Semblanza: la Iglesia y yo

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Semblanza: la Iglesia y yo

12 Nov 2012 22:56
#7648
Hialeah, 12 de noviembre de 2012.

Hace ya 8 años, trabajaba como profesor en Saint Jerome Catholic School en Fort Lauderdale, y se me pidió impartir al claustro de profesores una conferencia sobre “que significaba para mí la Iglesia”. Como la realidad vivida por mí en Cuba, era tan diferente a la del resto de mis compañeros, traté de hacerles llegar la misma a través de mi vida como católico. Realmente les impresionó muchísimo, repetí la misma conferencia a los antiguos alumnos de La Salle y a los Caballeros Católicos, ¨Ideal¨ publicó un fragmento pero no con mi nombre sino con un seudónimo para no perjudicar a mi familia. Con ella trataba de contribuir a entender el drama de nuestro pueblo creyente. En esos momentos mi esposa y mi hija mayor se encontraban en la Isla, no se les permitía salir a reunificarse conmigo. Tuve que esperar cinco largos años, para lograr la reunificación.

Hoy tras varios años de tímidas reformas económicas, sin cambiar la naturaleza del régimen, el pueblo cubano sigue con la misma frustración y desesperanza. Indiscutiblemente que la situación de la Iglesia no es la misma. Ha habido diálogo, y su peso en la realidad cubana de hoy, es mucho más significativo. El paso del huracán Sandy por Santiago de Cuba, y la destrucción causada, incluyendo varias iglesias convertidas en escombros, nos vuelven a traer más calamidad y ruina. Mi historia personal de compromiso como creyente en la Cuba comunista, es la historia de miles de católicos y de cristianos cubanos, creo que es bueno publicarla, pues la lucha por un futuro democrático en que el diálogo y la reconciliación puedan jugar un papel importante y en la que los valores cristianos puedan servir de puente donde renazca una nueva Cuba son de vital importancia para el futuro de nuestra patria y de nuestra Iglesia. Ojalá pueda ayudar a muchos a entender el Drama y la Pasión de un pueblo.



Miami, 2 de octubre de 2004.

Que significa la Iglesia Católica para mí.

Católica: Universal, para un exilado político como yo, el sentido de universalidad de la Iglesia toma un carácter mas profundo, el sentirse miembro, parte, de una comunidad cristiana, el ser acogido como uno de sus hijos, con cariño, con solidaridad, entraña una doble significación, el de la gratitud y el de la pertenencia. Pertenencia a una Iglesia, que estés donde estés es la tuya, pues es la de Cristo.

En mi caso particular, soy fruto de la iglesia cubana, y a pesar de este profundo sentido de pertenencia universal que sentimos los católicos, mi pertenencia a la iglesia cubana se acrecienta cada día por el sufrimiento de mi pueblo y por el lazo de amor con mi familia y mis hermanos que militan en la misma.

Trabajar con mis grupos de alumnos en esta escuela me hace recordar día a día los momentos felices que pasé en el Colegio de la Caridad donde estudié desde kindergarten hasta 7mo grado y que marcaron decisivamente mi vida. El ejemplo que recibí de mis maestros, esos Hermanos de la Caridad, franco-canadienses que habían venido a Cuba a darnos lo mejor de ellos fue ese Evangelio vivo del que hablara nuestro gran José de la Luz y Caballero al decir: “Instruir puede cualquiera, educar solo quien sea un Evangelio vivo”. Me siento orgulloso de haber sido un alumno de ese colegio y siempre he tratado de ser fiel a las enseñanzas que allí recibí.

Para comprender que significa la Iglesia Católica para mí tengo que hablar de mi experiencia personal como católico, miembro de la comunidad San Juan Bautista de Jaruco y al mismo tiempo, con un gran compromiso con la arquidiócesis de la Habana y con toda la iglesia que peregrina en Cuba.

La iglesia cubana bajo la tempestad.

Rápidamente la situación de nuestra patria cambió, la Revolución triunfante, traicionó el ideal por el que el pueblo cubano había luchado e instauró una dictadura comunista.

“La iglesia cubana bajo la tempestad” fue el nombre de los artículos que aparecieron en la revista “La Quincena” hasta su clausura por la tiranía castrista y que bajo la dirección de los padres franciscanos, jugó un gran papel en la prensa católica cubana, y en los que se describía la tormenta represiva por la que comenzaba a pasar la iglesia cubana y que con distintos matices dura hasta el día de hoy 45 años mas tarde.

