerra con Israel que le es ajena.
Estas fuerzas han obstaculizado decisivamente el verdadero potencial democrático que Líbano estaba desarrollando en el siglo pasado, lo que ha desembocado en un control autocrático extremo que se ha agudizado en los últimos años. Sin embargo, desde las protestas masivas de 2019, provocadas por la generalizada frustración desatada por la corrupción, el colapso económico y el estancamiento político, ha surgido un poderoso movimiento para la reforma democrática que las fuerzas represoras tratan de contener con creciente violencia.
No obstante, ciudadanos de todos los orígenes y clases sociales sigue exigiendo el fin del sectarismo y demandan una mayor rendición de cuentas por parte de los líderes que detentan el poder del Estado. Sin embargo, a pesar de la creciente presión para el cambio, la arraigada élite política que detenta el poder en el Líbano sigue resistiéndose a la reforma democrática, lo que deja al país en un momento crucial entre el gobierno autocrático y la esperanza de un futuro más democrático.
En 1956 el censo del Líbano mostraba que el 56% de la población era cristiana, en su mayoría católicos, sobre todo del rito maronita. Líbano era una especie de paraíso donde se vivía en paz y no había contiendas ni odios por motivos religiosos. Todo este ambiente de tolerancia y fraternidad comenzó a derrumbarse en los años 80 y culminó en los 90. Dejó de ser la "Suiza del Oriente Medio", como se la conocía hasta entonces. Ahora no hay un censo, pero el World Factbook estima que en 2020 había 66% de musulmanes, 30% de cristianos y 4% de drusos. La población judía ha desaparecido y estas cifras no incluyen a las milicias de Hezbollah ni a los refugiados palestinos y sirios.
Hezbollah no es ya una simple milicia invasora en el sur del país sino que ha forjado una rama política que llegó al poder en 2016 en una alianza con el presidente cristiano Michel Aoun (2016-2022), lo que facilitó, por ejemplo, la coordinación entre la milicia de Hezbollah y las fuerzas armadas regulares del Líbano. Pero debido a la ayuda iraní, Hezbollah está hoy mucho mejor pertrechado que las fuerzas regulares.
Interviniendo en los asuntos internos del Líbano durante el mandato del Presidente Aoun, Hezbollah aprendió a hacer política y hoy es mucho más que una milicia. Se trata de un movimiento presente en todos los estratos de la sociedad libanesa. Incluso se ha revelado que miembros del personal de Naciones Unidas destacados en Líbano trabajan en contubernio con Hezbollah y algunos ocupan posiciones de mando en esa organización terrorista.
Desde 2022, cuando terminó el mandato de Michel Aoun, Hezbollah bloqueó en el Congreso toda posibilidad de la elección de un presidente presionando para que todo el poder quede en manos musulmanas. Aspiran a un gobierno 100% musulmán, por eso impiden la elección del presidente, que debería ser un cristiano, según las normas constitucionales del país. Por ley, el cargo de Presidente de la República debe ser ocupado siempre por un cristiano maronita, el de Primer Ministro por un musulmán suní y el de presidente de la Asamblea de Representantes por un musulmán chiita, con el fin de que ninguna minoría del país pueda quedar discriminada, pero no es esta la agenda de Hezbollah y el empresario suní Nayib Mikati tomó desde entonces todo el poder del gobierno libanés.
Esa es la triste realidad de una "Suiza del Oriente Medio" convertida en base yihadista y ahora enfrascada en una guerra con Israel que le es ajena.
Last edit: 14 Oct 2024 23:19 by Democracia Participativa.
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