Religión y Presidencia
- Martín N. Añorga
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Religión y Presidencia
07 Oct 2012 21:00
La historia de los Estados Unidos como nación está íntimamente relacionada con la religión. Una breve mirada a las trece colonias que fueron el fundamento de la nación nos indica que las mismas fueron establecidas por personas que querían conservar el derecho a practicar su religión sin interferencias. Tenemos que la Colonia de la Bahía de Massachussets fue fundada por puritanos ingleses; Pennsylvania por los cuáqueros británicos, Maryland por católicos ingleses y Virginia por anglicanos de la misma nacionalidad.
Con la excepción de cuatro mandatarios, que sin dejar de profesar la fe cristiana, no se agruparon en ninguna denominación, todos los presidentes de Estados Unidos han tenido una determinada afiliación religiosa. Diez han sido Episcopales, siete Presbiterianos, cuatro Unitarios; cuatro Bautistas, tres Discípulos de Cristo, dos Reformados Holandeses; dos Metodistas, 2 Sociedad de los Amigos (cuáqueros), uno Congregacionalista y uno católico romano.
En el caso de Barack Obama mucho se ha hablado de su verdadera fe, aunque el presidente ha afirmado públicamente que es cristiano confeso, perteneciente a la Iglesia Unida de Cristo, específicamente a la congregación Trinity en la que fue bautizado.
Los que afirman que Obama es Islámico deben tener en cuenta que su padre era agnóstico, y que su abuelo fue un musulmán. Esta identidad religiosa se considera hereditaria; pero en los Estados Unidos tal concepción es ajena a nuestra cultura.
En estas elecciones existe la probabilidad de que por primera vez un mormón sea electo a la presidencia de la nación, hecho que preocupa a algunos cristianos evangélicos que consideran el Mormonismo como una secta no específicamente cristiana.
La realidad es que en términos generales la religión del presidente no influye de manera directa y determinante en el ejercicio de sus funciones. De todos es sabido que la esposa de Ronald Reagan consultaba a famosos astrólogos; pero su esposo era fiel asistente a Bel Air Presbyterian Church. En su lápida se encuentra una frase muy querida del gran presidente, “sé en mi corazón que el hombre es bueno. Que lo que está bien triunfará siempre al final, y cada vida tiene un valor y un propósito especial”. Jamás, sin embargo mezcló su religión con la política.
Dwight D. Eisenhower escribió una oración que pronunció antes de ser instalado como presidente. Parcialmente contenía estas peticiones: “Danos, te lo pedimos, el poder para discernir el bien del mal y concédenos que nuestras palabras y acciones sean dirigidas por las respetables leyes de la nación. Especialmente te rogamos porque nuestro interés se centre en todas las personas, sin que importen su raza y sus orígenes …”. En su oficio desde la Casa Blanca, Eisenhower se mantuvo siempre cuidadoso de que su fe personal no interfiriera en sus deberes como gobernante.
En el caso de Romney, se mezclan ciertas inquietudes dado el hecho de que jamás una persona que pertenezca a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días ha llegado a la Casa Blanca. Se calcula que los mormones suman 11 millones en el mundo, y que la mayoría, 5 millones, residan en los Estados Unidos. Se trata de una organización religiosa agresiva en sus métodos de promoción.
Los cristianos desconfían de las doctrinas mormonas por considerarlas anti-bíblicas y deformadas. El cristianismo se rige por el único Libro Sagrado que es La Biblia. Los mormones tienen una versión de La Biblia adaptada a sus ideas y dependen de otros tres libros que consideran inspirados, el Libro de Mormón, Doctrinas y Asambleas y La Perla de Gran Precio. Sin embargo, en el plano ético todos coinciden en que los mormones tratan de vivir una vida que honra a Dios: no fuman, no beben bebidas alcohólicas ni nada que contenga cafeína, incluido el famoso refresco Coca-Cola y cumplen con su obligación de ofrendar a sus respectivas congregaciones el 10% de sus ingresos.
En efecto, intentar un recorrido político de cuatro años presidido por un mormón activo y dedicado como Romney no deja de ser una aventura para el pueblo americano; pero insistimos en el hecho de que hasta hoy cada mandatario de los Estados Unidos, profesante de una convicción religiosa ha sido capaz de manejar los asuntos públicos sin imponerle a nadie las normas de su fe. Claro, siempre hay leves excepciones, pero nunca han sido lo suficientemente graves como para alterar el sistema de gobierno establecido en la nación.
