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Bien sabemos que todo lo que brilla no es oro, pero no podíamos afirmar que Podemos brilla sólo por su demagogia sin contar con hechos fehacientes que lo probaran.
En un artículo de Firmas Press, José Antonio Zarraluqui, un prestigioso escritor y periodista, desenmascara a esa fulgurante estrella fugaz de la política española para poner al descubierto los mismos vicios e inmoralidades que aquejan a amplios sectores políticos de la península. Queda así al descubierto el discurso demagógico que se "indigna" ante las faltas de los demás sin ocuparse de poner orden y honradez en la propia casa, arengando a las masas contra los males que ellos mismos cometen para encubrir el proyecto verdadero de gobierno autoritario y centralismo dictatorial que llevan por dentro, infectados por ese virus malsano del mal llamado Socialismo del Siglo XXI. Gracias al artículo revelador de Zarraluqui, nos hemos enterado de que Íñigo Errejón, Secretario de campaña electoral y de política de Podemos e investigador de Ciencias Políticas de la Univ. Complutense de Madrid, se ha visto envuelto en manejos sucios en los que está involucrado otro militante de Podemos en la Universidad de Málaga, llamado Alberto Montero. Se trataba de un proyecto de investigación en el que debían emplear jornadas de 40 horas semanales a sueldo completo que supuestamente debía someterse a oposición y licitación, pero sólo se consideró a Errejón como único candidato. Y para colmo, una vez obtenido el puesto por "oposición", Errejón no se trasladó a Málaga, sino que se quedó en Madrid o se ubicaba en otros lugares. Porque, urgando un poco más, he descubierto que, además del máximo líder Iglesias, también Errejón estuvo involucrado en la política venezolana, en su caso realizando labores de investigación política, y que todavía se encontraba en ese país a principios de este año al servicio del chavismo. Por otra parte, Zarraluqui nos advierte que Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, otro vástago de la Univ. Complutense de Madrid, quien dio cursos universitarios en Venezuela en años recientes y fue asesor del gobierno venezolano entre 2005 y 2010, ha tenido por algún tiempo tratos con los iraníes para proporcionarles material televisivo a través de la productora Con Mano Izquierda, lo cual no sería estrictamente un delito si no encerrara también elementos de corrupción, porque funcionando como sociedad sin fines de lucro como un esfuerzo de "voluntariado", le pasaba a Iglesias por debajo de la mesa €3.000 mensuales de parte de los ayatolas que no eran declarados al fisco. He averiguado también que Monedero ha sido uno de los principales promotores del Movimiento 15-M, también conocido como el de los "indignados" y, aunque ha tratado de aparentar una relación marginal, fue un verdadero activista que incitaba a la acción en los disturbios hasta el punto de declarar el 28 de enero de 2012 que una rebelión como esa "es lo mejor que le ha pasado a la democracia". ¡Como si la democracia fuera un producto oclocrático de la plaza pública! Otro caso es el de la misma novia de Iglesias, Tania Sánchez, candidata a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, y el del mismo padre de ella, quienes obtuvieron jugosas ganancias cuando eran concejales por contratos otorgados a la empresa Aúpa, de propiedad del hermano de ella y de su hijo. Para colmo, la empresa quebró conservando viviendas y garajes en el acuerdo, de modo que Tania pudo vender más adelante propiedades con el 50% de ganancia. Como bien subraya Zarraluqui, esto es notable "en una persona que se pasa la vida fustigando a los especuladores". Pero el nepotismo y el amiguismo no paran ahí, puesto que descubrimos también que las socias del hermano de Tania, Yolanda Pérez y María Abril Barceló, son ahora funcionarias técnicas de la Concejalía de Infancia y Juventud, la que contrató la mayoría de las actividades de Aúpa entre 2002 y 2008. Aunque Abelardo se haga eco de la campaña de propaganda que proclamaba que "¡España es diferente!", en estas cosas no parece serlo mucho. La demagogia izquierdizante hace la misma labor de zapa y lleva en sus entrañas igual o mayor corrupción que la que simula combatir. Sólo falta que consiga el poder para que prolifere su realidad malsana. Lamentablemente, la sociedad española atraviesa uno de esos períodos oscuros de corrupción administrativa y política. Este no es un problema de la democracia como sistema, un argumento que es la piedra de molino con la que nos quiere hacer comulgar Pablo Iglesias, al estilo de Castro hace más de medio siglo y de Chávez y otros dictadores en tiempos más recientes, sino una cuestión antropológica que requiere más educación cívica desde la niñez y más valentía de los españoles honestos y preparados para intervenir resueltamente en la política de su país y sanearla. La democracia se perfecciona desde adentro fortaleciendo las instituciones y el Estado de derecho.
