¡Hasta que nos deshicimos del Diablo Güero!
- Ricardo Valenzuela
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¡Hasta que nos deshicimos del Diablo Güero!
11 May 2022 18:09
Finalmente llegaba la fecha del evento que tantos enfrentamientos había causado, que hubiera enfrentado a tanta gente, que hasta matrimonios hubiera destruido, la elección de presidente en EEUU. Pero, antes de llegar a este oasis de paz todavía siguen tronando los cañones de algunos de los combatientes.
Una noche antes de ese acontecimiento yo recibía una nota de un amigo de toda la vida a quien quiero y admiro. Y leo que describía a Trump como un psicópata, inepto y le aplicaba un furioso vendaval de calificativos no muy amables, pero lejos de enojarme me provocaba tristeza, sobre todo cuando lo remachó afirmando simpatizar con las políticas sociales de Biden. Y me pregunto: ¿Cómo es posible que no toque su corrupción, los secretos de la laptop de su hijo, el plan marxista que ha aceptado y anunciado que, sin lugar a dudas, destrozaría la economía? ¡O sus negocios ilegales en China, Rusia, Ucrania!
Y me asaltaba un pensamiento deprimente. Las ideas intervencionistas en México tienen raíces tan profundas que difícilmente se puedan erradicar y, en mi opinión, es la verdadera condena que sufre el país, de la que nunca se ha librado. En el transcurso de este proceso, el haber conocido los argumentos cuando tuve que enfrentar a tantos amigos, conocidos, parientes llegando hasta rompimientos de relaciones de toda una vida, me indica que México, como lo afirmara Milton Friedman, está condenado a una mediocridad eterna cortesía de su deficiente cultura, de un sistema de educación que idiotiza. Ello me lleva a recordar al famoso padre Cornides de mi tierra que, al preguntarle si alguien que no es católico, porque siempre ignoraron la religión, si hubiera sido honesto y pulcro toda su vida, podría lograr la entrada al paraíso, respondía, “el que ciegamente peca, ciegamente se condena”.
Han sido muchos los desencantos que me ha provocado este proceso, pero, tal vez el que más me ha afectado es darme cuenta de que hasta los grandes representantes del liberalismo, con sus pronunciamientos, han asumido con gran pasión esa actitud de cierto celo para gritar a todo pulmón, si no es un liberal puro, de acuerdo a ellos, lo condenamos como infiel y no solo no merece nuestro apoyo, hay que sumarnos a las filas de sus enemigos para luchar contra él y destruirlo. De esa forma, conscientes o inconscientes, fortalecen a quienes son los verdaderos enemigos de la libertad y de la humanidad. Y debo de repetir la comparación del amante despechado que, antes de perder el objeto de su pasión, si no es suyo, prefieren destruirlo para que no sea de nadie y de esa forma liberales falsos como Montaner, apoyaron y promovieron a Biden.
Me he dado cuenta, también, que los supuestos movimientos liberales mexicanos son solo pretextos para tener un templete y hacerse luego de un púlpito para, con la novedad de su mensaje y sus pronunciamientos, capturar cierta audiencia para hablar de una libertad especialmente configurada a su medida. Una libertad muy a la mexicana para declararla, pero nunca practicarla, defenderla ni consumarla por algo muy simple, su falta de sentido práctico, porque las verdaderas cadenas de su opresión no son las que tiende el gobierno, son las cadenas aún más poderosas que aprisionan su cerebro adicto a otras drogas como son los contratos del gobierno, su presencia en la nómina del gobierno. Y, así, permanecen en ese mismo potrero que representa el limbo de las almas que mueren sin bautismo, el verdadero bautismo que finalmente les abra las puertas de esa caricatura de libertad.
