Diálogo (apócrifo) entre Krishna y Jesucristo
- José Manuel Palli
- Visitor
Re: Diálogo (apócrifo) entre Krishna y Jesucristo
25 Jul 2015 23:31
Desde un principio me ha parecido fascinante este debate entre Gerardo y Abelardo (aunque, si mal no recuerdo, iniciado por Ernesto), pero a mi me enganchó sobre todo por la pretensión de alguno de ver el origen de la economía de mercado y del capitalismo en el mensaje de Cristo.
La cita a la que recurre Abelardo en su ultima entrada (y que corresponde a Los Hechos de los Apóstoles y no al Evangelio según San Lucas) reaviva en mi ese interés en tratar de comprender como puede haber católicos (cristianos en general) que insisten con esa “ Teología del Libre Mercadeo”, con todo lo ocurrido en el pasado (y en el presente) reciente y con un Sumo Pontífice que pareciera estar empeñado en desvirtuar esa interpretación.
Me pregunto que diría el Padre McKniff sobre el actual Santo Padre…
La cita a la que recurre Abelardo en su ultima entrada (y que corresponde a Los Hechos de los Apóstoles y no al Evangelio según San Lucas) reaviva en mi ese interés en tratar de comprender como puede haber católicos (cristianos en general) que insisten con esa “ Teología del Libre Mercadeo”, con todo lo ocurrido en el pasado (y en el presente) reciente y con un Sumo Pontífice que pareciera estar empeñado en desvirtuar esa interpretación.
Me pregunto que diría el Padre McKniff sobre el actual Santo Padre…
Reply to José Manuel Palli
- Abelardo Pérez García
- Topic Author
- Offline
- Administrator
- Posts: 159
- Thanks: 6
Re: Diálogo (apócrifo) entre Krishna y Jesucristo
26 Jul 2015 10:53
Amigo José Manuel, siempre será difícil entender el porqué de muchas reacciones humanas.
Muchas veces, cuando estaba conversando con un pariente muy querido, hoy fallecido, me asombraba de cómo podía ser al mismo tiempo un demócrata convencido y también un rabioso defensor de Fulgencio Batista.
No hay que olvidar que, desafortunadamente, mucha gente ignora hasta las bases más elementales del tema del que están hablando y, sin embargo, discuten desaforadamente y hasta te dicen que estás completamente equivocado.
Hace pocos años, hablando precisamente de este tema del capitalismo en casa de unos amigos de Miami Springs, un señor sostenía esa versión de su origen cristiano; cuando le dije que me parecía curioso que entonces el capitalismo no se hubiera desarrollado antes de los “cercamientos” en Inglaterra o aun antes de la trata de esclavos entre Europa y “las Indias”, me contestó que no veía la relación con lo que yo decía y que no sabía lo que eran los cercamientos.
Le dije que en inglés se decía enclosures a lo cual replicó que nunca había oído esa palabra. A pesar de todo ese señor discutía.
Añadamos a eso, que vives en un país en el que mucha gente (Gerardo, fíjate que digo mucha gente y no todo el mundo) cree que la Historia Universal empezó en 1776 y todo lo que hubo antes está envuelto en una especie de neblina en la que la “Edad Media” y la “Prehistoria o bien la Antigüedad” se pueden confundir.
Este último 16 de julio cuando estuve almorzando con Gerardo, por quien siento gran amistad y admiración por un gran número de razones, le enseñé un artículo publicado unos días antes en el Nuevo Herald por un señor que tiene un nombre y un apellido muy evangélicos, en éste decía que “Hefestión (ya ni me acuerdo de cómo diablos escribió ese nombre) era amante de Carlomagno en la antigüedad“.
Al principio a Gerardo le llamó la atención que pudieran decir que Carlomagno era "gay" pero cuando le hice notar que el autor hablaba de la antigüedad, en seguida, como buen conocedor de Historia que es, se dio cuenta de que el autor del artículo no hablaba de Carlomagno.
“¡Hablará de Alejandro Magno!” exclamó.
Pues claro.
¡Que haya mil años (que los hay) entre Carlomagno y Alejandro Magno! ¡Qué más da! Un Magno “ma jo meno”
Y todo así, amigo José Manuel. Y si además de la ignorancia está la Fe, que aunque no sea mayor que un granito de mostaza puede mover montañas (¿ves, Gerardo, que algo de cristianismo también sé?) entonces todo se explica.
