La polarización no es solamente algo que vemos aquí en los Estados Unidos de América. La misma se está extendiendo “como un reguero de pólvora por las democracias de todo el mundo” y el panorama para el mundo no es bueno. La Doctora Jennifer McCoy[1] y su colega Murat Somer en su trabajo: “Reduciendo las polarizaciones perniciosas: Un análisis histórico comparativo de la despolarización y la superación de la polarización”[2], hablan entre otras aspectos sobre las experiencias de la polarización en diferentes países, como lo que actualmente está sucediendo en Estados Unidos y como la situación en este país se destaca del resto del mundo y los países que han logrado alejarse del “borde del precipicio de la polarización”.
En el sumario del trabajo antes mencionado, los autores señalan que:”El aumento global de la polarización política ha alimentado la preocupación por su impacto perjudicial en la política y la sociedad. Desde un aumento de la violencia política hasta una disminución de la calidad de la democracia y la gobernanza, las amenazas planteadas por la polarización perniciosa —la división de la sociedad en dos campos políticos mutuamente antagónicos— son diversas y agudas”[3].
Para el Foro Económico Mundial, en su Informe de riesgos Globales 2024[4]., la “polarización social” se encuentra en su lista de “riesgos a corto plazo” Para muchos a esta preocupación se suman las “interacciones entre la polarización y la desinformación” entre otros factores económicos, sociales y políticos. Para muchos, también, el populismo, tanto de derecha como de izquierda, alimentan la polarización en particular en la política, con las consecuencias que ya se saben que la acompañan.
Como cristianos, al analizar y pensar sobre este tipo de afirmaciones nos vemos obligados a actuar y determinar cómo reducir estas tenciones de forma urgente. La intolerancia que nos acompaña hoy en día tenemos que superarla y eliminarla si queremos salvar la democracia que tenemos.
En septiembre del 2023 en una entrevista con los medios vaticanos, el arzobispo Christophe Pierre, entonces Nuncio del Papa en los Estados Unidos, al ser consultado sobre unos recientes comentarios del Papa Francisco sobre el riesgo de polarización en la Iglesia de Estados Unidos, considero que esta situación no solo afecta a este país, sino a todo el mundo, sobre todo en la política. En sus declaraciones el nuncio señalo:
“Me llama la atención la dificultad que tienen a veces los políticos para hablar entre ellos en la resolución de problemas concretos. La polarización viene de que uno olvida fácilmente la concreción en la realidad, que es siempre entre las personas: cuando se cierra o se olvida a las personas, a las situaciones concretas, se va a las ideas, se polariza, en lo que en Estados Unidos llamamos « una guerra cultural«”[5].
Pero esta dificultad que tienen los políticos para conversar entre ellos, producto de la intolerancia a la hora de hablar, se ha extendido a otras capas del espectro social. En escuelas, entre amigos, en el seno familiar por citar algunos casos. Vemos que desde hace ya algunos años estamos viviendo en el “borde del precipicio de la polarización”, como bien se apuntaba al principio de este trabajo, pero en algunos casos extremos ya nos encontramos en el fondo del precipicio.
Hoy, el pensar distinto se ha convertido en un pecado. Hoy el que piensa distinto es visto como un enemigo. Hoy el difamar a una persona por tener opiniones opuestas es casi una norma, en especial en el sur del estado de la Florida. Hoy, la intolerancia marca de forma dañina las relaciones entre los seres humanos. Hoy el respeto a la dignidad intrínseca de la persona humana es ignorado. Hoy muchos cristianos han olvidado lo de “Amaras al prójimo como a ti mismo”[6].
Para los cristianos la tolerancia nos debe encaminar hacia la búsqueda en común de la verdad. La tolerancia no significa solamente escuchar lo que el otro dice, sino valorizar lo que dice. Una persona que se entusiasma con algo que para él es importante y lo defiende, puede estar sin duda dispuesto a cambiar de opinión si alguien le convence con razones de que se trata de una ilusión falsa. Pero esto implica estar dispuesto a escuchar y entender, como también implica lo mismo para la otra persona. Solo si vemos al prójimo como a nosotros mismos, se podría en común llegar a la verdad. Nuestra Iglesia siempre ha promovido la importancia de la búsqueda común de la verdad, la contribución al bien común y la paz.
En su mensaje para la XXIV Jornada Mundial de la Paz en 1991, el Papa Juan Pablo II abordó la importancia del respeto a la conciencia de cada persona como fundamento necesario para la paz en el mundo, afirmando que ninguna autoridad humana tiene el derecho de intervenir en la conciencia de ningún hombre. La intolerancia, que se manifiesta en el rechazo de la libertad de conciencia de los demás, representa una seria amenaza para la paz. Tres décadas después, nos encontramos con que la intolerancia sigue haciendo estragos no solamente para la paz mundial, sino para la paz social y política en muchos países.
Para muchos hoy en día, no solamente se sufre la falta del respeto a la opinión del otro, sino que se sufren los ataques a la dignidad del que piensa distinto. En este sentido vale la pena recordar las palabra que el Papa Francisco escribió en el prefacio del libro “No hablar mal de los demás” (Non sparlare dedli altri) publicado en Italia en enero de 2020, del fraile capuchino Emiliano Antenucci, misionero de la Misericordia, rector de un santuario dedicado a la Virgen del Silencio en Avezzano, Italia.[7]
En su escrito el Papa Francisco nos enseña que “El silencio es también el lenguaje de Dios y es también el leguaje del amor, como escribe San Agustín: “Si callas, calla por amor, si hablas, hablas por amor”. En este prefacio el Papa nos invita a “No hablar mal de los demás, no es sólo un acto moral, sino un gesto humano, porque cuando «hablamos mal» de los demás, ensuciamos la imagen de Dios que está en cada hombre”.
