¡Ha estallado la Tercera Guerra Mundial!
- Ariel Hidalgo
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¡Ha estallado la Tercera Guerra Mundial!
22 Jul 2016 18:35
¿Es esto una exageración o una perogrullada? ¿Es necesario afirmar lo que ya es tan evidente?
Con la intención de confeccionar una relación de los ataques terroristas perpetrados por el Estado Islámico (ISIS) durante el presente año, me di cuenta, al concluir los correspondientes al mes de enero, que cuando llegara a julio los datos habrían ocupado más de la mitad de una página de este periódico, sin contar los cometidos por otras agrupaciones del fundamentalismo islámico como Al Qaeda, Boko Haram, Al-Shabbaab y los talibanes. Para los estadounidenses que se formulan la tan reiterada pregunta de “por qué nos odian”, deben tener en cuenta que entre los países afectados se encuentran, además de Estados Unidos, Francia, Bélgica, Alemania, Serbia, Israel, India, Bangladesh, Indonesia, Camerún, Nigeria, Burkina Faso, Costa de Marfil, incluso países musulmanes como Turquía, Siria, Irak, Pakistán, Egipto, Libia, Somalia, Afganistán y Arabia Saudita. De modo que los países musulmanes, debido a la intolerancia de estos grupos, que no admiten ni términos medios ni interpretaciones del Islam que no sean la suya, han sufrido el flagelo del terrorismo tanto como los occidentales.
Al menos catorce países de cuatro continentes han bombardeado a ISIS: Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido, Canadá, Bélgica, Holanda, Australia, Dinamarca, además de países árabes como Arabia Saudita, Turquía, Jordania, Emiratos Árabes Unidos y el pequeño reino de Baréin. Tan solo Estados Unidos ha realizado desde noviembre, según el Pentágono, 2,816 ataques aéreos. También otras fuerzas han luchado contra ISIS por tierra, como Irak y el Peshmerga kurdo. Los bombardeos no se han limitado a ISIS sino además, a otros grupos fundamentalistas como los talibanes.
¿Cómo, entonces, es posible negar que nos hallamos en plena guerra mundial? La razón es, quizás, que no se nos presenta como una guerra regular tal y como la hemos conocido –y éste es probablemente el principal error estratégico de la coalición–, porque lo importante ahora no es el número de portaviones, submarinos o soldados uniformados con que se cuenta, sino de personas o de pequeños grupos aislados no identificados, repartidos por gran parte del mundo, mezclados entre la muchedumbre, difíciles de detectar hasta el momento en que llevan a cabo sus ataques mortíferos. ¿Cómo pudo ISIS lograr este respaldo fanático de tantas personas dispuestas incluso a dar la vida? La respuesta no está sólo en una política proselitista muy bien estructurada, difundida a través de las redes sociales. El factor religioso juega un papel importante, pero esa campaña va dirigida también, muy especialmente, a personas insatisfechas y frustradas de Occidente. Su éxito no ha consistido tanto en conquistar territorios sino las mentes de muchas personas predispuestas en ambos mundos. ¿Por qué son personas predispuestas? ISIS nació durante la Irak ocupada por tropas norteamericanas tras una invasión cuyas víctimas civiles se calculan en medio millón. “ISIS es un bebé de George W. Bush”, afirmó el periodista Jurgen Toderhofer en la prensa británica tras entrevistarse con sus líderes.
El mismo remedio vuelve a aplicarse ahora contra ISIS. Sin embargo, el documento elaborado por el entonces Secretario General de la ONU, Kofi Annan, en mayo del 2006, “Unidos contra el terrorismo”, va a la esencia del problema: “disuadir a la gente de recurrir al terrorismo y de apoyarlo”, y para ello se propone “encarar las condiciones que pueden ser aprovechadas por los terroristas para crear o ampliar su base de poder”. De entonces para acá, los gobiernos han estado haciendo lo contrario, aumentando el caldo de cultivo que genera el terrorismo. El fundamentalismo islámico es ínfimo dentro del Islam, pero cuando los occidentales, para combatirlo, llevan la guerra, la represión, la tragedia a otros sectores del mundo musulmán, es inevitable que de esos sectores se nutran las filas del terror. La comprensión y el apoyo a las comunidades musulmanas, la fraternidad entre cristianos y musulmanes, y sobre todo, la divulgación de los preceptos pacíficos del Islam, minan las bases del terrorismo. Šayj Muḥammad al-Māḥī Cissé expresó en la Conferencia Internacional por la Paz desarrollada el pasado año en Dakar: “En el Islam, la paz es la regla y la guerra la excepción. El Islam llama a la paz, aborrece la guerra y lleva a la gente a aborrecer la guerra”. La falta de luz no se combate con más oscuridad.
