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Sobre una futura Constitución para la República de Cuba 10 Sep 2014 14:47 #8379

  • Abelardo Pérez García
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Efectivamente, amigo José Manuel. Entendiste perfectamente todo lo que yo quería decir.

Todo empezó a partir de un mensaje de nuestra querida Marta, citando al señor Azel quien había escrito que nuestras constituciones hispanoamericanas eran paternalistas y estaban redactadas por individuos que se arrogaban el derecho de decidir lo que era bueno y lo que era malo para sus pueblos mientras que la constitución estadounidense había sido redactada por el pueblo (We, the people…) afirmando la separación de poderes, explicando lo que el gobierno no debía hacer y dándole derechos al pueblo.

Marta propuso un modelo de preámbulo para una futura constitución en Cuba que decía (más o menos):
"Nosotros, el pueblo de la República de Cuba, a fin de crear una Unión más perfecta… "

Me hizo gracia porque en primer lugar me pareció que esto reflejaba un desconocimiento de lo que era “the people” de las ex trece colonias y me permití recordar que se trataba aquí sólo de hombres, blancos, que supieran leer y escribir y, en la mayoría de los casos, protestantes.

Además, ese “people” no comprendía a los lealistas.
¿Quiénes eran? Pues eran los habitantes de las trece colonias que no querían separarse de Inglaterra.
Pero entonces... ¿No todo el mundo estaba a favor de la independencia? ¿No querían la creación del nuevo país?
Pues no. ¿Quién ha visto unanimidad en una revolución?

Muchos querían seguir siendo súbditos británicos. Por esto fueron discriminados, por su fidelidad al rey de Inglaterra.
Los despidieron de sus trabajos, a veces organizaban “actos de repudio” como por ejemplo embarrarlos de chapapote y luego revolcarlos en los montones de pluma de oca o de pato que servía a la fabricación de almohadas y pasearlos así disfrazados por las calles de los pueblos.

Más de setenta mil se exilaron, muchos se fueron a Canadá otros a Gran Bretaña y a otros lados.
Era mucho, en la segunda parte del siglo dieciocho la población de las trece colonias era de unos cuatro millones de personas.

Conque lo del “We, the people”... Lo mínimo es saber de lo que se está hablando.

Los estudiosos calculan que no habría más de un 40% (como máximo) de la población blanca favorable a la independencia. Esto pone en tela de juicio la idea de que “no hay que pedirle permiso a nadie para declarar la independencia” ¿no es verdad, Marta?
Ya veremos lo que va a pasar en Escocia el 17. A lo mejor asistiremos al nacimiento del Reino (Des)Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Luego vendrá Cataluña…

¿Cómo reaccionarán Francia, el Reino Desunido, EEUU y otros que en seguida reconocieron a Kósovo?

Vamos a dejar lo de la Unión puesto que en nuestra República unitaria esto no tiene sentido a menos de establecer como el viejecito de Tampa el “Commonwealth” de Havana, el de Matanzas, etc. Divididos en Condados o mejor en “Counties”.

A lo mejor se me fue la mano cuando escribí que eso sentaba las bases de un "servilismo" pero sigo pensando que representa cierta sumisión al modelo.
Entiendo que una persona pueda sentir gran admiración por algún país, entiendo también que algunos queden deslumbrados ante la civilización de otros países, de hoy o del pasado, y que deseen adoptar lo que de él les parece bueno pero yo nunca me refería a eso.

Tengo amigos franceses que están literalmente enamorados de España, que se defienden requetebién en español, que conocen perfectamente el país, sus tradiciones, su historia… pero si alguno de ellos llega a mi casa vestido de torero, se niega a beber otra cosa que chatos de fino o de manzanilla, se pone a hablar en un francés plagado de hispanismos, etc. Me diría que hay algo en su cabeza que no funciona bien pues nuestro comportamiento, así como nuestras leyes, deben corresponder con nuestra idiosincrasia y tradición.