Lo que me parece preocupante es ver que Gerardo, porque sé algo de hinduismo (lo cual me permite no escribir tonterías sobre esta creencia), afirma entonces que sé más de hinduismo que de cristianismo y que profeso esa religión.
Es decir que soy un infiel o peor aun, un apóstata.
Esta acusación me podría haber costado hoy día la lapidación en país de islam. Por suerte ya desde hace más de dos siglos no se encienden hogueras en países cristianos por este motivo.
Es verdad que en Cuba (como en casi todos los países) el pueblo no era dogmático y mi abuela, como las demás, también era católica “a su manera”, lo cual me producía escalofríos de miedo a que se condenara por los siglos de los siglos.
Mi madre era devota fanática de San Juan Bosco y de San Expedito, si por casualidad yo le hablaba de la Transubstanciación o de la Unión Hipostática me miraba poniendo ojos de pescado frito y me decía: “¡Ay, m’hijito! ¿Qué estás diciendo?”.
Sólo conocí a una persona que me habló de budismo y a la que todos consideraban “un poco tostá”.
Lo que sí puedo afirmar es que en los manuales del colegio cuando se referían al islam, al brahmanismo o al budismo, presentaban a estas religiones como absurdas y buenas, si acaso, para atrasados mentales.
¡Cuánto lamento ahora no poder tenerlos ante los ojos para poder citarlos y sólo poder confiar en lo que me queda de memoria!
Los libros que sí que me obligaban a leer eran la Imitación de Cristo y cuantos manuales de Ejercicios Espirituales se habían escrito en el mundo hispánico.
Una cosa curiosa es que cuando me reúno en “Mayami” con antiguos compañeros de mi promoción, casi ninguno se acuerda de estas cosas, sólo dos o tres de ellos guardan el mismo recuerdo que yo.
Los demás han olvidado hasta lo que dábamos en las clases de Religión en cuarto y quinto año de bachillerato (Dogma, Moral, Culto y Apologética igual que en los seminarios) menos, por supuesto, el Padre HG que se hizo sacerdote y quien sigue siendo un buen amigo que a veces me envía videos en que se oye alguna música, en general barroca o clásica, para que yo le diga lo que es.
Dejemos ahora los recuerdos que por fuerza tienen que ser personales y vayamos al debate, y más precisamente a lo que escribe Gerardo en su última respuesta.
El pasaje que escogí de los Hechos de los apóstoles da a pensar.
Señalo también que hablé de Marx y no de marxismo-leninismo pues, a mi parecer, esta última doctrina es una de las mayores falsificaciones del marxismo que jamás se hizo y probablemente la más criminal de todas.
En un excelente artículo César Vidal recordó cómo desde el principio “el Hombre del Lena” incitaba al crimen.
Ahora bien, es muy interesante notar que Gerardo señala que la diferencia fundamental entre el Marxismo ortodoxo y el Cristianismo ortodoxo es su origen: humano para el primero y divino para el segundo:
“Abelardo parece establecer al final un paralelismo entre los seguidores de Marx y los de Jesús y subraya en palabras de Lucas (Hechos de los Apóstoles) frases que apuntan a una similitud entre el Marxismo ortodoxo y el Cristianismo ortodoxo. La gran diferencia es que el uno es obra de los hombres y el otro es obra de Dios”.
Es el eterno debate entre la heteronomía y la autonomía.
Luego añade:
“El problema principal del marxismo-leninismo es el materialismo en el que se basa”
Esta aseveración es interesantísima y me lleva a pensar en varios escritos del gran pensador católico francés Jacques Maritain.
Ya sé que algunos van a decir que no lo conozco o que no lo he entendido pero Gerardo sabe, porque un día le enseñé el ejemplar que tengo del Humanismo Integral, en francés, edición de 1936, con muchos apuntes y glosas que hice, que sí lo conozco y que puedo afirmar que si no fuera por el materialismo de Marx, Maritain coincidía con él y habría aceptado buen número de sus ideas.
Hay que decir que las traducciones que he podido ver en español en general son malas y contienen errores garrafales. Por ejemplo: “Je m’en doutais” que significa “me imaginaba” o “me figuraba” o “me lo esperaba” estaba traducido por “lo dudaba” que se dice en francés “je doutais”; otro ejemplo: “pourtant” que significa “sin embargo” estaba traducido por “por lo tanto”; y así muchísimas cosas más de modo que el lector que lo lee en español lee a veces algo muy diferente de lo que escribió el autor y buen número de veces lo contrario de lo que escribió.
Ahora bien, esta heteronomía que apela al origen divino me plantea un problema.