The following user(s) said Thank You: Martín Simonetta
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Aunque nunca me he sentido atraído por la política propiamente dicha me voy a permitir meter la cuchareta en este debate porque España de alguna manera nos concierne a todos.
En lo que a mí toca, la tengo por una de mis tres patrias: Cuba (de nacimiento), Francia (de formación y cultura) y por fin nuestra entrañable y prestigiosa Madre Patria por más que injustamente la denigremos de vez en cuando. No quiero ser largo. Me voy a limitar a señalar la pertinencia general de los diferentes artículos al respecto a pesar de lo disímiles que puedan ser en forma y fondo pero también afirmar que mi opinión se acerca mucho más a los análisis de Ernesto que a las interesantes observaciones de Gerardo basadas en sus indudables conocimientos en Ciencias Políticas pero sobre todo en las experiencias históricas de Cuba y otros países hermanos, tan diferentes de España. ¡Cómo olvidar aquellas frases: “Cuba nunca será comunista” “Lo jamericano no van a pedmitil…” y otras tantas de la misma índole! Pero estas cosas se decían en un pueblo que carecía de experiencia política en su conjunto y a pesar de que se encontraba económicamente en vías de despegue (espectacular en algunos sectores) su sociología era diametralmente diferente de la de la España de hoy. Para ser más claro: había en Cuba excelentes médicos, abogados, escritores, etc. pero la población, que no era analfabeta como el régimen le hizo creer al mundo, distaba mucho de tener una cultura y una experiencia política comparable a la de cualquier país de Europa. Supongo que Gerardo no estará de acuerdo con esta idea y algunos podrán decir que esto no es más que una opinión pero es que eso lo viví yo, de un día para otro, hace más de cincuenta y tres años. Sí, así fue. Una mañana de noviembre de 1961 me desperté en otro planeta, donde la gente, indiscutiblemente, sabía mucho más y razonaba de manera más rigurosa. Quisiera precisar que no fue una simple impresión, era perfectamente capaz de constatar esa diferencia. No salgo de una familia de ignorantes: mi padre era economista (lo cual, lo acepto, no es forzosamente una referencia) Jefe del departamento Crédito y Valores del Banco Nacional de Cuba y descendía de una ilustre y culta familia criolla de Militares de Carrera de nuestro ejército republicano. Mi madre, buena pianista, de buena cultura general era sobrina nieta de José Martí pues Amelia, hermana querida de nuestro Apóstol, es mi bisabuela. Mi abuelo Aquiles, sobrino pues de nuestro Gran Hombre me hacía aprender de niño versos de José Martí y me decía: “No sólo tienes que aprender a recitarlos, tienes que entenderlos, así tú también día tras día, un paso más subirás en la sombra” Queda pues por ver lo que el “nuevo” Pablo Iglesias haría si el pueblo español le diera papel de mérito en este Gran Teatro del Mundo. En todo caso me parece obvio que, una vez frente a las realidades del poder, no podrá hacer en España igual que hizo Huguito ni Evito ni mucho menos Fidelito pues este último lo tenía todo preparado, desde hacía tiempo, con el apoyo tremendo del comunismo internacional y, me parece, también con la simpatía y dinero de algún millonario norteamericano que el amigo Francisco Porto nos da como ejemplo a seguir o en todo caso a admirar. Recuerdo que en una carta de alrededor de 1963 mi padre me escribió: “has de saber que esto que ocurrió en nuestra islita estaba preparado minuciosamente, si no lo hubiera estado de antemano, Fidel nunca habría podido realizar en menos de dos años todo lo que hizo”. Los análisis de Ernesto no son beatamente optimistas. Me parecen una conclusión deducida de un hecho que condujo a la creación de un “eslogan” publicitario del Ministerio de Turismo Español en los setenta: “¡España es diferente!” |
