El fin del embargo a Cuba y la Cuestión Española

  • Miguel Saludes
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El fin del embargo a Cuba y la Cuestión Española

10 May 2015 21:01
#8758
MIAMI, Florida -En el documental de la serie Imprescindibles, dedicado al escritor español Jorge Semprún, se hace referencia a un hecho histórico que puso fin a la política aislacionista que Estados Unidos y sus aliados habían decretado contra la España franquista en 1946. En el material de archivo el escritor y dirigente comunista ofrece su testimonio sobre el papel jugado por el PCE en aquel acontecimiento. Semprún fue encargado de convencer a los miembros del partido contrarios a toda flexibilización hacia la dictadura de Franco para que cedieran en su posición. A la rigidez de los seguidores de Dolores Ibarruri se anteponía la tesis liderada por Santiago Carrillo bajo el argumento de que el fin de las medidas restrictivas y la entrada de España a foros internacionales como Naciones Unidas influiría a la larga en cambios en el seno del régimen dictatorial.

La encomienda de Semprún ganó las posiciones de numerosos exiliados comunistas españoles en la URSS. Tal vez su influencia fuera decisiva para que el gobierno soviético se inclinara por la solución consensuada con Estados Unidos de “yo no veto a los tuyos y tú tampoco a los míos” que posibilitó finalmente la solución para la llamada Cuestión Española y con ello la entrada de la España al seno de Naciones Unidas en 1955.

El acuerdo que redundó en un espaldarazo importante para el régimen franquista no implicaba entonces la posibilidad de aperturas ni cambios políticos en la hermética estructura falangista. Ni siquiera se avizoraba la posibilidad de que el Generalísimo abandonara el escenario por causas naturales, dando paso a rostros más predispuestos a una transición que tardaría dos décadas en verificarse.

Precisamente cuando se conmemora 60 años de aquel acontecimiento, otro hecho nos remite a una realidad política semejante. Se trata del caso cubano que a medio siglo de la aplicación del embargo norteamericano, y aún sin solución completa a la vista, comienza a desmadejarse tras las recientes medidas del presidente Barack Obama.

Como ocurrió entonces con la oposición española las opiniones se dividen entre los que apuestan por la ruptura del círculo vicioso y los que creen en la práctica de mantener las sanciones. El proceso ocurre en el marco del inicio del período electoral norteamericano donde se componen las fórmulas que aspiran a la Casa Blanca. Entre los republicanos que han presentado sus credenciales destacan los nombres de Marco Rubio y Ted Cruz, ambos senadores con sangre cubana corriendo en sus venas. No es difícil suponer que en una hipotética carrera final contra el rival demócrata, entre las propuestas electorales de estos contendientes esté la remoción de las medidas aplicadas por la actual administración buscando la re instalación de viejas políticas eliminadas el pasado 17 de diciembre.

Por otro lado mientras muchos cubano americanos opuestos a la táctica de la administración Obama se esperanzan con la llegada de Rubio o Cruz para que pongan de nuevo las cosas en su lugar, olvidan otra realidad. Y es que si alguno de ellos llegara a la Casa Blanca, en ese momento el flamante presidente tendrá que responder a los intereses de la nación que lo eligió para encabezar su gobierno. El problema cubano no es la prioridad de la gran nación americana. Prohibir a los norteamericanos viajar o hacer negocios mientras los millones de residentes cubanos en territorio estadounidense tienen esa posibilidad y aportan una significativa contribución económica a la Isla resulta una contradicción.

Como era de esperar, varios miembros de la Cámara de Representantes estadounidense han adelantado posiciones mediante un proyecto para limitar los viajes de Estados Unidos a Cuba, en lo que se considera una de las primeras iniciativas para frustrar el proceso de normalización de relaciones entre Washington y La Habana. La propuesta de los legisladores busca sobre todo poner freno a los viajes de estadounidenses que se anuncian como una posible avalancha sobre la cercana isla.

¿Es justificable esta apreciación y la táctica tomada en correspondencia? ¿Acaso vale más terminar de una vez con todas las justificantes del régimen cubano pese a la continuidad de su acción represiva y la resistencia a que el sistema evolucione hacia una salida democrática? Mejor que aplicar fórmulas poco efectivas sería abonar un terreno propicio donde los ciudadanos de la Isla trabajen y decidan como llevar los cambios en su país contando con el protagonismo de los grupos de la sociedad civil que se organizan en un amplio abanico de pensamiento y campos de acción cívica.

Como ocurrió definitivamente en el caso franquista de la mano de un grupo de aperturistas republicanos y del mismo país que había propiciado el aislamiento en 1946, todo apunta a que la solución para este capítulo de Cuba sea el desbloqueo que comprometa de una vez al tránsito hacia una nueva realidad. A diferencia de España, en la mayor de las Antillas los tiempos parecen ser favorables para una pronta verificación del saldo positivo en la apuesta de una nueva mentalidad por conseguir lo que hasta ahora no ha logrado la rigidez en las posturas.
  • Gerardo E. Martínez-Solanas
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Re: El fin del embargo a Cuba y la Cuestión Española

23 May 2015 23:54
#8771
Miguel Saludes nos tiene acostumbrados a opiniones muy racionales sobre los temas cuyo análisis nos brinda en este Foro y esta vez tampoco se queda corto.