Todo esto, ha provocado lo que en una nota anterior afirmábamos, el verdadero liberalismo en México sigue brillando por su ausencia. Lo que permanece es solo una aspiración utópica que, algunas veces, me provoca pensar ha sido el desenlace de los porros que emergieran en los años 60 y 70, pero ahora con celulares, laptops, internet, y toda la novedosa tecnología, para expresar la misma rebeldía de sus precursores adornada con YouTube, pero sin currículo ni credenciales. Es cuando recuerdo a mi padre, un liberal educado en Europa cuando el viejo continente era todavía liberal (Laissez-Faire) Se frustraba con la configuración del país que había dejado a sus 12 años, y regresaba a los 23 para encontrarse con el mexicano impuntual, irresponsable, siempre improvisando, de la falta de respeto y del dame, dame y que te mantenga el gobierno.
Porque estas actitudes, conductas, ideas no son propiedad exclusiva de ciertos grupos. No, democráticamente son compartidas por todos y hasta tenemos liberales especiales, los liberales revolucionarios que escriben apologías de la libertad, que tal vez solo las han visto de las películas. Y es que en nuestras mentes tenemos profundamente clavados los pasivos que nunca van a permitir que avancemos. Ahora hasta los descendientes de don Eugenio Garza Sada, el representante del verdadero liberalismo moral mexicano, hablan de justicia social, falta de igualdad, de humanismo, de la concentración de riqueza, pero todo ello divorciado de la actuación de los verdaderos mercados libres que lo pueden producir sin intervención del gobierno. Y, para darles más fuerza, reciben con júbilo el aval de un papa marxista cuando afirma la riqueza es de todos, no solo de los que la construyen, la propiedad privada debe desaparecer y, haciendo coro con Obama gritan; “nada de esto es tuyo, tu no lo construiste puesto que es solo la creación de dios, siempre y cuando no se aplique a sus activos”. Gritos que popularizara la Teología de la Liberación.
Y esta rehabilitada filosofía desemboca en situaciones como las que hemos vivido los últimos cuatro años, el odio enfermizo que ha nacido en los mexica-nos hacía Trump que los ha llevado a preferir la alternativa de Biden quien, entre otras cosas, se ha sumado a la legislación para asesinar niños a su nacimiento, para la promoción de la homosexualidad y de las nuevas clases de sexos, de que el gobierno page por las operaciones de cambio de sexo, ha abrazado el plan marxista del nuevo grupo que controla el partido demócrata cortesía de Soros. Y, sobre todo, al parecer están promoviendo la Agenda 30 de la ONU. Eso sí, nunca faltan a las reuniones tan snob del Foro Económico Mundial.
Y es cuando yo pregunto ¿por qué? Y con la creatividad sin freno de mi mente he visualizado varias teorías. La principal es que los mexicanos odian a EU que nos robó la mitad de nuestro territorio, siempre nos ha saqueado, no dejan entrar a los pobres que fabricamos en millones. Obama representa la gente que estos salvajes esclavizaron y no la dejan progresar, por eso, el BLM y Antifa tienen justificación de existir, de saquear, destruir, pues ese saqueo, como afirma uno de sus líderes que no sabemos si es hombre o mujer, es una forma justa de redistribución de la riqueza pues ellos son los explotados y el país les debe. Por otra parte, Trump güero, gordo, rico, representa todo lo que odiamos de EU, es racista, odia a los latinos, odia a los homosexuales, a los islamistas, a las mujeres, a los chaparros, a los feos y no le gustan los tacos. Y, si algún mexicano le ha estrechado la mano, es igualmente todo lo que representa Trump.
Es decir, Trump ha usurpado lo que representaba Hernán Cortes que destruyó nuestra civilización, nuestras ciudades, nuestros antepasados, nuestra cultura y, al violar a la Malinche, se convirtió en el violador de México y su producto sería Diego, el primero de los mestizos y, ahora, todos unidos, indios, mestizos, blancos sin sangre india, a un solo grito y sin gran esfuerzo hemos reciclado ese odio hacia el nuevo gran enemigo güero, panzón y rico. Y, como el enemigo de nuestro enemigo es mi amigo, con más rabia arremetemos contra el único que podría detener la conquista total del mundo de parte de esa nueva monarquía que representa el Estado Profundo. Entonces, vamos a la iglesia a darle gracias a la virgen de Guadalupe por habernos liberado de ese demoniaco ser y esperamos el milagro que lo mantenga lejos de la política. Porque a nosotros no nos gusta que un pinche gringo nos diga todas nuestras verdades y, como sentimos que el saco nos queda bien, lo vestimos y vamos a la batalla vestidos de guerreros águila de los aztecas con banderas de la virgen de Guadalupe.