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Perdona si te mal interpreté, amigo Gerardo, pero estos párrafos de tu primera intervención a mi me parecieron los de alguien que está satisfecho con la “democracia” –y las instituciones- o el modelo que ya tiene, y que pretende condicionar o limitar de alguna forma el debate con quienes no lo están:
“La democracia participativa que concebimos aspira a la democracia perfectible, la cual mantenga su carácter representativo, institucional, multipartidista, en un proceso que consolide gradualmente la participación democrática mediante mecanismos de intervención e iniciativa populares que sean cada vez más eficaces y que contribuyan de hecho a la consolidación de esa democracia representativa en la que actúan sin la necesidad de una desintegración revolucionaria previa.”, y también: “….la principal función participativa debe consistir en vigilar la honestidad administrativa y en garantizar la trasparencia en las decisiones de gobierno.” Los movimientos políticos como Podemos tratan de canalizar la voluntad de quienes no “sienten” que esa democracia –y esas instituciones- los representan a ellos. Con llamarlos “populistas” –o idiotas, o mentecatos- no se resuelve nada, y con ignorarlos menos. Para mi la tarea es confrontar y refutar sus ideas sobre la base del respeto mutuo –como lo tratamos de hacer en mi núcleo familiar al menos (en nuestra Nación, , lamentablemente, la polarización y la falta de civilidad han hecho estragos y convierten la tarea en poco menos que imposible, por lo menos durante los dos próximos años, es cierto…). Quizás mi dificultad para entender la democracia participativa como la entiendes tu –y varios otros amigos en estos foros- es que mi primer “exposure” –exposición me suena a plástica- a este tema, al menos en su versión “aggiornada” a los tiempos actuales –la Ateniense es harina de otro costal-, fue a través de la prédica de otro gran cubano, como lo eres tu, que fue Amalio Fiallo. Si mal no recuerdo, Amalio hablaba de una “sociedad participativa”, y el partía de una concepción del ser humano que distaba mucho de ser la que prevalece hoy en día en nuestra sociedad. Tendré que releer a Amalio para encontrar las fuentes de nuestro aparente desencuentro, amigo Gerardo. Por lo demás, no entiendo tu pesimismo sobre la inevitabilidad de la oclocracia como destino de quienes se atreven a buscar algo mejor que lo que tenemos y se animan a consensuar eso que buscan con todos sus semejantes. Por supuesto que puede resultar inmanejable la democracia participativa como yo la entiendo sin algún grado de representación –que haga “sentir” a los representados que los representa- y sin instituciones. Pero esos elementos existían hasta en la democracia ateniense, aunque, sabiamente quizás, los atenienses, según entiendo, nunca manejaron la representación como concepto o idea, aun cuando no la pudieran evitar en su realidad diaria. |
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La democracia participativa es o será lo que cada pueblo determine en un proceso democrático (que implica un consenso nacional bajo una constitución que respete todos los derechos y libertades fundamentales). Cada pueblo participará con sus normas particulares si lo hace en libertad pero con respeto al Estado de derecho.