La Parroquia de Jaruco, también pasó por aquella tormenta: el incidente de la harina fue uno de los hechos bien marcados de esa represión que utilizaba las bajas pasiones de sus partidarios para realizar actos que nunca en nuestra historia pudieran haberse sospechado; las detenciones masivas de católicos (y de otros sectores de nuestro pueblo) alrededor de la Invasión de Bahía de Cochinos; la UMAP que en nuestro caso concreto tuvo el triste privilegio de guardar en ese campo de concentración a prácticamente todos lo jóvenes de nuestra comunidad.

En la medida en que la “Revolución” comunista se iba consolidando, nuestros templos fueron quedando vacíos, el nivel represivo era tal, que junto a los fusilados, detenidos políticos y aquellos que iban al exilio, comenzó la deserción de tantos y tantos que habiendo sido católicos prácticos, ya no se atrevían a poner un pie en la iglesia, porque el miedo había calado muy profundamente; la falta de esperanza se mezcló con la agonía y la inseguridad. Ser católico se convirtió en signo de “No Ser Revolucionario” y no sólo esto, sino que la captura total de los medios de comunicación social, de las escuelas y de todo pensamiento que públicamente pudiera tener ribetes ya no solo de “idealista” sino hasta de “romántico” era como una tacha, que parafraseando a Capdevila en su defensa de los estudiantes de medicina, “No habría mano hábil que la hiciera desaparecer”. Había que ser materialista y ateo, todo lo demás era signo de debilidad, atraso ideológico, postura anticientífica, y sobre todo símbolo de ser “bobo o tonto”. Hasta el “Dios Mediante” o “Si Dios Quiere” desapareció del vocabulario de los cubanos, ya que hubo que aprender a vivir como si estuviéramos conectados a la electricidad con un “fusible”, “tapón” o “breaker” para impedir que la descarga eléctrica nos electrocutara.

A pesar de pasar a las Catacumbas en que se habían convertido nuestros templos, la iglesia cubana siguió luchando por llevar la palabra de Dios, a nuestro pueblo en medio de la pobreza material y de la represión velada y también abierta a la que estaba continuamente sometida.

Nuestra Comunidad Católica de Jaruco quedó tan reducida que las misas dominicales que se habían convertido en la única misa dominical (hasta hoy), no pasaba de 60 personas (de las 600 con anterioridad) en participación, sin embargo, tenemos que dar gracias a Dios, porque en medio de aquella pobreza, la caridad entre los católicos se convirtió en solidaridad, y en verdadero sentido de hermandad. Los que quedaron eran como una verdadera familia. Gracias a Dios, se pudo contar siempre con un párroco, ya que el número de sacerdotes que quedaban eran tan poquitos, que un sacerdote tenía que atender tres, cuatro, cinco y hasta seis comunidades, desplazándose como pudiera. Hubo años en que cada día una familia distinta tenía que llevar la comida al Párroco, pues ni siquiera para comer tenían. A pesar de todo ello, se sostuvo la catequesis, las monjitas canadienses de Santa Cruz de Norte junto a los catequistas, enseñaban a los niños cuyos padres (aunque ellos no fueran) les permitían ir y podemos decir con orgullo que en estos 45 años, nunca ha dejado de darse una Misa dominical en Jaruco, y que el Santísimo ha estado permanentemente, cuidándonos desde el Sagrario.