Un ejemplo que viene al recuerdo es el hecho de que el presidente Harry Truman, en el año 1950, fue el primer mandatario americano en enviar un diplomático al Vaticano. Se trató de Myron Taylor, industrial de Pittsburg que era de militancia protestante.
Otro caso interesante es el de James Garfield, que fuera presidente del Instituto Ecléctico de Hiram, Ohio, un seminario especial que preparaba a los ministros de los Discípulos de Cristo, entre los que se destacaba el presidente estadounidense.
De nuestro primer presidente, George Washington, es esta lapidaria afirmación: “es imposible gobernar rectamente el mundo sin Dios y sin La Biblia” John Adamas fue el primer presidente en establecer su residencia en la Casa Blanca el primero de noviembre del año 1800. Durante el segundo día de estancia le escribió una carta a su esposa Abigail que contenía esta oración: “Pido a Dios que otorgue sus mejores bendiciones a esta Casa y a todos los que en adelante la habiten. Quiera el Señor que solo hombre sabios y honestos gobiernen bien bajo este techo”. El presidente Franklin D. Roosevelt ordenó que esta bendición de Adams fuera esculpida en la repisa de la chimenea del Salón de Cenas.
Abraham Lincoln, que no fuera profesante declarado de denominación religiosa alguna nos legó estas palabras: “Creo que La Biblia es el mejor don que Dios haya dado a la humanidad “.
Es interesante, para las costumbres de hoy, que la esposa del presidente Retherford B. Hayes prohibiera totalmente el uso de bebidas alcohólicas en la Casa Blanca, lo que hizo que la llamaran “Mrs. Limonada”. La pareja era religiosamente de ascendencia puritana.
El hecho fundamental es que la religión de los presidentes a lo largo de la historia, no ha sido jamás usada como tema de gobierno. Es de esperar que si Mitt Romney fuere elegido presidente de la nación siga la misma línea de sus predecesores. Lo que debe interesarnos es que sea un hombre honesto, compasivo, justiciero y limpio en sus acciones y pensamientos, y de que esas virtudes prevalezcan encargamos a nuestro Dios, el Dios de América que nos ha bendecido por cerca de dos siglos y medio.
Ciertamente lo que nos interesa es que se tome en cuenta la frase de Theodore Roosevelt, vigésimo sexto presidente de los Estados Unidos: “Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser grande o democracia”. Estas palabras fueron dchas en el año 1906.
Con la excepción de cuatro mandatarios, que sin dejar de profesar la fe cristiana, no se agruparon en ninguna denominación, todos los presidentes de Estados Unidos han tenido una determinada afiliación religiosa. Diez han sido Episcopales, siete Presbiterianos, cuatro Unitarios; cuatro Bautistas, tres Discípulos de Cristo, dos Reformados Holandeses; dos Metodistas, 2 Sociedad de los Amigos (cuáqueros), uno Congregacionalista y uno católico romano.
En el caso de Barack Obama mucho se ha hablado de su verdadera fe, aunque el presidente ha afirmado públicamente que es cristiano confeso, perteneciente a la Iglesia Unida de Cristo, específicamente a la congregación Trinity en la que fue bautizado.
Los que afirman que Obama es Islámico deben tener en cuenta que su padre era agnóstico, y que su abuelo fue un musulmán. Esta identidad religiosa se considera hereditaria; pero en los Estados Unidos tal concepción es ajena a nuestra cultura.
En estas elecciones existe la probabilidad de que por primera vez un mormón sea electo a la presidencia de la nación, hecho que preocupa a algunos cristianos evangélicos que consideran el Mormonismo como una secta no específicamente cristiana.
La realidad es que en términos generales la religión del presidente no influye de manera directa y determinante en el ejercicio de sus funciones. De todos es sabido que la esposa de Ronald Reagan consultaba a famosos astrólogos; pero su esposo era fiel asistente a Bel Air Presbyterian Church. En su lápida se encuentra una frase muy querida del gran presidente, “sé en mi corazón que el hombre es bueno. Que lo que está bien triunfará siempre al final, y cada vida tiene un valor y un propósito especial”. Jamás, sin embargo mezcló su religión con la política.
