Durante años, he sido, con profundo dolor de mi corazón, muy pesimista acerca de las posibilidades de que Venezuela recuperara su libertad y viera el final del chavismo... Sin embargo... en las últimas semanas, encuentro razones para abrigar un moderado optimismo.
Las razones son varias.
Primera, la oposición se ha ido dando cuenta de que la única salida es acabar con el sistema chavista. La realidad se ha ido imponiendo dejando de manifiesto que nada es posible dentro del sistema porque éste cuenta con los recursos necesarios – el último es la asamblea constituyente – para ganar siempre en el casino. Con ruletas trucadas sólo se puede perder, pero no hay obligación de entrar en ese juego amañado...
Segunda, la oposición también parece ir captando que necesita una unidad de acción y propósito y que cualquier fisura sólo contribuye al afianzamiento del chavismo.
Tercera, la oposición también va captando, de manera dolorosa, que no puede fiarse lo más mínimo de personajes como Rodríguez Zapatero o el papa Francisco. Las palabras de Capriles contradiciendo las afirmaciones del papa este fin de semana son, quizá, una señal de que el sentido común va prevaleciendo. Cuando la oposición venezolana comprenda además que ni el ejército colombiano, ni el Departamento de estado va a hacer lo que ella no haga habrá dado un paso de gigante...
La oposición necesita ahora de manera imperiosa dar con una táctica que le permita alcanzar la meta imprescindible e irrenunciable de derribar el chavismo. Hasta el día de hoy, no cuenta con ella, pero puede que, como el niño que es lanzado al agua, pueda descubrir más pronto que tarde la manera de navegar en las procelosas aguas del régimen chavista.
Debo señalar de manera respetuosa, pero tajante que cualquier intento de derribar el chavismo recurriendo a la violencia no sólo constituye una inmensa irresponsabilidad sino también una colosal estupidez... Cualquiera sabe, a fin de cuentas, que una confrontación violenta precisa de unos medios y un entrenamiento que la oposición no posee ni lejanamente. Sólo cabría entonces esperar una derrota teñida en muertes.
La única táctica que puede utilizar la oposición con posibilidades razonables de desarticular el chavismo es la no-violencia utilizada, entre otros, por Gandhi y Martin Luther King...
Soy consciente de que igual que la violencia exige un entrenamiento nada desdeñable lo mismo sucede con la no-violencia... La resistencia civil no-violenta es el único instrumento que puede articular las acciones actuales de manera mucho más lesiva para el chavismo; que puede canalizar de manera fecunda las acciones populares y que puede, al fin y a la postre, acabar desarticulando la capacidad de reacción del chavismo y provocando su salida del poder para no volver jamás.
Si la oposición – de la misma manera intuitiva en que ha ido captando otros principios en las últimas semanas – percibe que ésta es la única táctica realista y la pone en marcha, los días del chavismo estarán contados. Así será porque la oposición no sólo se habrá deshecho de análisis equivocados, no sólo estará finalmente unida, no sólo tendrá una estrategia clara de acabar con el régimen sino que además contará con el instrumento táctico adecuado. Por eso quizá, sólo quizá, no estemos en el principio del fin, pero sí, Dios lo quiera, en el final del principio.