La toma de la Bastilla en Venezuela
- Gerardo E. Martínez-Solanas
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La toma de la Bastilla en Venezuela
15 Feb 2014 17:53 - 15 Feb 2014 17:55
Hay momentos en la historia en que los que defendemos la solución de los conflictos por medios pacíficos no encontramos otra alternativa que proceder a la "toma de la Bastilla". Ese fue un momento trascendental y coyuntural de lo que después se conoció como la Revolución Francesa.
La opresión, el absolutismo, el totalitarismo y todos los regímenes represivos tarde o temprano enfrentan a sus pueblos a esta lamentable opción de violencia.
Quienes buscamos por todos los medios soluciones pacíficas abrigamos la esperanza de que la historia siga el curso de transición pacífica que contemplamos el siglo pasado con la caída del Imperio Soviético, la muerte del dictador Francisco Franco o la opción electoral que favoreció el dictador Augusto Pinochet.
Pero en todos estos casos, la opción pacífica fue propiciada por los propios gobernantes, ya bien porque creyeron que podían mantenerse en el poder con un barniz democrático (Pinochet y Gorbachev) o porque creyeron que dejaban un régimen a su gusto como herencia en su lecho de muerte (Franco).
La historia nos ha demostrado que los regímenes absolutistas o totalitarios perpetúan su poder por generaciones (y a veces por siglos) hasta que un dictador "benevolente" intenta reformarlo o el pueblo no aguanta más y opta por la violencia (la toma de la Bastilla). En la coyuntura terrible por la que un pueblo está cayendo en la dictadura totalitaria, como presenciamos hoy con justificado horror en Venezuela, las soluciones pacíficas pueden conducir al desastre, como ocurrió en Munich cuando trataron de apaciguar a Hitler o como está ocurriendo en Siria en los absurdos intentos de amansar a una fiera. Y ahora podemos añadir: como está ocurriendo en Venezuela.
La dictadura venezolana opta claramente por la violencia. No solo la violencia física sino también la institucional. Ha eliminado totalmente la libertad de prensa y gradualmente destruye la libertad de empresa, de movimiento, de asociación. Hasta el poder judicial aplasta el derecho a disentir.
Presenciamos una protesta estudiantil que está siendo reprimida con balas, palos, culatazos, encarcelamientos y torturas. La crueldad de la represión está enardeciendo los ánimos de la población civil e impulsándola a la protesta callejera masiva. Lamentablemente, el gobierno no está dispuesto a negociar ni a transigir en el reconocimiento de los derechos de su pueblo. El régimen se ha pronunciado claramente en todos los medios que controla por la represión salvaje para perpetuarse en el poder mediante la violencia.
Cuando esto sucede no hay más alternativa que "la toma de la Bastilla". Los resultados de la violencia y la rebelión pueden ser el caos y hasta un régimen del terror motivado por la venganza. Pero en estas circunstancias es la única opción lógica. Lo fue para los franceses en el siglo XVIII y lo es ahora para los venezolanos. Pese a todas las terribles secuelas de la guerra y de la violencia, nadie se arrepiente hoy de la toma de la Bastilla ni de la asoladora guerra que aplastó a Hitler y Mussolini.
La alternativa pacífica habría sido peor.
Quienes buscamos por todos los medios soluciones pacíficas abrigamos la esperanza de que la historia siga el curso de transición pacífica que contemplamos el siglo pasado con la caída del Imperio Soviético, la muerte del dictador Francisco Franco o la opción electoral que favoreció el dictador Augusto Pinochet.
Pero en todos estos casos, la opción pacífica fue propiciada por los propios gobernantes, ya bien porque creyeron que podían mantenerse en el poder con un barniz democrático (Pinochet y Gorbachev) o porque creyeron que dejaban un régimen a su gusto como herencia en su lecho de muerte (Franco).
La historia nos ha demostrado que los regímenes absolutistas o totalitarios perpetúan su poder por generaciones (y a veces por siglos) hasta que un dictador "benevolente" intenta reformarlo o el pueblo no aguanta más y opta por la violencia (la toma de la Bastilla). En la coyuntura terrible por la que un pueblo está cayendo en la dictadura totalitaria, como presenciamos hoy con justificado horror en Venezuela, las soluciones pacíficas pueden conducir al desastre, como ocurrió en Munich cuando trataron de apaciguar a Hitler o como está ocurriendo en Siria en los absurdos intentos de amansar a una fiera. Y ahora podemos añadir: como está ocurriendo en Venezuela.
La dictadura venezolana opta claramente por la violencia. No solo la violencia física sino también la institucional. Ha eliminado totalmente la libertad de prensa y gradualmente destruye la libertad de empresa, de movimiento, de asociación. Hasta el poder judicial aplasta el derecho a disentir.
