¿Embargo o bloqueo? Perspectiva histórica y realidad actual

  • Gerardo E. Martínez-Solanas
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¿Embargo o bloqueo? Perspectiva histórica y realidad actual

9 years 6 months ago
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El propósito fundamental que da legitimidad a la gestión del gobierno de cualquier país es el bienestar y el progreso de su pueblo. Frente a esta obligación, el gobierno de Cuba insiste en culpar a los Estados Unidos por la extrema miseria que aqueja a los cubanos y se refiere a un “bloqueo criminal” por una serie de restricciones en las relaciones bilaterales afectadas por la enemistad entre ambos países, las que, sin embargo, no afectan las relaciones comerciales ni las diplomáticas de Cuba con el resto del mundo. La palabra "bloqueo" ha sido manejada con mucho éxito por el gobierno cubano para justificar su fracaso y dar la impresión de agresión, imposición o uso de la fuerza contra el país. Pero lo que en realidad se observa es un "embargo" impuesto a cualquier transacción por la cual empresas de Estados Unidos otorguen crédito a Cuba. Las compras al contado están limitadas a bienes agrícolas y medicinas, pero la realidad es que Estados Unidos es el segundo país del mundo por el nivel de su intercambio comercial con Cuba y la principal fuente de ingreso en dólares gracias a las visitas y las remesas de los emigrados a sus amigos y familiares de la Isla.

La Embajada de Cuba en Venezuela ha publicado en la WEB y distribuye también entre los venezolanos una breve lista de "7 preguntas sobre el bloqueo", una de las cuales subraya que califican el diferendo con Estados Unidos de bloqueo y no de embargo porque "Cuba no es deudora de los Estados Unidos y no ha cometido algún delito que autorice el secuestro y liquidación de sus bienes a favor de los Estados Unidos" y alegan que la intención manifiesta del embargo es la de "cortar, cerrar, incomunicar [a Cuba] con el exterior para lograr la rendición del país por la fuerza o por el hambre".

Cuba es uno de los países del mundo donde es más difícil obtener datos estadísticos y la mayoría de los pocos que ofrecen al mundo tienen una fuerte orientación propagandística y no suelen ser comprobables. Por lo tanto, las cifras exactas y trasparentes de su comercio exterior hay que rebuscarlas país por país de fuentes extranjeras. De esa manera podemos descubrir que alrededor del 30% de los productos alimentarios y agrícolas que importa proceden de los Estados Unidos. En total, las importaciones procedentes de Estados Unidos han oscilado durante los últimos 8 años entre 500 y 600 millones anuales y llegaron a sobrepasar los 710 millones en 2008.

También podemos descubrir que la balanza comercial de Cuba con el resto del mundo arroja un déficit permanente que no ha bajado de 6 mil 500 millones y ha llegado hasta más de 11 mil millones de dólares entre 2006 y 2013. Cuba importó en ese mismo período entre 9 mil 600 millones y 15 mil 400 millones de dólares en mercancías (sin contar servicios). El problema ha sido que las exportaciones han estado endémicamente a un nivel muy inferior.

Las fricciones con Estados Unidos comenzaron con el control de divisas por parte del Gobierno Cubano, inicialmente bajo la dirección del Banco Nacional por Felipe Pazos, quien rechazó las obligaciones comerciales y deudas contraídas por el gobierno anterior, y posteriormente por Ernesto "Che" Guevara, quien inició una política destinada a eliminar el Peso cubano como moneda de intercambio reconocida internacionalmente. Cuba gozaba inicialmente de crédito ilimitado por parte de Estados Unidos, una condición que había ganado mediante una sólida política comercial y una reputación de crédito de muy bajo riesgo. Pero estas condiciones tan favorables se redujeron rápidamente a 180 días, a 90, a 30, y a la carta de crédito confirmada, irrevocable y a la vista, hasta llegar al pago previo en efectivo como exigencia indispensable de los vendedores por el creciente incumplimiento de Cuba en la liberación de las divisas necesarias para cubrir sus obligaciones. Estas condiciones de pago en efectivo son las que están actualmente vigentes en el intercambio comercial con su vecino del Norte.

Estas fricciones se complicaron y agravaron debido a las crecientes expropiaciones y confiscaciones de propiedades a todas las empresas e industrias de capital estadounidense, realizadas de forma unilateral, sin compensación alguna y eludiendo cualquier tipo de negociación. Acciones represivas que también sufrieron los nacionales cubanos cuando el gobierno impuso un gobierno socialista de tipo soviético.

A partir de ahí, el deterioro de las relaciones comerciales entre ambos países siguió un curso acelerado. El 6 de julio de 1960, Estados Unidos tomó medidas reduciendo la cuota de importación de azúcar cubano a 2,420,000 toneladas, un recorte de 700,000 toneladas. El azúcar de caña significaba aproximadamente el 70% del total de las importaciones de Estados Unidos procedentes de Cuba, las cuales, además, se pagaban a un precio superior al del mercado mundial, que en Cuba se identificaba como "el diferencial azucarero". El 19 de octubre de 1960 Estados Unidos apretó aún más las tuercas y prohibió las exportaciones a Cuba, excepto los comestibles no subsidiados, las medicinas y los suministros médicos. Finalmente, Estados Unidos rompió relaciones con el gobierno cubano el 3 de enero de 1961. Ese mismo año la cuota azucarera de Estados Unidos a Cuba fue reducida a cero.

