El absurdo argumento de la "preferencia" sexual y otras "distinciones"
- Gerardo E. Martínez-Solanas
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El absurdo argumento de la "preferencia" sexual y otras "distinciones"
13 May 2016 18:19 - 10 Jun 2016 18:37
Al hablar de democracia y de los derechos humanos que la sustentan, no podemos perder de vista las obligaciones del ciudadano, una de las cuales es la de respetar el derecho ajeno, es decir, reconocer que el derecho propio no puede anular el derecho ajeno. En otras palabras, el derecho propio termina donde comienza el ajeno. Eso está bien claro en el Artículo 29, inciso 2, y en el Artículo 30 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Es una aberración en el ámbito del derecho la pretensión de fragmentar la Declaración Universal para proclamar derechos individuales que distingan preferencialmente a una persona o a un grupo del resto de la humanidad. Los derechos humanos internacionalmente reconocidos se aplican a todas las personas, indistintamente de su condición social, raza, sexo, nacionalidad o religión. Por tanto, hablar de los derechos de las mujeres, de los homosexuales o transexuales, o de cualquier raza en particular, es una aberración jurídica, porque todos somos personas con iguales derechos.
Se puede argumentar que alguna minoría ve conculcados sus derechos como personas y que, por lo tanto, es imperativo reconocérselos, pero no es aceptable que esa minoría cuente con derechos particulares que ejerzan una malsana prioridad sobre los derechos de las personas en general. Cuando hablamos de los derechos de la mujer habría que sustentar entonces derechos paralelos de los hombres, lo cual implicaría una discriminación o segregación por sexo. ¿Acaso los heterosexuales proclamamos derechos particulares que nos distingan de la población en general? ¿Vamos a desarrollar una legislación que también reconozca derechos particulares a los blancos o a los chinos? Todos somos personas con iguales derechos ante la ley. Y si la ley hace distinciones, está de hecho violando los derechos de los demás.
Es absurdo el actual debate en la sociedad norteamericana, que se ha convertido nada menos que en un debate político por el que los candidatos pretenden asegurarse votos de los interesados en la cuestión de los "derechos" de los transgénero, en particular su pretensión de poder usar, según su "preferencia" individual, servicios higiénicos y vestidores públicos reservados para proteger la intimidad de los usuarios. ¿No son validos acaso los derechos a la privacidad del resto de los usuarios? La campaña supuestamente "antidiscriminatoria" que ha llegado hasta la Casa Blanca y el Congreso de EEUU lleva a extremos como el que observamos en la imagen que sigue, donde no se respeta la intimidad de las personas de distintos sexos.
Una persona transgénero no es alguien que se ha sometido por medios quirúrgicos al cambio de sexo (transexual). Su apariencia personal sigue siendo la de un hombre o la de una mujer, indistintamente de su preferencia por vestirse y aparentar ser un miembro del sexo contrario. De hecho muchos hombres (y también mujeres) que se complacen vistiendo al estilo del sexo contrario, no han renunciado a las relaciones heterosexuales y muchas veces las prefieren. Luego una persona que claramente pertenece a un sexo determinado no tiene derecho a irrumpir en la intimidad de los miembros del otro sexo para satisfacer una supuesta "preferencia".
Por otra parte, la "preferencia" sexual tampoco es un derecho que desplace los derechos de quienes no tienen tales preferencias sino que siguen normalmente el curso de su propia naturaleza. Esto de reconocer "preferencias" sexuales como "derechos" es sumamente peligroso y, en caso de que nuestra sociedad dé rienda suelta a tales pretensiones, provocará un caos que destruya a la misma sociedad que lo permite. De hecho, hay muchas preferencias sexuales, además del homosexualismo. Muchos individuos se ven atormentados por una preferencia sexual por los niños y adolescentes. Otros se ven tentados a establecer relaciones permanentes con varios cónyuges a la vez. Algunos son sádicos y les gusta hacer daño y percibir el dolor y el miedo en su pareja. Muchos más gozan con el voyerismo y fomentan además la pornografía. Cabe preguntarse si sería correcto que alguno de estos aprovechara la permisibilidad de elegir instalaciones públicas según su supuesta "preferencia" sexual para dar rienda suelta a sus impulsos. ¿Por qué permitir que se viole la privacidad de los demás?