Hay muchas formas de participación. No es sólo la plaza pública, el plebiscito o una asamblea abierta de ciudadanos. Participación significa orden y respeto mutuo. De lo contrario es imposición mayoritaria (en el mejor de los casos) o dictatorial (en los peores). Ultimamente todos los dictadores alegan un mandato de participación popular, a la que manipulan mediante una anarquía subrepticiamente controlada que los antiguos calificaban de oclocracia. En cuanto a lo de que sea un preservante del del marco institucional actual, no entiendo el por qué de tal conclusión a mis argumentos, puesto que señalé que se trata de un proceso evolutivo hacia una participación cada vez mayor y más efectiva, lo cual implica cambios institucionales graduales o por etapas que permitan el mecanismo participativo elegido por el pueblo. |
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La seguimos “luego luego” –Peña Nieto dixit-, porque ahora no tengo tiempo… Pero si la democracia participativa no es mas que un mecanismo tutelar para preservar las instituciones actuales (¿un preservativo para el marco institucional que entendemos como “el único viable”, pero que quienes llamamos “populistas”, “indignados”, anti-sistema, etc., etc., denigran y consideran injustificable e irredimible), entonces tendré que buscar la manera de apropiarme yo también de algún diccionario, amigo Gerardo.
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Muy certero análisis de alguien que está en la médula del problema, como es el caso de Ernesto. Y el intercambio con Pallí es esclarecedor, a mi juicio, sobre las apariencias en contraste con los verdaderos propósitos.
No obstante, hay cierto optimismo en el análisis de Ernesto sobre la probable evolución de Podemos en el contexto europeo e institucional que, en caso de producirse, consolidaría aún más la democracia española, pero que, me temo, sobreestima al pueblo español en su capacidad política de discernimiento frente al populismo engañoso. La realidad es que los fenómenos del castrismo y del chavismo se han dado ambos en países que salían airosamente del subdesarrollo en un proceso democrático perfectible que se vio súbitamente erradicado de raíz. Nos hemos cansado de escuchar, por ejemplo, a personalidades que lideraban las fuerzas democráticas venezolanas recalcando que "los venezolanos no vamos a permitir que nos pase lo mismo que a los cubanos" porque "al pueblo venezolano hay que respetarlo". Recuerdo que en los primeros días de la revolución cubana soñaban con unas próximas elecciones y afirmaban que "Cuba nunca sería comunista". Muchos se reían de quienes pronosticaban semejante posibilidad. El mismo Fidel Castro afirmaría reiteradamente que "la revolución es verde como las palmas", implicando que ni siquiera llevaba un matiz rosado. Y la inmensa mayoría se lo creyó, pese a tantos indicios inquietantes que prefirieron pasar por alto. Como bien señala Ernesto, el líder indiscutible de Podemos, Pablo Iglesias, es un notable estratega político. Su discurso inicial hasta no hace muchos meses fue lo suficientemente radical para arrastrar tras sí al socialismo más revoltoso o al comunismo tapiñado que se vestía con el hábito de "indignados". Poco después, cara a las elecciones se volvió más moderado enfocando males sociales y prometiendo su solución. Y ahora han derivado hacia una apariencia de demócratas modelo que les permita hacer una buena labor de zapa desde una oposición estructurada y fuerte que aspira a desplazar a los socialdemocrátas del PSOE como alternativa de gobierno. Puse muy a propósito en el aporte original de este debate esa foto de una reunión venezolana de otro Podemos para ilustrar el origen del actual movimiento español. Cuando eso ocurría en Venezuela, Pablo Iglesias estaba