Quizá algún amigo mayamiense me escriba diciendo que tiene derecho a hacer todo eso. Sin duda. El derecho lo tendrá pero hay tantas cosas a las cuales uno tiene derecho, y que sin embargo es mejor no hacer, que ese argumento del derecho no me parece válido.
Eso del “Tengo derecho a hacerlo y por consiguiente lo haré pase lo que pase y pésele a quien le pese” es una majadería.

Tengo que decirle a mi querido y estimado amigo Gerardo que no he tomado nada como ataque personal ni como descalificación. Pero, como él domina nuestro idioma castellano, le ruego un poquito de atención para que entienda lo que pasó.

Si Pedro le dice a Pablo:
"Pablo, tu hijo tiene derecho a salir con esa muchacha.”
Está simple y llanamente afirmando el derecho del hijo.

Si Pedro le dice a Pablo:
¡No, Pablo! Tu hijo tiene derecho a salir con esa muchacha.” Está no sólo afirmando el derecho del hijo sino también, por lo menos sugiriendo, que el padre se opone a ese derecho.

Por eso me extraña que diga:
“Tampoco en ninguna parte de mis escritos he dicho que Abelardo les negaba ese derecho". Me asombra esa interpretación…”

ya que lo que escribió fue:
¡No, Abelardo! Tienen derecho a copiar a los ingleses si así lo creen mejor. O incluso a modificar a su modo lo que han copiado.”

A buen entendedor…

Sobre una futura Constitución para la República de Cuba 09 Sep 2014 23:45 #8378

  • Gerardo E. Martínez-Solanas
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Muy pocas constituciones, si alguna (y Pallí seguramente sabe más que yo de eso), son una copia literal de otra previamente promulgada en otra parte. Cuando hablamos de constituciones "copiadas", creo que se entiende más bien en el sentido de "adaptación" a lo esencial de la constitución que le sirve de patrón.

Un caso que nos toca muy de cerca es la Constitución argentina de 1853, que tomó como modelo los ensayos precedentes de orden constitucional de Juan Bautista Alberdi, quien a su vez se inspiró particularmente en la Constitución estadounidense al adoptar el modelo presidencialista de esta última, la división en tres poderes y el bicameralismo, así como el federalismo, componentes esenciales del orden constitucional norteamericano.

Esta Constitución tomó de modelo la obra de Alberdi en 1852, titulada "Bases y pungos de partida para la organización política de la República Argentina", que precisamente incluía un proyecto constitucional.

Por supuesto que habrá muchas copias muy poco alentadoras, pero aquí vemos un caso prominente de gran éxito, permitiendo un siglo de estabilidad al gran país del cono Sur, pese a los muchos contratiempos de pugnas de poder, un síndrome que ha sido siempre tan frecuente en América Latina. Y por supuesto que no fue una "copia" puesto que el mismo Alberdi critica en su obra las constituciones de Estados Unidos y de Francia. Alberdi miraba también más a Europa que a Estados Unidos como fuente de cultura, comercio y población. Luego no podemos decir que "copió" pero sí que aprovechó los conceptos que estimó favorables y prometedores para el futuro de su país.

En general, los historiadores estiman que la Constitución argentina de 1853 tomó de modelos principalmente a la de Estados Unidos, pero también a las de Suiza, Chile, la de 1848 de Francia y la promulgada en Cadiz en 1812. Así que podría decirse que "copió" de todas ellas.

Estimo que esta tendencia a "copiar" es benéfica porque se trata de aprovechar lo bueno cuando se ha probado su eficacia. Dista mucho de ser servilismo cultural o de otra índole.

Sobre una futura Constitución para la República de Cuba 09 Sep 2014 17:23 #8376

  • José Manuel Palli
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"Copiar, o no copiar". Is that the question?...

Salvo en el colegio y en perìodo de exàmenes, en mi niñez a mi nunca me enseñaron que uno no tiene derecho a copiar lo que desee copiar, sobre todo las buenas y sanas costumbres... Tuve que llegar a la adultez, balanceada por mi condiciòn de abogado, para caer en cuenta del porqué habia ciertas cosas que, en virtud del derecho a la propiedad intelectual, no se podian copiar libremente (por buenas y sanas que fueran, como es el caso de las medicinas para males endémicos). Dije "caer en cuenta", y no "entender"...

