Razones y riesgos tras la excarcelación de Leopoldo López
- Miguel Saludes
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Razones y riesgos tras la excarcelación de Leopoldo López
12 Jul 2017 17:59
MIAMI, Estados Unidos.- El inesperado cambio de en la condición penal del opositor venezolano Leopoldo López llegó por sorpresa con el amanecer del 8 de julio. Los medios informativos bolivarianos recibieron la información a través de sus colegas de la prensa extranjera acreditados en Caracas, e incluso a los propios familiares del prisionero se enteraron de la modificación cuando López arribó a su hogar conducido por las autoridades penitenciarias.
Los criterios más diversos no tardaron en dispararse tratando de explicar la extraña mutación del régimen de Maduro, que pocos meses antes, en palabras de Diosdado Cabello había ratificado que la condena impuesta al dirigente opositor sería implementada en su totalidad. Precisamente uno de los últimos reportajes que daban conocimiento de la realidad que vivía el preso en la cárcel militar de Ramo Verde recogía los gritos de López en un video tomado por su esposa Lilian Tintori, durante una visita al penal. Desde la distancia se podían escuchar las palabras del confinado denunciando torturas.
Apoyada por el presidente Maduro en un imprevisto discurso, la nueva disposición supone que el prisionero deberá continuar su condena bajo el régimen de prisión domiciliaria. Resulta curioso que la “determinación” modificativa haya sido tomada por el Tribunal Supremo de Justicia, algo que debería ser normal en condiciones normales. Pero resulta que este organismo es el mismo que ha contribuido a la actual ola de protestas con sus controversiales decisiones de marcada parcialización progubernamental. El acto más reciente ocurre en el marco del enfrentamiento entre el oficialismo y la actual fiscal general de la República.
Es bueno saber que Leopoldo López está con los suyos, bajo su amparo protector, y no en la penumbra de una celda militar. El valor probado del dirigente político resulta un escollo para los que detentan el poder en Miraflores. Su imagen a los pies de la estatua de José Martí en el parque que lleva el nombre del Apóstol de la independencia cubana en un parque caraqueño resulta emblemática. Lejos de quemar banderas cubanas o atizar el odio contra otros elementos relacionados con la identidad de la isla caribeña en la interacción ideológica entre ambos gobiernos, López destacó el símbolo más noble de esa realidad que nos une en la historia. Y desde ella se lanzó a una batalla sin más armas que la resistencia pacífica de la protesta pública.
Por eso, entre tantos criterios despertados por esta inusual moderación de actitud, cabe pensar la razón que esconde el propósito real y qué objetivo persigue. Para algunos se trata del comienzo de un proceso de diálogo que posibilitaría una apertura política y hasta la factibilidad de solución democrática para la actual situación. Para otros es un proceso de maquillaje que busca confundir y aplacar los ánimos encendidos en tres meses de protestas. En un artículo sobre el hecho, La Nación destaca la conexión estratégica de Maduro quitando “presión a la olla” al estilo de Fidel Castro. Para su comparación el articulista recuerda las habilidades del Comandante cubano aplicadas a eventos como el Mariel o el Maleconazo y que condujeron a salidas externas en períodos críticos que parecían agobiar al régimen.
Pero como bien indica el escrito, se trataba de desviar el foco de tensión, que nunca llegó a los límites venezolanos, hacia la emigración aplacadora como solución. No faltan razones para pensar que en cierta medida fuera la propia maquinaria de inteligencia cubana la que, adelantando los acontecimientos, propiciara el escenario de esas explosiones que tenían controladas de antemano. Nada que ver con lo que ocurre en Venezuela.
De las motivaciones del cambio cautelar de López y las posibles excarcelaciones que parecen seguirán a la de este, aparecen como más posibles una maniobra para inferir en la unidad opositora a través del enfrentamiento de posturas, animando la desconfianza, y por otro lado ganar un tiempo que, aunque parezca corto, no deja de ser vital para implementar de una vez la Constituyente. Solo así tiene sentido que Maduro deje en libertad, aunque no sea completa, a uno de sus más firmes oponentes que deja clara su disposición de continuar encabezando la lucha cívica frente al llamado hacia la reflexión y reconciliación al que le llama su contrincante político desde la presidencia.