muy involucrado en esa estrategia que Chávez enarbolaba con mucho éxito en sus propósitos de poder. Los pueblos suelen equivocarse a la hora de votar cuando hay propuestas populistas orientadas subrepticiamente a la toma del poder. Sencillamente, las promesas que escuchan son demasiado tentadoras y los pueblos rara vez analizan las consecuencias para el país en su conjunto sino que votan a favor de lo que ellos creen que les beneficiará particularmente. Si a esta realidad se le suma un historial de corrupción y gobiernos mediocres, se vuelcan por un "cambio" que no tiene un propósito perfectible para la democracia sino una meta de preponderancia de un sector revolucionario y ambicioso que toma impulso con medidas clientelistas y populistas. En cuanto al argumento de Pallí sobre una "democracia participativa", estas propuestas populistas suelen promover una oclocracia que provoque un entorno anárquico a medida que un partido único o abrumadoramente predominante se consolide como poder supremo con la potestad de "solucionar" todos los problemas por sí solo. La democracia participativa que concebimos aspira a la democracia perfectible, la cual mantenga su carácter representativo, institucional, multipartidista, en un proceso que consolide gradualmente la participación democrática mediante mecanismos de intervención e iniciativa populares que sean cada vez más eficaces y que contribuyan de hecho a la consolidación de esa democracia representativa en la que actúan sin la necesidad de una desintegración revolucionaria previa. No es bueno que el pueblo intervenga en cada decisión administrativa porque estas deben aplicarse a TODA la nación, región o municipio y no a una mayoría votante. La administración pública debe guiarse por una política coherente que conjugue todos los aspectos culturales, sociales, políticos, económicos y religiosos, los cuales a veces implican cierto grado de sacrificio para la población en aras de un futuro mejor. La función participativa del pueblo, a medida que evolucione hacia ese tipo de democracia, debe concentrarse en el análisis del proyecto de gobierno en su conjunto para vigilar las posibles desviaciones, aberraciones, trampas y prebendas con una capacidad efectiva de enfrentarlas y corregirlas mediante un mecanismo de participación y evaluación, el cual debe incluir una capacidad revocatoria en casos extremos. En otras palabras, la principal función participativa debe consistir en vigilar la honestidad administrativa y en garantizar la trasparencia en las decisiones de gobierno. En cuanto al problema de «no darle a las ideas de “los otros” el mismo trato que pretendemos que “los otros” le den a las nuestras», esa es una realidad humana que nos aqueja en todo momento, desde el nucleo familiar hasta la nación. Por eso debe hacerse mucho énfasis en fortalecer y consolidar el edificio institucional de la democracia para que todos respetemos (o nos veamos obligados a respetar) los mecanismos legítimos de administración tanto como los mecanismos legítimos de participación. |
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Yo veo la “trampa” en otro sitio, mi joven amigo. La veo en pretender acometer la dura tarea de construir una democracia participativa sin primero dejar de lado ciertos prejuicios que nos llevan a no darle a las ideas de “los otros” el mismo trato que pretendemos que “los otros” le den a las nuestras. Siendo las nuestras superiores, todo es cuestión de presentarlas de manera tal que una mayoría de los “participantes” en esa democracia las adopten, porque “las sientan” superiores. Es en ese contraste de ideas, con la participación de todos, como yo entiendo que se forja una democracia participativa, y ese es un ejercicio que, a mi entender, vale la pena realizar. ¿Podemos?
