Mi querido amigo Gerardo. Me contenta y emociona el entusiasmo con el que has recibido mi reporte sobre la experiencia que acabo de vivir en Ecuador.
Pero, y aun a riesgo de que lo que procedo a explicar sea percibido por algunos (espero que ese no sea tu caso) como malsonante o disonante –recordarás que mas o menos de esta forma comenzaba mi columna sobre don Mario Vargas Llosa que tanta roncha ha causado- tengo que decirte, porque nuestra amistad se merece la mayor sinceridad y transparencia, que mi impresión de lo que ocurrió en Ecuador dista mucho de lo que tu describes. Después de todo, y como diría Tres Patines, “el que e’tuvo allí fui yo”…
Yo no tengo idea de como se siembra, ni fui al Ecuador a sembrar nada –si mi mujer me ve con un puñado de semillas no me deja ni acercarme al jardín…
Tampoco fui al Ecuador a intentar convencer a nadie de nada, ni entiendo que mi interlocutor necesite que nadie lo convenza de ninguna cosa de la que él no esté ya convencido, y, PARA MI, eso es precisamente lo que quiere decir “no por que discrepemos dejo de respetarte”.
De nuevo, EN MI OPINION, y con base en la información de la que dispongo, no entiendo que en la Cuba actual (y desde hace ya un buen tiempo) ni éste ni muchos otros compatriotas dependan de mi ni de ninguno de nosotros en Miami para tener “una experiencia de discurso libre que de alguna forma influirá en su experiencia cotidiana donde la libertad de dialogar está sometida a los caprichos de una dictadura.” Hace mucho que en Cuba nuestros compatriotas participan en ese tipo de debate, y lo hacen a instancias del propio gobierno cubano. Y basta con ver la forma en que muchos temas se discuten en foros como este nuestro, y te diría que hasta con mayor numero de participantes que demuestran tanto o mas entusiasmo que nosotros mismos, para comprobar lo que estoy diciendo. Ojalá pudiéramos hacer un “blend” entre los foros de aquí y los de allá porque pienso que seria sumamente enriquecedor tanto para los de un lado como para los del otro, pero ese es ya otro tema.
Yo estoy plenamente convencido de que lo que piensa y dice el compatriota con quien me encontré es precisamente lo que ÉL piensa, sin que lo coaccione ninguno de los celadores (que también allí los hay), pero además, en ningún momento hablamos, ni en público ni en privado, de política, sino de temas que hacen a nuestra profesión de abogados. No fui a Ecuador, reitero, a convencer a nadie de nada, sino a aumentar mi conocimiento sobre el derecho cubano, preguntándole a un compatriota que es un abogado de primerísimo nivel (como los hay, y son muchos, en Cuba) para aprender de él, aunque en el transcurso de nuestras intervenciones haya quedado patente, como ya dije, que tenemos serias discrepancias.
Pero yo no fui al Ecuador a buscar discrepancias (ni mucho menos a resaltarlas ante terceros); fui a buscar coincidencias, a concentrarme en las muchas cosas que me unen a mi compatriota como cubanos que somos los dos. Y las encontré, y es en ese sentido que considero exitosa mi experiencia, mi querido amigo Gerardo. Dejar que lo interpretes de otra manera seria una falta de respeto hacia nuestra amistad.
La buena recepción del publico ante lo que vieron y escucharon tuvo mucho mas que ver con la imagen que ese publico tiene de la mentalidad y la actitud de los cubanos de Miami que con ninguna maceta que yo pudiera haberle entregado a nuestro compatriota.
Buscar ese conocimiento mutuo, ahondar en esas cosas que nos unen (y no en las que nos separen), y hacerlo a pesar de las discrepancias, muchas veces marcadas, que existen entre nosotros, todo eso forma parte de la construcción de la cultura Anti-Anti en la que los he invitado a participar, y en la cual estoy trabajando conmigo mismo.
Es a través de ese mayor y mejor conocimiento reciproco que se empiezan a generar las empatías, que son posibles aun durante el tiempo en que subsistan las discrepancias, pero que son el abono (ahora si) para que las discrepancias se reduzcan en el futuro.