concordiaencuba@outlook.com
Con la intención de confeccionar una relación de los ataques terroristas perpetrados por el Estado Islámico (ISIS) durante el presente año, me di cuenta, al concluir los correspondientes al mes de enero, que cuando llegara a julio los datos habrían ocupado más de la mitad de una página de este periódico, sin contar los cometidos por otras agrupaciones del fundamentalismo islámico como Al Qaeda, Boko Haram, Al-Shabbaab y los talibanes. Para los estadounidenses que se formulan la tan reiterada pregunta de “por qué nos odian”, deben tener en cuenta que entre los países afectados se encuentran, además de Estados Unidos, Francia, Bélgica, Alemania, Serbia, Israel, India, Bangladesh, Indonesia, Camerún, Nigeria, Burkina Faso, Costa de Marfil, incluso países musulmanes como Turquía, Siria, Irak, Pakistán, Egipto, Libia, Somalia, Afganistán y Arabia Saudita. De modo que los países musulmanes, debido a la intolerancia de estos grupos, que no admiten ni términos medios ni interpretaciones del Islam que no sean la suya, han sufrido el flagelo del terrorismo tanto como los occidentales.
Al menos catorce países de cuatro continentes han bombardeado a ISIS: Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido, Canadá, Bélgica, Holanda, Australia, Dinamarca, además de países árabes como Arabia Saudita, Turquía, Jordania, Emiratos Árabes Unidos y el pequeño reino de Baréin. Tan solo Estados Unidos ha realizado desde noviembre, según el Pentágono, 2,816 ataques aéreos. También otras fuerzas han luchado contra ISIS por tierra, como Irak y el Peshmerga kurdo. Los bombardeos no se han limitado a ISIS sino además, a otros grupos fundamentalistas como los talibanes.
¿Cómo, entonces, es posible negar que nos hallamos en plena guerra mundial? La razón es, quizás, que no se nos presenta como una guerra regular tal y como la hemos conocido –y éste es probablemente el principal error estratégico de la coalición–, porque lo importante ahora no es el número de portaviones, submarinos o soldados uniformados con que se cuenta, sino de personas o de pequeños grupos aislados no identificados, repartidos por gran parte del mundo, mezclados entre la muchedumbre, difíciles de detectar hasta el momento en que llevan a cabo sus ataques mortíferos. ¿Cómo pudo ISIS lograr este respaldo fanático de tantas personas dispuestas incluso a dar la vida? La respuesta no está sólo en una política proselitista muy bien estructurada, difundida a través de las redes sociales. El factor religioso juega un papel importante, pero esa campaña va dirigida también, muy especialmente, a personas insatisfechas y frustradas de Occidente. Su éxito no ha consistido tanto en conquistar territorios sino las mentes de muchas personas predispuestas en ambos mundos. ¿Por qué son personas predispuestas? ISIS nació durante la Irak ocupada por tropas norteamericanas tras una invasión cuyas víctimas civiles se calculan en medio millón. “ISIS es un bebé de George W. Bush”, afirmó el periodista Jurgen Toderhofer en la prensa británica tras entrevistarse con sus líderes.
El mismo remedio vuelve a aplicarse ahora contra ISIS. Sin embargo, el documento elaborado por el entonces Secretario General de la ONU, Kofi Annan, en mayo del 2006, “Unidos contra el terrorismo”, va a la esencia del problema: “disuadir a la gente de recurrir al terrorismo y de apoyarlo”, y para ello se propone “encarar las condiciones que pueden ser aprovechadas por los terroristas para crear o ampliar su base de poder”. De entonces para acá, los gobiernos han estado haciendo lo contrario, aumentando el caldo de cultivo que genera el terrorismo. El fundamentalismo islámico es ínfimo dentro del Islam, pero cuando los occidentales, para combatirlo, llevan la guerra, la represión, la tragedia a otros sectores del mundo musulmán, es inevitable que de esos sectores se nutran las filas del terror. La comprensión y el apoyo a las comunidades musulmanas, la fraternidad entre cristianos y musulmanes, y sobre todo, la divulgación de los preceptos pacíficos del Islam, minan las bases del terrorismo. Šayj Muḥammad al-Māḥī Cissé expresó en la Conferencia Internacional por la Paz desarrollada el pasado año en Dakar: “En el Islam, la paz es la regla y la guerra la excepción. El Islam llama a la paz, aborrece la guerra y lleva a la gente a aborrecer la guerra”. La falta de luz no se combate con más oscuridad.
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