Presenciamos una protesta estudiantil que está siendo reprimida con balas, palos, culatazos, encarcelamientos y torturas. La crueldad de la represión está enardeciendo los ánimos de la población civil e impulsándola a la protesta callejera masiva. Lamentablemente, el gobierno no está dispuesto a negociar ni a transigir en el reconocimiento de los derechos de su pueblo. El régimen se ha pronunciado claramente en todos los medios que controla por la represión salvaje para perpetuarse en el poder mediante la violencia.
Cuando esto sucede no hay más alternativa que "la toma de la Bastilla". Los resultados de la violencia y la rebelión pueden ser el caos y hasta un régimen del terror motivado por la venganza. Pero en estas circunstancias es la única opción lógica. Lo fue para los franceses en el siglo XVIII y lo es ahora para los venezolanos. Pese a todas las terribles secuelas de la guerra y de la violencia, nadie se arrepiente hoy de la toma de la Bastilla ni de la asoladora guerra que aplastó a Hitler y Mussolini.
La alternativa pacífica habría sido peor.
Last edit: 15 Feb 2014 17:55 by Gerardo E. Martínez-Solanas.
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- José Manuel Palli
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Re: La toma de la Bastilla en Venezuela
18 Feb 2014 19:32
Muy interesante tu tratamiento del momento que vive Venezuela, Gerardo, y muy cierto lo que dices sobre que hay momentos o situaciones en la historia que poco menos que le fuerzan la mano a quienes prefieren la soluciòn pacìfica de todo tipo de conflictos. Pero lo difìcil es determinar "cuando" ha llegado ese momento en el que es "posible" que se cristalice un hecho como la toma de la Bastilla, porque de lo contrario la guillotina la terminan manejando los ocupantes de Versailles...
Reply to José Manuel Palli
- Gerardo E. Martínez-Solanas
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Re: La toma de la Bastilla en Venezuela
18 Feb 2014 20:40 - 18 Feb 2014 20:42
Efectivamente, amigo Palli, la toma de la Bastilla, como casi todos los procesos marcados por la violencia, terminó en más violencia y en "El Terror", como califica la historia al salvajismo jacobino precursor de los regímenes totalitarios de hoy. No obstante, el argumento es que los franceses, frente al absolutismo monárquico, no tuvieron otra alternativa. El resultado inmediato fue nefasto, pero a más largo plazo abrió las puertas de la democracia al consolidarse a lo largo del siglo XIX los principios éticos que sustentaron esa rebelión.
Evidentemente los venezolanos no se atreven todavía a proceder a la "toma de la Bastilla". Hace unos minutos, Leopoldo López Mendoza se ha entregado mansamente a las autoridades represivas. No sé cuál será su estrategia para enfrentar con éxito para bien de la democracia y la paz a un régimen jurídico injusto y parcializado. El pueblo que lo rodeaba permitió que se lo llevaran. El líder democrático enfrentará ahora la justicia jacobina sin haber intentado siquiera tomar la Bastilla.
Ojalá me equivoque y haya una solución pacífica.
Evidentemente los venezolanos no se atreven todavía a proceder a la "toma de la Bastilla". Hace unos minutos, Leopoldo López Mendoza se ha entregado mansamente a las autoridades represivas. No sé cuál será su estrategia para enfrentar con éxito para bien de la democracia y la paz a un régimen jurídico injusto y parcializado. El pueblo que lo rodeaba permitió que se lo llevaran. El líder democrático enfrentará ahora la justicia jacobina sin haber intentado siquiera tomar la Bastilla.
Ojalá me equivoque y haya una solución pacífica.
Last edit: 18 Feb 2014 20:42 by Gerardo E. Martínez-Solanas.
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- José Manuel Palli
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Re: La toma de la Bastilla en Venezuela
19 Feb 2014 16:43
Solo puedo especular sobre las razones de Leopoldo para 'entregarse mansamente'... Aspira a despertar un clamor mundial, al estilo Mandela?... Sabe algo que, especialmente en Miami, no sabemos, y apuesta a un derrumbe inminente de 'la inmadurez' que lo deje a èl como lider indiscutido de la oposiciòn?... pero lo cierto es que, como tu bien dices, amigo Gerardo, los venezolanos in situ (que es donde cuenta) no parecen creer que sea la hora de tomar la Bastilla.
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- Abelardo Pérez García
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Re: La toma de la Bastilla en Venezuela
20 Feb 2014 09:03 - 21 Feb 2014 10:03
Gerardo Martínez Solanas escribe :
"[…] la toma de la Bastilla, como casi todos los procesos marcados por la violencia, terminó en más violencia y en "El Terror", como califica la historia al salvajismo jacobino precursor de los regímenes totalitarios de hoy. No obstante, el argumento es que los franceses, frente al absolutismo monárquico, no tuvieron otra alternativa."
Parece difícil afirmar lo contrario de esta opinión, tan unánimemente compartida, pero sin embargo, me voy a atrever a hacerlo.
