Tanto cristianos como judíos, budistas, musulmanes u otros creyentes de diversas religiones harían mucho bien a la humanidad si TODOS se empeñaran en promover el ecumenismo con el ánimo de comprensión, tolerancia y confraternidad que debiera igualarnos ante todas nuestras convicciones religiosas.
La inmensa mayoría de las religiones encierran un código de ética que aspira a la paz y la hermandad humanas, forjando las bases morales de la sociedad en que vivimos y los fundamentos del derecho que exigen un respeto absoluto por la dignidad intrínseca de la persona.
El objetivo ecuménico consiste en marginar las diferencias y encontrar esa base común de dignidad, decoro y tolerancia. No se trata de persuadir a los demás de nuestras convicciones sino de persuadirlos a compartir un respeto mutuo. Los cristianos resumen ese concepto con una frase famosa de Jesús de Nazaret: "Amaos los unos a los otros". Se refirió al amor fraternal, desinteresado y servicial, que cada persona debe alimentar por su prójimo. Pero llega aún a mayor profundidad cuando añade: "Amen a sus enemigos, oren por sus perseguidores" Y más adelante reafirma el concepto subrayando que: "Si ustedes aman sólo a quienes los aman, ¿qué premio merecen?".
Es sumamente difícil cumplir con este mandato y hay quienes consideran que viola el concepto de justicia. Pero el hecho, no ya de cumplirlo, sino ni siqiera de intentarlo, es el origen de las guerras, la venganza y la crueldad humana. Por eso, el propósito ecuménico no puede prescindir de él.
En una nota en inglés recientemente publicada en este mismo FORO por el Rabino Michael Lerner al referirse a la tradición de la Pascua judía y compararla con la cristiana, no sólo en sus orígenes sino también en su significado, nos está dando una muestra de ecumenismo, sobre todo cuando reconoce el valor inspirador de Jesús, incluso para los propios judíos, aun cuando no lo acepten como su Mesías. Este mismo Rabino, en otros aportes al FORO, abre sus brazos a los palestinos y reconoce su derecho a existir en un Estado propio e independiente. Es otra muestra de ecumenismo. Personalmente discrepo de muchas de sus ideas y planteamientos, pero admiro esta actitud y me hago el propósito de imitarla en todos los actos de mi vida en reconocimiento de que los brazos abiertos suelen convencer más que el garrote en alto.
Entre los cristianos, el ecumenismo viene de lejos y los esfuerzos de acercamiento a otras religiones han sido constantes a través de los siglos, pese a los períodos oscurantistas donde ha predominado el egoísmo y el ansia de poder, dos de las grandes faltas que suelen abrumar la naturaleza humana. En los tiempos contemporáneos, el concepto se fortaleció con el Concilio Vaticano II en la segunda mitad del siglo pasado.
Sobre este tema, Juan Pablo II aconsejó al mundo el 22 de enero de 2003 que: «Es necesario cultivar entre los cristianos un amor comprometido en superar las divergencias; es necesario esforzarse por superar toda barrera con la oración incesante, con el diálogo perseverante y con una fraterna y concreta cooperación a favor de los más pobres y necesitados». Un mensaje que se está concretando también, en estos momentos, en boca del Papa Francisco.
¡Cuán distinto sería el mundo si cada uno de nosotros, indistintamente de nuestras creencias, condición social o nacionalidad, estuviéramos sinceramente dispuestos a intentar poner en práctica ese consejo!
Topic Author