Gerardo escribe sin dificultad aparente:
“El ideal cristiano se basa en una ética estricta en el que las decisiones personales se basan en un patrón superior y divino, que en el mundo de hoy se traduce en el concepto abarcador y civilizador de los derechos humanos”.
Es decir que los derechos humanos son la traducción de un designio divino.
Es una cuestión de Fe y nuestro amigo tiene derecho a pensarlo.
Yo creo más humanamente que los derechos humanos son la expresión de unas ideas que al cabo de un largo proceso del pensamiento, fijado por los filósofos franceses e ingleses de la Ilustración, el pueblo francés, como recordó Carlos Alberto Montaner en su charla del 11 de julio de 2015 en el Graham Centre de la FIU, plasmó en su Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Declaración que el joven marqués de Lafayette enseñó el día antes al ilustrísimo Thomas Jefferson (que desconfiaba de los banqueros y que quería erigir un muro entre la Iglesia y el Estado).
La Declaración Universal de 1948 es una versión actualizada, y puesta al gusto del día, de la declaración francesa de 1789.
Pero, en fin; la Fe nos permite creer que el libre mercado, el capitalismo y la "mano invisible" son de origen cristiano, ahora también nos enteramos de que los derechos humanos son de origen divino.
Lo malo de la Fe no es que permita mover montañas, eso podría ser bueno, lo malo es que me parece que también remueve los sesos.
Muchas veces, cuando estaba conversando con un pariente muy querido, hoy fallecido, me asombraba de cómo podía ser al mismo tiempo un demócrata convencido y también un rabioso defensor de Fulgencio Batista.
No hay que olvidar que, desafortunadamente, mucha gente ignora hasta las bases más elementales del tema del que están hablando y, sin embargo, discuten desaforadamente y hasta te dicen que estás completamente equivocado.
Hace pocos años, hablando precisamente de este tema del capitalismo en casa de unos amigos de Miami Springs, un señor sostenía esa versión de su origen cristiano; cuando le dije que me parecía curioso que entonces el capitalismo no se hubiera desarrollado antes de los “cercamientos” en Inglaterra o aun antes de la trata de esclavos entre Europa y “las Indias”, me contestó que no veía la relación con lo que yo decía y que no sabía lo que eran los cercamientos.
Le dije que en inglés se decía enclosures a lo cual replicó que nunca había oído esa palabra. A pesar de todo ese señor discutía.
Añadamos a eso, que vives en un país en el que mucha gente (Gerardo, fíjate que digo mucha gente y no todo el mundo) cree que la Historia Universal empezó en 1776 y todo lo que hubo antes está envuelto en una especie de neblina en la que la “Edad Media” y la “Prehistoria o bien la Antigüedad” se pueden confundir.
Este último 16 de julio cuando estuve almorzando con Gerardo, por quien siento gran amistad y admiración por un gran número de razones, le enseñé un artículo publicado unos días antes en el Nuevo Herald por un señor que tiene un nombre y un apellido muy evangélicos, en éste decía que “Hefestión (ya ni me acuerdo de cómo diablos escribió ese nombre) era amante de Carlomagno en la antigüedad“.
Al principio a Gerardo le llamó la atención que pudieran decir que Carlomagno era "gay" pero cuando le hice notar que el autor hablaba de la antigüedad, en seguida, como buen conocedor de Historia que es, se dio cuenta de que el autor del artículo no hablaba de Carlomagno.
“¡Hablará de Alejandro Magno!” exclamó.
Pues claro.
¡Que haya mil años (que los hay) entre Carlomagno y Alejandro Magno! ¡Qué más da! Un Magno “ma jo meno”
Y todo así, amigo José Manuel. Y si además de la ignorancia está la Fe, que aunque no sea mayor que un granito de mostaza puede mover montañas (¿ves, Gerardo, que algo de cristianismo también sé?) entonces todo se explica.
Lo que me parece preocupante es ver que Gerardo, porque sé algo de hinduismo (lo cual me permite no escribir tonterías sobre esta creencia), afirma entonces que sé más de hinduismo que de cristianismo y que profeso esa religión.
Es decir que soy un infiel o peor aun, un apóstata.
Esta acusación me podría haber costado hoy día la lapidación en país de islam. Por suerte ya desde hace más de dos siglos no se encienden hogueras en países cristianos por este motivo.
Es verdad que en Cuba (como en casi todos los países) el pueblo no era dogmático y mi abuela, como las demás, también era católica “a su manera”, lo cual me producía escalofríos de miedo a que se condenara por los siglos de los siglos.
