Las Inversiones en Cuba como factor de desarrollo

I

Los logros de la recuperación durante los 56 años de República se alcanzaron gracias a un cuantioso proceso inversionista, llevado a cabo con eficiencia y eficacia."

Germán González Una breve mirada al antes, el ahora y el ¿después?

Nuestra Guerra de Independencia no pudo ser todo lo breve que José Martí, su organizador y máximo impulsor deseaba. Sí resultó muy destructiva entre la política impulsada por Gómez con la tea incendiara, ante la cual desaparecían plantaciones e industrias, y la reconcentración implantada por el entonces gobernador español, Valeriano Weyler, la cual despobló los campos cubanos y causó decenas de miles de muertes, diezmando la población.

El Dr. C Salvador Larrúa Guedes, profesor del Seminario San Carlos y San Ambrosio describe la situación de Cuba, al término de la Guerra, luego de la intervención estadounidense de la siguiente forma: “Cuba había perdido por el plomo, el hambre y las epidemias, más de 300 mil habitantes, o sea, había muerto una de cada cinco personas. La tea había convertido en cenizas más de mil de los mil 200 ingenios azucareros que formaban el eje de la economía de la Isla, y pereció más de un millón de cabezas de ganado. Esto significa que la Guerra había consumido el 85% de las riquezas, que se había perdido el 90% de la superficie sembrada de caña, tabaco, café, viandas y hortalizas, y también el 90% de las reses. (…) la antigua posesión de España, que en ciertos momentos llegó a aportar hasta el 75% del presupuesto de la Península, se encontraba prácticamente arrasada" (Palabra Nueva, Nº86, abril del 2000).

Ante ese panorama es lógico que la prioridad de la naciente República (y desde antes, durante el gobierno interventor) fuera sacar a Cuba y a su población de tan horrorosa situación. Para ello se tomaron muchas medidas urgentes y son muy conocidas las relacionadas con la higienización de la Isla, no solo en el combate contra la fiebre amarilla y su trasmisor bajo la dirección de Carlos J. Finlay como jefe de la Oficina de Sanidad, también la remoción de cadáveres de animales y personas en los pueblos y ciudades, la ejecución de una de las siete maravillas de la Ingeniería cubana: el alcantarillado y sifón bajo la bahía de La Habana, y otras.

Pero también se accionó en función de recobrar la actividad económica que en vistas de la situación agroalimentaria se centró en ese sector, se acometió la importación estatal de ganado para la reproducción que se entregó a los criadores a pagar a plazos cómodos e intereses del 4º anual, con lo cual se logró que de 120 mil cabezas en 1898 ya en  1902 existieran casi un millón y en 1903 se llegara a 1.3 millones y la cifra siguiera ascendiendo hasta el final de la República cuando Cuba era el 2º país de América en consumo p/c de carne, solo precedida por Uruguay.

No solo se recobró la ganadería, el tabaco y el café, también se desarrollaron rápidamente los cultivos de viandas y hortalizas. No obstante, la agroindustria azucarera fue la que mostró mayor ímpetu a la par con la ganadería. En 1904 se alcanzaron 1.4 millones de toneladas; en 1915 casi se doblaba la cifra con 2.6 MMt; en 1924 se alcanzaron 4.1 MMt; en 1930 4,7 MMt; en 19485.9 MMt y en 1952 se lograba la mayor producción de azúcar en la historia republicana: 7.2 MMt de azúcar.

Los logros de la recuperación durante los 56 años de República se alcanzaron gracias a un cuantioso proceso inversionista, llevado a cabo con eficiencia y eficacia. Las inversiones provinieron fundamentalmente de EE. UU, aunque también tuvieron origen en España, Canadá y el Reino Unido. Las inversiones directas estadounidenses en 1956 alcanzaban la cifra de 774 millones de USD, equivalentes a unos 12 mil millones de USD de hoy.

En la breve existencia de 56 años, la República de Cuba multiplicó por cuatro la población; la producción azucarera por 7; el Producto Interno Bruto (PIB) por 10; la existencia de vacunos por 8; seguíamos siendo mono exportador de los productos de la agroindustria azucarera (80% de las exportaciones) pero no mono productores, pues esa misma agroindustria solamente representaba el 20% del PIB en los años 50s del Siglo XX.