En cuanto a las constituciones (o a las leyes en general) el derecho a copiarlas existe -como bien sostiene el amigo Gerardo-, y se lo practica casi que con fervor en muchos lugares del mundo, aunque en mi humilde y personal opiniòn, las experiencias que yo conozco en cuanto al copiado constitucional no son demasiado alentadoras. Eso fue todo lo que yo entendì que dijo el amigo Abelardo que podìa ocurrir con el copiado mas fiel y entusiasta, y en eso coincido plenamente con él.

En cuanto a las razones por las cuales no funcionan del todo bien esas experiencias en el copiado de las constituciones y las leyes, para mi se debe a que tanto las constituciones como las leyes son parte de la cultura, de la idiosincracia de un pueblo, y como no todos los pueblos son iguales....

Yo llevo 35 años afincado en Miami y no me reconozco a mi mismo como parte de la cultura y la idiosincracia Mayamera, quizàs porque mi cultura y mi idiosincracia son las de otro(s) pueblo(s)... Confieso que a veces me siento como que mi problema es que soy de otra época, y no de otro(s) pueblo(s), por que la "bendita" globalizaciòn parece borrar cada vez con mayor vehemencia las diferencias culturales y las diversas idiosincracias. Pero de vez en cuando tengo una experiencia reconfortante como la que tuve este verano de visita en Seattle, que me hacen ver que aun en nuestro gran paìs subsisten las diferencias culturales (a veces siderales) y de idiosincracia. Un Mayamero de pura cepa estarìa mas perdido -a la hora de reconocer su identidad y su cultura- en Seattle que un Yankee en la Corte del Rey Arturo...

Sobre una futura Constitución para la República de Cuba 06 Sep 2014 17:17 #8373

  • Gerardo E. Martínez-Solanas
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¿Por qué el amigo Abelardo toma un argumento sobre lo que es la democracia como un ataque personal o una descalificación? Que me disculpe si no me he expresado claramente o si no tengo la suficiente capacidad para interpretar debidamente sus argumentos. Sencillamente, tomo la opinión que expresa sobre constituciones y tendencias culturales y propongo la mía. Por supuesto que al referirme a "interferencias ni represalias" estaba señalando la condición en que una seudodemocracia deriva hacia el autoritarismo y la dictadura porque la capacidad de elegir se ve limitada por "interferencias y represalias" de los represores.

Tampoco en ninguna parte de mis escritos he dicho que Abelardo les "negaba ese derecho". Me asombra esa interpretación, porque creía que mi argumento claramente afirmaba el derecho a elegir o a copiar en una sociedad libre y subrayaba que la invasión cultural por imitación no es servilismo sino elección.

No condeno los gustos de otros ni las influencias culturales a las que pueda acceder, pero sí puedo criticarlos, y le reconozco a Abelardo todo el derecho de hacerlo también. Tampoco critico a Abelardo ni lo califico sino que antepongo mis criterios a los que ha expresado. Creo que se trata de un intercambio de ideas y no de personalidades ni de acusaciones mutuas. Por ejemplo, estoy convencido de que cuando adopto las ideas de Jefferson no por eso pierdo mi propia identidad de cubano. Pero esta convicción personal no significa una descalificación de las ideas y opiniones de Abelardo.

Es ese respeto mutuo la esencia de la verdadera democracia, «sin ideas "intocables"», ¡ incluyendo las mías y las de Abelardo!

Sobre una futura Constitución para la República de Cuba 06 Sep 2014 16:04 #8371

  • Abelardo Pérez García
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Claro que tienen dererecho a copiar todo que quieran.

¿En qué parte de lo que escribí - y que cita Gerardo - se lee que yo les negaba ese derecho?

Cualquiera que sepa leer lo puede comprobar.

Lo que sí opino es que copiar (o tratar de imitar) a los demás no da necesariamente un resultado mejor y conlleva una pérdida de su propia identidad.