Mi madre era devota fanática de San Juan Bosco y de San Expedito, si por casualidad yo le hablaba de la Transubstanciación o de la Unión Hipostática me miraba poniendo ojos de pescado frito y me decía: “¡Ay, m’hijito! ¿Qué estás diciendo?”.
Sólo conocí a una persona que me habló de budismo y a la que todos consideraban “un poco tostá”.
Lo que sí puedo afirmar es que en los manuales del colegio cuando se referían al islam, al brahmanismo o al budismo, presentaban a estas religiones como absurdas y buenas, si acaso, para atrasados mentales.
¡Cuánto lamento ahora no poder tenerlos ante los ojos para poder citarlos y sólo poder confiar en lo que me queda de memoria!
Los libros que sí que me obligaban a leer eran la Imitación de Cristo y cuantos manuales de Ejercicios Espirituales se habían escrito en el mundo hispánico.
Una cosa curiosa es que cuando me reúno en “Mayami” con antiguos compañeros de mi promoción, casi ninguno se acuerda de estas cosas, sólo dos o tres de ellos guardan el mismo recuerdo que yo.
Los demás han olvidado hasta lo que dábamos en las clases de Religión en cuarto y quinto año de bachillerato (Dogma, Moral, Culto y Apologética igual que en los seminarios) menos, por supuesto, el Padre HG que se hizo sacerdote y quien sigue siendo un buen amigo que a veces me envía videos en que se oye alguna música, en general barroca o clásica, para que yo le diga lo que es.
Dejemos ahora los recuerdos que por fuerza tienen que ser personales y vayamos al debate, y más precisamente a lo que escribe Gerardo en su última respuesta.
El pasaje que escogí de los Hechos de los apóstoles da a pensar.
Señalo también que hablé de Marx y no de marxismo-leninismo pues, a mi parecer, esta última doctrina es una de las mayores falsificaciones del marxismo que jamás se hizo y probablemente la más criminal de todas.
En un excelente artículo César Vidal recordó cómo desde el principio “el Hombre del Lena” incitaba al crimen.
Ahora bien, es muy interesante notar que Gerardo señala que la diferencia fundamental entre el Marxismo ortodoxo y el Cristianismo ortodoxo es su origen: humano para el primero y divino para el segundo:
“Abelardo parece establecer al final un paralelismo entre los seguidores de Marx y los de Jesús y subraya en palabras de Lucas (Hechos de los Apóstoles) frases que apuntan a una similitud entre el Marxismo ortodoxo y el Cristianismo ortodoxo. La gran diferencia es que el uno es obra de los hombres y el otro es obra de Dios”.
Es el eterno debate entre la heteronomía y la autonomía.
Luego añade:
“El problema principal del marxismo-leninismo es el materialismo en el que se basa”
Esta aseveración es interesantísima y me lleva a pensar en varios escritos del gran pensador católico francés Jacques Maritain.
Ya sé que algunos van a decir que no lo conozco o que no lo he entendido pero Gerardo sabe, porque un día le enseñé el ejemplar que tengo del Humanismo Integral, en francés, edición de 1936, con muchos apuntes y glosas que hice, que sí lo conozco y que puedo afirmar que si no fuera por el materialismo de Marx, Maritain coincidía con él y habría aceptado buen número de sus ideas.
Hay que decir que las traducciones que he podido ver en español en general son malas y contienen errores garrafales. Por ejemplo: “Je m’en doutais” que significa “me imaginaba” o “me figuraba” o “me lo esperaba” estaba traducido por “lo dudaba” que se dice en francés “je doutais”; otro ejemplo: “pourtant” que significa “sin embargo” estaba traducido por “por lo tanto”; y así muchísimas cosas más de modo que el lector que lo lee en español lee a veces algo muy diferente de lo que escribió el autor y buen número de veces lo contrario de lo que escribió.
Ahora bien, esta heteronomía que apela al origen divino me plantea un problema.
Gerardo escribe sin dificultad aparente:
“El ideal cristiano se basa en una ética estricta en el que las decisiones personales se basan en un patrón superior y divino, que en el mundo de hoy se traduce en el concepto abarcador y civilizador de los derechos humanos”.
Es decir que los derechos humanos son la traducción de un designio divino.
Es una cuestión de Fe y nuestro amigo tiene derecho a pensarlo.
