El Poder Comunal y los retos de la democracia participativa en Venezuela
- Armando Chaguaceda
- Category: Columnistas invitados / Guest columnists
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Para comprender la actual coyuntura política venezolana hay que remontarse a la llamada IV República. A partir de 1958 en Venezuela se erigió un modelo de gobernabilidad basado en la alternancia entre los partidos dominantes (AD y COPEI) con acuerdos para redistribuir la renta petrolera y expandir la inversión social. Se construyó una democracia tutelada a través de un sistema de pactos partidistas y sociales —en un ambiente de modernización acelerada— bajo el rol redistributivo de un Estado con grandes recursos disponibles, que los canalizaba mediante un clientelismo corporativo dirigido por los partidos.
En ese contexto se expande, desde mediados de la década de los años 80 del pasado siglo, la organización social (popular y de clase media) como respuesta a la crisis del Estado rentista, la irrupción del neoliberalismo y el incremento de la pobreza, la desigualdad y la inseguridad. Junto al expandido imaginario policlasista y reformista, se incorporaron sectores populares a la política y se introdujo en buena parte de la población venezolana una noción de dignidad y de derechos, acompañada de un rechazo a las élites. Esos actores y demandas fueron las que llevaron a Hugo Chávez a la presidencia en 1998, comenzando —hasta 2006— la implementación de un proyecto democrático participativo, promotor de la justicia social, que buscaba superar los déficits de la IV República.
Pero esta iniciativa, impulsada por amplios sectores populares y medios, organizaciones de izquierda y gobiernos locales, coexistió con un componente militar autoritario que paulatinamente cobró fuerza dentro del campo bolivariano, abonado por la polarización política y las tradiciones del personalismo/populismo venezolano y latinoamericano. De 2007 a la actualidad, se presenta una sustitución del proyecto de “democracia participativa y protagónica” por el “Socialismo del Siglo XXI”, lo que conduce a un estrechamiento y homogeneización de los espacios de participación abiertos, acompañados por una expansión de la acción colectiva de toda la sociedad (oficialista y opositora) como reclamo de derechos al Estado y, como colofón, una agudización del conflicto y la polarización sociales.
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