El embargo contra Cuba y la muerte de los mil cortes
- José Manuel Palli
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El embargo contra Cuba y la muerte de los mil cortes
05 Jun 2017 04:03
www.elnuevoherald.com/opinion-...rticle154103534.html
Los chinos han inventado muchas cosas, incluyendo algunas que difícilmente los llenen de orgullo, como el caso del Lingchi. También conocida como la muerte de los mil cortes, el Lingchi es una forma de ajusticiamiento que los chinos reservaban para los delitos de mayor gravedad sometiendo al criminal al suplicio de ver como el verdugo rebanaba sucesivas tajadas de su humanidad.
Tal parece ser el destino de nuestras leyes y demás regulaciones que imponen sanciones contra Cuba limitando nuestros propios derechos a viajar y comerciar libremente.
Un senador republicano de Arizona ha propuesto una ley que elimina las restricciones que pesan sobre los estadounidenses que deseen viajar a Cuba, permitiéndoles incluso celebrar las transacciones bancarias que cualquier viajero suele realizar de visita en cualquier país del mundo. Dicen que la medida cuenta ya con el respaldo de mas de la mitad del senado.
Otro congresista republicano, en este caso representante de Arkansas en la Cámara Baja, ha redactado un proyecto de ley para facilitar el financiamiento de nuestras exportaciones de alimentos y todo tipo de productos agrícolas a Cuba, aplicando a dichas ventas un impuesto del 2 por ciento. Los fondos recaudados por esa tasa se destinaran a compensar a los ciudadanos de los EEUU cuyos bienes fueron expropiados por la Revolución Cubana y certificaron sus perdidas oportunamente ante el gobierno de los EEUU.
El joven de Arkansas dice estar negociando su proyecto de ley con sus colegas cubano-descendientes, y la primera pregunta que me viene a la mente es porqué no son esos representantes “nuestros” quienes asumen el liderazgo en este espinoso tema de la relación entre Cuba y los EEUU, proponiendo medidas sensatas como esta, que trasciendan el infantil eslogan que nos tiene empantanados en los años sesenta: el risible “No Castro, No Problem”.
La respuesta a mi pregunta es que la legislación de marras no da respuesta a las ilusorias pretensiones de algunos de nuestros vecinos, cubanos o cubano descendientes, empeñados en recuperar los bienes que la revolución les quitó.
El dinero recaudado por la tasa del 2 por ciento no resarcirá sino las pérdidas de quienes ya eran ciudadanos o corporaciones de los EEUU cuando sus bienes fueron expropiados. Esa es la única categoría de personas cuyas pérdidas fueron certificadas por los EEUU hace décadas. Y es natural que así sea, porque es el interés nacional de los EEUU por proteger a sus nacionales lo que impulsó aquel proceso de certificación de reclamaciones.
Durante años se me ha acercado mucha gente cuyos bienes fueron expropiados o confiscados en Cuba y que suponen que algún día podrán presentar sus reclamaciones ante un tribunal de los EEUU, apelando a nuestras leyes. Ese “américo-centrismo” los lleva, en mi opinión, al auto-engaño, razón por la cual nunca los he tomado como clientes, a menos que entiendan que el único tribunal capaz de resolver reclamaciones como las que ellos contemplan es un tribunal cubano, aplicando la ley cubana. Aun no he encontrado un solo “cliente” que comprenda esto.
Cuba no se disculpa por sus leyes. Actúa basándose en esas leyes que, nos guste o no, son hoy las leyes de Cuba.
Cuba no esconde su pasado de expropiaciones o incautaciones de bienes. Incluso ha publicado libros explicando qué se le quito a cada quien, y por que razón.
Y Cuba nunca le ha dado la espalda a una discusión sobre esas leyes y sus consecuencias, cosa que si hemos hecho nosotros en los EEUU, condicionando esa discusión a que Cuba primero se convierta en Suiza, como dice un amigo y colega.
La Florida cuenta con un senador cubano-descendiente que, cuando no logra alguno de sus objetivos como legislador, se lo achaca a los defectos de nuestro “sistema político”, señalando con sensatez que, aun con fallas, ese es el sistema que tenemos.
Si nuestro joven senador quisiera cambiar ese sistema defectuoso, bien pudiera comenzar por tomar el liderazgo en asuntos que afectan a los verdaderos intereses de ambos pueblos, el de los EEUU y el cubano, intereses en los que se centran los dos proyectos de ley que menciono arriba.
Pero si de verdad se sintiera líder y encontrara la audacia para representar esos verdaderos intereses, lo mejor que pudiera hacer es buscar, lisa y llanamente, la eliminación del embargo, ahorrándonos a todos el suplicio de una muerte por mil cortes.