Yo creo más humanamente que los derechos humanos son la expresión de unas ideas que al cabo de un largo proceso del pensamiento, fijado por los filósofos franceses e ingleses de la Ilustración, el pueblo francés, como recordó Carlos Alberto Montaner en su charla del 11 de julio de 2015 en el Graham Centre de la FIU, plasmó en su Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Declaración que el joven marqués de Lafayette enseñó el día antes al ilustrísimo Thomas Jefferson (que desconfiaba de los banqueros y que quería erigir un muro entre la Iglesia y el Estado).
La Declaración Universal de 1948 es una versión actualizada, y puesta al gusto del día, de la declaración francesa de 1789.
Pero, en fin; la Fe nos permite creer que el libre mercado, el capitalismo y la "mano invisible" son de origen cristiano, ahora también nos enteramos de que los derechos humanos son de origen divino.
Lo malo de la Fe no es que permita mover montañas, eso podría ser bueno, lo malo es que me parece que también remueve los sesos.
Reply to Abelardo Pérez García
- José Manuel Palli
- Visitor
Re: Diálogo (apócrifo) entre Krishna y Jesucristo
26 Jul 2015 13:57
Yo también leí la MAGNIfica columna a la que te refieres en mi diario Mayamero, amigo Abelardo, pero no me llamó tanto la atención como a ti, vecino de Dunquerque, porque esas cosas, en mi patio, se ven, justamente, a diario.
Además ese tipo de cosas suceden en las mejores familias en el mundo de hoy. Hace años, en Caracas, la noche del día en el que el mundo conoció el derrocamiento de Somoza, el locutor del canal oficial –aclaro, para los “anti” furibundos, que estamos hablando de la “antigüedad”, es decir, A.C., o antes de Chavez- abrió el noticiero diciendo, con voz engolada y solemne:
“Cayó Somoza! Vuelve a ser libre la patria de Sandino y de Victor Hugo”.
Estábamos un grupo de personas frente al televisor, y el primero que reaccionó ante la burrada fue un periodista cubano (de la vieja guardia), Luis Ortega. Pero por entonces no había VTR para echar p’atrås o grabar de inmediato.
Otra de las victimas de la subordinación de casi todo al “racionalismo” económico ha sido el departamento de corrección (el control de calidad) de la mayoría de nuestros medios de difusión, incluidos los escritos: sencillamente no hay plata para esos detallitos.
También recuerdo, hace (menos) años una conversación, en casa de los siempre queridos y recordados José Ignacio y Estela Rasco, en la cual alguien le hacia a José Ignacio esa misma observación que tu haces, Abelardo, sobre las pobreza de alguna traducción al castellano de los escritos de Maritain.
Ninguna parte de mi limitada educación me fue impartida en instituciones religiosas o por religiosos, ni nadie jamás me ha prohibido que leyera ni me ha obligado a leer libro alguno. Pero también en la Argentina, recuerdo que la gente de mi generación que estudiaba en colegios religiosos era proclive al mismo tipo de “pesadillas” que tu describes.
Como en el caso de tu abuela, mi padre era católico “a su manera”, pues estudió en un colegio metodista en La Habana. Murió estando de visita en Buenos Aires (vivía ya en España), y me tocó a mi recoger sus pertenencias en la habitación del hotel en donde estaba alojado. En su última mesita de luz encontré un ejemplar de la obra de Kempis que también mencionas, que desde entonces pasó a ser uno de mis libros de cabecera. Te confieso que me hubiera gustado –y venido bien- que alguien me hubiera obligado a leer la “Imitación de Cristo” a la edad que te obligaron a leerla a ti.
Pero volviendo al tema de la “teología del libre mercado”, uno de los daños mas grandes que causa ese tipo de creencias es, justamente (y como tu pareces sugerirlo), el borrado de muchas cosas que debiéramos conservar en nuestra memoria, y que, para convivir con ese dogma de la sujeción de todo al “racionalismo” económico, es necesario olvidar y descartar.
Hace un par de días, en una cena con algunos colegas abogados (de mi generación o mayores), conversábamos sobre la virtual “desaparición” del derecho laboral que estudiamos alguna vez, y que tanto en Cuba como en la Argentina era de los mas avanzados que existieron en su momento (también en la “antigüedad”, claro, o A.R.T., es decir, antes de Reagan / Thatcher). A mi me cuesta mucho creer que ese derecho laboral despareció por obra y gracia del Espiritu Santo, pero no por eso dejo de estar a favor de la libertad de cultos, aunque creo que cada quien debiera poder vivir según su credo, sin necesidad de apelar a olvidos ni racionalizaciones.