El propósito de vivir en sociedad consiste en establecer y respetar los derechos humanos para proteger tanto a las minorías como a las mayorías, pero no como grupos privilegiados por cualquier ley en perjuicio de los derechos de TODOS como personas iguales ante la sociedad y la ley.
Es una aberración en el ámbito del derecho la pretensión de fragmentar la Declaración Universal para proclamar derechos individuales que distingan preferencialmente a una persona o a un grupo del resto de la humanidad. Los derechos humanos internacionalmente reconocidos se aplican a todas las personas, indistintamente de su condición social, raza, sexo, nacionalidad o religión. Por tanto, hablar de los derechos de las mujeres, de los homosexuales o transexuales, o de cualquier raza en particular, es una aberración jurídica, porque todos somos personas con iguales derechos.
Se puede argumentar que alguna minoría ve conculcados sus derechos como personas y que, por lo tanto, es imperativo reconocérselos, pero no es aceptable que esa minoría cuente con derechos particulares que ejerzan una malsana prioridad sobre los derechos de las personas en general. Cuando hablamos de los derechos de la mujer habría que sustentar entonces derechos paralelos de los hombres, lo cual implicaría una discriminación o segregación por sexo. ¿Acaso los heterosexuales proclamamos derechos particulares que nos distingan de la población en general? ¿Vamos a desarrollar una legislación que también reconozca derechos particulares a los blancos o a los chinos? Todos somos personas con iguales derechos ante la ley. Y si la ley hace distinciones, está de hecho violando los derechos de los demás.
Es absurdo el actual debate en la sociedad norteamericana, que se ha convertido nada menos que en un debate político por el que los candidatos pretenden asegurarse votos de los interesados en la cuestión de los "derechos" de los transgénero, en particular su pretensión de poder usar, según su "preferencia" individual, servicios higiénicos y vestidores públicos reservados para proteger la intimidad de los usuarios. ¿No son validos acaso los derechos a la privacidad del resto de los usuarios? La campaña supuestamente "antidiscriminatoria" que ha llegado hasta la Casa Blanca y el Congreso de EEUU lleva a extremos como el que observamos en la imagen que sigue, donde no se respeta la intimidad de las personas de distintos sexos.
Una persona transgénero no es alguien que se ha sometido por medios quirúrgicos al cambio de sexo (transexual). Su apariencia personal sigue siendo la de un hombre o la de una mujer, indistintamente de su preferencia por vestirse y aparentar ser un miembro del sexo contrario. De hecho muchos hombres (y también mujeres) que se complacen vistiendo al estilo del sexo contrario, no han renunciado a las relaciones heterosexuales y muchas veces las prefieren. Luego una persona que claramente pertenece a un sexo determinado no tiene derecho a irrumpir en la intimidad de los miembros del otro sexo para satisfacer una supuesta "preferencia".
Por otra parte, la "preferencia" sexual tampoco es un derecho que desplace los derechos de quienes no tienen tales preferencias sino que siguen normalmente el curso de su propia naturaleza. Esto de reconocer "preferencias" sexuales como "derechos" es sumamente peligroso y, en caso de que nuestra sociedad dé rienda suelta a tales pretensiones, provocará un caos que destruya a la misma sociedad que lo permite. De hecho, hay muchas preferencias sexuales, además del homosexualismo. Muchos individuos se ven atormentados por una preferencia sexual por los niños y adolescentes. Otros se ven tentados a establecer relaciones permanentes con varios cónyuges a la vez. Algunos son sádicos y les gusta hacer daño y percibir el dolor y el miedo en su pareja. Muchos más gozan con el voyerismo y fomentan además la pornografía. Cabe preguntarse si sería correcto que alguno de estos aprovechara la permisibilidad de elegir instalaciones públicas según su supuesta "preferencia" sexual para dar rienda suelta a sus impulsos. ¿Por qué permitir que se viole la privacidad de los demás?
El propósito de vivir en sociedad consiste en establecer y respetar los derechos humanos para proteger tanto a las minorías como a las mayorías, pero no como grupos privilegiados por cualquier ley en perjuicio de los derechos de TODOS como personas iguales ante la sociedad y la ley.
Last edit: 10 Jun 2016 18:37 by Gerardo E. Martínez-Solanas.