El Presidente John F. Kennedy, firmó el embargo propuesto por el Congreso contra las importaciones procedentes de Cuba el 7 de febrero de 1962, que quedó reafirmado el 3 de octubre de 1962, mediante la ley pública 87-733 (S.J. Res. 230) 76, Estatuto 697, en sesión conjunta del Senado y la Cámara de Representantes, conocida como la "Resolución cubana", la cual, además, formulaba un enfrentamiento también político y posiblemente militar. Estas medidas estuvieron estrechamente relacionadas con la "crisis de los cohetes" que enfrento a Estados Unidos con la URSS como resultado del establecimiento de bases misilísticas nucleares en la Isla.

Pese a este enfrentamiento, no faltaron esfuerzos conciliatorios de Estados Unidos. Por muchos años se mantuvo oculto un memorándum enviado a Cuba por Robert Kennedy (el cual no vio la luz pública hasta 2005) pidiendo una negociación para levantar el embargo, sobre todo por considerar que esta medida era contraria a las "libertades tradicionales de los estadounidenses”.

Los intentos de negociación para levantar el embargo han sido repetidos en 1975 por el Senador Edward Kennedy, en 1976 por el Secretario de Estado Henry Kissinger, en 1977 por el Presidente Jimmy Carter, en 1978 por el Secretario de Estado Cyrus Vance, y en todos los casos con propuestas concretas que permitieran acuerdos ponderados y justos. La contrapartida cubana apeló a reclamos en foros internacionales y a declaraciones incendiarias formuladas en diversos discursos, pero nunca accedió a negociaciones serias que pudieran ser satisfactorias para ambas partes.

Ante esa intransigencia, la política de Estados Unidos se endureció con el Presidente Ronald Reagan y acabó por desembocar diez años después en la Ley de Democracia Cubana del Senador Robert Torricelli. Finalmente, bajo la presidencia de Bill Clinton se firma la Ley Helms-Burton, después que cazas cubanos derribaron en aguas internacionales unas avionetas civiles tripuladas por ciudadanos americanos y registradas en Estados Unidos. Esta última Ley se redactó para penalizar a aquellos empresarios de cualquier país que hicieran comercio con Cuba, negando la entrada a EEUU de los empresarios involucrados y prohibiendo las relaciones comerciales y financieras con el país.

El análisis de las disposiciones de estas leyes sería demasiado aburrido para los lectores. Además, los estudiosos e investigadores las tienen a disposición a través de muchos medios. Lo importante es su aplicación y sus resultados.

La Ley Helms-Burton ha causado muchos roces con el resto del mundo a pesar de que sus disposiciones punitivas han sido constantemente suspendidas por todos los Presidentes de Estados Unidos desde su promulgación. No sólo no se han realizado acciones punitivas de ningún tipo contra los países que comercian con Cuba sino que las relaciones entre ambos países han sido cada vez más flexibles desde entonces. En 1999 se permitieron los vuelos directos entre ambos países y los envíos (o "remesas") a la Isla; además, se redujeron las restricciones de viaje a los ciudadanos estadounidenses y los intercambios culturales y de expertos, hasta culminar en medidas por las que ahora se otorgan visas de cinco años a ciudadanos cubanos para entrar al territorio de Estados Unidos, sin restricciones durante ese tiempo, además del derecho a solicitar la estadía legal en el país después de permanecer en él por más de un año y un día.

Esto representa una notable entrada de divisas para Cuba (remesas, visitas familiares y turismo de expatriados, intercambios culturales, etc.) a cambio de ningún beneficio comercial o financiero para Estados Unidos. Se calcula que alrededor de 3 mil millones de dólares al año ingresan a Cuba solamente por las remesas. Las visitas de expatriados a Cuba constituye el segundo ingreso de divisas más importante después del que proviene del turismo canadiense.

Pese a toda esta historia, la aplicación (muchas veces parcial) de las leyes resultantes del enfrentamiento entre ambos países dista mucho de ser algo parecido a un "bloqueo". Porque, ¿qué es un bloqueo? Para María Moliner, una purista del idioma en su Diccionario del uso del español, bloquear, en el sentido que intenta darle el régimen cubano, es sinónimo de “asediar, cercar, sitiar o rodear una plaza enemiga para evitar su comunicación con el exterior”. En otras palabras, se trata de una acción militar agresiva. En cuanto a su uso histórico, siempre se ha usado la palabra en referencia a una acción naval que impide el comercio por la fuerza. Cuando la acción es de orden económico, la palabra adecuada en boicot. La España de Franco y la Sudáfrica de Botha fueron sometidas respectivamente a un boicot comercial en el que participaba prácticamente toda la comunidad internacional. No obstante la absurda exageración que promueve enarbolando el fantasma del “bloqueo”, el gobierno cubano ha manejado la batalla de la propaganda con notable éxito, como señalábamos al principio, hasta el punto de que el supuesto "bloqueo" cobra realidad aún en las mentes de disidentes, opositores o personalidades que no por ello simpatizan con la política de los hermanos Castro ni tampoco la justifican, pero emplean, quizás inconscientemente, argumentos muy semejantes a los que esgrimen las autoridades cubanas.

