El "legado" del Gral. Raúl Castro
- Gerardo E. Martínez-Solanas
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El "legado" del Gral. Raúl Castro
22 Jun 2017 23:01 - 23 Jun 2017 20:02
El “legado” que Raúl Castro pretende dejar a nuestro país se limita a dos estrategias orientadas a:
1) perpetuar el castrismo en el poder mediante un sistema seudo democrático, tergiversado como democracia participativa, mediante un mecanismo de Asambleas populares que funcionan cautivas del poder centralizante; y
2) equilibrar la economía abriendo oportunidades, aunque muy limitadas, a la inversión extranjera, y permitiendo ciertas categorías de propiedad privada, así como iniciativas, también muy limitadas, de empresa privada (denominada cuentapropismo).
Su presunto “legado” es, por tanto, un sistema político singular, que podemos calificar como “castrismo”, muy alejado del socialismo real o comunismo, y más cerca del fascismo o, todavía más, de la estructura vertical de la mafia italiana, aunque con un disfraz parlamentario y con un Presidente del Consejo de Estado que quedará bajo las botas de los jerarcas del Partido Comunista Cubano (PCC), desde el cual gobernará el verdadero capo di tutti capi o “Padrino” supremo de la nación.
Esto quiere decir que, al menos por el momento, no se trata de un “legado” tangible, porque el General Castro no se retira del poder sino que cede la Presidencia del Consejo de Estado a alguien que dará la cara, como antaño lo hicieran el "Presidente" Manuel Urrutia Lleó y el "Presidente" Osvaldo Dorticós Torrado, pero con un “Padrino” que gobierne tras bastidores. Efectivamente, hasta el momento no hay indicios de que Raúl Castro deje también los cargos de Secretario General del PCC ni de General en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que son las dos instancias donde reside el poder real en Cuba.
En el aspecto económico, Raúl Castro seguirá siendo la figura dominante desde las Fuerzas Armadas, de las que surgen los administradores de las empresas del Estado. De hecho, la economía cubana está controlada por el elemento castrense, lo que hace muy difícil que los privilegiados de alto rango estén dispuestos a una transformación en la que pierdan sus prebendas.
Empero, no es “más de lo mismo”, como repiten muchos sin preocuparse por analizar un poco la realidad cubana. Hay cambios, hay transformaciones y tenemos que estar conscientes de ellos para formular estrategias que puedan algún día desembocar en una transición a la democracia.
El país está abocado en estos meses en un proceso que desembocará en una nueva composición de la Asamblea Nacional, las Asambleas Provinciales y las Asambleas Municipales en algún momento que todavía no se ha determinado en 2018. Esas “elecciones” no se organizan a través de partidos políticos, porque en el sistema vertical de Cuba sólo se permite el PCC y toda otra organización política es considerada ilegal o subversiva por el solo hecho de existir. En la selección de candidatos a esas Asambleas se procede mediante un mecanismo que tiene elementos embrionarios de democracia participativa. Y podría serlo si no hubiera una influencia determinante que emana del propio PCC y de las organizaciones de masas, las cuales actúan indirectamente bajo su influencia.
En otras palabras, si no fuera por esa influencia determinante, podría decirse que el mecanismo electoral parte de la base, donde todos los que están inscritos en el registro de electores del Municipio pueden participar en una Asamblea de Nominación municipal y proponer a sus propios candidatos. Según el Artículo 72 de la Ley Electoral, “Entre los propuestos resulta nominado aquél que obtenga mayor número de votos.” Luego, sobre el papel, es posible que cualquier ciudadano pueda ser elegido como delegado de la Asamblea Municipal si logra suficientes votos a mano alzada para lograr una mayoría, porque es oportuno aclarar que esa votación no es secreta.
Aquí termina la supuesta democracia participativa de este sistema, porque el paso de la Asamblea Municipal a las Asambleas Provinciales o a la Asamblea Nacional, no se decide mediante los candidatos que puedan proponer los delegados de las Asambleas Municipales, sino que según el Artículo 76: “Las candidaturas para delegados a las Asambleas Provinciales del Poder Popular y de Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, son elaboradas y propuestas por la Comisión de Candidaturas, la que está integrada por representantes de las organizaciones políticas y de masas, designados por sus direcciones municipales, y presidida por el representante del Partido.” Luego las decisiones finales sobre candidaturas parten aquí del poder centralizado del PCC.
No obstante esto, recomiendo, si no quieren apoyar el proyecto de algunos opositores, orientado a presentar candidaturas a las Asambleas Municipales, al menos no enfrentarlas ni condenarlas, porque si miembros de la oposición al gobierno castrista logran situarse en estas Asambleas, pueden servir de cuña para impulsar transformaciones posteriores. Desde adentro del sistema pueden hacer mucho más que sitiados y encerrados en sus casas.