Además ese tipo de cosas suceden en las mejores familias en el mundo de hoy. Hace años, en Caracas, la noche del día en el que el mundo conoció el derrocamiento de Somoza, el locutor del canal oficial –aclaro, para los “anti” furibundos, que estamos hablando de la “antigüedad”, es decir, A.C., o antes de Chavez- abrió el noticiero diciendo, con voz engolada y solemne:
“Cayó Somoza! Vuelve a ser libre la patria de Sandino y de Victor Hugo”.
Estábamos un grupo de personas frente al televisor, y el primero que reaccionó ante la burrada fue un periodista cubano (de la vieja guardia), Luis Ortega. Pero por entonces no había VTR para echar p’atrås o grabar de inmediato.
Otra de las victimas de la subordinación de casi todo al “racionalismo” económico ha sido el departamento de corrección (el control de calidad) de la mayoría de nuestros medios de difusión, incluidos los escritos: sencillamente no hay plata para esos detallitos.
También recuerdo, hace (menos) años una conversación, en casa de los siempre queridos y recordados José Ignacio y Estela Rasco, en la cual alguien le hacia a José Ignacio esa misma observación que tu haces, Abelardo, sobre las pobreza de alguna traducción al castellano de los escritos de Maritain.
Ninguna parte de mi limitada educación me fue impartida en instituciones religiosas o por religiosos, ni nadie jamás me ha prohibido que leyera ni me ha obligado a leer libro alguno. Pero también en la Argentina, recuerdo que la gente de mi generación que estudiaba en colegios religiosos era proclive al mismo tipo de “pesadillas” que tu describes.
Como en el caso de tu abuela, mi padre era católico “a su manera”, pues estudió en un colegio metodista en La Habana. Murió estando de visita en Buenos Aires (vivía ya en España), y me tocó a mi recoger sus pertenencias en la habitación del hotel en donde estaba alojado. En su última mesita de luz encontré un ejemplar de la obra de Kempis que también mencionas, que desde entonces pasó a ser uno de mis libros de cabecera. Te confieso que me hubiera gustado –y venido bien- que alguien me hubiera obligado a leer la “Imitación de Cristo” a la edad que te obligaron a leerla a ti.
Pero volviendo al tema de la “teología del libre mercado”, uno de los daños mas grandes que causa ese tipo de creencias es, justamente (y como tu pareces sugerirlo), el borrado de muchas cosas que debiéramos conservar en nuestra memoria, y que, para convivir con ese dogma de la sujeción de todo al “racionalismo” económico, es necesario olvidar y descartar.
Hace un par de días, en una cena con algunos colegas abogados (de mi generación o mayores), conversábamos sobre la virtual “desaparición” del derecho laboral que estudiamos alguna vez, y que tanto en Cuba como en la Argentina era de los mas avanzados que existieron en su momento (también en la “antigüedad”, claro, o A.R.T., es decir, antes de Reagan / Thatcher). A mi me cuesta mucho creer que ese derecho laboral despareció por obra y gracia del Espiritu Santo, pero no por eso dejo de estar a favor de la libertad de cultos, aunque creo que cada quien debiera poder vivir según su credo, sin necesidad de apelar a olvidos ni racionalizaciones.
Reply to José Manuel Palli
- Gerardo E. Martínez-Solanas
- Offline
- Moderator
- Posts: 818
- Thanks: 76
Re: Diálogo (apócrifo) entre Krishna y Jesucristo
26 Jul 2015 20:05 - 26 Jul 2015 20:56
Debo aclarar que "Hechos de los Apóstoles" fue escrito por Lucas y originalmente se consideraba como continuación de su Evangelio.
Por otra parte, no debe ser Abelardo tan susceptible como para interpretar que lo considero apóstata o infiel simplemente por que usé frases condicionales sobre su profesión de fe, a las cuales pudo responder simplemente afirmando cuáles son sus creencias sin necesidad de sentirse agredido. En realidad, lo que dije se basa en que ha demostrado sus conocimientos del hinduísmo pero habla de muchos aspectos del cristianismo y su historia en base a experiencias personales y no a fundamentos doctrinales. Lo cual no quiere decir que lo considere ignorante de la doctrina cristiana, sino todo lo contrario, me consta. Verdaderamente me parece lamentable que haya interpretado mis palabras como una "acusación", lo cual estaba muy lejos de ser mi propósito.
¡Ah, y no me siento ofendido porque alguien piense y lo diga que la fe me remueve los sesos! Me hace gracia y lo tomo con comprensión, porque efectivamente la fe puede confundirse con un fundamentalismo intolerante. Confío sinceramente en que ese no es mi caso.
