Las Fuerzas Armadas de Venezuela tienen la palabra

En la gravísima hora que vive Venezuela, las Fuerzas Armadas deberían alinearse y defender la Constitución, socavada con la usurpación de poderes del gobierno de Nicolás Maduro.


Sin embargo, es improbable que el Alto Mando Militar actúe en defensa de la castigada democracia venezolana.


Hugo Chávez vislumbró, desde el inicio de su mandato, que debía ganar al Comando Militar si quería mantenerse en el poder.


Aconsejado por La Habana en estrategias de compras de voluntades, aumentó los sueldos de los generales y oficiales y les concedió millonarias prebendas. que están vigentes hasta hoy en día.
Maduro ha seguido los pasos de Chávez en la compra de los militares y se respalda en el Ministro de Defensa, Vladimir Padrino, quien obedece completamente a los intereses de La Habana. Se recuerda a Padrino a los pies de Fidel Castro, jurándole fidelidad absoluta, acción que hace imposible pensar que hoy esté a favor de la Constitución y el pueblo venezolano.


Quien escribe en twitter: “Gracias COMANDANTE!. Seguiremos aferrados a las ideas y a las causas más nobles de la humanidad. ¡Hasta la Victoria!”, difícilmente respaldará al pueblo venezolano en sus demandas de libertad y democracia.


Pese a la improbable idea de que llegue ese apoyo, el alto mando militar en retiro ha pedido en un comunicado a las Fuerzas Armadas nacionales que restablezcan la democracia y la libertad en la nación bolivariana, hoy estremecida hasta sus cimientos, por la toma de poderes del Parlamento venezolano.


El presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, también ha hecho un llamado a las Fuerzas Armadas a romper el silencio frente a una “ruptura” constitucional hecha por Maduro.


Borges ha señalado: “Queremos hacer un llamado de conciencia a la Fuerza Armada Venezolana, así como nosotros no vamos a aceptar nada contrario a la Constitución nosotros esperamos que nuestra Fuerza Armada sea el primer guardián de la democracia y la Constitución de Venezuela y se convierta en parte de la solución de la democracia en el país y nunca se convierta en el obstáculo que impida que la Constitución y la democracia reinen en Venezuela (…) La Fuerza Armada venezolana no puede seguir callada frente a la ruptura de la Constitución. Sabemos que la inmensa mayoría de los oficiales (…) están en contra del caos que sucede en nuestro país”.

Asimismo, el destituido presidente de la Asamblea Nacional ha convocado al pueblo venezolano a defender la Constitución y la democracia y pide que se realice un proceso electoral, para salvar la nación en crisis.


El rechazo a la decisión del gobierno de Nicolás Maduro de apoderarse del poder Legislativo, es mundial.


Gobiernos e instituciones internacionales como la ONU y la OEA están exigiendo que el gobierno venezolano revierta la decisión de usurpación de poderes y encamine la nación bolivariana hacia la democracia y libertades mediante elecciones libres.


Cualquier otra determinación de Miraflores conducirá a Venezuela a una guerra civil, de trágicas consecuencias.

Muy oportunas las opiniones vertidas aquí y en otros de sus mensajes por Angélica frente a la tragedia de los venezolanos.

Los colectivos de la muerte, a los que se refiere en otro de sus mensajes, no son más que pandillas de facinerosos instigadas por el favor de la dictadura, que cada vez más afirma su poder por la violencia y el miedo que provoca.

En cuanto a las Fuerzas Armadas, los mandos que mantenían en alto su función de defensa de la patria han sido gradualmente desmantelados, perseguidos u obligados al retiro, y la alta oficialidad de hoy ha alcanzado sus cargos por prebendas políticas que los convierte en incondicionales de la dictadura.

Quizás haya una leve esperanza a nivel de suboficiales (los sargentos, como en la Cuba de 1933) que asuman el mando al negarse a arremeter contra un pueblo que está tomando las calles y que deberá fijarse un objetivo claro para poder deshacerse de la tiranía que los somete. Pero como he señalado en otro mensaje, no basta la estrategia de la protesta callejera en busca de un diálogo apaciguador que allane el camino hacia unas elecciones libres y limpias, porque ese legítimo esfuerzo ha pasado ya sus mejores momentos y no ha resuelto el problema ni ha quebrantado la voluntad dictatorial de quienes están dispuestos a conservar el poder cueste lo que cueste.

Es hora de "tomar la Bastilla", pero no con sed de venganza al estilo jacobino sino con el legítimo propósito de derrocar a un monarca absoluto para poner los destinos del país en manos del legítimo representante del pueblo, el Poder Legislativo, desde el cual se organizaría la nueva democracia y se convocaría a elecciones libres y limpias.