Una noche antes de ese acontecimiento yo recibía una nota de un amigo de toda la vida a quien quiero y admiro. Y leo que describía a Trump como un psicópata, inepto y le aplicaba un furioso vendaval de calificativos no muy amables, pero lejos de enojarme me provocaba tristeza, sobre todo cuando lo remachó afirmando simpatizar con las políticas sociales de Biden. Y me pregunto: ¿Cómo es posible que no toque su corrupción, los secretos de la laptop de su hijo, el plan marxista que ha aceptado y anunciado que, sin lugar a dudas, destrozaría la economía? ¡O sus negocios ilegales en China, Rusia, Ucrania!
Y me asaltaba un pensamiento deprimente. Las ideas intervencionistas en México tienen raíces tan profundas que difícilmente se puedan erradicar y, en mi opinión, es la verdadera condena que sufre el país, de la que nunca se ha librado. En el transcurso de este proceso, el haber conocido los argumentos cuando tuve que enfrentar a tantos amigos, conocidos, parientes llegando hasta rompimientos de relaciones de toda una vida, me indica que México, como lo afirmara Milton Friedman, está condenado a una mediocridad eterna cortesía de su deficiente cultura, de un sistema de educación que idiotiza. Ello me lleva a recordar al famoso padre Cornides de mi tierra que, al preguntarle si alguien que no es católico, porque siempre ignoraron la religión, si hubiera sido honesto y pulcro toda su vida, podría lograr la entrada al paraíso, respondía, “el que ciegamente peca, ciegamente se condena”.
Han sido muchos los desencantos que me ha provocado este proceso, pero, tal vez el que más me ha afectado es darme cuenta de que hasta los grandes representantes del liberalismo, con sus pronunciamientos, han asumido con gran pasión esa actitud de cierto celo para gritar a todo pulmón, si no es un liberal puro, de acuerdo a ellos, lo condenamos como infiel y no solo no merece nuestro apoyo, hay que sumarnos a las filas de sus enemigos para luchar contra él y destruirlo. De esa forma, conscientes o inconscientes, fortalecen a quienes son los verdaderos enemigos de la libertad y de la humanidad. Y debo de repetir la comparación del amante despechado que, antes de perder el objeto de su pasión, si no es suyo, prefieren destruirlo para que no sea de nadie y de esa forma liberales falsos como Montaner, apoyaron y promovieron a Biden.
Me he dado cuenta, también, que los supuestos movimientos liberales mexicanos son solo pretextos para tener un templete y hacerse luego de un púlpito para, con la novedad de su mensaje y sus pronunciamientos, capturar cierta audiencia para hablar de una libertad especialmente configurada a su medida. Una libertad muy a la mexicana para declararla, pero nunca practicarla, defenderla ni consumarla por algo muy simple, su falta de sentido práctico, porque las verdaderas cadenas de su opresión no son las que tiende el gobierno, son las cadenas aún más poderosas que aprisionan su cerebro adicto a otras drogas como son los contratos del gobierno, su presencia en la nómina del gobierno. Y, así, permanecen en ese mismo potrero que representa el limbo de las almas que mueren sin bautismo, el verdadero bautismo que finalmente les abra las puertas de esa caricatura de libertad.
Todo esto, ha provocado lo que en una nota anterior afirmábamos, el verdadero liberalismo en México sigue brillando por su ausencia. Lo que permanece es solo una aspiración utópica que, algunas veces, me provoca pensar ha sido el desenlace de los porros que emergieran en los años 60 y 70, pero ahora con celulares, laptops, internet, y toda la novedosa tecnología, para expresar la misma rebeldía de sus precursores adornada con YouTube, pero sin currículo ni credenciales. Es cuando recuerdo a mi padre, un liberal educado en Europa cuando el viejo continente era todavía liberal (Laissez-Faire) Se frustraba con la configuración del país que había dejado a sus 12 años, y regresaba a los 23 para encontrarse con el mexicano impuntual, irresponsable, siempre improvisando, de la falta de respeto y del dame, dame y que te mantenga el gobierno.
