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04/10/2023
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He estado pensando… (XXXVIII)

                                         

                               He estado pensando en el nuevo curso escolar

Soy partidario de “la filosofía del YA”, que es el puente entre mi presente y mis sueños. Porque los seres humanos necesitamos soñar, imaginar la vida que queremos, pero luego tenemos que confrontar nuestros sueños con la realidad, con lo que aquí y ahora es posible, para, desde lo posible, ir caminando hacia nuestro ideal, haciendo lo que YA podemos hacer.

Los cubanos soñamos con dar buena educación a nuestros hijos. Somos, de hecho, un pueblo que valora mucho la instrucción. Pero también queremos que nuestros hijos sean hombres y mujeres de bien, personas no sólo cultas sino buenas.

Soñamos con poder elegir la educación para nuestros hijos. Queremos opinar sobre los programas que marcarán sus mentes. Deseamos que la educación no sea lo que es: un monopolio exclusivo del Estado, que no reconoce el derecho de los padres a elegir la educación de sus propios hijos.

¿Y por qué? Pues porque hay padres que no están de acuerdo en que sus hijos crezcan con libros de texto que les enseñen la C diciendo: “Cada cubano es un soldado”, o la F diciendo: “Felito afila la mocha, al lado pone el fusil”, o la G con la frase “el guerrillero es valiente”. No queremos que los maestros taladren las mentes de nuestros hijos con textos que dicen: “Ayer y hoy el pueblo dice: ‘Cuba sí, yanquis no’”, o “el miliciano tiene un fusil, (…) en manos buenas el fusil es bueno”. No queremos que nuestros hijos tengan que repetir a voz en cuello: “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che”.

Sin embargo, en estos momentos, nuestra opción no es una escuela diferente, ni diferentes programas académicos. Nuestra opción, nuestro YA, está en casa, en el contacto con nuestros hijos, en pasar tiempo con ellos y ayudarlos a desmontar el adoctrinamiento ofreciéndoles horizontes alternativos.

Nuestro YA está en darnos cuenta que sentarse con nuestros hijos a “hacer la tarea” no significa solamente ayudarlos a llenar renglones, sino aprovechar ese tiempo para ofrecerles valores que los hagan más humanos.

Nuestro YA está en aprovechar toda oportunidad de enseñarles lo que probablemente la escuela no les va a enseñar: la bondad para con el prójimo, el amor por la verdad, la sensibilidad por la justicia, el respeto a la opinión diferente, el ejercicio de aprender a soñar.

Nuestro YA está, debo decirlo, en Dios, en Jesucristo, en el Evangelio, porque la experiencia de Dios abre el corazón al amor, la mente a la libertad y la vida al compromiso con el bien.

Queremos lo mejor para nuestros hijos. No queremos que sean como el Che, que en una carta a su padre le confiesa: “He descubierto que me gusta matar”. Queremos que nuestros hijos tengan el coraje suficiente para decir: “Yo no voy a un acto de repudio, no voy a salir a la calle a golpear al que no piensa como yo, no voy a vivir en la mentira o en la indiferencia ante el mal”.

Por eso, ante el nuevo curso que comienza, tenemos que mandar los hijos a la escuela, pero sin olvidar que nosotros somos su mejor escuela.