Las verdades sobre el "acuerdo de paz" en Colombia
- Gerardo E. Martínez-Solanas
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Las verdades sobre el "acuerdo de paz" en Colombia
26 Jun 2017 22:34 - 27 Jun 2017 19:16
Un informe de la Fiscalía de Colombia de fecha 9 de junio de 2016 reveló que las FARC estaban involucradas en toda la cadena de valor del narcotráfico: siembra de la hoja de coca, transformación en pasta de coca y clorhidrato de cocaína y distribución de la cocaína a clientes nacionales e internacionales.
Aunque los guerrilleros nunca se ocuparon directamente del cultivo (a cargo de campesinos), se ocupaban de la seguridad de las plantaciones y procedían a financiar las actividades de campesinos en marchas cocaleras contra la erradicación y en los medios para fomentar su propagación y el mantenimiento de rutas se abastecimiento a través del Pacífico, Centroamérica y el Caribe (incluyendo a Cuba). Aunque hay acuerdo con los campesinos y con las FARC sobre la sustitución de cultivos y el desarrollo rural, no hay garantías de que cese el tráfico de drogas ni de que los antiguos guerrilleros dejen de seguir involucrados en tan lucrativo negocio.
Un informe anterior de la inteligencia de la Policía, que circuló en mayo de 2016, confirmó que las FARC son uno de los mayores cárteles de la droga en el continente, que contaba entonces con 73 estructuras ubicadas en 18 departamentos y 98 municipios. La investigación demostró que el negocio de las drogas estaba administrado directamente por los integrantes del secretariado y no como actividades desarticuladas que emprenden algunos frentes, como alegaban los negociadores en La Habana.
Pese al cese al fuego decretado en el proceso de "paz" los guerrilleros (francotiradores) que protejen las plantaciones han seguido realizando su labor causando la muerte o lesiones de policías y erradicadores.
La fuente de datos sobre lo que está ocurriendo apenas alcanza hasta 2016 y la Oficina Nacional para el Control de las Drogas reportó que en los dos últimos años hasta esa fecha se duplicó el área cultivada con coca en el territorio nacional y sobrepasaba las 160.000 hectáreas en 2016.
De hecho, se han identificado 55 cabecillas de las FARC como narcotraficantes, de los cuales EEUU pide la extradición de 30 y otros 15 tienen notificación roja de Interpol.
Los guerrilleros, sobre todo sus cabecillas, pasarán a ser elementos activos en la vida política del país. Los "acuerdos de paz" no tienen en cuenta el enorme capital acumulado con el narcotráfico y la influencia abrumadora que tendrá en las campañas de cualquier proceso electoral en el cual participen en el futuro.
En cuanto a la entrega de armas, se contabiliza a razón de un arma por cada uno de los 7.000 combatientes que supuestamente se desmovilizan. Evidentemente, estas no son todas las armas. Hasta los colombianos más sencillos son conscientes de esto, como declaró un comunero indígena del Cabildo de Caldono (una población que fue centro guerrillero) afirmando que: "Un guerrillero al que el arma siempre le dio de comer, da una y se queda con otra por si acaso no les cumplen lo prometido. Y además no están preparados para irse a cultivar".
Por eso y por otras muchas razones, hay miedo por parte de las víctimas, sobre todo de las represalias que temen que se produzcan por parte de militantes de las FARC que cumplían largas condenas por ser los sicarios, secuestradores y extorsionistas de las FARC en los centros urbanos, y que por su condición de no combatientes, podrán regresar ahora a sus casas. "Se pueden querer vengar de quienes los denunciamos", declaró la hermana de un hombre que fue asesinado por un miliciano de la columna Jacobo Arenas. "Es un peligro y es injusto que el asesino ya esté libre y no ha pagado ni seis años de cárcel."
Todo esto está ocurriendo mediante un compromiso de impunidad concedido a los más feroces victimarios que propiciaron al menos 260.000 muertos, 60.000 desaparecidos y 7,1 millones de desplazados durante los últimos 40 años.
Es importante también tener en cuenta que el Ejército Nacional de Liberación (ELN) y el Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP) seguirán activos en sus estrategias de sublevación, terrorismo y narcotráfico, y probablemente engrosen sus filas con muchos "desmovilizados" de las FARC.
Álvaro Uribe, quien durante su presidencia logró grandes victorias contra las FARC y el ELN, recuperando vastas regiones de territorio colombiano para reintegrarlos a la vida política y económica del país en un proceso que parecía conducir a la derrota definitiva de las guerrillas, se lamenta del populismo del Presidente Santos que, según sus palabras a un entrevistador del diario La Tercera "se empieza a desvelar. Le concedieron el Nobel por su gestión con la paz con los terroristas. Pero hoy la economía colombiana está destruida. El país nada en el narcotráfico y la Constitución ha sido sustituida para complacer el terrorismo." Y añade más adelante en la entrevista que: "Para legitimar un proceso de paz -que no es un proceso de paz, sino un proceso que legaliza los dineros de esa gente, que legaliza unos cabecillas del narcoterrorismo y que genera un mal ejemplo- se ha presentado la paz como un medicamento político de la angustia del pueblo colombiano y a las Fuerzas Armadas de Colombia como una fuerza de la dictadura, cuando han sido siempre democráticas y respetables (...) Entonces, nuestra preocupación no es porque haya procesos de paz, sino porque estos procesos de paz son hechos con impunidad para los terroristas que generaron gran violencia".
