Tortura y muerte por sólo proclamar tres palabras: "Creo en Jesucristo"

La persecución cristiana es intransigente y cruel en muchas partes del mundo en este siglo XXI. Corea del Norte, China, Irán, Irak, Siria, Sudán, Malí, Somalia, son solo algunos de los muchos lugares donde los cristianos son perseguidos, torturados y asesinados.

En muchos otros lugares, como en Cuba o Vietnam, los cristianos son tratados como ciudadanos de segunda clase, marginados y discriminados. Incluso en países democráticos donde prevalece un estado de derecho, se están llevando a cabo campañas destinadas a erradicar la idea de Dios de todos los aspectos de la vida pública, especialmente en su concepto cristiano, sin tener en cuenta el derecho inalienable a la libertad religiosa.

Corea del Norte se encuentra entre los peores casos de persecución cristiana. El país ha sido el número 1 durante más de una década en la Lista Mundial de Vigilancia de Puertas Abiertas (Open Doors’ World Watch List), la lista anual de los lugares del mundo donde es más difícil ser seguidores de la doctrina cristiana. Hay decenas de miles de cristianos encarcelados o arrestados por su fe en ese país.
A pesar de esta cruel política de represión, para "probar" que valoran la libertad de religión, Corea del Norte construyó cuatro iglesias en la ciudad capital de Pyongyang. Pero la mayoría de los observadores dicen que estas "iglesias de muestra" son, de hecho, expresiones vacías de fe, y solo existen para tratar de disfrazar el trato brutal de Corea del Norte hacia los cristianos. En una de ellas, los líderes de la nueva iglesia estaban compuestos por oficiales de inteligencia de Corea del Norte que fueron bautizados apresuradamente y sin ningún conocimiento real de la fe cristiana, y de repente quedaron elevados al liderazgo de una supuesta iglesia nacional. Por otra parte, el adoctrinamiento materialista se ha grabado tan profundamente en las mentes de los coreanos oprimidos por una dictadura comunista despiadada que sus puntos de vista sobre la realidad se han convertido en un molde puramente materialista, por lo que la idea de un Dios invisible les resulta incomprensible para ellos.

Sin embargo, cuando tienen un encuentro con ideas cristianas, a menudo hay un proceso de asombro al toparse con una doctrina de paz, armonía y amor fraternal que conduce a la conversión, pero al mismo tiempo los somete al temor de ser descubiertos y condenados a la ruina, la tortura y la muerte, un destino que también sufrirán sus parientes no convertidos.

Uno de estos conversos, fue una mujer joven que se vio obligada a huir del país, llamada Choon-yei, quien ha confesado que al ingresar a la casa de un cristiano para aprender más sobre esa doctrina, "la cruz en su casa me aterrorizó porque sabía que el simple hecho de estar en un lugar con ese símbolo podría hacer que me envíaran a un campo de concentración".

Poco después, los agentes de seguridad de Corea del Norte llegaron a la casa de su hermana al amanecer, donde ella se estaba alojando. Todavía vestida con su pijama y zapatillas, Choon-yei salió a escondidas por la cocina y corrió a la casa de una amiga cercana, donde tomó prestada ropa y zapatos y les mintió, temiendo que pudieran denunciarla, diciéndoles que tenía que irse tan repentinamente porque su hermana y su cuñado estaban riñendo violentamente.

La hermana de Choon-yei intentó distraer a los agentes de seguridad, pero se dieron cuenta de que estaba cubriendo a su hermana, la detuvieron y pidieron refuerzos para rodear todo el vecindario. Pero Choon-yei estaba muy por delante de ellos y, usando la tarjeta de identificación de su hermana, había abordado un autobús que se dirigía a la frontera china donde solía hacer negocios en Changbai, en el lado chino, y era conocida por los funcionarios de inmigración fronteriza que la dejaron pasar.

Sin embargo, esta vez su destino en China fue bastante diferente. Los chinos pronto la detuvieron y la vendieron a un traficante de sexo que se dedicaba a vender mujeres de Corea del Norte a hombres chinos que supuestamente buscaban esposas. Al no tener forma de escapar, Choon-yei y otras seis mujeres no tuvieron más remedio que someterse a ser vendidas a hombres chinos.

Afortunadamente, el esposo y la familia chinos de Choon-yei fueron amables con ella, lo cual es raro porque las esposas norcoreanas son frecuentemente abusadas por sus maridos chinos y tratadas como sirvientas, prácticamente como esclavas. A pesar de la amabilidad de su esposo, Choon-yei intentó escapar y finalmente logró llegar a Corea del Sur y solicitar asilo. Sorprendentemente, cuando su esposo chino descubrió que ella había escapado, se enteró de su difícil situación y descubrió dónde se escondía, no la denunció, sino que le dio dinero para sobornar a los funcionarios que le permitirían salir de China.
Este es solo un caso de cientos de miles, o millones, que ocurren en esa región y otras partes del mundo. Y sí, podemos decir millones, porque sólo mencionando los casos de Irak y Siria, aquellos que han sido perseguidos y aquellos que han logrado huir a Turquía y Europa se cuentan en ese alto nivel de perseguidos.

Además, tenemos otros lugares trágicos como Darfur, donde la bota genocida del régimen islámico sudanés ha dejado casi 300,000 muertos y más de 2 millones de desplazados. Y a fines de 2011, el gobierno de Sudán expulsó a todos los ministerios cristianos que intentaban brindar asistencia a las víctimas en los enormes campos de refugiados de Darfur.

Estas son verdades desnudas que los medios de comunicación de nuestra atribulada civilización del siglo XXI rara vez dan a conocer al mundo. ¡Despierta y haz algo! Todos somos responsables.