Hay también un proyecto presentado formalmente a la Asamblea Nacional de enmienda a la Ley Electoral que permita el voto en el proceso de 2018 de todos los ciudadanos cubanos, sea cual sea su lugar de residencia. Recomiendo también no condenar esta iniciativa con el pretexto de que esa participación de los cubanos en el exterior serviría para legitimar las supuestas “elecciones”. Aunque la petición formal se presentó a fines de 2016 y la Asamblea Nacional lo recibió, no ha seguido los parámetros legales (dentro de la seudo legalidad castrista) que exigen el análisis de la petición y su debate en el seno de la Asamblea. Por lo tanto, esta iniciativa se ha convertido, como ya se esperaba, en la exigencia de un derecho no reconocido o soslayado convenientemente por el gobierno cubano y, con esa base, sus gestores están presentando una querella ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El argumento aquí es que la ilegitimidad de un proceso electoral unipartidista y sin un método legítimo de presentar candidaturas, no debe ser motivo para quedarnos con los brazos cruzados contemplando lo que sucede, sino que debe ser un verdadero acicate para exigir derechos que se nos conculcan y proclamar a los cuatro vientos su violación cuando esos derechos no son reconocidos.
Pese a todos estos esfuerzos, es evidente que el sistema totalitario, de corte vertical mafioso, que impera en Cuba está firmemente establecido, con ligeros cambios tendientes a acomodarse a las circunstancias actuales. La falta de unidad de propósitos entre las fuerzas opositoras y la resistencia intransigente a tender una mano y brindar apoyo a otras iniciativas que no sean las propias, permitirán que este sistema totalitario se prolongue por muchos años hasta que los cubanos aprendamos a dialogar, negociar y transar, “con todos y para el bien de todos”.
La esperanza de una solución con apoyo exterior, o hasta una intervención directa para provocar un cambio forzoso, se ha enquistado en casi 60 años de desalentadoras gestiones que apenas han logrado ocasionalmente condenas y sanciones, y que se empantanaron aún más con el espejismo absurdo de la pretendida “solución biológica”.
La libertad no se mendiga, hay que conquistarla. No se logra esperando que otros la conquisten. Sólo hay un camino de CUBANOS TODOS, y si lo comprendemos y actuamos en cívica colaboración para lograr el propósito común, incluso con estrategias diferentes o paralelas, pero todas en una armónica cooperación, esa comprensión y la decisión de conquistar la libertad “con todos y para el bien de todos”, será el verdadero legado del General Raúl Castro, porque en su historia malvada finalmente habrá logrado convencernos de que no hay otro camino hacia una patria mejor que el que une a todos los cubanos de buena voluntad en una misma dirección.
1) perpetuar el castrismo en el poder mediante un sistema seudo democrático, tergiversado como democracia participativa, mediante un mecanismo de Asambleas populares que funcionan cautivas del poder centralizante; y
2) equilibrar la economía abriendo oportunidades, aunque muy limitadas, a la inversión extranjera, y permitiendo ciertas categorías de propiedad privada, así como iniciativas, también muy limitadas, de empresa privada (denominada cuentapropismo).
Su presunto “legado” es, por tanto, un sistema político singular, que podemos calificar como “castrismo”, muy alejado del socialismo real o comunismo, y más cerca del fascismo o, todavía más, de la estructura vertical de la mafia italiana, aunque con un disfraz parlamentario y con un Presidente del Consejo de Estado que quedará bajo las botas de los jerarcas del Partido Comunista Cubano (PCC), desde el cual gobernará el verdadero capo di tutti capi o “Padrino” supremo de la nación.
Esto quiere decir que, al menos por el momento, no se trata de un “legado” tangible, porque el General Castro no se retira del poder sino que cede la Presidencia del Consejo de Estado a alguien que dará la cara, como antaño lo hicieran el "Presidente" Manuel Urrutia Lleó y el "Presidente" Osvaldo Dorticós Torrado, pero con un “Padrino” que gobierne tras bastidores. Efectivamente, hasta el momento no hay indicios de que Raúl Castro deje también los cargos de Secretario General del PCC ni de General en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que son las dos instancias donde reside el poder real en Cuba.
En el aspecto económico, Raúl Castro seguirá siendo la figura dominante desde las Fuerzas Armadas, de las que surgen los administradores de las empresas del Estado. De hecho, la economía cubana está controlada por el elemento castrense, lo que hace muy difícil que los privilegiados de alto rango estén dispuestos a una transformación en la que pierdan sus prebendas.
Empero, no es “más de lo mismo”, como repiten muchos sin preocuparse por analizar un poco la realidad cubana. Hay cambios, hay transformaciones y tenemos que estar conscientes de ellos para formular estrategias que puedan algún día desembocar en una transición a la democracia.