Dwight D. Eisenhower escribió una oración que pronunció antes de ser instalado como presidente. Parcialmente contenía estas peticiones: “Danos, te lo pedimos, el poder para discernir el bien del mal y concédenos que nuestras palabras y acciones sean dirigidas por las respetables leyes de la nación. Especialmente te rogamos porque nuestro interés se centre en todas las personas, sin que importen su raza y sus orígenes …”. En su oficio desde la Casa Blanca, Eisenhower se mantuvo siempre cuidadoso de que su fe personal no interfiriera en sus deberes como gobernante.
En el caso de Romney, se mezclan ciertas inquietudes dado el hecho de que jamás una persona que pertenezca a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días ha llegado a la Casa Blanca. Se calcula que los mormones suman 11 millones en el mundo, y que la mayoría, 5 millones, residan en los Estados Unidos. Se trata de una organización religiosa agresiva en sus métodos de promoción.
Los cristianos desconfían de las doctrinas mormonas por considerarlas anti-bíblicas y deformadas. El cristianismo se rige por el único Libro Sagrado que es La Biblia. Los mormones tienen una versión de La Biblia adaptada a sus ideas y dependen de otros tres libros que consideran inspirados, el Libro de Mormón, Doctrinas y Asambleas y La Perla de Gran Precio. Sin embargo, en el plano ético todos coinciden en que los mormones tratan de vivir una vida que honra a Dios: no fuman, no beben bebidas alcohólicas ni nada que contenga cafeína, incluido el famoso refresco Coca-Cola y cumplen con su obligación de ofrendar a sus respectivas congregaciones el 10% de sus ingresos.
En efecto, intentar un recorrido político de cuatro años presidido por un mormón activo y dedicado como Romney no deja de ser una aventura para el pueblo americano; pero insistimos en el hecho de que hasta hoy cada mandatario de los Estados Unidos, profesante de una convicción religiosa ha sido capaz de manejar los asuntos públicos sin imponerle a nadie las normas de su fe. Claro, siempre hay leves excepciones, pero nunca han sido lo suficientemente graves como para alterar el sistema de gobierno establecido en la nación.
Un ejemplo que viene al recuerdo es el hecho de que el presidente Harry Truman, en el año 1950, fue el primer mandatario americano en enviar un diplomático al Vaticano. Se trató de Myron Taylor, industrial de Pittsburg que era de militancia protestante.
Otro caso interesante es el de James Garfield, que fuera presidente del Instituto Ecléctico de Hiram, Ohio, un seminario especial que preparaba a los ministros de los Discípulos de Cristo, entre los que se destacaba el presidente estadounidense.
De nuestro primer presidente, George Washington, es esta lapidaria afirmación: “es imposible gobernar rectamente el mundo sin Dios y sin La Biblia” John Adamas fue el primer presidente en establecer su residencia en la Casa Blanca el primero de noviembre del año 1800. Durante el segundo día de estancia le escribió una carta a su esposa Abigail que contenía esta oración: “Pido a Dios que otorgue sus mejores bendiciones a esta Casa y a todos los que en adelante la habiten. Quiera el Señor que solo hombre sabios y honestos gobiernen bien bajo este techo”. El presidente Franklin D. Roosevelt ordenó que esta bendición de Adams fuera esculpida en la repisa de la chimenea del Salón de Cenas.
Abraham Lincoln, que no fuera profesante declarado de denominación religiosa alguna nos legó estas palabras: “Creo que La Biblia es el mejor don que Dios haya dado a la humanidad “.
Es interesante, para las costumbres de hoy, que la esposa del presidente Retherford B. Hayes prohibiera totalmente el uso de bebidas alcohólicas en la Casa Blanca, lo que hizo que la llamaran “Mrs. Limonada”. La pareja era religiosamente de ascendencia puritana.
El hecho fundamental es que la religión de los presidentes a lo largo de la historia, no ha sido jamás usada como tema de gobierno. Es de esperar que si Mitt Romney fuere elegido presidente de la nación siga la misma línea de sus predecesores. Lo que debe interesarnos es que sea un hombre honesto, compasivo, justiciero y limpio en sus acciones y pensamientos, y de que esas virtudes prevalezcan encargamos a nuestro Dios, el Dios de América que nos ha bendecido por cerca de dos siglos y medio.
Ciertamente lo que nos interesa es que se tome en cuenta la frase de Theodore Roosevelt, vigésimo sexto presidente de los Estados Unidos: “Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser grande o democracia”. Estas palabras fueron dchas en el año 1906.
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