The Participatory Democracy Cultural Initiative, sponsor of these WEB pages, formally rejects the use of the terms left, center and right, as in any way being significant for the study and/or analysis of social issues and state policies. Those terms are confusing in political debate and only serve as mere labels to be used in demagogic and/or derogatory contexts. Either citizens and politicians are democracy lovers or they are democracy bashers. As such they will either tackle issues and policies as a common effort to be shared by all under a human rights abetting regime or will instead justify their authoritarian policies as a messianic quest "for the good of the people" that must be achieved by any means available.
Political thought forms a wide rainbow from the Communists and Socialists on one side to the Conservatives and Libertarians on the other with a wide diversity of intermediate shades. Citizens following anyone of those political philosophies may be democracy lovers as far as they respect the rights of others and promote law and order as a national consensual goal. On the other hand, authoritarian regimes might use any one of those shades in the political rainbow to cover-up their real goals of attaining power and preserving it indefinitely at all costs.
Hence, the litmus test of democracy depends not on left, center or right, Communist or Libertarian or any other, but on due respect to the inalienable rights of others under a law abiding regime. Its measure is given on how decentralized a government is in applying the subsidiarity principle.
Participatory democracy emerges from social and political order as one further step taken by society beyond representative democracy. In fact, authentic participatory democracy is such that uses representation as a real interactive agent of citizens' participation in decision-making. The subsidiarity principle applies to any real progress a representative democracy achieves towards decentralization and participation.
La Iniciativa Cultural para una Democracia Participativa, patrocinadora de estas páginas de la WEB, rechaza formalmente las denominaciones izquierda, centro y derecha como carentes de significado en el estudio o el análisis de los problemas sociales y de las políticas del Estado. Esos son términos que confunden el debate político y sólo sirven como convenientes etiquetas para el discurso demagógico y la acusación peyorativa. El ciudadano común y el político se manifiestan con sus hechos como amantes de la democracia o como sus enemigos. Como tales, ya bien se mostrarán dispuestos a enfrentar los problemas y promover las políticas como un esfuerzo común compartido por todos bajo un régimen promotor de los derechos humanos, o justificarán sus esfuerzos autoritarios, por el contrario, como una gesta mesiánica que deben imponer por todos los medios a su alcance "para bien del pueblo".
El pensamiento político es un amplio arcoiris que abarca desde los comunistas y socialistas, por una parte, hasta los conservadores y anarquistas o libertarios, por la otra, con una gran diversidad de matices intermedios. Los ciudadanos que favorezcan cualquiera de estas filosofías políticas demostrarán ser amantes de la democracia con su respeto a los derechos de los demás y sus esfuerzos para promover un consenso nacional basado en las leyes y el orden. En el otro extremo, los regímenes enemigos de la democracia podrán utilizar para sus propios fines cualquiera de estos matices del arcoiris político como una pantalla que oculte sus verdaderos propósitos de poder con el fin de preservarlo indefinidamente a cualquier costo.
Por consiguiente, la autenticidad de una democracia no depende de la izquierda, el centro o la derecha, de los comunistas, los libertarios o cualesquiera otros, sino del respeto a los derechos inalienables de los demás bajo un régimen que se ajuste a la ley para aplicar la justicia. Su progreso se calculará a su vez por la medida de descentralización del gobierno en aplicación del principio de subsidiariedad.
La Democracia Participativa emerge del orden social y político como un paso más de la sociedad que trasciende el mecanismo de la Democracia Representativa. Podemos concebir a una democracia participativa auténtica cuando ha aprendido a manejar esos mecanismos de representación como un agente interactivo de participación ciudadana en el proceso de tomar decisiones. El principio de subsidiariedad se aplica así a todo progreso real que logre la democracia representativa hacia las metas de descentralización y participación.