En primer lugar hay que desmitificar el absolutismo monárquico contra el que, supuestamente, los franceses se alzaron porque no les quedaba más remedio.
La idea que se tiene generalmente del absolutismo es la de un rey, de “derecho divino” que hace en su reino todo lo que le dé su real gana.
Hasta el reinado de Francisco I en el siglo XVI , Francia era un conglomerado de ducados, condados y restos de antiguos feudos con distintos idiomas, leyes y privilegios (en España se diría fueros). Para entrar en una provincia, y en casi todas las ciudades, había que pagar un peaje. Los privilegios de un zapatero en Rennes (ducado de Bretaña) no eran los mismos que los de un zapatero en Dijon (ducado de Borgoña), solo para dar un ejemplo. Las medidas y los pesos no eran iguales en todo el territorio y cuando Francisco I trató de poner orden y uniformidad en el reino de Francia se encontró con la oposición firme de los nobles en los parlamentos regionales.
En la segunda parte del siglo XVII y principios del XVIII, Luis XIV, el rey Sol, unificó al país y le dio, después de numerosas guerras que costaron muchísimo dinero a las arcas públicas, las fronteras que conocemos hoy pero, a pesar de su influencia y prestigio, la situación era prácticamente la misma: un conglomerado de pueblos con idiomas y costumbres diferentes, muy apegados a sus privilegios y tradiciones.
Las vías y los medios de comunicaciones eran todavía lentos para que se pudieran cambiar las cosas fácilmente y la nobleza y el clero seguían manteniendo sus numerosos privilegios.
En los años ochenta (del siglo XVIII) la situación había evolucionado. El pensamiento de la Ilustración había cundido por las clases cultas de Europa y los grandes pensadores de la época habían puesto en tela de juicio la autoridad del “derecho divino” de los reyes.
Algunos como Voltaire seguían aceptando la monarquía bien aconsejada por la “razón” del Siglo de las Luces. Se hablaba entonces de los “déspotas ilustrados” al estilo de Federico el Grande de Prusia, filósofo y músico (¡excelente flautista!) o de Carlos III de España y sus ministros volterianos.
En 1788, Luis XVI en Francia había empezado, bajo la presión de algunos ministros liberales como Jacobo Necker, a hacer cambios en la organización del Estado. Muchos nobles se seguían oponiendo a esos cambios (hoy diríamos modernización de la administración).
La importante ayuda militar a los insurgentes norteamericanos había arruinado las finanzas francesas que ya estaban en bastante mal estado a causa de un gran despilfarro y de las “grandes especulaciones bursátiles” de la década. El rey tuvo que decidirse a la convocación de los Estados Generales en 1789. Pero para las clases populares el rey Luis XVI seguía siendo el “padre del pueblo” y era querido y estimado.
La nobleza y el clero representaban apenas el 5%¨de la población pero concentraban todos los privilegios importantes.
El ambiente que se creó en el país después de las primeras sesiones de la Asamblea Constituyente ya era pre insurreccional y la “Asamblea de los electores de París” creó una “milicia burguesa” sin armas de casi 50000 hombres para defender al pueblo en caso de disturbios o de presuntos ataques de soldados alemanes y suizos que estaban a las puertas de París.
El 13 de julio esos milicianos decidieron armarse y se dirigieron a Los Inválidos donde había fusiles y cañones. La guardia de Los Inválidos les dio esas armas pero no había bastantes balas de cañón y, sobre todo, no había pólvora; la había en la fortaleza de La Bastilla.
El catorce de julio los milicianos, acompañados de varios miles de ciudadanos, fueron a La Bastilla dirigidos por Flesselles, preboste de los mercaderes de París, puesto administrativo muy importante, y con una delegación de burgueses y artesanos parisienses solicitó del gobernador del castillo, el marqués de Launay, pólvora para sus hombres. De Launay los recibió amablemente, hasta los invitó a almorzar pero se negó a darles la pólvora. Después de varias tergiversaciones entre Flesselles y los milicianos, estos últimos decidieron atacar la fortaleza.
La guardia del castillo respondió al ataque y hubo un centenar de muertos. Como La Bastilla no estaba en condiciones de sostener un asedio, de Launay aceptó entregar la fortaleza bajo la condición expresa que no hubiera ejecuciones.
En el camino, los milicianos exaltados asesinaron a De Launay y a Flesselles, acusado de traición, les cortaron la cabeza y las pasearon clavadas en la extremidad de unas picas por las calles de París.
En La Bastilla había siete presos: tres falsificadores, un ladrón, dos dementes y un delincuente sexual. Todos encerrados con el consentimiento o a petición de sus familias que no querían ver manchados sus apellidos ilustres en procesos públicos.
No había kilómetros de túneles sombríos llenos de esqueletos atados a cadenas víctimas de la justicia arbitraria de la monarquía absoluta como se imagina la fantasmagoría popular en el mundo entero.