Fueron pasando los años y la represión no era tan abierta, era muy sutil, ya los objetivos de remover a Dios del corazón de los cubanos, el régimen pensaba que los había logrado (tenemos que reconocer que en gran medida lo logró, con su estilo de educación ateísta y aparentemente “científica” y la consolidación de un sistema que para el pueblo se le hacía ver que era inmortal y que el “Campo Socialista” estaba llamado a extenderse por toda la humanidad así como que el “Campo Capitalista” estaba llamado a desaparecer en su ultima etapa “Imperialista”), el estado se había incautado de todo el sistema productivo, hasta el granizadero era un empleado del estado, la Unión Soviética se presentaba como la cabeza de un mundo solidario en el que el intercambio comercial estaba basado en la justicia y Cuba disfrutaba de ese privilegio de poder vender toda su azúcar a precios “justos” y recibía todo el “petróleo” y los demás bienes, también a precios “justos”, dando lugar a una prosperidad basada en la igualdad y no en los privilegios, por lo que la “libreta de abastecimientos” era la manera de que todos alcanzaran lo justo. Así, los hombres y las mujeres de nuestro pueblo, fueron poco a poco perdiendo el sentido de la libertad y la justicia, el sentido de la desorientación era tal, que muchísimas de las familias que en un tiempo fueron católicas prácticas, veían con naturalidad que sus hijos entraran en la Unión de Jóvenes Comunistas, para que pudieran estudiar y después poder alcanzar un desarrollo en sus vidas. Pero el régimen no contó con la fraternidad que se desarrolló en nuestros templos, con que los pocos que quedaron tenían un estilo de vida que era ejemplo de honestidad y sentido de justicia y por lo tanto eran “callados” ejemplos y verdadero fermento para el resto de la población. Así, la celebración de las fiestas patronales, se convirtió en un intercambio de comunidades vecinas y no tan vecinas llenándose los templos con verdadera alegría. Los jaruqueños iban a San Antonio, Caraballo, Santa Cruz, Tapaste, San José etc. y viceversa, los pocos jóvenes se organizaron a nivel vicarial y comenzaron a dar cursos de formación y a participar en convivencias, los matrimonios se reunían en equipos para analizar los problemas que cada uno tenía en sus vidas concretas como familia, se organizaron cursos bíblicos, los seminaristas comenzaron a ayudar a las parroquias todos los fines de semana, y la iglesia cubana creó un sentido de unidad como nunca antes había tenido. No importaba que fuera el obispo de la Habana o el de Camaguey, el que se manifestara, era Una la Iglesia Cubana. Así hace 25 años, en 1978 celebramos el 200 aniversario de nuestra Parroquia y este año estamos celebrando su 226 aniversario.

Disyuntiva personal.


Mi conciencia de ser cristiano/católico se fortaleció ante las dificultades, Cristo y su evangelio se hicieron iglesia concreta en mi persona, los Hermanos de la Caridad y su ejemplo seguían siendo motivo de inspiración para mí. Ellos habían sido expulsados en el vapor Covadonga junto a muchos sacerdotes, Mons. Boza Masvidal entre ellos, y esa injusticia me daba fuerzas para seguir evangelizando.

La iglesia fue también para mí, Teilhard de Chardin: “Por virtud de la Creación, más aún, de la Encarnación nada es profano para los que saben ver. Al contrario, todo es sagrado para los que saben distinguir esa parte elegida del ser sujeta al poder atrayente de Cristo en el proceso de la consumación” (El Medio Divino). Cuando mis profesores y comisarios políticos en la universidad, trataban de hacernos comprender que la Evolución era la prueba mas fehaciente de la “no existencia de Dios” y de la debilidad ideológica, convertida en “bobería” de los creyentes, ahí estuvo Teilhard para descubrirme todo ese mundo de la Evolución que Dios había guiado desde lo inanimado a lo celular y de ahí al hombre: “Cuando por primera vez, en un ser viviente, el instinto se descubrió en su propio espejo, fue el mundo entero el que dio un paso. Y el hombre entró sin ruido”… “El hombre pues, no como centro estático del Mundo (como se ha creído durante mucho tiempo), sino como eje y flecha de la Evolución, lo que es mucho mas bello”. El fue el que fortaleció mi conciencia cristiana en un medio tan adverso, me enseñó a Ver, como en su prólogo de “El Fenómeno Humano”, “Tratar de ver más y mejor no es pues una fantasía, una curiosidad, un lujo. Ver o perecer”. Cuanto le agradezco a Teilhard, pues su pensamiento me ayudó de manera especial a fortalecer mi condición de católico en medio de la tempestad, ya no me sentía un tonto ni un bobo, como se nos quería hacer creer, ahora tenía en mi poder y en mi conciencia las herramientas que me permitirían hacerme respetar como católico práctico aun por los propios “dirigentes” comunistas, que no se atrevían ni a sacar a colación el tema religioso delante de mí. Sentía como que habían pasado a la defensiva.