Si, llegado el caso, fracasamos en nuestro intento de prevalecer sobre “los otros”, hasta comprendería –no seria otra cosa que “History of the World 101”- que alguno de nosotros sintiera la tentación de patear el tablero… Pero patearlo, por la vía de llamar victimas del “populismo” (que, para mi no difiere en mucho de llamarlos idiotas o mentecatos) a quienes se “sienten” identificados con el ideario –muy fluido, por cierto, como ha quedado demostrado en estos últimos días- de un movimiento como Podemos, antes de sentarnos a la mesa y competir con ese ideario, mas que una “trampa” me parece un forma de desvirtuar la misma democracia participativa con la que nos embanderamos. No es “sencillo” llevar adelante un proyecto de democracia participativa. Y es, además, sensiblemente mas difícil para quienes no ven esa trampa que te señalo, amigo Ernesto. Pero claro, eso no es mas que mi opinión personal. |
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Muy amable; gracias
![]() Debo decir, amigo mío, que su pregunta tiene trampa. Porque en realidad son dos preguntas: una general cuya respuesta es obvia (no tiene nada de malo); y, hacia el final, otra pregunta que se deriva a un caso específico (el del programa de Podemos), cuya respuesta no es sencilla. Está hablando de unos medios (la consulta y el debate) en la primera parte, y señala unos fines muy concretos, en la segunda; tal y como plantea la pregunta parece que aquellos se relacionan con estos, lo cual no es cierto en el caso de Podemos, o, como mínimo, es muy discutible. Convendría no confundir ambas cosas. Por otra parte, la idea de que "no es necesario afiliarse a una formación política para participar en los debates" no estructura a Podemos; si acaso eso quedaría lógicamente fuera de su "estructura" (que se cimenta en la afiliación o militancia, y se moldea por su élite dirigente) y entra de lleno en las estrategias de apoyos e interacción, comunes a la mayoría de los partidos (en sus estatutos contemplan esta posibilidad de "participar sin afiliarse"). Sucede que un enfoque populista amplía los márgenes de esta "participación", como acciones que avalen las decisiones tomadas (estas sí) por miembros de "la estructura". Lo populistas mueven a las masas, se apoyan en su entusiasmo; pero no les dan un poder real por mucho que digan lo contrario. Por eso, movimientos como "los indignados", en los que esta "participación sin afiliación" son fundamentales, no llegan a estructurarse sólidamente, pierden fuerza efectiva (no puede haber afiliación sin un ente concretado en una estructura bien definida y "registrada") o derivan en algo muy parecido al desorden masivo (sin más fuerza que las ciegas de la incoherencia y el caos). Podemos se va separando de todo esto (lógico si quiere perdurar); sin perder, de momento, las maneras y discursos de la participación ciudadana amplia. Eso no está mal... ![]() |
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Me parecen impecables tus razonamientos, mi estimadísimo don Ernesto, tanto sobre Cuba como sobre España, aunque algunos de ellos, como tu mismo dices, tengan algo de especulación.
Además, tu tienes la ventaja de la vivencia inmediata (o muy reciente) en ambos países, pero sobre todo, la ventaja generacional –que es todavía mas importante- sobre la mayoría de nosotros. "Luego luego" -como dirìa Peña Nieto, otro de nuestros "politìcos tradicionales" que no sabe para donde correr-, y con algo mas de tiempo, comentaré sobre algunos de tus comentarios, pero, y “por ahora”, me gustaría ver si se suman algunos otros foristas al debate. Mantengo, de paso, abierta la pregunta sobre qué hay de malo, para quienes apostamos por una democracia participativa, en que un nuevo movimiento (o partido) político salte al escenario y proponga una serie de medidas enmarcadas, por ejemplo, en su llamado “Proyecto económico para la gente”, con la intención de consultarlo y debatirlo con TODOS los españoles (entiendo que esta nueva formación política está estructurada en torno a la idea de que no es necesario afiliarse a ella para participar en ese tipo de debate). ¿No es eso lo que queremos los “demócratas participativos”?. |
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Es cierto, estimado amigo Palli, que el problema no está en que Podemos haya recibido dinero del chavismo; si acaso esto sería un signo (o síntoma, según quien mire)... La mayoría de los gobiernos democráticos, de manera transparente, utilizan parte de sus fondos disponibles para incidir en programas "de desarrollo" en terceros países, ya sean cuestiones tecnológicas o de cultura o de ideología, o de lo que se tercie, de lo cual se benefician determinados grupos o estamentos regionales, según el caso. El gobierno de Mariano Rajoy ha enviado estas ayudas a Cuba, el gobierno de Obama a Haití, o el gobierno de los Castro a Nicaragua; pocos estarán libres de ese pecado. Obviamente, tenemos aquí el asunto de la doble vara de medir que usted nota en su amigo habanero, pero que es más evidente en el propio gobierno cubano, por la magnitud y las consecuencias: el dinero que reciben los grupos "mercenarios" (especialmente si proviene de Estados Unidos) es "ingerencia", "ataque", etc., mientras que el que envían a sus socios o adláteres es "ayuda", "solidaridad", etc.
