La advertencia premonitoria de C. Virgil Gheorghiu

La historia NO se repite, porque hay infinidad de situaciones y circunstancias distintas que hacen de cada etapa histórica una realidad única de su tiempo. No obstante, sus errores SÍ se repiten y las consecuencias son muy semejantes aunque haya divergencias culturales y diferentes características económicas y sociales.

En estos momentos estamos presenciando acontecimientos y políticas que repiten peligrosos errores históricos.  Efectivamente, es muy importante recordar que Stalin provocó un enorme genocidio en la década de los años 30 del siglo pasado mediante la espantosa hambruna causada por sus medidas totalitarias encaminadas a destruir y erradicar la identidad nacional ucraniana. Por eso, apenas siete años después de haber iniciado esa política de exterminio, los ucranianos recibieron como libertadores a los alemanes, se armaron y llegaron a formar un verdadero ejército de unas cuantas decenas de miles de combatientes que pelearon como aliados de las tropas de Hitler, con la falsa esperanza de lograr así su independencia y libertad.

Lo mismo ocurrió con los rumanos, aunque en una situación que no había llegado todavía a extremos tan trágicos. Se enfrentaban a un país poderoso dirigido por un cruel dictador totalitario que les estaba arrebatando territorios y Rumania no tenía la capacidad de rechazar el avance del monstruo. La consecuencia de esto fue que el ejército rumano combatió a los soviéticos junto con los nazis para liberar los territorios que les habían sido arrebatados.
Hitler era otro cruel dictador socialista y totalitario como Stalin y aprovechó los deseos de libertad de esos aliados para sometrlos a su vez a su pesadilla de grandeza.

El autor rumano C. Virgil Gheorghiu, más conocido por su famosa obra "La Hora Veinticinco",  nos ha regalado en una apasionante novela histórica, titulada "El hombre que viajó solo", un apasionante testimonio de la tragedia sufrida por los rumanos. Primero perdiendo grandes extensiones de territorio sin recibir apoyo alguno de las democracias occidentales –tal como está sucediendo ahora con Ucrania y con Georgia–; humillados después por sus "libertadores" nazis; y finalmente regalados a Stalin por el tan admirado Presidente Roosevelt, pese a las advertencias y las protestas de Churchill.

Gheorghiu enfoca la tragedia de un hombre, personaje de ficción que representa la tragedia de todo un pueblo. La misma tragedia de los Ucranianos que ahora ven otra vez cómo el poderoso y gigantesco vecino les arrebata territorios y amenaza con invadir al resto del país, sin que las naciones democráticas muestren disposición alguna de detener en seco el abuso, en lamentable recordación de la desastrosa política de Chamberlain en vísperas de la II Guerra Mundial.
La historia NO se repite, pero las consecuencias de los errores de ayer que repetimos hoy pueden llegar a ser las mismas si no aprendemos a tiempo la lección.