Por otra parte yo tengo derecho a decir que algo no me parece bien sin que esta opinión sea considerada como una "interferencia" por lo visto indeseable.
Así es la verdadera democracia, sin ideas "intocables"

Sobre una futura Constitución para la República de Cuba 05 Sep 2014 18:58 #8369

  • Gerardo E. Martínez-Solanas
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Dijo Abelardo:

En algunos momentos me pongo a imaginar que si el exilio cubano se hubiera dirigido a Inglaterra, en vez de a EEUU, algunos nos dirían hoy que no es necesario tener una constitución. Por lo menos una constitución escrita.
¿Cómo? ¿Algunos no lo sabían?
Pues así es. Inglaterra no tiene constitución como nosotros lo entendemos. Nos dirían también que hay que manejar por la izquierda. Comer oca asada en Navidad y Christmas pudding (delicioso por lo demás) en vez de lechón con arroz con frijoles y yuca con mojo, etc, etc.

¿Qué diría yo entonces?
Pues diría que están copiando servilmente a Inglaterra. Chocante, Gerardo, ¿no es verdad?

¡No, Abelardo! Tienen derecho a copiar a los ingleses si así lo creen mejor. O incluso a modificar a su modo lo que han copiado. No es "servilismo" sino la esencia de la democracia: la capacidad de elegir -¡y también de copiar!- sin interferencias ni represalias. Eso sí, ese derecho cesa si de algún modo intenta violar los derechos inalienables de los demás. Por eso insisto tanto en que las Constituciones reflejen o, mejor aún, copien en su texto la Declaración Universal de Derechos Humanos, que codifica precisamente lo que no puede cambiar legítimamente una mayoría.

¡Ah! Y mi insistencia no es una muestra de servilismo hacia las Naciones Unidas!!! ... que conste. ;-)

Sobre una futura Constitución para la República de Cuba 19 Aug 2014 08:02 #8340

  • Marta Menor
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Las constituciones de los paises de America Latina, incluyendo la Constitucion del 40 en Cuba, se asemejaban mas a constituir programas sociales que a servir como documento fundamental para el ordenamiento politico de una nacion, como ha logrado servir la constitucion de los EEUU. El Dr. Jose Azel lo explica de una manera sencilla, haciendo ver que el problema estriba en que todos esos documentos son, al fin y al cabo, reflejo del pensamiento politico de los lideres publicos de la epoca, y no reconocen la primacia politica de las naciones en si, sobre sus representantes. (J A Font)

JOSE AZEL: Nosotros, el pueblo

Las constituciones de los países latinoamericanos, casi sin excepción, comienzan exaltando el estado-nación o destacando el papel patriarcal de los funcionarios electos. “Nosotros, los Representantes del pueblo de Costa Rica… El Congreso de la República de Venezuela… El Congreso Constituyente Democrático (de Perú), invocando a Dios Todopoderoso… De la Nación, de su Soberanía y de su Gobierno (República Dominicana)… Nosotros, Diputados electos (de Honduras)… La Nación Panameña… La república Oriental del Uruguay es la asociación política…”

Generalmente, las constituciones pasan entonces a exigir, en insufrible detalle paternalista, qué valores deben mantener la ciudadanía y el Estado. Por ejemplo, el Artículo 8 de la Constitución boliviana prescribe que “Toda persona tiene los siguientes deberes fundamentales: (b) De Trabajar… en actividades socialmente útiles. (c) De Adquirir instrucción, por lo menos, primaria. (e) De Asistir, alimentar y educar a sus hijos… así como de proteger y socorrer a sus padres… (g) De Cooperar con los órganos del Estado y la comunidad…”. Todas, loables ambiciones, pero ¿necesitamos que la Constitución o el Estado ordene hacer esto?