Lo gracioso es que, ya puestos, cada parte puede enrocarse en ese argumento o interpretación extrema (que no necesariamente quita licitud a tales financiaciones); porque en su búsqueda de aliados o de "exportar" al exterior condiciones que les sean favorables (actualmente o en el futuro), los gobiernos hacen las aportaciones necesarias a quienes consideren; algunos de manera poco transparente, otros pasando por encima de las propias leyes (o rehaciéndolas a conveniencia) y los más torpes delinquiendo irrefutablemente. Por lo que el problema creo que está en el tipo de gobierno y la manera en que estos aportes se manejan (es decir, esencialmente, en cómo las leyes particulares se generan, interpretan y aplican). Y esto es muy evidente cuando nos enfocamos en el receptor del dinero. Así, por ejemplo, en Cuba las Damas de Blanco (la mayoría gente llana, de escasos recursos), indefensas ante el poder de un estado totalitario, pueden ser desprestigiadas y acosadas físicamente, pueden ser acusadas e ir a prisión por "recibir dinero del enemigo"; mientras que en España los integrantes de Podemos (nucleado por cierta "casta" universitaria) pueden ser acusados por parte de la opinión pública de simpatías con el chavismo o incluso de querer implantarlo en España, pero disponen de recursos para defenderse (de hecho es una batalla que han ganado), y jamás irán a un juicio por ello, puesto que están ejerciendo un derecho reconocido por las leyes y acatado por la sociedad. Así, aunque recibir dinero de organizaciones o gobiernos de terceros países para cuestiones que interesan a ambas partes me parece natural, se puede notar una diferencia muy marcada entre unos y otros aportes, sus emisores y sus objetivos. No tengo noticias de que la sociedad cubana esté temerosa de la democracia que quieren implantar las Damas de Blanco en Cuba con el apoyo "del enemigo", pero en España hay algún temor públicamente expresado (y compartido por no pocos de nuestros foristas) de que Pablo Iglesias ha venido para implantar el chavismo. Y debo decir que no me parece algo infundado, vistas las expresas simpatías por el "modelo bolivariano" de sus dirigentes, la alta intención de voto que han conseguido, y la concordancia del mencionado modelo y de su ideología con el propio discurso de Podemos. De hecho, para hacer efectivas las intenciones planteadas, Podemos debe ganar las elecciones de manera absoluta (algo que está por verse), insertarse en el "sistema" que dice aborrecer, y cambiarlo desde dentro (que es básicamente la metodología que Chávez ha puesto de moda). Discrepo, sin embargo, de los que creen que se implantaría el chavismo en España; si acaso el "pablismo", porque el carisma es algo que también necesita un populismo auténtico (no sólo las circunstancias sociales idóneas) para afianzarse, y este muchacho y su equipo son buenos estrategas de la comunicación y conocen cómo construir un líder. Son bien sabidas las recientes jugadas que realizaron en detrimento de otros líderes que sí venían de "los indignados" o de aliados naturales y a la espera (como son los distintos grupos comunistas y anarquistas), para dejar a Pablo Iglesias como única figura del cambio y la reestructuración venideras, esa revolución de los humildes, que quitará el poder a los bancos y demás corrupta ralea Habría que ver cómo atempera Podemos (cuyos líderes han demostrado tener un gran sentido práctico) sus intenciones cuando entre "en el sistema"; posiblemente el "exprópiese" chavista se atempere o se diluya en el tiempo. Podemos es de las formaciones cuya utilidad es incuestionable en la oposición, pero estando en el "sistema", en posiciones de poder, se debilitaría "la pureza" que pretende como distinción, en contraposición a quienes hoy ostentan la representatividad pública del poder político; y serían más vulnerables precisamente por la mayor visibilidad y la oportunidad que