Claro la discriminación por motivos religiosos, seguía despiadadamente, sin embargo eso me fortaleció aún más; se me dio el trabajo más irrelevante como ingeniero en la estación, eso me acicateaba más para desde la Fe en el Señor, estudiar más, prepararme más. Fueron muchos, más de 12 los años muy pero muy difíciles, cada seis meses nos hacían llenar un documento en que se nos preguntaba entre muchas otras cosas violatorias de nuestros derechos individuales: ¿Tiene Ud creencias religiosas? ¿De qué tipo? En mi caso particular eso me costaba siempre una entrevista (con las correspondientes amenazas y represalias) con la directora de recursos humanos de la Empresa. Con el pasar de los años, sin embargo, mi trabajo se hizo tan necesario que tuvieron que nombrarme ingeniero principal llegando a tener la responsabilidad de la formación en mi especialidad de los ingenieros de la compañía.

Punto de Inflexión.


El pueblo cubano que había luchado tanto por la independencia y en contra de cualquier orden que le pareciera injusto, se había convertido en un pueblo sin independencia, bajo la tiranía totalitaria, acostumbrado a decir que sí a todo lo que manifestara el régimen. Sin embargo aquella propaganda que hacía aparecer “felices” a nuestros niños, jóvenes y ancianos a todas horas en los medios de comunicación, no era lo que de verdad se sentía, se vivía aterrorizado y por lo tanto con un tremendo sentido de búsqueda de la felicidad, aquel vacío espiritual había que llenarlo de alguna forma. La mayoría, como sucede hoy día, veía como única solución, marcharse al exilio, no así, el laicado más comprometido que quería quedarse para evangelizar a nuestro pueblo. Así surgió la REC (la Reflexión Eclesial Cubana) que culminó en 1986 con la ENEC (Encuentro Nacional Eclesial Cubano) en el que la espiritualidad y la solidaridad cristianas se unieron en una Iglesia que quería ser Orante pero encarnada en medio de Nuestro Pueblo. En la misa de clausura de la ENEC en la catedral, varios miles de cubanos conmovían aquellos muros con sus aplausos, y al Cardenal Pironio, representante del Papa. Con las palabras “Que Venga el Papa”, estaba naciendo una nueva etapa para la Iglesia Cubana, bajo el espíritu de la ENEC. Era la época en que comenzaba la Perestroika y el Glasnoz en la Unión Soviética, y comenzó a crearse como una nueva esperanza. (Tuvimos que esperar 12 años para que se hiciera realidad esta maravillosa visita, en las que las palabras del Papa, “No tengan miedo” retumbaron en toda la isla).

El hecho que marcó el punto de inflexión en el retorno del pueblo a la iglesia, fue la caída del muro de Berlín, y con la misma el desmoronamiento del imperio soviético y del comunismo en el mundo. La esperanza de un cambio en Cuba renació en el corazón de todo el pueblo cubano, la gente soñaba en voz alta y cada uno proponía su propia fecha como duración del régimen, “Ya viene llegando” de Willy Chirino se convirtió en un himno de batalla, y la iglesia en la Habana organizó en 1990 un recorrido de la Patrona de Cuba, por todos los pueblos de la Arquidiócesis y el Gobierno lo permitió, parece que pensando que sería un fracaso, pero se equivocó de nuevo, con un comienzo un tanto tímido, cada vez que la imagen de la Virgen de la Caridad llegaba a un pueblo diferente, la procesión se convertía en manifestación, era como si nuestra Patrona llevara la semilla de que todo iba a cambiar y el pueblo la seguía, por primera vez en 30 años, sin miedo y con mucha fe y esperanza. En Jaruco, hubo un verdadero desborde del pueblo a las calles. Pocos días después, el gobierno prohibió la continuación del recorrido, temía que al llegar a ciudades contiguas a La Habana, como Guanabacoa, la procesión se convirtiera en un clamor de cambio que pudiera ser el comienzo de una revuelta popular. Todo el mundo decía en las calles, la procesión es un verdadero plebiscito a favor del cambio del régimen. A partir de este momento, las iglesias se llenaron. La iglesia cubana tenía un verdadero desafío por delante, pues tenía que evangelizar a todo un pueblo que nunca había escuchado la palabra de Dios, (hay que recordar que el tipo de educación recibida por los jóvenes era y es completamente atea) y los agentes de evangelización eran muy pocos.