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Re: El absurdo argumento de la "preferencia" sexual y otras "distinciones"
27 Jun 2016 18:07
Según ciertas culturas, aquellos que desprecian y agreden a otras personas por determinados rasgos o condiciones que los diferencian de ellos, tendrán como destino nacer en otra vida con esas particularidades que tanto odiaron. Así, los racistas del Ku Klux Klan nacerían de raza negra en la vida siguiente, y los homofóbicos, homosexuales, pues nadie puede escoger su raza ni su orientación sexual. De esta manera, puestos en los zapatos de aquellos que tanto repudiaron, sabrán cómo se siente cuando se es víctima de semejantes prejuicios discriminatorios. Tal creencia me parece con mayor sentido que cualquier otro destino escatológico que pudieran concebir los cristianos, ya que abolieron la creencia de la reencarnación en el siglo IV durante el Concilio de Nicea, convocado y presidido por el emperador Constantino. Me parece más propio de la sabiduría y la misericordia divina, esta forma de corregir esa estrechez de mente, mediante este procedimiento educativo que los haría mejores y no arder para siempre en las llamas del infierno. Eso es la vida, un aprendizaje de convivencia. Y la principal lección es la del amor.
No obstante, hay reportes de que el terrorista de Orlando que mató a 49 personas e hirió gravemente a otras tantas en un club gay, frecuentaba el lugar desde mucho antes, lo que pone en duda su orientación sexual. Sea cierta o no la sospecha, el hecho nos recuerda a quienes por prejuicios morales o religiosos no sólo esconden una condición que ellos mismos rechazan, sino que se niegan a aceptarla, y el odio que inconscientemente sienten por sí mismos lo proyectan hacia el exterior contra todos aquellos que le recuerdan lo que ellos en el fondo son. Con mayor razón, estas personas tendrían que regresar a este mundo con la misma condición hasta que aprendan a aceptar su verdadera naturaleza. Los indicios de que el genocida estaría actuando bajo la influencia de ISIS, el cual castiga con la muerte cualquier manifestación que se desvíe de la heterosexualidad, parece confirmar esta suposición.
Pero no sólo se trata de ISIS. Hace poco escuché a un pastor evangélico afirmar que no se compadecía de las víctimas porque se trataba de abominables pecadores.
Recuerden que estas religiones del Levante –cristiana, judaica e Islam– nacieron en plena época de reafirmación patriarcal, un paradigma civilizatorio donde sólo los varones tienen derechos, una cultura que ya empieza a resquebrajarse en Occidente, y por muy avanzadas que fueran las enseñanzas de los grandes maestros del pasado, ciertos aspectos no acordes con la época eran silenciados o tergiversados. Y si lo dudan, busquen en los cuatro evangelios canónicos –es decir, los únicos aceptados hoy por el cristianismo– un solo pensamiento de Jesús condenando las relaciones homosexuales. No lo hallarán. Si no les basta, lean también los evangelios no reconocidos hoy por la cristiandad, como el de Tomás o el de María Magdalena. No se guíen por lo que diga nadie más por muy profeta o apóstol que sea, pues incluso algunos apóstoles eran remisos a aceptar algunas de las enseñanzas de Jesús, como el propio Pedro, quien se escandalizaba por las atribuciones que el Maestro permitía a María Magdalena. Esto es, la discriminación por motivos sexistas debe ser rechazada venga de la religión que venga. La enseñanza más importante de Jesús que resume todo su pensamiento es la del amor, y si dos hombres se aman o dos mujeres se aman, ¿cómo va a ser esto pecado?
Lo mismo sucede con otras formas de discriminación, como la condición económica y social, la nacionalidad, la religión o la ideología. El mundo todo es una infinita diversidad, y los seres humanos no escapamos a esa incontable multiplicidad de diferencias. Si bien el movimiento gay adoptó al arco iris como bandera de su causa, el símbolo se ajusta más para representar a todo tipo de diferencias. La humanidad es un gran arco iris. El propio autor de este artículo fue encarcelado por escribir un libro crítico sobre el sistema político-económico imperante en Cuba y sentenciado a 8 años de prisión. “Y en cuanto a sus obras, destrúyanse mediante el fuego”. De los 8 cumplí siete, pero no culpo ni odio a nadie, porque… ¿no estaría yo purgando actos intolerantes de un pasado ya olvidado?