Para el Papa Francisco “El uso justo de las palabras es importante. Las palabras pueden ser besos, caricias, medicinas o cuchillos, espadas o balas. Con las palabras podemos ben-decir o mal-decir, las palabras pueden ser paredes cerradas o ventanas abiertas. Somos «terroristas«, cuando lanzamos «las bombas» de los chismes, las calumnias y la envidia. El sencillo camino de la Madre Teresa de Calcuta y el camino de la santidad de todo cristiano”. Para finalizar el prefacio del libro el papa ruega para “Que la Virgen del Silencio nos enseñe el buen uso de nuestra lengua, nos dé la fuerza para bendecir a todos, la paz en nuestros corazones y la alegría de vivir”.
Hoy en día se ve y se escucha a muchos cristianos que no entienden que solo a través un diálogo honesto y el respeto a la dignidad del prójimo y a su propia dignidad, es posible huir de las polarizaciones constantes y de la intolerancia social a la que nos estamos enfrentando y que destruye las relaciones humanas. Hoy más que nunca tenemos que luchar por superar los actuales esquemas de polarización ideológica. El panorama político al que nos estamos enfrentando hoy en día en los Estados Unidos nos obliga actuar como miembros de la sociedad en la que vivimos inspirados en los principios y valores cristianos que profesamos.
Por eso es importante que recapacitemos en uno del importante apunte que señalan la Dra. Jennifer McCoy y el Dr. Murat Somer, en el trabajo antes mencionado, es en referencia a que cuando la polarización alcanza una sociedad dividida en bandos políticos mutuamente desconfiados, “en los que ninguna de las partes tiene incentivos para seguir una estrategia despolarizadora, tiene consecuencias perniciosas para la democracia”.
Por un lado, estamos viendo que actualmente los partidos se vuelven reacios a comprometerse. Cómo también vemos que el fanatismo y la intolerancia “logran que los votantes pierdan la confianza en las instituciones públicas y el apoyo normativo a la democracia puede disminuir”. En casos extremos se pudiera llegar, si no actúanos pronto, a que cada bando comience a ver al bando contrario y sus políticas como “una amenaza existencial a su propia forma de vida o a la nación en su conjunto”. Hoy, donde está desapareciendo el respeto a la dignidad plena del "otro", a quien se le ve en términos bien negativos y es transformado en un enemigo a vencer a todo costo, la predica de “Amaras al prójimo como a ti mismo” no es asumida en todo su sentido.
El fanatismo, que sin duda alimenta la intolerancia, conlleva una defensa y seguimiento pasional, carente de todo sentido crítico. Algunos estudiosos señalan que los fanáticos suelen ser, muchas veces, personas inseguras, que buscan compensar su necesidad con quienes le ofrecen la respuesta a todas sus dudas, con mayor razón si le dicen que esas respuestas provienen de Dios a través de sus mensajeros. Para estos mismos estudiosos, el fanatismo intolerante puede venir de diversos lados, por eso nos encontramos ante personas que han renunciado a toda crítica de sus postulados políticos, sociales, culturales y/o religiosos, teniendo la certeza interior de estar en posesión de la verdad absoluta, y están dispuestos a morir por eso. En ese caso la religión se ha convertido en una ideología generadora de una “falsa conciencia” o “conciencia alienada”.
Ante este panorama que se nos presenta hoy en día, nos toca a los cristianos a “hablar por amor”, obligándonos a escuchar y valorizar lo que el otro dice, con la confianza que el otro también escuchara y valorizara los que nosotros le decimos, ambos en la búsqueda en común de la verdad como contribución al bien común y a la paz social. Solo una postura firme en defensa de la tolerancia, del respeto a la dignidad plena de la persona humana y de un serio compromiso con el principio de amar a nuestros prójimos como a nosotros mismos, podremos evitar caernos por el “precipicio de la polarización” y quizás hasta podamos salirnos del fondo del precipicio.
En el mensaje enviado por el Papa Juan Pablo II al publicarse las “Actas del Congreso sobre la Inquisición”, organizado en el Vaticano del 29 de octubre de 1998[8] , nos dejaba esta oración: “Señor, Dios de todos los hombres, en algunas épocas de la historia los cristianos a veces han transigido con métodos de intolerancia y no han seguido el gran mandamiento del amor, desfigurando así el rostro de la Iglesia, tu Esposa. Ten misericordia de tus hijos pecadores y acepta nuestro propósito de buscar y promover la verdad en la dulzura de de caridad., conscientes de que la verdad solo se impone con la fuerza de la verdad misma. Por Cristo nuestro Señor”.
Siro del Castillo es autor y activista, especializado en asuntos de inmigración y de sindicalismo obrero, Secretario General Adjunto del Frente de Trabajadores Latinoamericanos y Caribeños Demócrata Cristianos (FETRALDC), miembro de la junta editorial y frecuente colaborador de El Ignaciano.
[2] The Reducing Pernicious Polarization: A Comparative Historical Analysis of Depolarization and Overcoming Polarization
[3] Ibid
[4] Global Risks Report 2024 | Foro Económico Mundial (weforum.org)
[5] Estados Unidos, los católicos y la polarización: Nuncio del Papa aborda los temas | ZENIT - Espanol
[6] S. Mateo 22:37-40
[7] Papa Francisco: Las palabras pueden ser caricias, o cuchillos (aleteia.org)
8] Publicación de las Actas del Congreso internacional de estudio sobre la Inquisición | EWTN
El presente articulo ha sido tomado del original en:
El Ignaciano
Revista Trimestral bilingüe del Instituto Jesuita Pedro Arrupe Volumen 7 / Año 7, #2 - Junio 2024
https://elignaciano.com/