Cuantas coincidencias, amigo Gerardo! Y cuanto me alegra que así sea! Y claro que coincido plenamente con tu vision de esa Cuba futura. Pero son muchas mas las coincidencias:
A mi me llevaba mi tía Purita al estadio del Cerro, también a partir de los 5 años. Mi tía era periodista, y me parece que le iba a Cienfuegos, pero hacia alarde de su imparcialidad (eran otros tiempos para el periodismo). También era un poco rutinaria –eso si me lo pegó- y uno de esos ritos era comernos una frita comprada en uno de los estanquillos del estadio que daban a la calle. Todavía se me hace agua la boca al recordar aquellas fritas: no he comido jamás una hamburguesa mejor, ni siquiera parecida.
Ya era fanático de los Yankees antes de salir de Cuba (y ahí si me dejé influenciar por mi tío Tito, otro Joe como yo), fanatismo que se incrementó a pesar de la distancia entre Buenos Aires y New York a través de mi devoción por Joe Pepitone, cuyo nombre me sonaba a una tanda de fuegos artificiales dedicados a mi personita…
Mi experiencia con los Marlins fue idéntica a la tuya (tuve season tickets desde su primera temporada) y en el año en que ganaron la Serie Mundial por primera vez, mis asientos eran box seats detrás del home plate, justo debajo del palco de Wayne Huizenga, a quien le podía dar la mano sin esfuerzo alguno… Desde ahí vio mi hijo Alejandro el séptimo juego cuando tenia, mas o menos, la misma edad que yo tenia cuando salí de Cuba (y dejé enterrado mi corazón: lo recuperé regresando a la isla en el 2002…). Pero este año volví a las andadas, y no me interesa ver sino a los “tremendos” Yankees (a ver quien es el bravo que les dice a pibes como Andujar y Torres que no pueden hablar en español…).
Lo de la democracia y los deportes, así como tus ideas sobre quien “inventó” el fascismo (o el “castro-chavismo”, para el caso), nos aleja del terreno de las coincidencias: pero “de seis cuatro” no deja de ser un excelente promedio de bateo…
Lo mío es mucho mas sencillo: si un Contreras o un Duque Hernández “pichea” para el equipo nacional de Cuba a mi me llena de emoción verlo pichear, y lo quiero ver ganar, independientemente de que sea jugador de los Leones o de los Industriales; y no por eso dejo de ser Alacrán (ni siquiera me he tomado el trabajo de buscar como se llaman hoy los que en aquel entonces eran los Alacranes del Almendares…, imagínate lo poco que me importa…).
Porque por encima de todo me siento cubano, tan identificado con los cubanos de antes como con los de ahora.