La toma de la Bastilla horrorizó a Francia entera y a toda Europa pero no fue en absoluto un “momento trascendental y coyuntural de lo que después se conoció como la Revolución Francesa”. Su valor simbólico, en cambio, fue inmenso y la “Fiesta de la Federación de 1790” se celebró el catorce de julio en presencia del rey Luis XVI quien juró fidelidad a las leyes.
Al principio, la Revolución Francesa intentó crear un régimen monárquico constitucional pero la poca habilidad del rey Luis XVI, a pesar de que se había puesto una escarapela en público y de que había jurado fidelidad, causó su propia caída; conspiró con la nobleza exiliada y trató de huir a Alemania en junio de 1791.
Lo capturaron en Varennes, la Convención lo juzgó culpable de traición y fue ejecutado la glacial mañana del 21 de enero de 1793.
La caída de la monarquía absoluta de derecho divino fue una de las consecuencias y no el objetivo de la Revolución.
En cuanto al “salvajismo jacobino, precursor de los regímenes totalitarios de hoy” habría mucho que decir.
Todos los que tienen alguna base en cuestiones de Civilización saben que no podemos proyectar nuestra visión de hoy para entender la de hace doscientos veinte años.
Digamos, para resumir, que los miembros del “Club de los Jacobinos” eran burgueses republicanos (al principio partidarios de una monarquía constitucional) en general muy instruidos; defensores fervientes de la propiedad (aun en el “año II”), de una economía liberal, de los derechos del hombre de 1789 y, sobre todo, de una administración centralizada.
Las circunstancias: guerra con el extranjero (austriacos y prusianos); guerra civil en Francia y lucha de numerosas facciones entre los revolucionarios mismos, llevaron a los líderes del club a una fuerte radicalización y a numerosas purgas. Robespierre logró por ejemplo, gracias al Terror, vencer a los hebertistas que llevaban a cabo una política de descristianización fanática (hasta decapitaban las estatuas de los santos en las iglesia que luego convertían en “templos de la diosa Razón”)
Veamos lo que decía Robespierre:
"Si el fundamento del gobierno popular en tiempos de paz es la virtud, el fundamento del gobierno popular en revolución es a un tiempo virtud y terror. Virtud, sin la cual el terror es funesto; terror, sin el cual la virtud es impotente. El Terror no es más que la justicia pronta, severa e inflexible: es pues una emanación de la virtud; es menos un principio particular que una consecuencia del principio general de la democracia aplicada a las necesidades más apremiantes de la patria".
Pero lo que dice J.M. Palli y que me parece muy cierto es que si las circunstancias hubieran sido diferentes, si hubieran evolucionado de otra manera, la guillotina la habrían podido manejar no los republicanos sino los de Versailles.
Para el Terror hubiera sido sólo un cambio de color.
Esperemos que nunca más se tomen Bastillas.
"[…] la toma de la Bastilla, como casi todos los procesos marcados por la violencia, terminó en más violencia y en "El Terror", como califica la historia al salvajismo jacobino precursor de los regímenes totalitarios de hoy. No obstante, el argumento es que los franceses, frente al absolutismo monárquico, no tuvieron otra alternativa."
Parece difícil afirmar lo contrario de esta opinión, tan unánimemente compartida, pero sin embargo, me voy a atrever a hacerlo.
En primer lugar hay que desmitificar el absolutismo monárquico contra el que, supuestamente, los franceses se alzaron porque no les quedaba más remedio.
La idea que se tiene generalmente del absolutismo es la de un rey, de “derecho divino” que hace en su reino todo lo que le dé su real gana.
Hasta el reinado de Francisco I en el siglo XVI , Francia era un conglomerado de ducados, condados y restos de antiguos feudos con distintos idiomas, leyes y privilegios (en España se diría fueros). Para entrar en una provincia, y en casi todas las ciudades, había que pagar un peaje. Los privilegios de un zapatero en Rennes (ducado de Bretaña) no eran los mismos que los de un zapatero en Dijon (ducado de Borgoña), solo para dar un ejemplo. Las medidas y los pesos no eran iguales en todo el territorio y cuando Francisco I trató de poner orden y uniformidad en el reino de Francia se encontró con la oposición firme de los nobles en los parlamentos regionales.
En la segunda parte del siglo XVII y principios del XVIII, Luis XIV, el rey Sol, unificó al país y le dio, después de numerosas guerras que costaron muchísimo dinero a las arcas públicas, las fronteras que conocemos hoy pero, a pesar de su influencia y prestigio, la situación era prácticamente la misma: un conglomerado de pueblos con idiomas y costumbres diferentes, muy apegados a sus privilegios y tradiciones.
Las vías y los medios de comunicaciones eran todavía lentos para que se pudieran cambiar las cosas fácilmente y la nobleza y el clero seguían manteniendo sus numerosos privilegios.
