Para muchos que viven en una democracia desarrollada que respeta la libertad de expresión y de reunión, el ámbito universitario es el espacio idoneo para desarrollar debates civilizados en una auténtica palestra de las ideas. Por tanto, la convocatoria a una serie de reuniones del Revolutionary Marxist Students en la Florida International University (FIU) no debiera objetarse.
No obstante, en este caso se trata de un movimiento revolucionario que ostenta la hoz y el martillo, un símbolo que representa un objetivo de dictadura totalitaria. Por lo tanto, no se trata aquí de ideas debatibles, porque el objetivo de este tipo de movimientos es la destrucción del mecanismo democrático que les da oportunidad de expresarse.
Por tanto, cabe preguntarse si hemos de dar vía libre a quienes aspiran a someternos forzosamente a su doctrina. En ese caso, ¿brindaría la FIU sus aulas y recintos de conferencias a los nazis, a al-qaeda, al ku-kux-klan, a boko-haram, a hezbollah, etc. en aras de la libertad de expresión y de reunión? ¿Está obligada la democracia a permitir que quienes pretenden destruirla hagan propaganda y proselitismo en sus aulas y en sus plazas públicas?
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