El Artículo 4 de la Constitución nicaragüense establece que el “Estado promoverá y garantizará los avances de carácter social y político para asegurar el bien común…” La Constitución paraguaya, en el Artículo 6, señala que “la calidad de vida será promovida por el Estado mediante planes y políticas que reconozcan factores condicionales…” Perú, en el Artículo 2 (6), quiere asegurar que “los servicios informáticos… no suministren informaciones que afecten la intimidad personal y familiar”. Y Ecuador requiere que el Estado planifique el desarrollo nacional y erradique la pobreza.

En vívido contraste, la Constitución de Estados Unidos –la más corta constitución escrita– no solamente comienza otorgando todo el poder a “Nosotros, el pueblo”, sino que procede inmediatamente a establecer los límites del gobierno y garantizar las libertades individuales en los siete primeros artículos y en la Declaración de Derechos.

Explícita e implícitamente el pensamiento latinoamericano de gobierno estatista es que el poder debe descansar no en el pueblo, sino en los ilustrados representantes que arrogantemente consideran que ellos saben lo que es mejor para el pueblo. Esta variedad de paternalismo epistemológico sostiene que nuestras decisiones individuales están sujetas a errores que perjudican nuestro bienestar y, por consiguiente, por nuestro propio bien, debemos confiar en que el gobierno tenga autoridad sobre nuestra toma de decisiones.

Esto nos infantiliza, porque como adultos somos los mejores jueces de lo que nos conviene en nuestras vidas. Además, normalmente decidimos mejor que aquellos que se esfuerzan, con programas gubernamentales, en escoger por nosotros un diseño que sirva para todos. Es cierto, cometemos errores, pero a menudo son instructivos y mejoran nuestra toma de decisiones futura. Los funcionarios públicos, incluso los más íntegros enfocados al servicio público, también cometen errores. A fin de cuentas, nuestros errores suelen ser menos dañinos que los de los funcionarios públicos. El paternalismo gubernamental empeora nuestras vidas aunque sea solamente porque cuando nos niega la libertad de opción sufrimos una pérdida en nuestro bienestar.

La incapacidad incluso de familiares y amigos para conocer lo que nos gustaría es esmeradamente expresada por Joel Waldfogel en su libro Economía mezquina: Por qué usted no debe comprar regalos para las festividades. No importa cuánto esfuerzo hagamos para encontrar regalos adecuados para nuestros seres queridos, tendemos a equivocarnos y terminamos entregando regalos que los receptores no comprarían para ellos mismos. Las investigaciones demuestran que cuando las selecciones no son hechas por los consumidores finales, quienes reciben los regalos no hubieran pagado ni una cantidad cercana a lo que nosotros pagamos –en promedio, pagarían solamente el veinticinco por ciento de nuestros precios de compra. El gobierno, tratando neciamente de decidir por nosotros, destroza riqueza.

Los gobiernos latinoamericanos harían mejor echando a un lado sus hábitos paternalistas y estatistas y practicando el Principio de Perjuicio de John Stuart Mill, de que “el único propósito por el que el poder puede ser correctamente ejercido sobre cualquier miembro de la comunidad civilizada, contra su voluntad, es para prevenir un daño a otros. Su propio bienestar, sea físico o mental, no es justificación suficiente. No puede legítimamente ser forzado a hacer o haber hecho algo porque sería mejor para él hacerlo, porque eso lo haría más feliz o porque, en opinión de los demás, hacerlo sería inteligente, o incluso correcto...”.

Nosotros, el pueblo, sabemos lo que más nos conviene.

Profesor Investigador en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami y autor del libro Mañana in Cuba.

Sobre una futura Constitución para la República de Cuba 08 Aug 2014 09:39 #8328

  • Abelardo Pérez García
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¡Alucinante !

Tengo que llegar a la triste conclusión que lo que escribo resulta particularmente oscuro y embrollado para mis amigos de Estados Unidos.

No sólo Marta defendió al viejecito de Tampa, quien a mi parecer había perdido la cabeza cuando propuso “copiar” el sistema territorial norteamericano en una Cuba futura,
sino que lo habría incitado a seguir escribiendo proyectos constitucionales “según las normas de la Constitución del 40” (¿?)