La lista de innovaciones tecnológicas  y adelantos en las que Cuba fue pionera es larga, y no es objeto de este escrito, baste decir que en la mayoría de los indicadores e índices de desarrollo se encontraba entre los primeros países de América y el mundo; el censo de 1953 mostraba 236 mil inmigrantes, en comparación a menos de 20 mil cubanos emigrados; el peso se cotizaba 1 x 1 con el dólar estadounidense; de acuerdo con el Royal Institut of International Studies; el oro y las reservas extranjeras depositados en el Banco Nacional de Cuba equivalían a casi 500 millones de dólares estadounidenses —unos 7.8 mil millones USD hoy— y eran de las más altas en América Latina; la deuda externa era irrisoria en relación con el PIB; la balanza comercial fue favorable hasta 1960, desde entonces siempre ha resultado negativa.

Cuba contaba con una cultura poderosa y numerosos artistas e intelectuales de nivel internacional y la economía se había cubanizado. Las inversiones extranjeras habían pasado a manos cubanas paulatinamente, baste una mirada a los libros de Guillermo Jiménez, Las empresas en Cuba, 1958 y los dueños de Cuba, 1958, donde puede comprobarse este hecho. En las empresas consideradas habitualmente extranjeras se contaban miles de accionistas cubanos, por ejemplo, en la Cuban Telephone Company hubo 1236 accionistas nacionales.

Quizás el mayor ejemplo de solidez e independencia de la economía cubana ocurrió ante la gran hazaña de producir 7,2 MMt de azúcar en 1952. Esto no pudo ocurrir en momento más inoportuno pues terminaba la Guerra de Corea y se encontraba en retroceso el mercado azucarero mundial, sobraban un millón 750 mil t; recordar que Cuba era el primer exportador de azúcar del mundo, por tanto, se corría el riesgo de un desplome de éste repitiéndose lo que en los años 20 ocurrió, las llamadas "Vacas Flacas", crisis que arruinó bancos, empresas y trajo miserias y calamidades al país.

Pero la Cuba de los 50s no era la misma. El Banco Nacional de Cuba asumió el financiamiento en coordinación con la banca privada y se pagó a hacendados, colonos y obreros, se mantuvo una reserva de azúcar sin colocar gracias a ese financiamiento y se aplicó una política de restricción azucarera que permitió colocar los excedentes en cinco años sin derrumbar los mercados. Esa es quizás la mayor prueba de independencia económica que dio la Cuba Republicana pues por primera vez se solventaba una crisis sin acudir a empréstitos ni ayudas extranjeras. Y prueba también de un proceso inversionista eficaz que capitalizó la nación y la hizo capaz de alcanzar esa independencia económica.

Y todo a pesar de dos dictaduras en el período republicano, las de Gerardo Machado y Fulgencio Batista que sumaron diez años entre ambas, la corrupción administrativa, mucho menor de lo que se pregona, pero indudablemente existente, y durante los años finales una guerra civil con cuatro organizaciones insurgentes que evidentemente tuvieron un costo en vidas y haciendas.

Con sus sombras, la República logró innegables éxitos económicos y sociales, y en eso resultó factor decisivo la inversión extranjera directa eficientemente gestionada. Si una prueba más fuera necesario de lo antes expuesto, el hecho de haberse construido seis de las siete maravillas de la Ingeniería Civil cubana en ese período, además de miles de otras construcciones de alta calidad y mínimo período de tiempo en su ejecución, estas no clasificaron para ser denominadas maravillas pero aún están ahí, desafiando el tiempo y en ocasiones el abandono, como la Ciudad Deportiva, el Palacio Presidencial, el Capitolio, la Plaza Cívica José Martí, el Hotel Nacional, el Palacio De Valle en Cienfuegos, el Presidio Modelo de Isla de Pinos, el antiguo Teatro Blanquita, hoy Carlos Marx, la Hidroeléctrica del Hanabanilla y centenares de ejemplos más. 

La capitalización de un país no es posible sin un adecuado monto financiero para las Inversiones y la gestión eficiente de ese proceso, generalmente necesitado de altos niveles organizativos y disponibilidad del hoy mal llamado "Capital Humano", es decir, personal capacitado y motivado en todas las categorías ocupacionales, desde el nivel universitario hasta obreros calificados.


Consejo para la Transición Democrática en Cuba

Secretaría de Asuntos Económicos
Germán González

Nota: Para la confección de este informe se ha consultado la prensa de Cuba e internacional; la Historia Económica de Cuba de Julio Le Riverand; el libro sobre las siete maravillas de la Ingeniería Civil Cubana de Juan de las Cuevas; Guillermo Jiménez, Las empresas en Cuba, 1958 y los dueños de Cuba, 1958 y el artículo señalado del Dr. Salvador Larrúa Guedes.

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