El Padre McKniff era agustino y todos los agustinos que conocí tenían una mente muy abierta, aunque sin renunciar a sus creencias fundamentales. Me aconsejaba y me reprendía cuando lo creía necesario, pero siempre con amabilidad y tolerancia. Nunca conocí a un agustino intolerante, aunque esa es mi experiencia personal y no dudo que los haya por ahí. Y le reitero a Abelardo que en el Colegio San Agustín nunca me obligaron a leer ningún libro que no fuera libro de texto. El único libro religioso que recuerdo que era obligatorio era "La Historia Sagrada" y teníamos una asignatura de Religión que incluía algunas lecturas de la Biblia (mayormente parábolas e historias del Genesis, etc.) y otros textos ligeros adecuados para niños. Claro está que nos exhortaban a leer otros, pero no eran obligatorios. La Imitación de Cristo, la Suma Teológica y otros de esa clase que leí en mi juventud fue por decisión propia en mis años de federado de la Juventud Católica.
Por otra parte, no suelo ser intolerante con los que no saben algo sobre el tema de la discusión en que participo. Los debates no son sólo un intercambio de opiniones doctas sino un intercambio de conocimientos y experiencias que nos enriquecen. Si la otra persona no tiene ni idea de lo que significan "cercamientos" o "enclosures", me complace informarle para enriquecer así la discusión que sigue. Quizás mis experiencias particulares sean poco comunes, pero en mi caso casi siempre encuentro que puedo aprender de aquellos que saben menos de algunas cosas. Esa oportunidad de aprender me satisface y alegra. La acepto con humildad.
En cuanto a los argumentos esgrimidos aquí sobre los derechos humanos, si fueran creación de los hombres, podrían modificarse, anularse o interpretarse de diversos modos según la cultura que debiera aplicarlos o por la decisión avasalladora de una dictadura de las mayorías. Bastaría una mayoría del pueblo soberano para decidir que, por ejemplo, los ancianos inservibles e improductivos no tienen derecho a la vida. Si no hay una creencia superior y trascendente que estipule que estos derechos son inalienables e inherentes, los derechos humanos serían una farsa.
No cabe duda que la interpretación de la Ley Natural y del Derecho Natural ha progresado a través de la historia hasta desembocar en los códigos que ahora nos sirven de referencia. El ser humano se perfecciona buscando esa trascendencia que le permita interpretar cada vez con mayor precisión esos preceptos fundamentales, los cuales tienen origen divino porque surgen de lo más profundo de la conciencia que es inspirada por la Revelación.
Aunque manejo un poco el idioma francés, suelo leer las traducciones al español y en este caso no tengo el privilegio de Abelardo en cuanto a la obra de Maritain, pero me arevo a citar lo siguiente de la traducción de "El Hombre y el Estado": "La ley natural es una ley no escrita. El conocimiento que el hombre posee de ella ha crecido poco a poco, a medida que se iba desarrollando su conciencia moral. (...) Más aún: ha sido necesario que Dios mismo interviniera para ayudar a la pobre naturaleza humana en su búsqueda de esta ley." Y más adelante pregunta: "¿Cómo podríamos comprender los derechos humanos si no tuviésemos una noción lo bastante adecuada de la ley natural? La misma ley natural que establece nuestros deberes más fundamentales y en virtud de la cual toda ley justa obliga, es asimismo la ley que nos asigna nuestros derechos fundamentales." Y párrafos después, refiriéndose al positivismo, señala que "es incapaz de establecer la existencia de derechos naturalmente poseídos por el ser humano, anteriores y superiores a la legislación escrita y a los acuerdos entre los gobiernos, derechos que la sociedad civil no tiene que otorgar, sino que reconocer, respetar y sancionar como universalmente válidos...". (las itálicas aparecen así en el libro)
Por otra parte, no debe ser Abelardo tan susceptible como para interpretar que lo considero apóstata o infiel simplemente por que usé frases condicionales sobre su profesión de fe, a las cuales pudo responder simplemente afirmando cuáles son sus creencias sin necesidad de sentirse agredido. En realidad, lo que dije se basa en que ha demostrado sus conocimientos del hinduísmo pero habla de muchos aspectos del cristianismo y su historia en base a experiencias personales y no a fundamentos doctrinales. Lo cual no quiere decir que lo considere ignorante de la doctrina cristiana, sino todo lo contrario, me consta. Verdaderamente me parece lamentable que haya interpretado mis palabras como una "acusación", lo cual estaba muy lejos de ser mi propósito.
