PERÚ – La violencia y el terrorismo nunca son justificables

Es notable cómo amplios sectores de la prensa están favoreciendo tácitamente –y a veces abiertamente– la violencia desatada en Perú por los elementos extremistas que aspiran a restablecer una dictadura encabezada por el ex Presidente Pedro Castillo. Poca o ninguna mención están haciendo en las noticias y reportajes a que el ex mandatario intentó dar un autogolpe de Estado mediante la disolución de los Poderes Legislativo y Judicial que, afortunadamente, ni el Congreso ni el Ejército, y ni siquiera los medios de comunicación locales, estuvieron dispuestos a acatar. Castillo fracasó en su intento dictatorial, fue arrestado y se encuentra preso.

Es posible que la respuesta de las autoridades a la violencia desatada por los elementos extremistas haya sido excesiva. Para determinarlo están los medios de investigación y los subsecuentes procesos judiciales. No obstante, es alevosa la intención de condenar a una de las partes sin prestar la más mínima atención a los hechos que están protagonizando las turbas callejeras que llevan semanas incendiando las calles, sembrando el terror, utilizando incluso lanzallamas para atacar a las fuerzas del orden y quemando vivo a uno de los policías (ver foto) cuando los agresores acorralaron a un auto patrullero y causaron graves quemaduras al otro agente que lo acompañaba.
Lo cierto es que las protestas en Perú distan mucho de ser pacíficas, como es legítimo en un ambiente respetuoso de la ley y el orden, sino que llevan semanas sembrando de violencia las calles, barrios, pueblos, ciudades y aeropuertos.

En medio de este desastre, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) desembarcó recientemente en Perú para investigar las presuntas violaciones de Derechos Humanos por parte de las autoridades. Y la Fiscalía de la nación se ha plegado al terrorismo prometiendo investigar a la Presidenta peruana Dina Boluarte por presuntos delitos de genocidio, homicidio calificado y lesiones graves. No cabe duda de que es correcto investigar a los acusados de excesos y es justo castigarlos, pero ¿los cabecillas de estas turbas que cometen estas violaciones y agresiones son acaso inmunes a estos procesos? Los investigadores internacionales y esos sectores de prensa deben responder a las preguntas de las autoridades: «¿Cómo se responde a esta ofensiva?, ¿cómo se restituye la paz, el orden y la convivencia respetando los Derechos Humanos?»
Las turbas han provocado un ambiente de guerra sin cuartel. Estoy seguro que si la CIDH tiene la respuesta a esas dos pregunta el gobierno peruano estará encantado de escucharla. Sencillamente, ¿cómo puede un país restituir el orden y la convivencia cuando bandas de sediciosos están empeñados en generar un caos que les permita tomar el poder?

Por supuesto que los abusos policiales y militares deben de ser sancionados y corregidos, pero el orden sólo se logra con una firme imparcialidad y mediante mecanismos democráticos. El terrorismo nunca es justificable .