He estado pensando… (XXXVII)
- Padre Alberto Reyes Pías
- Category: Columnistas invitados / Guest columnists
- Hits: 384
He estado pensando… (XXXVII)
He estado pensando en cómo decir ciertas cosas
Nunca he tenido la oportunidad de dialogar con las personas que tienen en sus manos el gobierno de mi país. Nunca he podido preguntarles qué piensan, qué sienten, qué creen de su modo de actuar, cómo es su mirada sobre este pueblo. En ese sentido, no puedo emitir un juicio, no tengo datos que me ayuden a explicarme sus actitudes o su modo de obrar.
Sólo puedo decir lo que veo, lo que experimento a través de mis sentidos. Y también puedo decir lo que siento, sabiendo que los sentimientos son subjetivos y pueden estar equivocados.
Yo veo un control absoluto de la vida en mi tierra, un control que no da absolutamente ningún espacio a una postura diferente. No hay opciones políticas, no hay partidos alternativos fuera del Partido comunista, no hay posibilidad de asociarse de modo independiente. Todo tiene que someterse a la política del Gobierno: las asociaciones estudiantiles, los sindicatos de los trabajadores, las asociaciones de mujeres, de artistas, de escritores…
Muchas de las personas con las que hablo quieren tener la opción de un sistema político diferente, pero les da miedo expresarlo, crecen con miedo, viven con miedo, mueren con miedo.
Veo que cuando en alguna parte la gente se congrega y públicamente reclama un cambio, son golpeados, son encarcelados, y los que no son encarcelados con citados, y amenazados. Y crece entonces la rabia, incluso el odio, pero también el miedo.
Hablo con gente que pasa hambre, que no tiene medicinas, que no tiene dinero porque lo que le pagan no es posible que les alcance.
Veo como a mi alrededor cada vez más gente se va a vivir a otro país: niños, jóvenes, ancianos… no importa la edad sino irse, con la urgencia de quien quiere salir de una pesadilla.
Y miro hacia aquellos que tienen en sus manos el poder político sobre esta tierra, y los siento lejos, lejos de mí, lejos de mi pueblo. Siento que aunque vivimos geográficamente cerca nos han abandonado, se han desentendido de nosotros, siento que no les importamos.
Y experimento dolor por mi pueblo reducido a esclavitud, pero también pena por los que nos mantienen sometidos, porque sospecho que deben vivir en una alerta continua, en el miedo de que un día mi pueblo se canse de su miseria y de su inmovilidad. Sospecho que ellos saben que ninguna noche es eterna, que las esclavitudes siempre terminan, y que cuando se ha ignorado el sufrimiento de un pueblo, es más difícil que ese pueblo otorgue su perdón.