Ahora Gerardo, y no es la primera vez, deforma completamente lo que escribí y que, según dice, encontró muy chocante.
Es verdad que yo escribí: “es estúpido querer copiarlo todo” pero lo escribí en un contexto bien determinado y claro.
Sacar la cita de dicho contexto es transformar totalmente sus sentido. Se trataba de la imitación beata de los usos y costumbres de un país extranjero.
“Sólo me opuse a los que quieren copiar en todo a otro país” escribí luego para precisar en mi respuesta a Marta.
En mi texto, copiar tiene obviamente el sentido de imitar como cuando teníamos quince años “copiábamos” a Elvis en su peinado y modo de vestir.

No entiendo cómo Gerardo pudo pensar que yo hablaba de copiar literalmente textos, constitucionales u otros. Claro que eso también entra en lo que significa copiar y a veces servilmente, si se trata de textos característicos de la idiosincrasia y al uso de extranjeros, y tanto lo es que podemos no darnos cuenta de que la palabra Unión no nos servía en este caso a nosotros los cubanos.
Marta rectificó felizmente en su respuesta.

En algunos momentos me pongo a imaginar que si el exilio cubano se hubiera dirigido a Inglaterra, en vez de a EEUU, algunos nos dirían hoy que no es necesario tener una constitución. Por lo menos una constitución escrita.
¿Cómo? ¿Algunos no lo sabían?
Pues así es. Inglaterra no tiene constitución como nosotros lo entendemos. Nos dirían también que hay que manejar por la izquierda. Comer oca asada en Navidad y Christmas pudding (delicioso por lo demás) en vez de lechón con arroz con frijoles y yuca con mojo, etc, etc.

¿Qué diría yo entonces?
Pues diría que están copiando servilmente a Inglaterra. Chocante, Gerardo, ¿no es verdad?

Sobre una futura Constitución para la República de Cuba 07 Aug 2014 20:08 #8327

  • Gerardo E. Martínez-Solanas
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Dice Marta:

"De acuerdo con Abelardo y mi discusión perenne con el amigo Gerardo y democracia participativa. Una República Democrática con separación de poderes es preferible a una Democracia Participativa según mi opinión. Precisamente esa separación de poderes fue consagrado en la Constitución de los Estados Unidos."

Este desacuerdo se debe a que no ha entendido bien los principios y mecanismos de la democracia participativa auténtica. Además, creo que ha leído el libro " Gobierno del Pueblo ", que publiqué en 1997, pero ha olvidado el esquema básico que señala claramente la división de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial; proponiendo un cuarto poder económico para vigilar los presupuestos y gastos del Estado.

La democracia participativa es representativa, puesto que prácticamente ninguna nación puede gobernarse sin representatividad. La diferencia la establecen los mecanismos de participación que están ausentes en la mayoría de las democracias representativas actuales. En una avanzada democracia participativa, el poder legislativo estaría equilibrado por un Senado que representaría a las provincias o estados y sería elegido por medio de candidaturas partidistas, y un Congreso o Asamblea cuyos diputados o asambleístas se irían eligiendo escalonadamente desde la base comunitaria y municipal hasta el nivel nacional, por sus méritos personales y no por su afiliación. Sería, además, un mecanismo semi-parlamentario porque tendría un Presidente administrador en la rama ejecutiva y un poderoso Primer Ministro encargado de vigilar el cumplimiento por parte del Poder Ejecutivo de los mandatos del pueblo emanados del Poder Legislativo.

Por otra parte, respecto a uno de los argumentos de Abelardo, no es lo mismo que una Constitución diga Nosotros, el pueblo, que diga más específicamente Nosotros, los representantes del pueblo. En esta segunda versión, los "representantes" se convierten en el agente constituyente. Por lo tanto, está en sus manos cambiar, anular y hasta tergiversar mediante el peso de la mayoría. En la primera versión, esta autoridad no les pertenece porque la Constitución se debe al PUEBLO como un todo. No admite sectarismos ni partidismos. En otras palabras, tiene una base profundamente consensual y los representantes del pueblo se tienen que limitar en sus funciones al consenso nacional que cristaliza en esa Ley Suprema.