En los años ochenta (del siglo XVIII) la situación había evolucionado. El pensamiento de la Ilustración había cundido por las clases cultas de Europa y los grandes pensadores de la época habían puesto en tela de juicio la autoridad del “derecho divino” de los reyes.
Algunos como Voltaire seguían aceptando la monarquía bien aconsejada por la “razón” del Siglo de las Luces. Se hablaba entonces de los “déspotas ilustrados” al estilo de Federico el Grande de Prusia, filósofo y músico (¡excelente flautista!) o de Carlos III de España y sus ministros volterianos.
En 1788, Luis XVI en Francia había empezado, bajo la presión de algunos ministros liberales como Jacobo Necker, a hacer cambios en la organización del Estado. Muchos nobles se seguían oponiendo a esos cambios (hoy diríamos modernización de la administración).
La importante ayuda militar a los insurgentes norteamericanos había arruinado las finanzas francesas que ya estaban en bastante mal estado a causa de un gran despilfarro y de las “grandes especulaciones bursátiles” de la década. El rey tuvo que decidirse a la convocación de los Estados Generales en 1789. Pero para las clases populares el rey Luis XVI seguía siendo el “padre del pueblo” y era querido y estimado.
La nobleza y el clero representaban apenas el 5%¨de la población pero concentraban todos los privilegios importantes.
El ambiente que se creó en el país después de las primeras sesiones de la Asamblea Constituyente ya era pre insurreccional y la “Asamblea de los electores de París” creó una “milicia burguesa” sin armas de casi 50000 hombres para defender al pueblo en caso de disturbios o de presuntos ataques de soldados alemanes y suizos que estaban a las puertas de París.
El 13 de julio esos milicianos decidieron armarse y se dirigieron a Los Inválidos donde había fusiles y cañones. La guardia de Los Inválidos les dio esas armas pero no había bastantes balas de cañón y, sobre todo, no había pólvora; la había en la fortaleza de La Bastilla.
El catorce de julio los milicianos, acompañados de varios miles de ciudadanos, fueron a La Bastilla dirigidos por Flesselles, preboste de los mercaderes de París, puesto administrativo muy importante, y con una delegación de burgueses y artesanos parisienses solicitó del gobernador del castillo, el marqués de Launay, pólvora para sus hombres. De Launay los recibió amablemente, hasta los invitó a almorzar pero se negó a darles la pólvora. Después de varias tergiversaciones entre Flesselles y los milicianos, estos últimos decidieron atacar la fortaleza.
La guardia del castillo respondió al ataque y hubo un centenar de muertos. Como La Bastilla no estaba en condiciones de sostener un asedio, de Launay aceptó entregar la fortaleza bajo la condición expresa que no hubiera ejecuciones.
En el camino, los milicianos exaltados asesinaron a De Launay y a Flesselles, acusado de traición, les cortaron la cabeza y las pasearon clavadas en la extremidad de unas picas por las calles de París.
En La Bastilla había siete presos: tres falsificadores, un ladrón, dos dementes y un delincuente sexual. Todos encerrados con el consentimiento o a petición de sus familias que no querían ver manchados sus apellidos ilustres en procesos públicos.
No había kilómetros de túneles sombríos llenos de esqueletos atados a cadenas víctimas de la justicia arbitraria de la monarquía absoluta como se imagina la fantasmagoría popular en el mundo entero.
La toma de la Bastilla horrorizó a Francia entera y a toda Europa pero no fue en absoluto un “momento trascendental y coyuntural de lo que después se conoció como la Revolución Francesa”. Su valor simbólico, en cambio, fue inmenso y la “Fiesta de la Federación de 1790” se celebró el catorce de julio en presencia del rey Luis XVI quien juró fidelidad a las leyes.
Al principio, la Revolución Francesa intentó crear un régimen monárquico constitucional pero la poca habilidad del rey Luis XVI, a pesar de que se había puesto una escarapela en público y de que había jurado fidelidad, causó su propia caída; conspiró con la nobleza exiliada y trató de huir a Alemania en junio de 1791.
Lo capturaron en Varennes, la Convención lo juzgó culpable de traición y fue ejecutado la glacial mañana del 21 de enero de 1793.
La caída de la monarquía absoluta de derecho divino fue una de las consecuencias y no el objetivo de la Revolución.
En cuanto al “salvajismo jacobino, precursor de los regímenes totalitarios de hoy” habría mucho que decir.
Todos los que tienen alguna base en cuestiones de Civilización saben que no podemos proyectar nuestra visión de hoy para entender la de hace doscientos veinte años.
Digamos, para resumir, que los miembros del “Club de los Jacobinos” eran burgueses republicanos (al principio partidarios de una monarquía constitucional) en general muy instruidos; defensores fervientes de la propiedad (aun en el “año II”), de una economía liberal, de los derechos del hombre de 1789 y, sobre todo, de una administración centralizada.
