¿Quién no quiere la paz en Colombia?

Es anatema para muchos bien intencionados que alguien se atreva a esgrimir argumentos a favor del NO en el referendo que decidirá la aprobación del acuerdo de paz orquestado por el dictador Raúl Castro entre el Presidente Juan Manuel Santos y las FARC.

¿Como puede haber alguien que no quiera la paz en Colombia?!!

Una cosa es querer la paz y votar por ella en el referendo que se avecina en Colombia y otra muy distinta es hacerlo convencidos de que se pueda lograr haciendo notables concesiones a un grupo de asesinos, secuestradores y narcotraficantes que han sembrado el terror en ese país durante medio siglo. Concesiones que les permitirán obtener escaños sin haber sido electos al Poder Legislativo y desarrollar campañas políticas con los enormes recursos de influencias y dinero que han obtenido con sus fechorías.

En otro aporte a este mismo FORO, María Clara Ospina señala la falta de respeto por la inteligencia de los ciudadanos que encubre la campaña por el SÍ. En otras palabras: "Ud quiere la paz? Vote Sí. Ud quiere la guerra? Vote No." La verdad oculta en la lastimosamente arrolladora campaña es que el SÍ no garantiza la paz sino que implica aprobar las concesiones que el gobierno de Juan Manuel Santos otorga a los guerrilleros y sus jefes, mientras que el NO obliga a renegociar estas condiciones entreguistas que las FARC exigen.

La gran mayoría de los ciudadanos que anticipan en las encuestas que votarán por el SÍ no conocen estas condiciones. Helas aquí:

• *10 escaños regalados sin participar en elecciones: 5 en el Senado y 5 en la Cámara;
• * 7 mil millones de pesos de subsidio anual por 10 años, más un estipendo mensual de 620 mil pesos a cada guerrillero desmovilizado mensual, más sueldo especial a cada comandante guerrillero ascendente por escalafón hasta llegar al Secretariado de las FARC, cuyos miembros tendrán sueldo igual a los congresistas;
• * Ocho millones de pesos a cada guerrillero que quiera "emprender un proyecto productivo" empresarial;
• * No serán encarcelados por sus delitos de lesa humanidad. Bastará con que confiesen y, en algunos casos, enfrentarán arresto domiciliario temporal;
• * Los miembros del Secretariado podrán entrar al congreso con sueldo y con voz pero sin voto; pero a partir del 2018 podrán entrar como congresistas por dos periodos seguidos;
• * Contarán con un canal de televisión de 24 horas los 7 días de la semana para difundir sus políticas y programas de adoctrinamiento;
• * Se creará un programa especial para desmovilizados a costa del presupuesto nacional, el cual incluirá un cuerpo de seguridad para desmovilizados con carros blindados y armas suministradas por el Estado colombiano;
• * No se menciona mecanismo alguno para poner término al negocio del narcotrafico manejado por las FARC;
• * Las FARC no entregarán sus armas hasta que se verifique la aprobación del plebiscito;
• * No reembolsarán ni entregan el dinero producido por sus actividades ilícitas;
• * No se disculparán por sus crímenes ante el pueblo combiano;
• * Podrán crear un partido político de las FARC, que será el que contará con más recursos monetarios (mal habidos) en el país, es decir, que contarán con recursos de sobra para financiar una arrolladora campaña presidencial de 2018.

No sólo son abrumadoras estas concesiones a los enemigos de la democracia en Colombia sino que representan un formidable gravamen para todos y cada uno de los colombianos que se reflejará en un alza notable de los impuestos a todos los niveles.

¿Se logrará la paz en Colombia con los guerrilleros en el poder? ....... ¿Será Santos el nuevo Chamberlain sudamericano? ¿Podrá reformar y apaciguar a narcotraficantes y guerrilleros con generosas concesiones? ¿Se lo cree en serio?

Nota informativa: Las FARC son responsables de la muerte de más de 200 mil civiles en sus operaciones guerrilleras durante los últimos 35 años; son responsables de decenas de miles de secuestrados, muchos de ellos niños de menos de 15 años obligados a servir como soldados, y niñas y mujeres jóvenes convertidas en "compañeras" sexuales de los guerrilleros; y son los promotores de un negocio multibillonario de narcotráfico con tentáculos en muchos países de América Latina y Europa

Sorpresivamente, ¡triunfó el NO en Colombia!

Los colombianos no rechazaron la paz sino el entreguismo explícito en las generosas condiciones concedidas a las FARC por el gobierno de Santos.