tendrían de cometer los mismos desmanes (de hecho, ya se están aireando algunos tejemanejes tipo "enriquecimiento ilícito" de importantes colaboradores y personas del entorno íntimo de Pablo Iglesias). Pero está por verse si "el sistema" finalmente engulle al grupo de Pablo Iglesias, quien ya entró en el europeo con más ruidos que nueces. Tampoco hay que menospreciar la intranquilidad de quienes notamos (no sin razón) demasiadas coincidencias entre este particular adviento hispano con los anuncios y venidas de pasadas o recientes revoluciones (algunas sufridas en carne propia). Quisiera, sin embargo, que considerásemos someramente determinados aspectos que se dan en este caso (o no se dan, según se mire) y que podrían marcar una diferencia. Al punto de que el "pablismo" (ese inédito régimen tercermundista en plena Europa), de darse, acabaría mucho más cerca del comunismo chino que del chavismo (necesario en su génesis pero poco práctico a la geopolítica de la Península). Esto es pura especulación, obviamente; pero, ya que estamos... Deberíamos recordar, en primer lugar, que con sus conocidos defectos España es desde hace tiempo, y continúa siendo, un país del Primer Mundo; y por mucho que la tendencia promedio y casi natural del ciudadano español (felizmente equilibrada en las urnas) se escore a la izquierda, es muy difícil que se dejen arrebatar las ventajas de la democracia, especialmente en lo que al mercado concierne. El desabastecimiento de la Venezuela actual (y la extendida crisis económica cubana, etc.) no es algo del todo ajeno a una gran cantidad de españoles, que vivieron la postguerra, y probablemente reconocerían y desafiarían los amagos de retorno a una situación similar. Por otra parte, entrando ya en el cuerpo, a pesar de la corrupción política, el "sistema" en España está bien estructurado e institucionalizado, y funciona con alguna eficacia. Es verdad que en lo que a la política y el gobierno se refiere, esto ha derivado (opinión compartida no sólo por Podemos) al establecimiento de una "casta" bipartita y con escaso prestigio popular, e incluso la Monarquía no incita demasiado entusiasmo, pero una vez en el "sistema", y con las riendas en la mano, será más ventajoso y fácil y hasta "chavista" (en principio) simplemente limpiar bien la casa, mover las sillas, cambiar la poltrona de sitio, antes que desechar una estructura aprovechable, cuya demolición incidiría en el resto de instituciones del país y en los grupos de la sociedad civil y que tendría repercusiones inmediatas en el entorno. Porque España forma parte de la meta-estructura europea, que teme mucho (o así parece) el desgajamiento de esa pieza; por tanto, esta especie de armadura externa y "su sistema" podría ser útil a Podemos, que intentará mantenerse en él si quiere minimizar los propios daños. Es verdad que lo más natural (y sin duda ventajoso) para que Podemos traiga la resurrección política e inmaculada que nos ha prometido, y para que se mantenga como la conquista proletaria & intelectual que será, es que España se convierta en una nueva república totalitaria, parte íntima de Europa, con un único líder pretendidamente vitalicio, con un Comité Central de ciudadanos irreprochables, y sin que descienda el número de piernas de jamón o escasee el vino (todo lo contrario). ¿Y cómo habría de suceder?; pues como suele pasar con algunos similares nobles deseos humanos hacia sus conciudadanos: con el miedo. Es decir, si tiene que suceder sucederá, en la práctica, con el apoyo del Ejército, cuyo Capitan General sigue siendo el Rey (y ya se sabe que la Monarquía es algo muy de castas). Ahí está el quid; que no se menciona demasiado pero que Pablo Iglesias no ignora (ya que se ufana cuando puede de sus "círculos ciudadanos" en las Fuerzas Armadas). Y así, una vez más, el Ejército decidiría el destino de España. |
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