Por supuesto que esta es una controversia cordial, porque es genuinamente democrática, es decir, con libertad de expresión, pero con absoluto respeto por las opiniones y el derecho ajenos.
El humor de Marta tampoco viene mal porque la ironía suele hacer resaltar las verdades mucho mejor que el análisis crítico. Por eso, uno de los primeros periódicos censurados y confiscados en la Cuba de Castro fue el Zig Zag, devoto de la política cómica. Era el que más molestaba al incipiente régimen totalitario.
Pallí, por su parte, parece tomar un papel de mediador y resalta el preámbulo de la Constitución Argentina de 1853 que, por supuesto, se ajustaba a los parámetros y mecanismos de una democracia estrictamente representativa.
Empero, en estas páginas de la WEB pretendemos mirar al futuro y creemos ver en la evolución democrática un resultado participativo.
Lo que quizás no haya entendido Abelardo es que estoy hablando de democracia participativa, es decir de una evolución moderna de la democracia representativa con eficaz participación popular en las decisiones que se tomen. ¿Por qué? Porque estamos hablando o proyectando una constitución
futura para Cuba (o para cualquier otro país que necesite una reforma profunda), en cuyo proceso constituyente proponemos una
participación popular activa.
Los lectores y foristas pueden encontrar un detallado programa de transición constitucional para Cuba en
ESTE ENLACE
, el cual está orientado a fomentar un mecanismo participativo.
Las Asambleas que ahora estoy proponiendo en este espacio no son como el Senado o ni siquiera como un Congreso de diputados, porque las Asambleas participativas no se organizarían bajo la influencia de los partidos políticos. Serían una reunión en las circunscripciones en las que se debatirían a fondo los distintos proyectos constitucionales, sus principios fundamentales, sus normas jurídicas, su alcance de codificación específica o general y, entre los asistentes, el pueblo elegiría al que considerara más afín a la voluntad de la Asamblea para entregarle un mandato sobre todos esos elementos constitucinonales que tendría por obligación que defender ante la Asamblea Constituyente. Y ese delegado estaría en la obligación de reportar periódicamente a su circunscripción sobre la marcha de la Constituyente y sobre su papel en ella.
Por supuesto que, en democracia, existirían esos partidos políticos y harían sus campañas, subrayando los puntos constitucionales de sus respectivas preferencias, lo cual probablemente tendría bastante influencia en la opinión pública y, por consiguiente, en las decisiones de la Constituyente, pero sólo de manera tangencial, porque los delegados así electos no se deben a sus partidos respectivos, no estarían allí para representarlos, sino que su función obligatoria sería cumplir el mandato del pueblo que los eligió. Por eso se les llamaría "delegados" y no "representantes" o "diputados".
Esta es una cuestión muy complicada para detallarla en un breve argumento como este. Por ejemplo, sería indispensable la creación de un Comité Jurídico independiente que orientara a la Asamblea para evitar los disparates y las contradicciones. Y muchos otros detalles que tienen que formar parte del proyecto de reforma constitucional, que dicho sea de paso, no sería retroactiva, como no debe serlo ninguna nueva ley.
Bajo un mecanismo como este, que le daría plena legitimidad a cualquier constitución resultante como una obra de
consenso nacional, los delegados tienen plena autoridad para encabezar el texto con la frase
"Nosotros, el pueblo, hemos decidido a través de nuestros delegados ...", porque ellos, los delegados, no habrían decidido por sí mismos sino por los mandatos de su pueblo.
La Constitución de Estados Unidos fue el resultado de un amplio debate público y sus delegados se sintieron imbuidos del mandato de los ciudadanos habilitados por la democracia embrionaria de entonces. No creyeron hablar por sus propios intereses partidistas sino en función de la voluntad de esos ciudadanos habilitados. Por lo tanto, evitaron convertirse en autores de su Constitución y la reconocieron como obra de todo su pueblo. Por supuesto que podemos encontrar muchas faltas, carencias y deficiencias en el mecanismo de entonces. Pero recordemos que era el siglo XVIII y no el XX. Mucho menos el siglo XXI y su perspectiva de futuro.