Si las FARC fueran sinceras en la búsqueda de la paz, serían más humildes en sus exigencias y condiciones. Eso queda por ver si aceptaran nuevas negociaciones en acatamiento de la voluntad de la mayoría de los colombianos.

Más detalles sobre este acontecimiento → AQUÍ .

Estoy y estaré siempre a favor de la paz. Soy también respetuoso de la voluntad soberana del voto ciudadano. Creo que es una llamada a mejorar los Acuerdos de Paz y no abandonar el camino. Y lograr que esa mejora de los Acuerdos aporte confianza a los colombianos que, creo, no están en contra de la paz sino están enviando un mensaje para evitar en el futuro peligros como los populismos o autoritarismos que tampoco favorecerían a la necesaria y anhelada paz. Que el desconcierto de hoy sea un acicate para seguir el proceso de paz y perfeccionar el Acuerdo. Mi deseo para el hermano pueblo colombiano: Rezar, continuar y seguir trabajando por el diálogo y la paz en Colombia y en toda la región.

AMEN!

El domingo 2 de septiembre los colombianos acudimos a las urnas a votar Sí o NO a los acuerdos logrados entre el gobierno y las FARC, registrados en 297 páginas confusamente escritas, de gran densidad y arbitrariedad, las cuales solo habíamos podido analizar por unas pocas semanas.

Esos acuerdos otorgaban casi total impunidad a quienes habían cometido u ordenado crímenes de lesa humanidad y otras atrocidades. Además, creaba una llamada justicia transicional, compuesta por tribunales especiales, donde la mitad de los jueces serían escogidos por los propios terroristas de las FARC.

Estos puntos, y muchos más, fueron considerados por la mayoría de los votantes como inaceptables. Para muchos fue claro que lo pactado no llevaría a Colombia a una paz duradera. A esa paz deseada por todos.

Durante la campaña por el Sí y el NO, los del No fuimos bombardeados con toda clase de insultos, desde guerreristas, paramilitares, ignorantes, personas cargadas de odios y rencores, y no sé cuántas cosas más.

Sin embargo, como todos ya sabemos, a pesar de amenazas, insultos y múltiples encuestas pregonadas por los medios amigos del gobierno, que vaticinaban una derrota estruendosa para en No, este ganó.

Ganó, a pesar de las ingentes cantidades de dinero y favores que el gobierno distribuyó entre congresistas, políticos, comunidades, televisión, radio y prensa. Triunfó, a pesar de todos los conferencistas internacionales que, a gran costo, importó el gobierno para que nos dieran catedra a los colombianos sobre como deberíamos votar.

El No derrotó al Sí, con todo y que a última hora el Papa Francisco, quizá por no haber leído los acuerdos, o llevado de su reconocida inclinación socialista, opinó, equivocadamente, que los votantes del No eran enemigos de la paz.

Santos no logró imponer el Si, ni después del costoso montaje internacional que hizo en Cartagena el 26 de Septiembre. Allí volaron aviones y palomas sobre asistentes vestidos de lino blanco que aplaudieron, frenéticos, los discursos de las Farc donde se proclamaban como “salvadores del pueblo”. Pero quizá lo más absurdo fue verlo a él y a Timochenko firmar los acuerdos, sin que estos hubieran sido aprobados por el plebiscito.

Pero, ese es el pasado. Hoy se debe aprovechar el triunfo del No como una gran oportunidad para replantear las negociaciones con las FARC, quienes, sin lugar a dudas, han dado muestras de querer la paz, y lograr mejores acuerdos que gocen del respaldo de todos los colombianos, no solo de la mitad.

Colombia requiere de acuerdos que nos unan en vez de dividirnos y enfurecernos. Este No es una oportunidad para restablecer la concordia entre todos, inclusive con aquellos que han empuñado las armas y hoy están dispuestos a deponerlas.

Las pasadas negociaciones nos fracturaron dolorosamente. Olvidemos los insultos, los agravios. Lo que todos queremos es la paz. Así lo reconocen hoy, tanto el Presidente Santos, como los expresidentes Uribe y Pastrana y la mayoría de los líderes políticos del país. También la cúpula de las Farc; ya ha reafirmado su voluntad de continuar en el camino hacia la paz.
Que este sea un momento donde se demuestre la grandeza del pueblo colombiano. El resultado del Plebiscito no debe ser tomado por nadie como una derrota, sino como un momento de oportunidad y dialogo.