Aunque los guerrilleros nunca se ocuparon directamente del cultivo (a cargo de campesinos), se ocupaban de la seguridad de las plantaciones y procedían a financiar las actividades de campesinos en marchas cocaleras contra la erradicación y en los medios para fomentar su propagación y el mantenimiento de rutas se abastecimiento a través del Pacífico, Centroamérica y el Caribe (incluyendo a Cuba). Aunque hay acuerdo con los campesinos y con las FARC sobre la sustitución de cultivos y el desarrollo rural, no hay garantías de que cese el tráfico de drogas ni de que los antiguos guerrilleros dejen de seguir involucrados en tan lucrativo negocio.
Un informe anterior de la inteligencia de la Policía, que circuló en mayo de 2016, confirmó que las FARC son uno de los mayores cárteles de la droga en el continente, que contaba entonces con 73 estructuras ubicadas en 18 departamentos y 98 municipios. La investigación demostró que el negocio de las drogas estaba administrado directamente por los integrantes del secretariado y no como actividades desarticuladas que emprenden algunos frentes, como alegaban los negociadores en La Habana.
Pese al cese al fuego decretado en el proceso de "paz" los guerrilleros (francotiradores) que protejen las plantaciones han seguido realizando su labor causando la muerte o lesiones de policías y erradicadores.
La fuente de datos sobre lo que está ocurriendo apenas alcanza hasta 2016 y la Oficina Nacional para el Control de las Drogas reportó que en los dos últimos años hasta esa fecha se duplicó el área cultivada con coca en el territorio nacional y sobrepasaba las 160.000 hectáreas en 2016.
De hecho, se han identificado 55 cabecillas de las FARC como narcotraficantes, de los cuales EEUU pide la extradición de 30 y otros 15 tienen notificación roja de Interpol.
Los guerrilleros, sobre todo sus cabecillas, pasarán a ser elementos activos en la vida política del país. Los "acuerdos de paz" no tienen en cuenta el enorme capital acumulado con el narcotráfico y la influencia abrumadora que tendrá en las campañas de cualquier proceso electoral en el cual participen en el futuro.
En cuanto a la entrega de armas, se contabiliza a razón de un arma por cada uno de los 7.000 combatientes que supuestamente se desmovilizan. Evidentemente, estas no son todas las armas. Hasta los colombianos más sencillos son conscientes de esto, como declaró un comunero indígena del Cabildo de Caldono (una población que fue centro guerrillero) afirmando que: "Un guerrillero al que el arma siempre le dio de comer, da una y se queda con otra por si acaso no les cumplen lo prometido. Y además no están preparados para irse a cultivar".
Por eso y por otras muchas razones, hay miedo por parte de las víctimas, sobre todo de las represalias que temen que se produzcan por parte de militantes de las FARC que cumplían largas condenas por ser los sicarios, secuestradores y extorsionistas de las FARC en los centros urbanos, y que por su condición de no combatientes, podrán regresar ahora a sus casas. "Se pueden querer vengar de quienes los denunciamos", declaró la hermana de un hombre que fue asesinado por un miliciano de la columna Jacobo Arenas. "Es un peligro y es injusto que el asesino ya esté libre y no ha pagado ni seis años de cárcel."
Todo esto está ocurriendo mediante un compromiso de impunidad concedido a los más feroces victimarios que propiciaron al menos 260.000 muertos, 60.000 desaparecidos y 7,1 millones de desplazados durante los últimos 40 años.
Es importante también tener en cuenta que el Ejército Nacional de Liberación (ELN) y el Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP) seguirán activos en sus estrategias de sublevación, terrorismo y narcotráfico, y probablemente engrosen sus filas con muchos "desmovilizados" de las FARC.
Álvaro Uribe, quien durante su presidencia logró grandes victorias contra las FARC y el ELN, recuperando vastas regiones de territorio colombiano para reintegrarlos a la vida política y económica del país en un proceso que parecía conducir a la derrota definitiva de las guerrillas, se lamenta del populismo del Presidente Santos que, según sus palabras a un entrevistador del diario La Tercera "se empieza a desvelar. Le concedieron el Nobel por su gestión con la paz con los terroristas. Pero hoy la economía colombiana está destruida. El país nada en el narcotráfico y la Constitución ha sido sustituida para complacer el terrorismo." Y añade más adelante en la entrevista que: "Para legitimar un proceso de paz -que no es un proceso de paz, sino un proceso que legaliza los dineros de esa gente, que legaliza unos cabecillas del narcoterrorismo y que genera un mal ejemplo- se ha presentado la paz como un medicamento político de la angustia del pueblo colombiano y a las Fuerzas Armadas de Colombia como una fuerza de la dictadura, cuando han sido siempre democráticas y respetables (...) Entonces, nuestra preocupación no es porque haya procesos de paz, sino porque estos procesos de paz son hechos con impunidad para los terroristas que generaron gran violencia".
Last edit: 27 Jun 2017 19:16 by Gerardo E. Martínez-Solanas.
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