Los chinos han inventado muchas cosas, incluyendo algunas que difícilmente los llenen de orgullo, como el caso del Lingchi. También conocida como la muerte de los mil cortes, el Lingchi es una forma de ajusticiamiento que los chinos reservaban para los delitos de mayor gravedad sometiendo al criminal al suplicio de ver como el verdugo rebanaba sucesivas tajadas de su humanidad.
Tal parece ser el destino de nuestras leyes y demás regulaciones que imponen sanciones contra Cuba limitando nuestros propios derechos a viajar y comerciar libremente.
Un senador republicano de Arizona ha propuesto una ley que elimina las restricciones que pesan sobre los estadounidenses que deseen viajar a Cuba, permitiéndoles incluso celebrar las transacciones bancarias que cualquier viajero suele realizar de visita en cualquier país del mundo. Dicen que la medida cuenta ya con el respaldo de mas de la mitad del senado.
Otro congresista republicano, en este caso representante de Arkansas en la Cámara Baja, ha redactado un proyecto de ley para facilitar el financiamiento de nuestras exportaciones de alimentos y todo tipo de productos agrícolas a Cuba, aplicando a dichas ventas un impuesto del 2 por ciento. Los fondos recaudados por esa tasa se destinaran a compensar a los ciudadanos de los EEUU cuyos bienes fueron expropiados por la Revolución Cubana y certificaron sus perdidas oportunamente ante el gobierno de los EEUU.
El joven de Arkansas dice estar negociando su proyecto de ley con sus colegas cubano-descendientes, y la primera pregunta que me viene a la mente es porqué no son esos representantes “nuestros” quienes asumen el liderazgo en este espinoso tema de la relación entre Cuba y los EEUU, proponiendo medidas sensatas como esta, que trasciendan el infantil eslogan que nos tiene empantanados en los años sesenta: el risible “No Castro, No Problem”.
La respuesta a mi pregunta es que la legislación de marras no da respuesta a las ilusorias pretensiones de algunos de nuestros vecinos, cubanos o cubano descendientes, empeñados en recuperar los bienes que la revolución les quitó.
El dinero recaudado por la tasa del 2 por ciento no resarcirá sino las pérdidas de quienes ya eran ciudadanos o corporaciones de los EEUU cuando sus bienes fueron expropiados. Esa es la única categoría de personas cuyas pérdidas fueron certificadas por los EEUU hace décadas. Y es natural que así sea, porque es el interés nacional de los EEUU por proteger a sus nacionales lo que impulsó aquel proceso de certificación de reclamaciones.
Durante años se me ha acercado mucha gente cuyos bienes fueron expropiados o confiscados en Cuba y que suponen que algún día podrán presentar sus reclamaciones ante un tribunal de los EEUU, apelando a nuestras leyes. Ese “américo-centrismo” los lleva, en mi opinión, al auto-engaño, razón por la cual nunca los he tomado como clientes, a menos que entiendan que el único tribunal capaz de resolver reclamaciones como las que ellos contemplan es un tribunal cubano, aplicando la ley cubana. Aun no he encontrado un solo “cliente” que comprenda esto.
Cuba no se disculpa por sus leyes. Actúa basándose en esas leyes que, nos guste o no, son hoy las leyes de Cuba.
Cuba no esconde su pasado de expropiaciones o incautaciones de bienes. Incluso ha publicado libros explicando qué se le quito a cada quien, y por que razón.
Y Cuba nunca le ha dado la espalda a una discusión sobre esas leyes y sus consecuencias, cosa que si hemos hecho nosotros en los EEUU, condicionando esa discusión a que Cuba primero se convierta en Suiza, como dice un amigo y colega.
La Florida cuenta con un senador cubano-descendiente que, cuando no logra alguno de sus objetivos como legislador, se lo achaca a los defectos de nuestro “sistema político”, señalando con sensatez que, aun con fallas, ese es el sistema que tenemos.
Si nuestro joven senador quisiera cambiar ese sistema defectuoso, bien pudiera comenzar por tomar el liderazgo en asuntos que afectan a los verdaderos intereses de ambos pueblos, el de los EEUU y el cubano, intereses en los que se centran los dos proyectos de ley que menciono arriba.
Pero si de verdad se sintiera líder y encontrara la audacia para representar esos verdaderos intereses, lo mejor que pudiera hacer es buscar, lisa y llanamente, la eliminación del embargo, ahorrándonos a todos el suplicio de una muerte por mil cortes.
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