Lenier González Mederos, por ejemplo, hizo mención en la reunión de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana en el verano de 2014 sobre la necesidad de la existencia en Cuba de un «quehacer político diverso, pero leal» que, en otras palabras, parece apuntar a un “pluralismo unipartidista” que promueva una “unidad nacional”, como ha sido el argumento justificante de un gobierno que exige la lealtad de sus ciudadanos como garantía del progreso hacia esos fines. En la versión ampliada de su ponencia, publicada en La Habana en el último número de Espacio Laical, agregaba «la necesidad de que ese quehacer, estuviese comprometido con los cambios estructurales que Cuba necesita», pero que, a su vez, «estuviese desvinculado de los mecanismos de la Ley Helms Burton y de los andamiajes del Embargo/Bloqueo», por ser estos «ilegítimos, inmorales, y lesivos a los intereses de los cubanos patriotas». Esto parece implicar que los cubanos deberían oponerse a esa ley por "lealtad" a la Patria, la cual, por otra parte, los hermanos Castro identifican con su gobierno, mientras que González Mederos la ve sometida a una especie de estado de sitio por una poderosa Potencia extranjera.

La realidad de las relaciones comerciales entre ambos países es otra, porque se reduce a la negativa del gobierno de Estados Unidos a dar garantías a los exportadores que deseen conceder créditos al gobierno cubano, que es el que maneja y controla el monopolio de todas las importaciones. Se limita también a restringir los gastos en dólares de las visitas a Cuba de ciudadanos estadounidenses de origen cubano, mientras que los otros deben acogerse a programas de intercambio cultural, educacional, deportivo, etc. Esto dista mucho de ser un “bloqueo”, no llega siquiera a ser un boicot y es apenas un embargo parcial de las relaciones comerciales y financieras entre ambos países.

Las relaciones comerciales y financieras entre países se han establecido a través de toda la historia mediante negociaciones, acuerdos y transacciones. No se le puede imponer a ningún país la obligación de comerciar con otro país, otorgarle créditos o aceptar su moneda. Estas relaciones tienen que ser producto de un entendimiento mutuo que permita acuerdos cordiales y civilizados.

Es evidente que tanto en el orden político como en el económico, el embargo de los Estados Unidos a Cuba ha sido inoperante e ineficaz. En lo político, porque este tipo de medidas vacilantes e incompletas no ejercen una presión real sobre ningún régimen autoritario. En el caso de Cuba, al cabo de más de medio siglo no han logrado resultado alguno. En lo económico, tampoco han beneficiado a Estados Unidos porque no ha logrado recuperar o por lo menos obtener compensación o reparaciones por las confiscaciones unilaterales de sus bienes y propiedades en Cuba. Además, lo ha privado de un mercado natural para sus productos, de lo cual se han aprovechado ampliamente terceros países.

Estados Unidos podría derogar la Ley Helms-Burton mañana mismo (sin arriesgarse a garantizar créditos que sabe que Cuba no pagaría en el futuro, como efectivamente no lo ha hecho con las deudas de muchos otros países, incluyendo a Rusia) sin que tal decisión unilateral y sin concesiones de la otra parte cambiara en nada el estado desastroso de la economía cubana. La miseria del pueblo cubano se debe a problemas estructurales que no pueden repararse ni corregirse sin un cambio radical del sistema vertical de gobierno que mantiene en camisa de fuerza a toda iniciativa empresarial y a todo estímulo innovador para el progreso. Un cambio que los capos vitalicios que son dueños de esa Isla no están dispuestos a realizar porque saben que sería el fin de su poder y su impunidad.

Es obligación de todo gobernante, como señalamos al principio, desarrollar políticas que redunden en el bienestar de su pueblo y el progreso del país. Someter a todo un país a la miseria con un alegato de “orgullo nacional” es un crimen, sobre todo cuando hay alternativas viables de negociación y transacción. En lugar de enfrentar agresivamente a los Estados Unidos y a las democracias en general por un caprichoso pretexto ideológico, cualquier estadista bien intencionado al frente de los destinos de Cuba buscaría todas las avenidas posibles de acercamiento con los países más ricos y avanzados del planeta, los que han encontrado soluciones para sus pueblos y los han elevado a envidiables condiciones de bienestar; precisamente esos que pueden darle a los cubanos lecciones pertinentes sobre los medios y políticas indispensables para sacar al país del estado de miseria y subdesarrollo en el que se encuentra.

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Re: ¿Embargo o bloqueo? Perspectiva histórica y realidad actual

9 years 6 months ago - 9 years 6 months ago
#8582
Lea AQUÍ la Declaración de Principios sobre este tema de Participatory Democracy Cultural Initiative.
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