Hay dos elementos fundamentales que no podemos perder de vista en este debate. Primero, que los gobernantes de Estados Unidos hasta ahora han demostrado que responden a los intereses de su país y que los intereses de los cubanos son una cuestión bastante secundaria en su política exterior. Segundo, que en un país que ha respetado bastante los derechos de sus ciudadanos es bastante incómodo y poco justificable para un gobernante imponer restricciones indefinidas y prolongadas a la libertad de empresa y a la libertad de movimientos como está sucediendo desde hace medio siglo en las relaciones con Cuba y las limitaciones resultantes que han tenido que soportar los ciudadanos de Estados Unidos. Por otra parte, es evidente también que la política del embargo al cabo de medio siglo ha demostrado de sobra que es ineficaz.

Por lo tanto, oponerse a un acercamiento de ambos países mediante campañas de oposición al gobierno de Estados Unidos es una estrategia contraproducente para los cubanos residentes o ciudadanos. Tomar una posición de adversarios o hasta de “enemigos” del Presidente Obama, del Partido Demócrata o de la política exterior del Poder Ejecutivo en sus relaciones con Cuba, sólo sirve para debilitar la posición monolítica que el pueblo cubano en el exilio debe mantener contra la dictadura y sus manifestaciones de abuso de poder. En otras palabras, el enemigo está allá, sojuzgando a Cuba y a los cubanos, y no en el gran país del Norte. La cuestión consiste entonces en ver qué provecho se puede sacar de este “acercamiento”.

En Estados Unidos, residentes y ciudadanos gozan de grandes libertades y tienen el privilegio del acceso al Poder Legislativo a través del contacto directo o epistolar con sus representantes y senadores y al Poder Judicial a través de procedimientos legales que suelen ser transparentes y legítimos. Por lo tanto, los cubanos exiliados, que tienen además el privilegio de contar con senadores y representantes en Washington que son de origen cubano, pueden ejercer campañas para que el Congreso tome medidas que obliguen al Presidente a establecer ciertos condicionamientos en las negociaciones con la dictadura cubana. En realidad, la posibilidad del levantamiento del embargo es una buena herramienta para ejercer presión sobre el gobierno cubano con el planteamiento de condicionamientos legítimos basados en los derechos humanos.

Podemos pensar que eso no llegaría muy lejos debido a la intransigencia del gobierno cubano, en particular por el control vertical del poder por parte de los Hermanos Castro. Pero lo mismo sucedería si los Estados Unidos cedieran a todas las exigencias de la dictadura cubana con la simple esperanza de poder cosechar beneficios comerciales abriendo mercados en esa isla tan cercana, con la ingenua expectativa de poder socavar el monolito castrista con un poco de buena voluntad y mejores condiciones de vida para los cubanos que se beneficien de un renovado intercambio comercial y turístico.

Ojalá fuese así. Pero tenemos que recordar que este proceso se realiza bajo la égida de un capo di tutti capi que ejerce el poder mediante una estructura muy rígida y muy semejante a la de los grandes padrinos de la mafia. Un máximo líder que, además, tiene un historial mucho más radical en el seudo comunismo criollo que el que antaño movía a su hermano mayor. Raúl Castro es un verdadero discípulo del estalinismo y ha aprendido mucho de él.

Estoy convencido de que él sabe bien cómo actuaban Lenin y Stalin en su oportunidad y que sus pasos y sus cálculos están basados en las lecciones de sus mentores. En 1921 Lenin proclamó la Nueva Política Económica, proclamó su deseo de tender una mano a Occidente e invitó a los inversionistas extranjeros con una supuesta política de brazos abiertos. Al mismo tiempo, Félix Dzerzhinsky, siguiendo las instrucciones encubiertas de Lenin, se dedicó a sembrar la desconfianza y la división entre los rusos exiliados con el argumento de que no tenían derecho alguno desde fuera del país porque “el cambio sólo puede venir desde adentro”.

Así surgió en los años subsiguientes, hasta la muerte de Lenin, un movimiento conocido como Smenovekhovtsy (Сменовеховцы) impulsando el establecimiento de relaciones estrechas de los emigrados con los bolcheviques, asegurándoles que la colaboración política y económica redundaría en una notable influencia en la empobrecida sociedad rusa para propiciar una Rusia más liberal y democrática.

No hace falta abundar en los hechos históricos bien conocidos. Sabemos lo que Lenin hizo antes de morir y lo que Stalin continuó haciendo. Sabemos también que en Cuba el gobierno dictatorial no ofrece garantías judiciales, ni mucho menos políticas o económicas, a quienes buenamente intenten funcionar normalmente bajo la cobertura intransigente, caprichosa y calculadora de la dictadura. El “acercamiento” sin condiciones firmes ni garantías razonables sólo colocará a los incautos en un renglón de espera hasta que por cualquier motivo la dictadura se incomode con ellos y decida barrerlos del mapa.

Es muy importante ser muy firmes en la aplicación del precepto de que los derechos no se mendigan. Los tiranos no suelen ser generosos con los mendigos.
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