Las circunstancias: guerra con el extranjero (austriacos y prusianos); guerra civil en Francia y lucha de numerosas facciones entre los revolucionarios mismos, llevaron a los líderes del club a una fuerte radicalización y a numerosas purgas. Robespierre logró por ejemplo, gracias al Terror, vencer a los hebertistas que llevaban a cabo una política de descristianización fanática (hasta decapitaban las estatuas de los santos en las iglesia que luego convertían en “templos de la diosa Razón”)
Veamos lo que decía Robespierre:
"Si el fundamento del gobierno popular en tiempos de paz es la virtud, el fundamento del gobierno popular en revolución es a un tiempo virtud y terror. Virtud, sin la cual el terror es funesto; terror, sin el cual la virtud es impotente. El Terror no es más que la justicia pronta, severa e inflexible: es pues una emanación de la virtud; es menos un principio particular que una consecuencia del principio general de la democracia aplicada a las necesidades más apremiantes de la patria".
Pero lo que dice J.M. Palli y que me parece muy cierto es que si las circunstancias hubieran sido diferentes, si hubieran evolucionado de otra manera, la guillotina la habrían podido manejar no los republicanos sino los de Versailles.
Para el Terror hubiera sido sólo un cambio de color.
Esperemos que nunca más se tomen Bastillas.
Last edit: 21 Feb 2014 10:03 by Abelardo Pérez García.
Reply to Abelardo Pérez García
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Re: La toma de la Bastilla en Venezuela
20 Feb 2014 18:07 - 20 Feb 2014 18:58
Para que nunca más se tomen Bastillas hará falta que nunca más haya gobiernos que abusen de los pueblos.
Aprecio la detallada y precisa lección de historia que nos da Abelardo y reconozco que el párrafo que toma de ejemplo fue una visión superficial de algo tan complicado como la Revolución Francesa, sus antecedentes y sus consecuencias.
El hecho es que la toma de la Bastilla, por su extraordinario "valor simbólico", como lo señala Abelardo, fue por eso mismo un hecho coyuntural que le abre paso a la Revolución posterior. El hecho es también que fue una explosión popular. Como todo hecho de violencia, fue cruento, y a posteriori se le puede achacar que propició crímenes y excesos.
Además, los historiadores relatan el siguiente testimonio: "Cuando la noticia llegó a Versalles, el Rey preguntó: «¿Es una revuelta?». Un ministro le contestó: «No, Sire, es una revolución»." Se produce a raíz de la destitución de Jacques Necker, Ministro de Finanzas. Y es la secuela de los miles de personas que se concentraron frente al Palais Royal el 12 de julio, para desfilar después por toda la ciudad, gritando "libertad", "constitución", etc. Sencillamente, el pueblo estaba cansado de los abusos.
Esa es la similitud que encuentro con el caso de Venezuela. La violencia ya se está ejerciendo. Pero no se produce sólo en estos días, sino que se ejerce desde hace años, y el pueblo ve que cada día, semana y mes que pasa, va en aumento. La violencia genera violencia, sí. Pero no la han iniciado ni la han provocado los estudiantes que se han inmolado en estos días. Si la oposición democrática venezolana está desembocando en un agitado mar de violencia no es porque la haya provocado sino porque está reaccionando a ella. A su protesta, la dictadura ha contestado con palos, balas y torturas.
He aquí algunas pruebas visuales -apenas unas pocas que se han podido filmar en medio de la violenta represión- sobre actos cometidos por policías, militares y paramilitares: Hubo muertes, heridos, daños a propiedad privada y robos de motos. Todo ocurrio anoche en diferentes partes de Caracas.
Aprecio la detallada y precisa lección de historia que nos da Abelardo y reconozco que el párrafo que toma de ejemplo fue una visión superficial de algo tan complicado como la Revolución Francesa, sus antecedentes y sus consecuencias.
El hecho es que la toma de la Bastilla, por su extraordinario "valor simbólico", como lo señala Abelardo, fue por eso mismo un hecho coyuntural que le abre paso a la Revolución posterior. El hecho es también que fue una explosión popular. Como todo hecho de violencia, fue cruento, y a posteriori se le puede achacar que propició crímenes y excesos.
Además, los historiadores relatan el siguiente testimonio: "Cuando la noticia llegó a Versalles, el Rey preguntó: «¿Es una revuelta?». Un ministro le contestó: «No, Sire, es una revolución»." Se produce a raíz de la destitución de Jacques Necker, Ministro de Finanzas. Y es la secuela de los miles de personas que se concentraron frente al Palais Royal el 12 de julio, para desfilar después por toda la ciudad, gritando "libertad", "constitución", etc. Sencillamente, el pueblo estaba cansado de los abusos.