Por eso muchas constituciones en nuestra civilización judeocristiana se acogen a la voluntad de Dios ("under God" o "bajo el amparo de Dios"). Como los constituyentes no tienen un papel firmado por Dios con las normas que deben seguir, se guían bajo este concepto por los principios básicos que la humanidad ha ido consolidando e indentificando como "derecho natural". Una de las grandes conquistas de la humanidad ha sido precisamente la codificación de este derecho natural en los cuatro instrumentos internacionalmente reconocidos de derechos humanos, con el mandato de considerarlos inherentes e indivisibles, como corresponde al derecho natural. Ninguna mayoría, aunque sea del 99,9% tiene por lo tanto autoridad para suprimirlos. Sencillamente, porque el derecho natural trasciende los impulsos y ambiciones humanas.

Ni que decir lo chocante que me resultó leer de alguien tan ponderado como Abelardo la frase en la que afirma que es "estúpido querer copiarlo todo" con la asombrosa conclusión de que hacerlo "es sentar las bases del servilismo".

Pues bien, yo copio muchas citas cuando me parece que son buenas y edificantes; nunca se me ocurre cambiarlas para que suenen mejor. Y copio la Declaración Universal de Derechos Humanos sin añadirle ni ponerle una mísera coma. Es más, propongo que sea texto obigatorio de todas las Constituciones del mundo. Claro está que esta es una propuesta, pero bastante racional, porque las versiones constitucionales que he leído, en sus artículos referentes a derechos y libertades suelen quedarse bien cortas del ideal de confraternidad humana o matizan sus disposiciones con propósitos políticos que poco tienen que ver con el bienestar, la felicidad y la vida decorosa de sus ciudadanos.

Dentro de los parámetros de los derechos humanos establecidos universalmente, sería justo que el pueblo cubano pudiera organizarse en su diversidad política para redactar libremente una Constitución autóctona. No obstante, cuánto mejor sería el mundo en el que vivimos si muchos países en los que reina la opresión y la tiranía, como las que sufren los cubanos desde hace más de medio siglo, hubieran copiado la Constitucion de Estados Unidos a tiempo para evitar semejantes tragedias. Por supuesto que esta Constitución no es perfecta, como ninguna realización humana, pero su mecanismo de enmiendas ha permitido añadirle segmentos tan importantes (aunque incompletos) como el Bill of Rights, al tiempo que ha impedido los excesos deplorables de las mayorías abusadoras o de las minorías dictatoriales.

Sobre una futura Constitución para la República de Cuba 07 Aug 2014 16:54 #8326

  • Abelardo Pérez García
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Lamento que nuestra querida Marta – por quien, repito, siento una gran amistad- se haya quedado confundida por mi escrito. Creo que lo leyó muy de prisa y confundió lo que yo escribí con lo que ella se figuró que yo quería decir.

Cualquiera que lea atentamente lo que yo escribí y analice después sus comentarios verá que sus respuestas están completamente fuera de tema y que no contradicen en nada mi escrito – es más, creo poder afirmar que no tienen nada que ver con lo que yo dije- igual que yo no pongo en entredicho nada de lo que ella afirma.

Nuestra amiga Marta creyó quizá ver una crítica a la Constitución Norteamericana. No he criticado para nada esa constitución. O a lo mejor se creyó que yo criticaba a los Estados Unidos, cosa que no hice en absoluto.
Sólo me opuse a los que quieren copiar en todo a otro país por el cual sienten legítimamente amor y/o admiración.
Richard Wagner (se pronuncia Vágner y no Guágner; era alemán) decía a los jóvenes músicos que lo admiraban: “No debéis copiar a nadie, sobre todo a mí”

Si lo vuelve a leer con calma estoy prácticamente seguro de que entenderá lo que digo.
Eso le permitirá evitar algunos resabios desafortunados como ese feminismo de mala ley y no escribir un artículo “absolutely rambling”.
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