Todo esto del “matrimonio” homosexual no es más que el resultado directo de la acción concertada de lo que eufemísticamente se denomina “grupo de interés especial” y que tú, yo y cualquiera con una neurona funcionando entiende perfectamente de qué se trata.
No es mi asunto lo que cada adulto haga en la intimidad. Pero, de igual forma y respetando mis derechos, nadie puede obligarme a aceptar como “bueno” lo que MI RELIGION y mis propias convicciones dicen que es “malo”. Esta norma se aplica a todos, pues usted no puede aceptar complaciente lo que contradiga los principios que dice profesar. El político que se diga “católico” y niegue el Magisterio de la Iglesia es un farsante, un apóstata.
Pero a la larga todo esto no es más que consecuencia del relativismo moral y la permisividad más absoluta. Todo se ha convertido en una desaforada y equívoca “búsqueda de la felicidad” que desdibuja los límites morales: nada es “malo” si es lo que buscas y quieres. Ahora resulta que Moral y Etica son inventos que ya han perdido vigencia.
Por eso hace años fue necesario en Estados Unidos promulgar una Ley de Defensa del Matrimonio (Defense Of Marriage Acta: DOMA) para tratar de evitar lo que ahora se nos viene encima con consecuencias imprevisibles, pues quién puede asegurar que no vendrán nuevas exigencias. ¿Poligamia? ¿Adultos con adolescentes?. Por favor, no me digan “bueno, eso no!”. Cuando se abre la Caja de Pandora…
“Buscad el Reino de Dios y su Justicia” es un mandato que ha sido echado a un lado. Acuden muchos a Dios tan solo en los momentos de crisis, como si se tratara de un Banco, para pedir un “préstamo” y luego seguir derrochando a manos llenas, satisfaciendo los deseos de acuerdo a sus propias “leyes”. Lo peor, hay llamados “líderes religiosos” que no son más que “sepulcros blanqueados” y defienden acciones abominables, sí, “abominables”, que no lo digo yo sino la Biblia.
Hemos sido y seguimos siendo cobardes. Tenemos miedo a defender nuestros Principios y ahora resulta que nos encontramos con el Mundo patas arriba. Nuestra falta de valor llega al extremo de que en nuestras propias familias evitamos la confrontación poniendo las cosas en su lugar. Los padres seremos responsables también, por no haber guiado a nuestros hijos con mano firme y amorosa, porque amor es mostrar el camino a Dios, amor es ser capaz de reprender a nuestro ser querido y ayudarlo a rectificar, amor es señalar como “malo” lo que es “malo” y proclamar la Palabra de Dios como la Buena Nueva. ¿Qué clase de cristianos somos que nos avergonzamos de hablar en público de Nuestro Señor y protestar cuando se intenta tergiversar su mensaje?
No seguimos el consejo de Iñigo: ¿De qué te sirve ganar el Mundo y perder tu alma?
Por eso HEMOS LLEGADO HASTA AQUI