No obstante, hay reportes de que el terrorista de Orlando que mató a 49 personas e hirió gravemente a otras tantas en un club gay, frecuentaba el lugar desde mucho antes, lo que pone en duda su orientación sexual. Sea cierta o no la sospecha, el hecho nos recuerda a quienes por prejuicios morales o religiosos no sólo esconden una condición que ellos mismos rechazan, sino que se niegan a aceptarla, y el odio que inconscientemente sienten por sí mismos lo proyectan hacia el exterior contra todos aquellos que le recuerdan lo que ellos en el fondo son. Con mayor razón, estas personas tendrían que regresar a este mundo con la misma condición hasta que aprendan a aceptar su verdadera naturaleza. Los indicios de que el genocida estaría actuando bajo la influencia de ISIS, el cual castiga con la muerte cualquier manifestación que se desvíe de la heterosexualidad, parece confirmar esta suposición.
Pero no sólo se trata de ISIS. Hace poco escuché a un pastor evangélico afirmar que no se compadecía de las víctimas porque se trataba de abominables pecadores.
Recuerden que estas religiones del Levante –cristiana, judaica e Islam– nacieron en plena época de reafirmación patriarcal, un paradigma civilizatorio donde sólo los varones tienen derechos, una cultura que ya empieza a resquebrajarse en Occidente, y por muy avanzadas que fueran las enseñanzas de los grandes maestros del pasado, ciertos aspectos no acordes con la época eran silenciados o tergiversados. Y si lo dudan, busquen en los cuatro evangelios canónicos –es decir, los únicos aceptados hoy por el cristianismo– un solo pensamiento de Jesús condenando las relaciones homosexuales. No lo hallarán. Si no les basta, lean también los evangelios no reconocidos hoy por la cristiandad, como el de Tomás o el de María Magdalena. No se guíen por lo que diga nadie más por muy profeta o apóstol que sea, pues incluso algunos apóstoles eran remisos a aceptar algunas de las enseñanzas de Jesús, como el propio Pedro, quien se escandalizaba por las atribuciones que el Maestro permitía a María Magdalena. Esto es, la discriminación por motivos sexistas debe ser rechazada venga de la religión que venga. La enseñanza más importante de Jesús que resume todo su pensamiento es la del amor, y si dos hombres se aman o dos mujeres se aman, ¿cómo va a ser esto pecado?
Lo mismo sucede con otras formas de discriminación, como la condición económica y social, la nacionalidad, la religión o la ideología. El mundo todo es una infinita diversidad, y los seres humanos no escapamos a esa incontable multiplicidad de diferencias. Si bien el movimiento gay adoptó al arco iris como bandera de su causa, el símbolo se ajusta más para representar a todo tipo de diferencias. La humanidad es un gran arco iris. El propio autor de este artículo fue encarcelado por escribir un libro crítico sobre el sistema político-económico imperante en Cuba y sentenciado a 8 años de prisión. “Y en cuanto a sus obras, destrúyanse mediante el fuego”. De los 8 cumplí siete, pero no culpo ni odio a nadie, porque… ¿no estaría yo purgando actos intolerantes de un pasado ya olvidado?
Reply to Ariel Hidalgo
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Re: El absurdo argumento de la "preferencia" sexual y otras "distinciones"
27 Jun 2016 19:37
Estoy muy de acuerdo con Ariel Hidalgo en muchos de sus planteamientos formulados en el anterior mensaje. Efectivamente, la sociedad es un gran arco iris de seres distintos. La discriminación, el abuso, perpetrados contra "otros" por el mero hecho de ser distintos, es una aberración social condenable que debe estar sancionada por la justicia de cualquier país. En cuanto al pastor protestante que menciona, evidentemente NO es un verdadero cristiano. Jesús, el Cristo, sentó las bases de una sociedad fundada en el Amor, incluso a nuestros enemigos. Lamentablemente, la civilización judeocristiana posterior no ha aprendido cabalmente sus enseñanzas, sino que las aplica "a su manera" en la malsana corriente relativista de hoy.
Un homosexual, un heterosexual, un negro, un blanco, un hombre, una mujer, cualquiera de ellos es UNA PERSONA indistintamente de su apariencia, creencias, sexo o raza, por lo tanto es respetable como persona y se le deben reconocer todos sus derechos a nivel de igualdad.