Esa es la similitud que encuentro con el caso de Venezuela. La violencia ya se está ejerciendo. Pero no se produce sólo en estos días, sino que se ejerce desde hace años, y el pueblo ve que cada día, semana y mes que pasa, va en aumento. La violencia genera violencia, sí. Pero no la han iniciado ni la han provocado los estudiantes que se han inmolado en estos días. Si la oposición democrática venezolana está desembocando en un agitado mar de violencia no es porque la haya provocado sino porque está reaccionando a ella. A su protesta, la dictadura ha contestado con palos, balas y torturas.
He aquí algunas pruebas visuales -apenas unas pocas que se han podido filmar en medio de la violenta represión- sobre actos cometidos por policías, militares y paramilitares: Hubo muertes, heridos, daños a propiedad privada y robos de motos. Todo ocurrio anoche en diferentes partes de Caracas.
- Vídeo 1-A: Altamira t.co/LiGgvFxszI
- Video 1-B: Altamira t.co/QRhjU9RZ2u
- Video 2: Av. Panteón t.co/ky9K1tVpVE
- Video 3: La Candelaria t.co/Yl9clVsjKm
- Vídeo 4: Los Ruices t.co/WIHG2rgSdU
- Vídeo 5: El Marqués t.co/De6VzNciW5
Last edit: 20 Feb 2014 18:58 by Gerardo E. Martínez-Solanas.
Reply to Gerardo E. Martínez-Solanas
- José Manuel Palli
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Re: La toma de la Bastilla en Venezuela
20 Feb 2014 20:59
Sigo pensando, amigo Gerardo, que hay otras alternativas, aùn en los momentos dolorosos que vive Venezuela, a la toma de la Bastilla, pero, y sobre todo, hay una que, en mi humilde opiniòn, evidentemente està sobre la mesa: intentar tomar la Bastilla solamente si uno tiene la posibilidad cierta de quedarse con ella (y de asegurar las guillotinas de su lado).
Y esa determinaciòn dificilmente se pueda hacer desde MIami, ni con respecto a Venezuela ni con respecto a Cuba.
Por eso me molesta y me entristece TANTO cuando escucho o leo a quienes se refieren despectivamente al pueblo cubano (el que vive en Cuba) por su "falta de valentìa o coraje" para sacarse de encima (o tomarle la Bastilla) a una tiranìa que lleva ya 55 años...
Te confieso que me considero total y absolutamente descalificado para hacer ese tipo de juicios o para determinar cuando ha llegado la hora de tomar la Bastilla cubana, o la venezolana...
Y esa determinaciòn dificilmente se pueda hacer desde MIami, ni con respecto a Venezuela ni con respecto a Cuba.
Por eso me molesta y me entristece TANTO cuando escucho o leo a quienes se refieren despectivamente al pueblo cubano (el que vive en Cuba) por su "falta de valentìa o coraje" para sacarse de encima (o tomarle la Bastilla) a una tiranìa que lleva ya 55 años...
Te confieso que me considero total y absolutamente descalificado para hacer ese tipo de juicios o para determinar cuando ha llegado la hora de tomar la Bastilla cubana, o la venezolana...
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- Gerardo E. Martínez-Solanas
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Re: La toma de la Bastilla en Venezuela
20 Feb 2014 22:09
Por supuesto que no pretendo arengar desde lejos y en la comodidad del exilio cubano. Lo que hago es un análisis de las oportunidades que se presentan y de las consecuencias previsibles en caso de no aprovecharlas.
El hecho es que en estos momentos el pueblo venezolano está en la calle. No porque los estemos arengando desde el exilio, sino porque es una protesta espontánea y legítima. Pero se le reprime desde los estamentos del poder con crueldad y alevosía.
El argumento, por lo tanto, es: ¿vale la pena seguir sacrificando vidas y libertades en protestas que no llevan a ninguna parte?
El análisis consiste en señalar que cuando una protesta cívica y pacífica recibe una respuesta violenta, o nos sometemos y aceptamos el abuso, la opresión y el crimen oficialista, o fijamos un objetivo definido para librarnos de la tiranía.
La protesta pacífica y el escándalo callejero están muy bien cuando hay un Estado de derecho y una prensa libre que puede difundirla entre la opinión pública. De lo contrario, no resuelve nada.
O se rinden o toman la Bastilla. Porque hay un hecho indiscutible: los tiranos no negocian.
El hecho es que en estos momentos el pueblo venezolano está en la calle. No porque los estemos arengando desde el exilio, sino porque es una protesta espontánea y legítima. Pero se le reprime desde los estamentos del poder con crueldad y alevosía.
El argumento, por lo tanto, es: ¿vale la pena seguir sacrificando vidas y libertades en protestas que no llevan a ninguna parte?
El análisis consiste en señalar que cuando una protesta cívica y pacífica recibe una respuesta violenta, o nos sometemos y aceptamos el abuso, la opresión y el crimen oficialista, o fijamos un objetivo definido para librarnos de la tiranía.
