Menos tareas para nuestros estudiantes.
- Maria Victoria Olavarrieta
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Menos tareas para nuestros estudiantes.
09 Nov 2019 03:30Estados Unidos y España están entre los 10 países que más tareas les ponen a sus estudiantes. Durante más de 5 años, mi trabajo de maestra en una academia privada de Gran Canaria, España, consistió en ayudar a los estudiantes a hacer sus deberes. A mi hermana y a mí, maestras las dos, nos sorprendió que la casi totalidad de los alumnos del área necesitaran ayuda para ello, cuando la finalidad primordial del trabajo en casa radica en que el niño demuestre que ha aprendido el contenido impartido en clase y que puede realizar las actividades por sí solo. Recordando nuestros tiempos de estudiante, coincidimos en que nosotras hacíamos nuestro trabajo sin necesidad de ayuda y mucho menos de un profesor privado, las actividades estaban acordes a nuestras edades y con media hora o cuarenta minutos el trabajo estaba hecho.
Al llegar a Miami nos encontramos el mismo problema de tareas en exceso, sumado a los famosos proyectos que tanto tiempo y dinero en ocasiones, demandan de los abrumados padres de familia. Sheila Álvarez, madre de una estudiante de 11no. grado, tuvo que recorrer cuatro tiendas en Miami hasta encontrar la cartulina específica que pidió el profesor para la confección del trabajo. En muchas familias los padres no saben o no pueden ayudar a sus hijos con los deberes y proyectos; en las que hay dos o más niños y un salario bajo, no alcanza para la compra de los materiales necesarios. Unos chicos llegan a la escuela con trabajos impecables y otros, con menos posibilidades, se avergüenzan de mostrar los suyos. Además, no todo niño tiene habilidades artísticas. Si a mí me hubieran exigido los proyectos que he visto hacer a los estudiantes de Miami, mi vida escolar hubiese sido un suplicio.
En las últimas tres fiestas de cumpleaños a las que he asistido, me he visto cercada por padres que al enterarse que soy maestra, me hacen blanco de sus frustraciones, otros me esperan los domingos en mi parroquia al terminar la misa y los vecinos, que saben que soy maestra, no dejan de insistirme en que haga algo para frenar estos excesos.
Las horas de hacer la tarea en casa se han convertido en una agonía, me decía una madre conteniendo la rabia. Los proyectos acabamos haciéndolos mi esposo y yo y muchas veces le firmamos el “Reading log” a nuestros hijos sin que hayan leído los 30 minutos reglamentarios. Si se acuestan muy tarde, por la mañana cuesta mucho que se levanten.
Mis ex alumnos me reclaman que no he cumplido mi palabra de seguir impulsando la campaña “MENOS TAREAS PARA NUESTROS ESTUDIANTES” que empecé hace varios años. Tenía la esperanza de sensibilizar a los maestros ponedores de deberes. El hecho que mi cuñado, un padre a tiempo completo, con grandes habilidades artísticas (lo he visto ayudar a mi sobrino en proyectos desde diseñar el arte para una camiseta, hacer un pequeño busto de José Martí, hasta elaborar un títere que creí lo habían comprado en una juguetería…) Si hasta él, con tiempo, talento y vocación está saturado de tantos proyectos y deberes, ¿qué queda para los padres con menos posibilidades? Es hora que me vuelva a “poner las botas” y retome la promesa que les hice a mi sobrino y a mis estudiantes años atrás.
Luchar contra lo establecido nunca ha sido fácil. Cuando empecé a hablar el tema con mis colegas me encontré con la falsa creencia de que el maestro que ponga más tareas es mejor. Si en un plantel unos cuantos maestros ponen muchas tareas, los otros, para que no digan que son flojos o que no son buenos, se esmeran en poner más.
El maestro de matemáticas no sabe cuánta tarea ordenó el de inglés, así nos encontramos días sumamente cargados que requieren dos, tres y hasta cuatro horas de trabajo en casa. Hay escuelas que tienen un horario para las tareas donde cada clase tiene asignados los días de la semana en que puede ponerlas. Esto podría aliviar mucho la sobrecarga y balancear las tareas de ciencias y de letras.
Mucho contenido impartido no garantiza el aprendizaje. En general, nuestros programas de estudio en la escuela pública están sobrecargados, pretendemos dar mucha materia, pero no tenemos tiempo para profundizar, para recapitular o para detenernos en detalles que despierten curiosidad en los alumnos. Soy partidaria de poner tareas, pero con moderación. En la infancia son muy importantes, el tiempo compartiendo con padres y abuelos, el juego, las horas de sueño requeridas por edades… ¿nos vamos a quedar de brazos cruzados viendo como les roban sus derechos a nuestros pequeños?
La campaña “POR UNOS DEBERES JUSTOS” que comenzó en Madrid Eva Bailen en marzo del 2015, se ha convertido en un clamor. Eva, madre de Diego, un niño de 11 años que ha llegado a necesitar hasta 3 horas al día para realizar sus tareas, publicó su libro Cómo sobrevivir a los deberes de tu hijo. Es inspirador el ejemplo de esta madre que está logrando movilizar a mucha gente.
Tantos exámenes, tareas y proyectos le están robando al proceso educativo su esencia. Lo que ocurre en la clase es un intercambio mágico entre el educador y el alumno que para que sea fructífero tiene que venir de maestros convencidos que tenemos el trabajo más importante del mundo.
Los niños y jóvenes que están hoy en nuestras aulas, van a ser los hombres que dentro de muy poco tiempo saldrán a hacer de este mundo un lugar mejor o peor... depende, en gran parte, de nosotros ahora.
Maria Victoria Olavarrieta
Profesora de Español y Literatura.
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