Nosotros creemos en la democracia. Siempre, en todo tiempo y en todo lugar. En América Latina hemos tenido muchas dictaduras. Entre éstas la de Pinochet. Luchamos contra todas y recibimos la solidaridad de los demócratas del mundo. Por convicción, por consecuencia y por solidaridad, expreso a nombre de la Organización Demócrata Cristiana de América, nuestro compromiso irreductible a favor de una Cuba democrática y de apoyo a todos los que luchan por su libertad. En eso estamos y en eso estaremos hasta el final.
Los comentarios siguientes tienen un objetivo, reflexionar a la luz de la experiencia chilena y de las transiciones en general, teniendo muy presente lo que sucede en Cuba y en la necesidad que ésta alcance por fin la demo-cracia. Como dijo el presidente Havel se trata de pensar el futuro. Nada atemoriza más a un dictador, que la oposición piense sobre el futuro. Así hacerlo es luchar contra la dictadura donde más le duele, porque éstas sólo viven en el presente. Mis comentarios sobre la transición se concretan en diez puntos.
Primero. Las transiciones se preparan, permítanme insistir, las transiciones se preparan. Lo peor es concebir el paso de una dictadura a la democracia, como etapas absolutamente diferenciadas entre sí. Gran error. Para que exista una transición, ésta debe prepararse, sólo así se logra y se configura un tipo de transición que responda de mejor forma al ideal pacífico y democrático.
Segundo. Las transiciones deben responder a los intereses y expectativas de los ciudadanos. Que fundamentalmente buscan libertad, progreso social y tranquilidad. Los pueblos temen al caos. Habitualmente no siguen a quienes sólo ofrecen un camino político, que no responde a las incertidumbres y a las demandas económicas y sociales de la población. Experiencias recientes demuestran la validez de mi afirmación. Piensen ustedes lo que acaba de pasar en Venezuela.
Tercero. Preparar una transición y hacerla a la vez posible, requiere y hoy día exige, una oposición suficientemente mayoritaria y unida, que genere la imagen de que constituye una opción de poder suficiente. Esto supone acuerdos, consensos, gestos, flexibilidades y un fuerte compromiso de servicio en la búsqueda de éste bien común. Son tradicionales las divisiones en la oposición y también es tradicional como las dictaduras usufructúan de éstas.
Cuarto. No basta con la unidad de una oposición mayoritaria. Se requiere que esta se constituya en alternativa de gobierno. Es esencial que el régimen, los funcionarios, los militares, la comunidad internacional y la ciudadanía, reconozca que esta oposición es una alternativa de Gobierno. Más claro, una verdadera alternativa de poder. Yo recuerdo y cuando don Patricio lidereaba nuestra oposición, algún amigo extranjero nos ejemplificaba esto que estoy tratando de explicar del siguiente modo: en Chile régimen militar, él nos decía ustedes van a ser verdadera alternativa en el momento que los coroneles piensen que quizá de ustedes dependa como gobierno democrático del futuro su ascenso a general. Qué simple pero que directo, alternativa real de poder.
El compromiso opositor para luchar contra en dictador, no basta. Tampoco ser una fuerza mayoritaria, es indispensable convencer que la unidad es real y capaz de dar buen gobierno por un largo tiempo.
Quinto. Por ende, para ser alternativa de poder, se necesita un Programa de Gobierno. Esto implica conocer muy bien la realidad del país y los problemas de la gente. Saber qué hacer después de la dictadura. Qué pasa con la salud, qué pasa con la educación, cómo se mejoran los empleos y cómo se promueve la inversión.
Una oposición que sabe lo que quiere hacer, elimina incertidumbre, genera confianza y seguridad, demuestra que es alternativa y así posibilita la transición.
Sexto. Oposición Unida. Alternativa de Gobierno. Programa de Gobierno y finalmente un liderazgo personificado, sea en un líder, o como en Chile dijimos en su momento porque teníamos varios líderes, un primus inter-pares, un primero entre aquellos hermanos luchando por la democracia. Esto es un condición esencial.
Nos dicen que vivimos en la sociedad de las comunicaciones. Hoy día la política es imagen. La imagen la dan las personas. Quien o quienes lideran son los que dan la confianza esencial para los ciudadanos. La oposición que no tiene liderazgo o que no logra definirlo, es una oposición a la cual se le dificulta construir transición, y aún más diría yo, de producirse esta corre el riesgo de no conducirla.
Séptimo. Se requiere una respuesta respecto a los delitos de la dictadura. Toda transición pacífica se ve enfrentada a esta situación. La revancha no ayuda a crear transición. A su vez el silencio puede facilitarla inicialmente, pero corre el riesgo de desligitimar el proceso y la conducción democrática. Es un tema donde hay que integrar lo ético junto a lo necesario y lo posible, junto al coraje y la prudencia. En Chile don Patricio Alwyn habló de toda la verdad, y constituyó una Comisión para establecer la verdad, que fue muy importante en nuestra transición. Pues bien el habló de toda la verdad, habló también de la justicia en la medida de lo posible y de necesaria reconciliación.
Octavo. Un proyecto constitucional definido en sus bases centrales. Construir democracia es un deber y una oportunidad. Esta debe estar acorde con los tiempos. Debe anticiparse a los problemas y aprender de las transiciones. Hay que definir el régimen político y el sistema electoral. La situación de las FFAA, su rol. El pluralismo en la sociedad y en los medios de comunicación. Todo esto junto a mecanismos que impidan y castiguen fuertemente la corrupción.
Noveno. Un proyecto económico claro. En América Latina esto implica lograr simultáneamente crecimiento con equidad. Para esto hay que asegurar que la economía funcione bien. Evitar los monopolios. Creer en el mercado y, por supuesto también, en el rol del Estado. En los derechos de trabajadores y empresarios. En un país abierto al mundo, distante de todo proteccionismo. Que favorezca la integración y unidad de América Latina.
Décimo. Se requiere una transición con un sistema de partidos fuertes. Partidos con ideas y programas distantes de los populismos de cualquier signo. Transparencia y financiamiento público. Partidos democráticos abiertos al ciudadano. Y algo muy importante, políticos distintos, un estilo político cercano, confiable, austero, serio y responsable.
En Chile esto fue parte vital de nuestra lucha contra la dictadura. En paralelo a la denuncia de las violaciones de derechos. A las protestas. Y a la reivindicación de las libertades.
Llegó un momento en que nos decidimos a construir un Proyecto de futuro. Nosotros le denominamos en ese tiempo un Proyecto Alternativo. Créanme que cuando lo hicimos, sentimos que el país percibía que llegaba el fin del Dictador. Y el grito del pueblo chileno, comenzó a ser “y va caer y va a caer”. Y así fue. Así cayó. Gracias a Dios.