Queda un peligro evidente al que no puede estar ajeno López, sus familiares y seguidores. Ahora que el opositor está fuera de los predios carcelarios su vida corre mayores peligros. La existencia de grupos armados, aparentemente descontrolados y sin vinculación organizada con las instituciones militares del país, pudiera representar un serio peligro a la integridad de Leopoldo López. Los hechos ocurridos en días recientes en el interior de la sede parlamentaria venezolana, cuando grupos afines al chavismo-madurismo entraron a la saca para golpear a diputados opositores, dan una idea del peligro real que se cierne y al que es conveniente prestar atención.
Los criterios más diversos no tardaron en dispararse tratando de explicar la extraña mutación del régimen de Maduro, que pocos meses antes, en palabras de Diosdado Cabello había ratificado que la condena impuesta al dirigente opositor sería implementada en su totalidad. Precisamente uno de los últimos reportajes que daban conocimiento de la realidad que vivía el preso en la cárcel militar de Ramo Verde recogía los gritos de López en un video tomado por su esposa Lilian Tintori, durante una visita al penal. Desde la distancia se podían escuchar las palabras del confinado denunciando torturas.
Apoyada por el presidente Maduro en un imprevisto discurso, la nueva disposición supone que el prisionero deberá continuar su condena bajo el régimen de prisión domiciliaria. Resulta curioso que la “determinación” modificativa haya sido tomada por el Tribunal Supremo de Justicia, algo que debería ser normal en condiciones normales. Pero resulta que este organismo es el mismo que ha contribuido a la actual ola de protestas con sus controversiales decisiones de marcada parcialización progubernamental. El acto más reciente ocurre en el marco del enfrentamiento entre el oficialismo y la actual fiscal general de la República.
Es bueno saber que Leopoldo López está con los suyos, bajo su amparo protector, y no en la penumbra de una celda militar. El valor probado del dirigente político resulta un escollo para los que detentan el poder en Miraflores. Su imagen a los pies de la estatua de José Martí en el parque que lleva el nombre del Apóstol de la independencia cubana en un parque caraqueño resulta emblemática. Lejos de quemar banderas cubanas o atizar el odio contra otros elementos relacionados con la identidad de la isla caribeña en la interacción ideológica entre ambos gobiernos, López destacó el símbolo más noble de esa realidad que nos une en la historia. Y desde ella se lanzó a una batalla sin más armas que la resistencia pacífica de la protesta pública.
Por eso, entre tantos criterios despertados por esta inusual moderación de actitud, cabe pensar la razón que esconde el propósito real y qué objetivo persigue. Para algunos se trata del comienzo de un proceso de diálogo que posibilitaría una apertura política y hasta la factibilidad de solución democrática para la actual situación. Para otros es un proceso de maquillaje que busca confundir y aplacar los ánimos encendidos en tres meses de protestas. En un artículo sobre el hecho, La Nación destaca la conexión estratégica de Maduro quitando “presión a la olla” al estilo de Fidel Castro. Para su comparación el articulista recuerda las habilidades del Comandante cubano aplicadas a eventos como el Mariel o el Maleconazo y que condujeron a salidas externas en períodos críticos que parecían agobiar al régimen.
Pero como bien indica el escrito, se trataba de desviar el foco de tensión, que nunca llegó a los límites venezolanos, hacia la emigración aplacadora como solución. No faltan razones para pensar que en cierta medida fuera la propia maquinaria de inteligencia cubana la que, adelantando los acontecimientos, propiciara el escenario de esas explosiones que tenían controladas de antemano. Nada que ver con lo que ocurre en Venezuela.
De las motivaciones del cambio cautelar de López y las posibles excarcelaciones que parecen seguirán a la de este, aparecen como más posibles una maniobra para inferir en la unidad opositora a través del enfrentamiento de posturas, animando la desconfianza, y por otro lado ganar un tiempo que, aunque parezca corto, no deja de ser vital para implementar de una vez la Constituyente. Solo así tiene sentido que Maduro deje en libertad, aunque no sea completa, a uno de sus más firmes oponentes que deja clara su disposición de continuar encabezando la lucha cívica frente al llamado hacia la reflexión y reconciliación al que le llama su contrincante político desde la presidencia.
Queda un peligro evidente al que no puede estar ajeno López, sus familiares y seguidores. Ahora que el opositor está fuera de los predios carcelarios su vida corre mayores peligros. La existencia de grupos armados, aparentemente descontrolados y sin vinculación organizada con las instituciones militares del país, pudiera representar un serio peligro a la integridad de Leopoldo López. Los hechos ocurridos en días recientes en el interior de la sede parlamentaria venezolana, cuando grupos afines al chavismo-madurismo entraron a la saca para golpear a diputados opositores, dan una idea del peligro real que se cierne y al que es conveniente prestar atención.
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