La protesta pacífica y el escándalo callejero están muy bien cuando hay un Estado de derecho y una prensa libre que puede difundirla entre la opinión pública. De lo contrario, no resuelve nada.
O se rinden o toman la Bastilla. Porque hay un hecho indiscutible: los tiranos no negocian.
Reply to Gerardo E. Martínez-Solanas
- José Manuel Palli
- Visitor
Re: La toma de la Bastilla en Venezuela
20 Feb 2014 23:45 - 20 Feb 2014 23:56
No fue mi intenciòn sugerir que tu anàlisis (cuya conclusiòn compartì desde un principio amigo Gerardo) fuera una arenga dirigida a nadie. Mi punto es que es pràcticamernte imposible, al menos desde Miami, medir las posibilidades de éxito de una 'pueblada' como la que se està desarrollando en Venezuela (o en Ucrania, para el caso). Pero celebro, aùn en estas circunstancias tan tristes que afectan a una Naciòn por la que siento TANTO afecto, que esta cuestiòn nos haya permitido sostener esta conversaciòn en estos foros, que para eso estàn (segùn yo lo entiendo) pero que tan poco se utilizan a estos efectos...
Me he pasado el dia sugiriéndoles (yo si, y ùnicamente porque me consultaron) prudencia a un gran numero de colegas miembros de una organizaciòn hemisférica de abogados e instàndolos a que dicha institucion intente mediar o facilitar el diàlogo entre las partes antagònicas en Venezuela. La mayorìa de estos colegas (y buenos amigos mios) coinciden contigo en que, en una instancia como ésta, es imposible dialogar, y que es imperativo "pronunciarse". Pero como tu mismo afirmas, las otras dos opciones (rendirse o derrocar al gobierno Maduro) no parecen factibles, o, en el caso de la primera, deseable... Entonces?
Etsa mañana "los estudiantes venezolanos -por quienes siento una profunda admiraciòn y una gran simpatia hacia los objetivos que quieren lograr con su protesta- nucleados en el Movimiento Estudiantil" publicaron una declaraciòn (està en el periòdico El Nacional de Caracas) pidiendo "la renuncia inmediata de Maduro y todo su gabinete"... Como he tratado infructuosamente de explicarle a mis colegas del continente ante su consulta, si la organizaciòn a la que pertenecen se hace solidaria y adopta como suya una declaracion de éste tenor, que espacio de maniobra le queda a su Presidente (un valiente abogado panameño que viajò a Caracas anoche) para que la instituciòn que preside pueda jugar un papel "efectivo" en busca de una soluciòn a la cuestiòn?
Yo sé que es difìcil ver tantas cosas que uno ve en el web sin que la sangre se nos suba a la cabeza... Pero ahì està el detalle, como dirìa el inmortal Cantinflas: es la madurez la que nos debiera distinguir a los abogados de los estudiantes, y distnguirnos también a todos los demàs del Inmaduro gobierno venezolano...
Me he pasado el dia sugiriéndoles (yo si, y ùnicamente porque me consultaron) prudencia a un gran numero de colegas miembros de una organizaciòn hemisférica de abogados e instàndolos a que dicha institucion intente mediar o facilitar el diàlogo entre las partes antagònicas en Venezuela. La mayorìa de estos colegas (y buenos amigos mios) coinciden contigo en que, en una instancia como ésta, es imposible dialogar, y que es imperativo "pronunciarse". Pero como tu mismo afirmas, las otras dos opciones (rendirse o derrocar al gobierno Maduro) no parecen factibles, o, en el caso de la primera, deseable... Entonces?
Etsa mañana "los estudiantes venezolanos -por quienes siento una profunda admiraciòn y una gran simpatia hacia los objetivos que quieren lograr con su protesta- nucleados en el Movimiento Estudiantil" publicaron una declaraciòn (està en el periòdico El Nacional de Caracas) pidiendo "la renuncia inmediata de Maduro y todo su gabinete"... Como he tratado infructuosamente de explicarle a mis colegas del continente ante su consulta, si la organizaciòn a la que pertenecen se hace solidaria y adopta como suya una declaracion de éste tenor, que espacio de maniobra le queda a su Presidente (un valiente abogado panameño que viajò a Caracas anoche) para que la instituciòn que preside pueda jugar un papel "efectivo" en busca de una soluciòn a la cuestiòn?
Yo sé que es difìcil ver tantas cosas que uno ve en el web sin que la sangre se nos suba a la cabeza... Pero ahì està el detalle, como dirìa el inmortal Cantinflas: es la madurez la que nos debiera distinguir a los abogados de los estudiantes, y distnguirnos también a todos los demàs del Inmaduro gobierno venezolano...
Last edit: 20 Feb 2014 23:56 by José Manuel Palli.
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