La década del 90 fue entonces la década de la re-evangelización del pueblo cubano, los planes pastorales se enfocaban hacia: la Formación, el desarrollo de Comunidades Vivas y Dinámicas y hacia la Pastoral Social.

No se puede separar esta etapa de la historia de la Evangelización de nuestra Patria, sin comentar el papel de aquellos laicos que valientemente dieron un paso hacia adelante aun más decisivo. Sin importar lo que pudiera costarles, no pretendían quedarse dentro de los templos, querían demostrar que el compromiso cristiano implicaba un compromiso político, para el laicado y se creó el Movimiento Cristiano Liberación.

En el seno de la iglesia diocesana se creó entonces el Movimiento Diocesano de Familias, convertido posteriormente en el Movimiento Familiar Cristiano en 1991. Jaruco tuvo el privilegio de tener un grupo muy fuerte desde su primera iniciación, en la Parroquia de la Caridad en la Habana. El movimiento ha jugado un papel muy importante tanto cívico como religioso en nuestra Comunidad. Cuando el P. René Echevarría fue trasladado a otra parroquia, allá por el año 1993, la Parroquia mantuvo todas sus actividades, gracias al trabajo del Consejo Parroquial, que se había creado en 1991 y del MFC. Enviaban a un sacerdote diferente todos los domingos, a veces iba el Obispo auxiliar, Mons. Baladrón, unas veces la misa era por la mañana a las 9:00, otras a las 10:00, otras por la tarde a las 4:00 o a las 6:00, dependía del sacerdote que le tocaba esa semana, pero podemos decir con orgullo, que se mantuvieron funcionando, la catequesis, los cursos bíblicos, los grupos de jóvenes y adolescentes, el coro, y todo el resto de las actividades de la Parroquia. Este período duró poco más de dos años, y no se dejó de celebrar con gran brío la Fiesta Patronal. En fin, que en medio de las dificultades, fue un período en que la Parroquia continuó su crecimiento y fortalecimiento, gracias al trabajo de los laicos.

En 1991 se creó también la Catequesis de Adultos en nuestra Parroquia, era una respuesta a la inserción de tantos y tantos jóvenes que llegaban a la iglesia y que formaban un grupo muy heterogéneo, solteros y casados, técnicos y profesionales, muchos médicos entre ellos. Todos iban ávidos de conocimientos religiosos y aunque su fe era primaria, su formación cultural era muy sólida, por lo que había que dar una respuesta de formación religiosa con un nivel que pudiera satisfacer sus expectativas. Me tocó jugar un papel muy importante en todo esto, por una parte como presidente del Consejo Parroquial, por otra como responsable de la catequesis de adultos y como animador junto a mi esposa del Movimiento Familiar Cristiano en nuestra parroquia.

Difícil decisión.


Venir al exilio fue una decisión muy difícil, los últimos años, sobre todo después de la situación creada con el “affaire” del niño Elián González, han sido de involución y regreso a las etapas más obscuras de estos 45 años de tiranía. El pueblo ha perdido toda esperanza y no hay peor sentimiento que la desesperanza, un pueblo sin esperanzas es un pueblo que agoniza. Yo personalmente comencé a agonizar, comencé a bajar de peso de una manera increíble, bajé 20 libras en unos meses y no las pude recuperar más, vivía bajo el peso de una dicotomía muy difícil de sostener, por una parte la suerte de mi familia, y sobre todo de los más jóvenes dentro de ella y por otra mi trabajo en la iglesia, a la que había brindado mis energías durante tantos años. Vino la primera división de mi familia, con mi hija menor saliendo definitivamente del país, como familia decidimos que la única manera de volver a reunificarnos sería fuera de nuestra patria. El Señor me puso entonces en mi camino venir a EE.UU. a través de la invitación de una Universidad de Nueva York. Lo demás ya es de todos conocidos. La cuota de sacrificio y dolor ha sido y sigue siendo muy intensa, pero mi Iglesia Católica me ha abierto las puertas y el Señor mantiene viva mi esperanza de reunificación.

Sólo quiero entonces pedirles que en su oración diaria, junto con los problemas concretos que hay que enfrentar y poner en las manos de Dios, haya también un espacio para las familias cubanas, que están allí sufriendo día a día. Les ruego pidan a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, que ruegue a su Hijo por esa Cuba que sufre, ora y espera.
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