El Padre Romuald Zagorski, de la Orden Franciscana, es párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima en Konotop, Ucrania. Cuenta que escuchó el estruendo de unos 300 vehículos militares rusos a última hora de la noche entrando al pueblo. También escuchó y sintió las explosiones. Los refugiados comenzaron a llegar en la madrugada, en su mayoría mujeres, niños, personas frágiles y ancianos que buscaban seguridad y protección en su parroquia. Antes de que terminara esa noche, tenía 35 personas refugiadas en el sótano de la iglesia.
Por la mañana, los rusos habían ocupado la ciudad. El P. Romuald no tenía suministros para alimentar y cuidar a las personas que buscaban su protección, por lo que se arriesgó a salir a buscar comida y medicinas para ellos.
A unos cientos de metros de su parroquia, se encontró con casas particulares destruidas y muchos cadáveres. Recuerda que estaba tan asustado que temblaba visiblemente. Pero continuó con valentía. Finalmente encontró un lugar que vendía comida, pero los precios ya se habían disparado en vista de la devastación. Compró lo que podía pagar, incluido un frasco de medicamentos para la presión arterial para una anciana a su cuidado. No había más medicinas disponibles.
En el camino de regreso a la parroquia, tuvo que abrirse paso a través de los puestos de control rusos, donde los soldados intentaron capturarlo, pero logró apaciguarlos.
Semanas más tarde, los rusos tuvieron que retirarse de Konotop y el P. Romuald se aventuró a consolar y proporcionar suministros a todas las familias locales que habían perdido a sus seres queridos, su habitat y todas sus pertenencias.
Hay que destacar que los medios principales de prensa, las Naciones Unidas, la Cruz Roja o la Unión Europea no se hicieron oir exigiendo a los rusos que cesaran su invasión para que llegaran camiones a dar ayuda humanitaria a las víctimas de este y otros pueblos, no hablan tampoco de la hambruna de las poblaciones ocupadas, de los niños secuestrados, las mujeres violadas y apenas se han escuchado condenas por la muerte de civiles y las tácticas de hacer blanco a objetivos civiles, como hospitales, escuelas, edificios de apartamentos, etc. Apenas se habla del genocidio que está cometiendo el agresor. De lo que se habla es de que Ucrania (la víctima) acepte ceder territorios para hacer la paz con Rusia (la agresora).
Todo lo contrario de lo que contemplamos en la guerra iniciada por HAMAS contra Israel. Aquí es también a la víctima a la que condenan, no al agresor que comenzó la guerra con crueles actos de lesa humanidad. Pero aquí se le exige a la víctima (ahora acusado de agresor) que cese su invasión en respuesta a la cruel agresión y que no derrote al agresor sino que le conceda un cese al fuego, con el pretexto de establecer la paz con un agresor que ha jurado (y no se retracta) destruir y barrer del mapa a Israel. ¡Así se está conduciendo la prensa y la diplomacia internacional!
El agudo contraste que estamos observando de la reacción "humanitaria" de tantos comentaristas, diplomáticos, ministros y otras personalidades en uno y otro caso es aterrador.
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