Esto no quiere decir que una persona deba renunciar a sus creencias religiosas para aceptar la homosexualidad como un motivo de orgullo. Es cierto que las palabras y enseñanzas de Jesús reflejadas en los Evangelios no hacen referencia directa a la homosexualidad, como subraya Ariel Hidalgo, pero su doctrina tampoco la aprueba. Fue muy claro cuando señaló: "No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento." (Mateo: 5, 17). Lo que vino a hacer es a introducir un elemento nuevo y decisivo: "Amaos los unos a los otros". Pero "amor" para Jesús no era una manifestación sexual sino un elemento de armonía, comprensión, tolerancia, respeto, compasión y colaboración. Un estado de profunda confraternidad humana. Es evidente en su doctrina que no está de acuerdo con la moral del Imperio Romano, como seguramente no lo estaría con la moral relativista que pretende imponerse en nuestros días.
La homosexualidad es, efectivamente, una "preferencia" sexual, como también son preferencias sexuales la pederastía, el sadomasoquismo, etc. No son comparables, pero son igualmente "preferencias". Y los cristianos no tienen por qué aceptar ninguna de esas "preferencias", simplemente porque no se ajustan a la doctrina que sustenta su fe. Respetar a las personas, sí; aceptar sus desviaciones, no. Para los cristianos todas esas "preferencias" son aberraciones del plan de la naturaleza (por no decir del plan de Dios); son preferencias contrarias a la ley natural porque no fomentan la normal complementariedad sexual. No obstante, no nos corresponde ser jueces de los demás, ni de sus preferencias ni de su vida privada. Mucho menos discriminarlos ni agredirlos. Respetemos sus derechos así como ellos respeten los nuestros. No creo que para plantear este principio básico de respeto mutuo sea necesario u oportuno ahora inventar una bandera y proclamar el orgullo heterosexual. Somos como somos y cada quien según su conciencia. Lo importante es vivir en paz. Y la paz es consecuencia de la confraternidad humana, que sólo pude alcanzarse con un amor sincero, desinteresado y fraternal por los demás..
Un homosexual, un heterosexual, un negro, un blanco, un hombre, una mujer, cualquiera de ellos es UNA PERSONA indistintamente de su apariencia, creencias, sexo o raza, por lo tanto es respetable como persona y se le deben reconocer todos sus derechos a nivel de igualdad.
Esto no quiere decir que una persona deba renunciar a sus creencias religiosas para aceptar la homosexualidad como un motivo de orgullo. Es cierto que las palabras y enseñanzas de Jesús reflejadas en los Evangelios no hacen referencia directa a la homosexualidad, como subraya Ariel Hidalgo, pero su doctrina tampoco la aprueba. Fue muy claro cuando señaló: "No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento." (Mateo: 5, 17). Lo que vino a hacer es a introducir un elemento nuevo y decisivo: "Amaos los unos a los otros". Pero "amor" para Jesús no era una manifestación sexual sino un elemento de armonía, comprensión, tolerancia, respeto, compasión y colaboración. Un estado de profunda confraternidad humana. Es evidente en su doctrina que no está de acuerdo con la moral del Imperio Romano, como seguramente no lo estaría con la moral relativista que pretende imponerse en nuestros días.
La homosexualidad es, efectivamente, una "preferencia" sexual, como también son preferencias sexuales la pederastía, el sadomasoquismo, etc. No son comparables, pero son igualmente "preferencias". Y los cristianos no tienen por qué aceptar ninguna de esas "preferencias", simplemente porque no se ajustan a la doctrina que sustenta su fe. Respetar a las personas, sí; aceptar sus desviaciones, no. Para los cristianos todas esas "preferencias" son aberraciones del plan de la naturaleza (por no decir del plan de Dios); son preferencias contrarias a la ley natural porque no fomentan la normal complementariedad sexual. No obstante, no nos corresponde ser jueces de los demás, ni de sus preferencias ni de su vida privada. Mucho menos discriminarlos ni agredirlos. Respetemos sus derechos así como ellos respeten los nuestros. No creo que para plantear este principio básico de respeto mutuo sea necesario u oportuno ahora inventar una bandera y proclamar el orgullo heterosexual. Somos como somos y cada quien según su conciencia. Lo importante es vivir en paz. Y la paz es consecuencia de la confraternidad humana, que sólo pude alcanzarse con un amor sincero, desinteresado y fraternal por los demás..
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