El Derrumbe de la Democracia Rusa

El Derrumbe de la Democracia Rusa

12 years 8 months ago
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Durante el Congreso de "Rusia Unida" el Presidente Dmitry Medvedev anunció el 24 de septiembre la candidatura presidencial de su predecesor, el Primer Ministro Vladimir Putin, para las elecciones de marzo de 2012 y no cabe duda de que el acontecer político de Rusia está desembocando en otra farsa democrática. Se manipula un legalismo que carece de principios y que sólo apunta a la perpetuación en el poder. Los manipuladores gozan de ventajas abrumadoras en el campo de las comunicaciones y las finanzas, además de contar con una red de incondicionales en los mecanismos judiciales y electorales. Aunque la libertad de funcionamiento de los partidos políticos no ha sido suprimida, está sumamente limitada por un sistema que los ahoga.

Si no hubiéramos mencionado el nombre de Rusia y sus principales actores políticos en la primera frase, apostaría a que la mayoría de los lectores hubiera creído que me refería a Venezuela, Bolivia, Nicaragua o Ecuador. Pero la realidad es que el velado autoritarismo del actual gobierno ruso no tiene mucho que envidiarle en su alevosa manipulación de la democracia a cualquiera de estos países latinoamericanos.

Putin ha cumplido al pie de la letra con la norma electoral que prohíbe un tercer término presidencial. Puso en su lugar en 2008 a un candidato que ha resultado ser una especie de Presidente interino, en vista de que Medvedev mostró ahora su sumisión al no intentar siquiera promover su propia reelección a un segundo término. En otras palabras, ya cumplió su misión de servirle de puente a Putin para que se perpetúe 12 años más en el poder, puesto que el término presidencial, además, se ha aumentado a seis años. Este enroque tan evidente sólo demuestra que pese a su investidura, Medvedev no encarnaba el Poder Ejecutivo genuino de Rusia durante estos cuatro años de su Presidencia, sino que, con toda seguridad, Putin mantenía firmemente las riendas desde el Poder Legislativo.

También es evidente el lamentable estado de la "democracia" rusa por el convencimiento de los analistas de que Putin resultará electo sin mayores obstáculos. No es que sean adivinos, sino que otras opciones entre las filas de la oposición ni siquiera se mencionan. Por tanto, todo parece indicar que tendremos a Putin al timón del país más grande del mundo hasta 2024. Para entonces, se habrá mantenido en el poder por más tiempo que la dictadura de Brezhnev y sólo se quedará corto ante la prolongada tiranía de Stalin. Como sólo habrá cumplido 71 años y probablemente haya multiplicado sus ambiciones de permanencia, es de temer que siga el ejemplo de sus colegas latinoamericanos y que antes de 2024 movilice al país para cambiar la Constitución a su favor. ¿Por qué no?

Algunos analistas señalan que Medvedev estaba acariciando la posibilidad de su candidatura y reelección y que ha sido reacio a cederle el terreno a Putin. Si fuera verdad que hubo algún nivel de pugna entre ambos, el desenlace demuestra aún más el poder absoluto de Putin.

Como Putin es un remanente de la era soviética desde su encumbrada posición en el KGB (o Seguridad del Estado) y siguió su carrera de policía político en la Rusia democrática como Director del FSB (Servicio Federal de Seguridad), no podemos esperar de su renovado mandato una actitud abierta de diálogo y negociación, sino la reafirmación de la tendencia autoritaria que ha demostrado desde que alcanzó la Presidencia en 2000 para urdir una mayor centralización del poder y, eventualmente, una nueva dictadura.

Muchos dictadores han logrado su poder absoluto en etapas, mediante políticas que convencen a amplios sectores de la población a darles su apoyo incondicional. Para un gran porcentaje de los rusos de hoy, Putin representa la unidad de un Estado que parecía en total desintegración, garantiza un nivel de estabilidad política y económica, y promete el control de la corrupción administrativa que asoló el país en los primeros años después del derrumbe soviético. La pérdida de libertades, para muchos, es el precio indispensable de la Gran Rusia Unida y para algunos ingenuos se trata sólo de una deficiencia provisional.

Los resultados desastrosos de confiar en un caudillo mesiánico los ofrece la historia, pero muy pocos escarmientan en cabeza ajena.
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