¡Ah, y no me siento ofendido porque alguien piense y lo diga que la fe me remueve los sesos! Me hace gracia y lo tomo con comprensión, porque efectivamente la fe puede confundirse con un fundamentalismo intolerante. Confío sinceramente en que ese no es mi caso.
El Padre McKniff era agustino y todos los agustinos que conocí tenían una mente muy abierta, aunque sin renunciar a sus creencias fundamentales. Me aconsejaba y me reprendía cuando lo creía necesario, pero siempre con amabilidad y tolerancia. Nunca conocí a un agustino intolerante, aunque esa es mi experiencia personal y no dudo que los haya por ahí. Y le reitero a Abelardo que en el Colegio San Agustín nunca me obligaron a leer ningún libro que no fuera libro de texto. El único libro religioso que recuerdo que era obligatorio era "La Historia Sagrada" y teníamos una asignatura de Religión que incluía algunas lecturas de la Biblia (mayormente parábolas e historias del Genesis, etc.) y otros textos ligeros adecuados para niños. Claro está que nos exhortaban a leer otros, pero no eran obligatorios. La Imitación de Cristo, la Suma Teológica y otros de esa clase que leí en mi juventud fue por decisión propia en mis años de federado de la Juventud Católica.
Por otra parte, no suelo ser intolerante con los que no saben algo sobre el tema de la discusión en que participo. Los debates no son sólo un intercambio de opiniones doctas sino un intercambio de conocimientos y experiencias que nos enriquecen. Si la otra persona no tiene ni idea de lo que significan "cercamientos" o "enclosures", me complace informarle para enriquecer así la discusión que sigue. Quizás mis experiencias particulares sean poco comunes, pero en mi caso casi siempre encuentro que puedo aprender de aquellos que saben menos de algunas cosas. Esa oportunidad de aprender me satisface y alegra. La acepto con humildad.
En cuanto a los argumentos esgrimidos aquí sobre los derechos humanos, si fueran creación de los hombres, podrían modificarse, anularse o interpretarse de diversos modos según la cultura que debiera aplicarlos o por la decisión avasalladora de una dictadura de las mayorías. Bastaría una mayoría del pueblo soberano para decidir que, por ejemplo, los ancianos inservibles e improductivos no tienen derecho a la vida. Si no hay una creencia superior y trascendente que estipule que estos derechos son inalienables e inherentes, los derechos humanos serían una farsa.
No cabe duda que la interpretación de la Ley Natural y del Derecho Natural ha progresado a través de la historia hasta desembocar en los códigos que ahora nos sirven de referencia. El ser humano se perfecciona buscando esa trascendencia que le permita interpretar cada vez con mayor precisión esos preceptos fundamentales, los cuales tienen origen divino porque surgen de lo más profundo de la conciencia que es inspirada por la Revelación.
Aunque manejo un poco el idioma francés, suelo leer las traducciones al español y en este caso no tengo el privilegio de Abelardo en cuanto a la obra de Maritain, pero me arevo a citar lo siguiente de la traducción de "El Hombre y el Estado": "La ley natural es una ley no escrita. El conocimiento que el hombre posee de ella ha crecido poco a poco, a medida que se iba desarrollando su conciencia moral. (...) Más aún: ha sido necesario que Dios mismo interviniera para ayudar a la pobre naturaleza humana en su búsqueda de esta ley." Y más adelante pregunta: "¿Cómo podríamos comprender los derechos humanos si no tuviésemos una noción lo bastante adecuada de la ley natural? La misma ley natural que establece nuestros deberes más fundamentales y en virtud de la cual toda ley justa obliga, es asimismo la ley que nos asigna nuestros derechos fundamentales." Y párrafos después, refiriéndose al positivismo, señala que "es incapaz de establecer la existencia de derechos naturalmente poseídos por el ser humano, anteriores y superiores a la legislación escrita y a los acuerdos entre los gobiernos, derechos que la sociedad civil no tiene que otorgar, sino que reconocer, respetar y sancionar como universalmente válidos...". (las itálicas aparecen así en el libro)
Last edit: 26 Jul 2015 20:56 by Gerardo E. Martínez-Solanas.
Reply to Gerardo E. Martínez-Solanas
Moderators: Miguel Saludes, Abelardo Pérez García, Oílda del Castillo, Ricardo Puerta, Antonio Llaca, Efraín Infante, Pedro S. Campos, Héctor Caraballo
Time to create page: 0.358 seconds