El país está abocado en estos meses en un proceso que desembocará en una nueva composición de la Asamblea Nacional, las Asambleas Provinciales y las Asambleas Municipales en algún momento que todavía no se ha determinado en 2018. Esas “elecciones” no se organizan a través de partidos políticos, porque en el sistema vertical de Cuba sólo se permite el PCC y toda otra organización política es considerada ilegal o subversiva por el solo hecho de existir. En la selección de candidatos a esas Asambleas se procede mediante un mecanismo que tiene elementos embrionarios de democracia participativa. Y podría serlo si no hubiera una influencia determinante que emana del propio PCC y de las organizaciones de masas, las cuales actúan indirectamente bajo su influencia.
En otras palabras, si no fuera por esa influencia determinante, podría decirse que el mecanismo electoral parte de la base, donde todos los que están inscritos en el registro de electores del Municipio pueden participar en una Asamblea de Nominación municipal y proponer a sus propios candidatos. Según el Artículo 72 de la Ley Electoral, “Entre los propuestos resulta nominado aquél que obtenga mayor número de votos.” Luego, sobre el papel, es posible que cualquier ciudadano pueda ser elegido como delegado de la Asamblea Municipal si logra suficientes votos a mano alzada para lograr una mayoría, porque es oportuno aclarar que esa votación no es secreta.
Aquí termina la supuesta democracia participativa de este sistema, porque el paso de la Asamblea Municipal a las Asambleas Provinciales o a la Asamblea Nacional, no se decide mediante los candidatos que puedan proponer los delegados de las Asambleas Municipales, sino que según el Artículo 76: “Las candidaturas para delegados a las Asambleas Provinciales del Poder Popular y de Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, son elaboradas y propuestas por la Comisión de Candidaturas, la que está integrada por representantes de las organizaciones políticas y de masas, designados por sus direcciones municipales, y presidida por el representante del Partido.” Luego las decisiones finales sobre candidaturas parten aquí del poder centralizado del PCC.
No obstante esto, recomiendo, si no quieren apoyar el proyecto de algunos opositores, orientado a presentar candidaturas a las Asambleas Municipales, al menos no enfrentarlas ni condenarlas, porque si miembros de la oposición al gobierno castrista logran situarse en estas Asambleas, pueden servir de cuña para impulsar transformaciones posteriores. Desde adentro del sistema pueden hacer mucho más que sitiados y encerrados en sus casas.
Hay también un proyecto presentado formalmente a la Asamblea Nacional de enmienda a la Ley Electoral que permita el voto en el proceso de 2018 de todos los ciudadanos cubanos, sea cual sea su lugar de residencia. Recomiendo también no condenar esta iniciativa con el pretexto de que esa participación de los cubanos en el exterior serviría para legitimar las supuestas “elecciones”. Aunque la petición formal se presentó a fines de 2016 y la Asamblea Nacional lo recibió, no ha seguido los parámetros legales (dentro de la seudo legalidad castrista) que exigen el análisis de la petición y su debate en el seno de la Asamblea. Por lo tanto, esta iniciativa se ha convertido, como ya se esperaba, en la exigencia de un derecho no reconocido o soslayado convenientemente por el gobierno cubano y, con esa base, sus gestores están presentando una querella ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El argumento aquí es que la ilegitimidad de un proceso electoral unipartidista y sin un método legítimo de presentar candidaturas, no debe ser motivo para quedarnos con los brazos cruzados contemplando lo que sucede, sino que debe ser un verdadero acicate para exigir derechos que se nos conculcan y proclamar a los cuatro vientos su violación cuando esos derechos no son reconocidos.
Pese a todos estos esfuerzos, es evidente que el sistema totalitario, de corte vertical mafioso, que impera en Cuba está firmemente establecido, con ligeros cambios tendientes a acomodarse a las circunstancias actuales. La falta de unidad de propósitos entre las fuerzas opositoras y la resistencia intransigente a tender una mano y brindar apoyo a otras iniciativas que no sean las propias, permitirán que este sistema totalitario se prolongue por muchos años hasta que los cubanos aprendamos a dialogar, negociar y transar, “con todos y para el bien de todos”.
La esperanza de una solución con apoyo exterior, o hasta una intervención directa para provocar un cambio forzoso, se ha enquistado en casi 60 años de desalentadoras gestiones que apenas han logrado ocasionalmente condenas y sanciones, y que se empantanaron aún más con el espejismo absurdo de la pretendida “solución biológica”.
La libertad no se mendiga, hay que conquistarla. No se logra esperando que otros la conquisten. Sólo hay un camino de CUBANOS TODOS, y si lo comprendemos y actuamos en cívica colaboración para lograr el propósito común, incluso con estrategias diferentes o paralelas, pero todas en una armónica cooperación, esa comprensión y la decisión de conquistar la libertad “con todos y para el bien de todos”, será el verdadero legado del General Raúl Castro, porque en su historia malvada finalmente habrá logrado convencernos de que no hay otro camino hacia una patria mejor que el que une a todos los cubanos de buena voluntad en una misma dirección.
Last edit: 23 Jun 2017 20:02 by Gerardo E. Martínez-Solanas.
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