Porque estas actitudes, conductas, ideas no son propiedad exclusiva de ciertos grupos. No, democráticamente son compartidas por todos y hasta tenemos liberales especiales, los liberales revolucionarios que escriben apologías de la libertad, que tal vez solo las han visto de las películas. Y es que en nuestras mentes tenemos profundamente clavados los pasivos que nunca van a permitir que avancemos. Ahora hasta los descendientes de don Eugenio Garza Sada, el representante del verdadero liberalismo moral mexicano, hablan de justicia social, falta de igualdad, de humanismo, de la concentración de riqueza, pero todo ello divorciado de la actuación de los verdaderos mercados libres que lo pueden producir sin intervención del gobierno. Y, para darles más fuerza, reciben con júbilo el aval de un papa marxista cuando afirma la riqueza es de todos, no solo de los que la construyen, la propiedad privada debe desaparecer y, haciendo coro con Obama gritan; “nada de esto es tuyo, tu no lo construiste puesto que es solo la creación de dios, siempre y cuando no se aplique a sus activos”. Gritos que popularizara la Teología de la Liberación.
Y esta rehabilitada filosofía desemboca en situaciones como las que hemos vivido los últimos cuatro años, el odio enfermizo que ha nacido en los mexica-nos hacía Trump que los ha llevado a preferir la alternativa de Biden quien, entre otras cosas, se ha sumado a la legislación para asesinar niños a su nacimiento, para la promoción de la homosexualidad y de las nuevas clases de sexos, de que el gobierno page por las operaciones de cambio de sexo, ha abrazado el plan marxista del nuevo grupo que controla el partido demócrata cortesía de Soros. Y, sobre todo, al parecer están promoviendo la Agenda 30 de la ONU. Eso sí, nunca faltan a las reuniones tan snob del Foro Económico Mundial.
Y es cuando yo pregunto ¿por qué? Y con la creatividad sin freno de mi mente he visualizado varias teorías. La principal es que los mexicanos odian a EU que nos robó la mitad de nuestro territorio, siempre nos ha saqueado, no dejan entrar a los pobres que fabricamos en millones. Obama representa la gente que estos salvajes esclavizaron y no la dejan progresar, por eso, el BLM y Antifa tienen justificación de existir, de saquear, destruir, pues ese saqueo, como afirma uno de sus líderes que no sabemos si es hombre o mujer, es una forma justa de redistribución de la riqueza pues ellos son los explotados y el país les debe. Por otra parte, Trump güero, gordo, rico, representa todo lo que odiamos de EU, es racista, odia a los latinos, odia a los homosexuales, a los islamistas, a las mujeres, a los chaparros, a los feos y no le gustan los tacos. Y, si algún mexicano le ha estrechado la mano, es igualmente todo lo que representa Trump.
Es decir, Trump ha usurpado lo que representaba Hernán Cortes que destruyó nuestra civilización, nuestras ciudades, nuestros antepasados, nuestra cultura y, al violar a la Malinche, se convirtió en el violador de México y su producto sería Diego, el primero de los mestizos y, ahora, todos unidos, indios, mestizos, blancos sin sangre india, a un solo grito y sin gran esfuerzo hemos reciclado ese odio hacia el nuevo gran enemigo güero, panzón y rico. Y, como el enemigo de nuestro enemigo es mi amigo, con más rabia arremetemos contra el único que podría detener la conquista total del mundo de parte de esa nueva monarquía que representa el Estado Profundo. Entonces, vamos a la iglesia a darle gracias a la virgen de Guadalupe por habernos liberado de ese demoniaco ser y esperamos el milagro que lo mantenga lejos de la política. Porque a nosotros no nos gusta que un pinche gringo nos diga todas nuestras verdades y, como sentimos que el saco nos queda bien, lo vestimos y vamos a la batalla vestidos de guerreros águila de los aztecas con banderas de la virgen de Guadalupe.
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